El tren de las 3:10
6.9
40,878
Western. Acción
Arizona. Con la esperanza de conseguir una recompensa que le permita evitar la ruina de su rancho, Dan Evans (Christian Bale) decide colaborar en el traslado del peligroso forajido Ben Wade (Russell Crowe) hasta un pueblo, donde deberán coger el tren de las 3:10 para llegar a la prisión de Yuma. Remake del film de 1957 de Delmer Daves. (FILMAFFINITY)
9 de febrero de 2011
9 de febrero de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es para algunos fácil recordar películas memorables, pero ¿Ustedes se acuerdan de los Western?, una pregunta que algunos responderían "no se" pero yo respondería que si, tales maravillas como temple de acero de los años 1969 con un extraordinario John Wayne o sino la predecesora de 3:10 to yuma de los años 1957 con grandes actores de esa época y sin olvidar Unforgiven de 1992 con un Clint Eastwood es su mejor época con una gran estrella de actores, bueno eso solo fue el pasado, ahora desde el nuevo milenio, los Western han quedado a la deriva, con películas tratando de animar dicho genero, pero el cambio llego cuando un James Mangold, director de "Walk the line" decidió hacer un remake de dicha película brindándonos una gran interpretación del ganador del Oscar Russell Crowe como aquel ladrón que nos hace revivir dichas escenas de la anterior película, un Christian bale en su mejor momento brindándonos su actuación de un ranchero que hace el trabajo por el dinero que es lo necesario en su vida y la presencia de dos jóvenes actores que se volvieron conocidos como el caso de Ben Foster en un gran papel del villano que nos hace templar de la butaca y Logan Lerman el hijo del ranchero que piensa en lo que es bueno para la familia, y para concluir la gran banda sonora que interpreta el genial compositor Marco Beltrami nos hace vivir con cada partitura las escenas de acción.
Sin duda alguna es Western ha vuelto y en su mejor momento.
Sin duda alguna es Western ha vuelto y en su mejor momento.
26 de marzo de 2014
26 de marzo de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad que no esperaba mucho de esta película (no me gustan las películas del oeste), pero al estar protagonizada por dos actorazos: Russel Crowe (Ben Wade) y Christan Bale (Dan Evans), le di una oportunidad, y es una de las mejores decisiones que he tomado, me alegro un montón de haberla visto. 100% recomendable, una película que hay que tener original si eres un cinéfilo como yo. Y no comento nada de la película por no hacer spoiler. "Absolutamente genial".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final es impresionante. No me podía imaginar que a Wade le importara tanto la vida de Dan Evans. Se lía a tiros con todos sus compañeros, y se entrega sin poner resistencia, total ya se ha fugado de la cárcel mil veces, y lo volverá a hacer. En cuanto a la banda, ya se buscará otra.
28 de noviembre de 2008
28 de noviembre de 2008
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Menos mal que el Western sigue vivo en forma de periódicas y buenas revisitaciones a éste pedazo de género.
La película que nos ocupa salvo alguna dispersión incomprensible (sobretodo hacia el final) está a la altura de Sin Perdòn, El jinete Pálido etc.
Recomendable al 100 por cien señores, siéntense y a degustar un peliculón con dos actorazos en alza.
La película que nos ocupa salvo alguna dispersión incomprensible (sobretodo hacia el final) está a la altura de Sin Perdòn, El jinete Pálido etc.
Recomendable al 100 por cien señores, siéntense y a degustar un peliculón con dos actorazos en alza.
4 de enero de 2008
4 de enero de 2008
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los amantes del western estamos de enhorabuena. En un año bastante mediocre en general, dos películas pertenecientes a este peculiar género tantas veces enterrado, se suben al carro de las mejores películas de la temporada.
Primero fue El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, que a pesar de pasar desapercibida en las sala, logró colarse entre las películas más destacadas para público y crítica.
Ahora llega 3:10 to Yuma, un western completamente distinto en las formas, pero que no difiere mucho en el fondo. Y es que como aquel, la nueva película de James Mangold nos trae otro duelo interpretativo de altura, profundizando en los personajes sin olvidarse en ningún momento del intensísimo ritmo narrativo que desde la primera escena nos propone. Tiene un aroma más clásico, menos crepuscular, y que la hacen enormemente entretenida: no faltan las diligencias, los grandes ranchos, los temibles forajidos, e incluso tienen cabida los apaches y el doctor que saca la típica bala del estomago.
Pero todos estos tópicos están perfectamente colocados dentro de una historia que se apoya en dos magníficas interpretaciones. Una, la de Russell Crowe, cínica y pausada, pero repleta de fuerza y otra, la de un Christian Bale enorme en el papel de arruinado y desesperado padre de familia dispuesto a convertirse en un antihéroe cual James Stewart para cambiar la impresión que sobre él tiene su propio hijo.
Ambos se sumergirán en un viaje en el que aprenderán que el verdadero destino es el que uno se dibuja en un papel y que solo es posible cambiarlo dando marcha atrás, algo que ninguno estará dispuesto a hacer.
Primero fue El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, que a pesar de pasar desapercibida en las sala, logró colarse entre las películas más destacadas para público y crítica.
Ahora llega 3:10 to Yuma, un western completamente distinto en las formas, pero que no difiere mucho en el fondo. Y es que como aquel, la nueva película de James Mangold nos trae otro duelo interpretativo de altura, profundizando en los personajes sin olvidarse en ningún momento del intensísimo ritmo narrativo que desde la primera escena nos propone. Tiene un aroma más clásico, menos crepuscular, y que la hacen enormemente entretenida: no faltan las diligencias, los grandes ranchos, los temibles forajidos, e incluso tienen cabida los apaches y el doctor que saca la típica bala del estomago.
Pero todos estos tópicos están perfectamente colocados dentro de una historia que se apoya en dos magníficas interpretaciones. Una, la de Russell Crowe, cínica y pausada, pero repleta de fuerza y otra, la de un Christian Bale enorme en el papel de arruinado y desesperado padre de familia dispuesto a convertirse en un antihéroe cual James Stewart para cambiar la impresión que sobre él tiene su propio hijo.
Ambos se sumergirán en un viaje en el que aprenderán que el verdadero destino es el que uno se dibuja en un papel y que solo es posible cambiarlo dando marcha atrás, algo que ninguno estará dispuesto a hacer.
28 de septiembre de 2011
28 de septiembre de 2011
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dan Evans es un hombre sin suerte. Un perdedor nato. Lo sabe él y también su familia: una mujer paciente pero cansada, un hijo pequeño enfermo y uno adolescente que sueña con el valor, la fuerza y el coraje de los forajidos de leyenda que lee en las novelas pero que no conoce porque su padre es un hombre cojo y desalentado por todo tipo de desgracias. El cacique del pueblo, sus matones, las deudas, la sequía, la falta de confianza de su familia... Una desgracia tras otra que le suceden un día a continuación del siguiente. Hasta que un día se cruza con Ben Wade.
Ben Wade es el forajido de leyenda de los libros de su hijo. Y, seguramente, el padre que le hubiera gustado tener. Fuerte, listo, valiente a morir y el más rápido para matar. Cuando el destino los pone uno al lado del otro, incluso, uno en poder del otro, Dan Evans sabe que es inferior en todo a Ben Wade. Y Ben también lo sabe, o lo sospecha, porque Dan es un hombre diferente a los que él ha conocido siempre. Y por los que sabe dos cosas básicas para sobrevivir: que ningún hombre quiere morir y que todos tienen un precio. Pero Evans no es así. A él no le importa morir sino que viva su familia. Y su precio es, exclusivamente, el suficiente para que su mujer y sus hijos tengan una oportunidad en la vida. Así que, a fin de cuentas, Dan Evans, el hombre cojo, pobre, insignificante, despreciado por su hijo y maltratado por la fatalidad, resulta el hombre más fuerte, valiente e invencible al que se ha enfrentado nunca. De hecho, siente que más que enfrentarse es el hombre al que más cerca se ha sentido jamás de comprender y admirar. Y el hombre que ha conocido, que más se ha merecido una segunda, tal vez, la última oportunidad. Tal vez, quizás, acaso, incluso, fuera el padre que le gustaría haber tenido.
En el camino hacia la estación, en busca del tren de las tres y diez, con destino a Yuma, Ben y Dan se juegan su futuro y su vida. Pero Ben Wade sabe que todavía tiene muchas oportunidades de no llegar nunca a Yuma. Tiene fuerza, coraje, valor, astucia, amigos, dinero y suerte. Y sabe que Dan Evans no tiene más que la necesidad insoportable, por primera vez en su vida, de acabar bien ese trabajo. El único que nadie querría, ni podría, hacer. El que le procurará a su familia todo lo que necesita para sobrevivir. El que conseguirá que su hijo le admire como a esos jinetes de leyenda de las novelas. El que le redimirá de la mediocridad y el fracaso que lleva años soportando sobre una sola pierna. Se juega la vida, si es que a su vida se le puede llamar así y tiene tanto que ganar a cambio...
Ben Wade es el forajido de leyenda de los libros de su hijo. Y, seguramente, el padre que le hubiera gustado tener. Fuerte, listo, valiente a morir y el más rápido para matar. Cuando el destino los pone uno al lado del otro, incluso, uno en poder del otro, Dan Evans sabe que es inferior en todo a Ben Wade. Y Ben también lo sabe, o lo sospecha, porque Dan es un hombre diferente a los que él ha conocido siempre. Y por los que sabe dos cosas básicas para sobrevivir: que ningún hombre quiere morir y que todos tienen un precio. Pero Evans no es así. A él no le importa morir sino que viva su familia. Y su precio es, exclusivamente, el suficiente para que su mujer y sus hijos tengan una oportunidad en la vida. Así que, a fin de cuentas, Dan Evans, el hombre cojo, pobre, insignificante, despreciado por su hijo y maltratado por la fatalidad, resulta el hombre más fuerte, valiente e invencible al que se ha enfrentado nunca. De hecho, siente que más que enfrentarse es el hombre al que más cerca se ha sentido jamás de comprender y admirar. Y el hombre que ha conocido, que más se ha merecido una segunda, tal vez, la última oportunidad. Tal vez, quizás, acaso, incluso, fuera el padre que le gustaría haber tenido.
En el camino hacia la estación, en busca del tren de las tres y diez, con destino a Yuma, Ben y Dan se juegan su futuro y su vida. Pero Ben Wade sabe que todavía tiene muchas oportunidades de no llegar nunca a Yuma. Tiene fuerza, coraje, valor, astucia, amigos, dinero y suerte. Y sabe que Dan Evans no tiene más que la necesidad insoportable, por primera vez en su vida, de acabar bien ese trabajo. El único que nadie querría, ni podría, hacer. El que le procurará a su familia todo lo que necesita para sobrevivir. El que conseguirá que su hijo le admire como a esos jinetes de leyenda de las novelas. El que le redimirá de la mediocridad y el fracaso que lleva años soportando sobre una sola pierna. Se juega la vida, si es que a su vida se le puede llamar así y tiene tanto que ganar a cambio...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Le disparo diez puntos porque no me quedan más en la recámara. Uno porque me gustan los jinetes y forajidos de leyenda; dos, porque me molan los hombres tranquilos y buenos, aunque estén pasados de moda; tres, porque me gusta que te gusten los ojos verdes y los de cualquier otro color; cuatro, porque tu hijo me hizo llorar y sonreír con la misma emoción que si hubiera sido mío; cinco, porque me encanta el oeste, los ferrocarriles, los indios, los pueblos mineros, la chica del saloon, las vacas, el veterinario sacabalas y la tormenta sobre tu granja; seis tiros para el rubio infernal; siete besos para Russell, y otro más, ocho para Christian; nueve porque fuiste el hombre que llegó a tiempo a la estación y diez por ese caballito lindo que siempre obedece...
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