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Breve encuentro

Romance. Drama Laura Jesson es un ama de casa algo aburrida de la rutina que vive con su marido y familia. Una vez a la semana, suele ir a la ciudad de compras. En uno de esos viajes rutinarios, Laura coincide con el Dr. Alec Harvey en la sala de espera de la estación de ferrocarril. Ambos son de mediana edad, casados y tienen dos hijos cada uno. Comienzan a hablar, y tras disfrutar cada uno de la compañía del otro, ambos continúan reuniéndose ... [+]
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5
6 de agosto de 2022 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Justo medio siglo antes de la aclamada "Los puentes de Madison" (1995), David Lean hacía sus primeros pinitos, más o menos, con este drama romántico al que tanto se parece la de Clint Eastwood. Los fans de la clásica argumentarán que ésta es la original, pero me temo que la moderna está mejor hecha y resulta algo más creíble. Pero no adelantemos acontecimientos. "Breve encuentro" es la adaptación cinematográfica de una obra de teatro de un acto del año 1936 de Noël Coward. Lo que más sorprende de la película es que se rodó en tiempos de guerra, a principios de 1945, pero aquí no se hace la más mínima mención. Y esto me decepciona un poco.

Sea como fuere, "Breve encuentro" es, en teoría, una gran historia de amor, para muchos, una de las mejores y esto, por supuesto, es una aberración. No en vano, tiene el grave inconveniente de que no resulta creíble. Esta forma de concebir el amor como algo sin ningún fundamento, improvisado y aleatorio, al margen de la belleza, sobre todo del alma pero también del cuerpo, como decía Platón, sino porque lo dice un guionista es uno de los grandes errores que se comete cuando me quieres contar una historia romántica. No, el amor no es irracional sino todo lo contrario. Por eso nos enamoramos de las personas del más alto valor y estos dos, ésta, no lo es.

Dicho lo cual, si como historia romántica es artificial, acartonada, carece de sutileza y de frenesí, y además vive encorsetada en el puritanismo de la época, cosa que la resta naturalidad, aún así "Breve encuentro" vale la pena por el drama. Más que un retrato de un amor lo sería sobre el efecto que ese enamoramiento produce en una mujer casada, una ama de casa gris de vida rutinaria, aburrida y carente de pasión. Y entonces es cuando da lo mejor de sí la película, que tampoco es demasiado, también porque la voz en off resulta excesiva, pero en cualquier caso retrata bien las dudas, miedos e ilusiones, el conflicto vital/moral que les genera a ambos esta situación.
9
24 de mayo de 2023 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa película henchida de una enorme sensibilidad y de un profundo romanticismo, en la que David Lean basándose en un texto de Noel Coward (en una nueva y fructífera colaboración entre ambos), realiza un emotivo retrato de como las normas y el hecho de querer ajustarse a lo socialmente aceptable y bien visto, puede conllevar la imposibilidad de alcanzar la felicidad que nos dicta el corazón, esa a la que sólo nos conducen nuestros más profundos y sinceros sentimientos, y que escapa a cualquier tipo de razón o convencionalismo.

Estamos ante un título emocionalmente demoledor, de una gran sutileza, de apariencia sencilla pero de una enorme complejidad a nivel emotivo, con una cuidada planificación y una brillante estructura narrativa con utilización de flashback y cambio de perspectivas en la que no queda ni un solo cabo suelto.

Las interpretaciones de la pareja principal son de primer orden, llevándose la palma una sensacional Celia Johnson, quien realiza una verdadera exhibición a la hora de mostrar sus emociones de manera admirablemente contenida a la par que tremendamente sincera.
9
2 de julio de 2023 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
186/38(29/06/23) Clásico imperecedero del romanticismo fatalista, esos son los amores que perduran, los que duran poco y marcan para toda la vida, recordándome mucho en este sentido al gran film muy posterior de Clint Eastwood “Los puentes de Masdison” (1995). Fue la primera gran película de David Lean, dirigida a partir de un guión de Noël Coward, basado en su obra de teatro en un acto de 1936 “Still Life”. Lean, cuyas dos obras anteriores estaban también inspiradas en la obra de Noel Coward, introdujo nuevo material cinematográfico además de ampliar escenarios para dar formato de largometraje a la obra. Teniendo de grandes protagonistas a Celia Johnson y Trevor Howard, en una realización majestuosa, siendo coprotagonista la cinematografía en glorioso b/n del aussie Robert Krasker, jugando con las imágenes con notorio sentido dramático, experimentando con el expresionismo de las sombras, los claroscuros, los planos holandeses, el ruido de los trenes, el humo, la lluvia, la niebla, prodigiosos primeros planos, todo suma en pos de proyectar un estado de ánimo, provocando en el espectador sensaciones, involucrándole emocionalmente. Esto cimentado en un guion inteligente, narrado en flash-back de modo turbador en off cuenta su historia sentada en casa con su esposo, imaginando que le está confesando su aventura (lo que eran diálogos teatrales), según ella su mejor confidente. Capaz de hacer empáticos a unos protagonistas que engañan, ello por la humanidad y sensibilidad con que se trata esta sencilla historia. Tratando temas como el amor puro, la mentira, el poder de los vínculos familiares, las convenciones sociales, o el sacrificio por lo que crees un bien mayor.

La protagonista es Laura Jesson (Celia Johnson), mujer de case media casada y con hijos, cuya vida convencional se complica tras un encuentro casual en una estación de tren con un desconocido casado del que posteriormente se enamora. Como muchas mujeres de su clase en ese momento, Laura visita un pueblo cercano todos los jueves para ir de compras y ver una película de matiné. Al regresar de una de esas excursiones a Milford, mientras espera en la sala de refrigerios de la estación de tren, otro pasajero la ayuda, le quita un pedazo de arena del ojo. El hombre es Alec Harvey (Trevor Howard), un médico general idealista que también trabaja los jueves como consultor en el hospital local. Ambos tienen entre treinta y cuarenta años, casados y con hijos (aunque la esposa de Alec, Madeleine, y sus dos hijos no se ven).

Posee un comienzo fascinante en la elegancia con que sutilmente nos cuenta el fin de una historia de amor. Arranca en modo desorientador en la cafetería de la estación de Milford Junction, la encargada Myrtle Bagot (Joyce Carey), es ‘acosada’ por el jefe de estación, Albert Godby (Stanley Holloway), ello en una divertida charla típica de screw-ball con réplicas y contra réplicas (en lo que será unas sub trama cómica ingeniosamente desarrollada). La cámara en un bello travelling se desliza a una mesa del fondo, allí una mujer y un hombre (Johnson y Howard) se miran de modo melancólico (luego sabremos que han tenido un amor de siete jueves), se están despidiendo. De repente aparece allí Dolly Messiter (Everley Gregg), una amiga de ella que no para de hablar de forma ametralladora, Laura pasa de lo que dice absorta en sus pensamientos. Desde el andén se oye por el altavoz que llega el tren que debe tomar él a Churley. Laura le dice “Ese es tu tren” y el responde “Sí, debo irme”, luego sabremos serán las últimas palabras de este sentido romance. Él coge su abrigo y antes de marcharse posa su brazo sobre el hombro de Laura, ella se nota estremecer, ello mientras la ‘cotorra’ de la amiga no para en su verborrea incontenida de temas banales. De vuelta a casa, vemos a Laura que vive en una cómoda y aparente feliz familia., con dos hijos pequeños y un marido amable y cariñoso, Fred (Cyril Raymond). Con los hijos acostados el matrimonio se recoge en el salón, allí, con la música de Rachmaninoff de fondo, Fred hace un crucigrama, le pide ayuda a Laura para una palabra remanente de una poesía de Keats. Laura hace ganchillo mientras recuerda el romance de siete semanas con un médico, ello voz en off imaginariamente contándoselo a Fred. Y pasamos a lo que será el grueso del film, un largo flash-back que iniciamos como no, en el café de la estación mencionada (allí iba regularmente todos los jueves Laura a hacer la compra semanal), donde toda la historia se inicia de modo inocente cuando a Laura le entre carbonilla en el ojo y un doctor allí presente se ofrece a limpiarle el ojo.

Es amor furtivo, seguramente este morbo hace que para ambos sea más atractivo, el tener que sortear los problemas, el placer aumenta cuando se consigue el éxito de estar a sola: Este romance se desarrolla suavemente, con un café, una cena, unas risas, una sesión de cine, un paseo en barca, un viaje en auto donde ella le enciende un cigarrillo a él, un paseo por el campo, siempre intentando esconderse, cual adolescentes en su primer amor. Hasta que el amor que estaba en el aire entre ellos se hace palpable: Entonces surgen los sentimientos de culpa, las mentiras, todo ello expuesto por Lean con intensidad, con tensión latente entre ambos, con juego de miradas que nos toca la fibra sensible, con brillan tes juegos visuales (como esa mirada que Laura hace al cristal de la ventana del vagón y se ve a ella con Alec bailando Rachmaninoff). Todo ello entrelazando sutilmente el puritanismo de nuestra sociedad (ancladas en el deber hacia la familia) con las ansias de libertad sexual, los ‘lastres’ morales que nos impiden hacer nuestro albedrio. El remordimiento, las dudas, la búsqueda de la felicidad, los momentos en que el mundo alrededor de ellos no existe, son solo ellos dos, reflejado de forma excelsa por un director en estado de gracia,... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
… como cuando en el tercer encuentro en la cafetería de la estación Alec le habla a ella de su trabajo, ella lo escucha absorta y se dice a sí misma: “De pronto, parece mucho más joven”, ello mientras de fondo se oye el tema leit motive a piano de Rachmaninoff, y ello con el objetivo tomando un primer plano de ambos mirándose con devoción, el amor traspasa la pantalla.

Gran parte del mérito del éxito de este film está en su maravillosa pareja Celia Johnson y Trevor Howard, transmiten ser una pareja común, no son estrellas de cine, lo que los hace más cercanos al espectador, con lo que se puede identificar con ellos. Poseen una química entre ambos espléndida, a base de miradas, gestos, en sus silencios. Celia está adorable, encantadora, denota en su mundo interior convulso en la marejada de dudas morales que la asolan, debe elegir entre la comodidad familiar o el amor volcánico, y esto lo exhibe en varios momentos de forma maravillosa (esa huida por la escalera de incendios es ejemplo de ello), derrocha naturalidad; Trevor Howard está sobresaliente con mesura, con simpatía, gradualmente dejando entrever sus sentimientos, hasta que se desatan, su personaje es el que abre la Caja de Pandora de su amor, desborda humanidad su interpretación, todo una gama de sentimientos con esa última imagen del dolor contenido fabulosa.

Spoiler:

Es una infidelidad sin consumarse sexualmente, cuando se citan en el piso de un amigo (ella primero se niega ante la demanda de él de que deje pasar su tren y vaya con él allí, al final accede, y mientras sube las escaleras al piso suena, como no, Rachmaninoff) para consumar, el amigo aparece de improvisto y los chafa, haciendo sentir culpable y abochornada a Celia que huye sin que la vea el amigo por la escalera de incendio. En este sentido se queda en un amor cuasi-platónico, no pasa de los abrazos y los besos, pero esto es la magia del cine que no lo hace menos apasionado. Cuando ella huyendo del piso llega a la estación vemos enfocado un gran reloj, alegoría de que el tiempo del romance termina. “Preparémonos para el principio del fin”, le advierte un abatido Alec a Laura, a su regreso a la estación, antes de citarse por última vez para la semana siguiente en el que será su último encuentro.

Rush final: Tras su fallida aventura en el piso del amigo de Alec. La pareja se dé cuenta de que esta aventura es imposible. Para no dañar a sus familias, aceptan sacrificarse y separarse. A Alec le han ofrecido un trabajo en Johannesburgo-Sudáfrica, donde vive su hermano. Su último encuentro tiene lugar en el comedor de la estación de tren, volvemos al comienzo, pero visto desde otro lado. Sabremos que el último gesto de este romance queda en esa mano sobre el hombro de ella, un final amargo para una trémula historia de amor. Tras ello escuchamos los pensamientos de ella (la cámara hábilmente oscurece todo a su alrededor y solo se ve el rostro de Laura, mientras de fondo se oye el cotorreo de la amiga) cuando ya Alec se ha marchado, pensando que no coge el tren y vuelve a entrar, pero no sucede. Entonces oye un tren aproximarse y Laura que tiene un momento suicida, sale corriendo de la cafetería y está a centímetros de lanzarse a las vías del tren (esto me recuerda a Meryl Streep cogiendo la manija de la ranchera en el final de la mencionada “Los puentes de Madison”), las luces y la estela del expreso hacen mella en la faz de Laura. Regresa a su hogar, y entroncamos con el presente de Laura haciendo ganchillo, mientras el marido hace el crucigrama. Entonces ella se estremece por sentir el final de su romance, Fred se da cuenta, y le pide que vuelva de dónde está, quizás intuyendo algo de alejamiento de él, y ambos se abrazan.

Obra inmortal, cual “Romeo y Julieta o “Los puentes de Madison” queda en la memoria como un amor fugaz pero que marca para la eternidad. Gloria Ucrania!!!

Para leer más sobre el film ir a: https://tomregan.blogspot.com/2023/07/breve-encuentro-clasico-imperecedero.html
10
19 de marzo de 2024 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1945, David Lean conquista el mundo con su primera obra maestra, “Breve encuentro” que, desde el día de su estreno, conmociona (y lo sigue haciendo con la misma intensidad a día de hoy) por la realidad descarnada de la propuesta sobre el inconveniente amor adúltero nacido entre dos personas casadas y con hijos, lo efímero de la situación por naturaleza y, de camino, y ahí radica la gran genialidad de la propuesta fílmica, un certero y preclaro análisis sobre la institución familiar y el difícil equilibrio entre verdad y mentira sobre el que se sustenta. Que ganara la Palma de Oro en el Festival de Cannes era de justicia.

Pero, como siempre, resulta imposible hablar de un film de David Lean sin comenzar por lo estético, por lo narrativo a través de la fórmula del flashback y por lo musical. Y esas constantes que se irán repitiendo en su portentosa filmografía cuajada de obras maestras (“Lawrence de Arabia”, “Doctor Zhivago”, “La hija de Ryan”, “El puente sobre el río Kwai”…) ya aparecen en esta magistral “Breve encuentro”:

1 Fundamentándose en una portentosa dirección de fotografía en un hipnótico blanco y negro de Robert Krasker (“El tercer hombre”), David Lean elige los encuadres más pulcros, los ángulos más elegantes, los lentos movimientos de cámara frente a un espejo y lo que se percibe desde el lado exterior de las ventanas. Las ventanas siempre como una constante visual de Lean que tanto me fascina.

2 Como es habitual en las grandes obras maestras del genio británico, la cinta comienza con una pareja charlando en la cafetería de la estación del tren (la importancia metafórica de los trenes en esta cinta daría para varios volúmenes), una pareja triste que parece estar despidiéndose. A través de un flashback, como no podría ser de otra manera en la obra de David Lean, conoceremos que ambos no deberían estar allí juntos, no deberían sentir lo que están sintiendo, no deberían saberse a años luz de sus cónyuges y de sus hijos y, sin embargo, no han podido hacer nada para evitarlo. Magnífica adaptación de la obra teatral en un solo acto de Noël Coward titulada “Still life”.

3 Esta vez el soporte musical para el despliegue de sentimientos con la elegancia y sutileza propia del maestro es del “Concierto para piano nº 2” de Sergei Rachmaninoff, cuya partitura suena una y otra vez de forma elegamente obsesiva durante los demasiado breves 85 minutos de metraje.

Sobra decir que la, entonces desconocida, pareja protagonista está magistral, encarnando con una sinceridad arrasadora y una veracidad indiscutible el inconveniente amor nacido entre los personajes que asumen magistralmente Celia Johnson y Trevor Howard. Ellos son las dos piezas que el engranaje necesitaba para hacer andar a esta obra maestra atemporal.
8
4 de octubre de 2007
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífico film. David Lean dirige con gran maestría esta historia de amor. Celia Johnson y Trevor Howard realizan un excelente trabajo representando a dos desconocidos que se encuentran por casualidad y que viven una muy bonita aventura.
A mi modo de ver una película imprescindible, drama romántico que nunca pasará de moda.
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