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Fanny y Alexander

Drama La historia está ambientada en 1907, en Uppsala, Suecia, y se centra en los Ekdahls, la familia del joven Alexander y su hermana Fanny. Los padres se dedican al teatro y son felices, hasta que el padre muere de forma repentina. Al poco tiempo, la madre decide casarse con un líder religioso conservador, una decisión que cambiará sus vidas. (FILMAFFINITY)
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10
16 de febrero de 2023 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguramente “Fanny y Alexander” sea la obra definitiva y absoluta de Ingmar Bergman, el cineasta europeo definitivo y absoluto. Bergman, en el ocaso de su filmografía, decide legarnos su testamento cinematográfico rodando una serie para la televisión sueca (simultáneamente convertida en película para su exhibición en cines, con la que ganó 4 Oscars cuando dichos galardones aún tenían sentido y criterio) donde compendia toda su carrera y sus temas fundamentales en torno a los que su cine magistral y preclaro había girado desde siempre, desde la oscura realidad, a la filosofía o la teología más allá de lo tangible.

El resultado es excelso, una obra cumbre imprescindible para poder entender la historia del cine donde, a través del niño protagonista, Alexander, el genio sueco bucea a pulmón por su propia biografía y por toda la sabiduría atesorada a lo largo de décadas como cineasta de referencia en Europa. Y lo hace, y esto es lo más notable de todo, atravesando para ello varios géneros que conforman una cinta transversal como la vida misma: desde la comedia al drama más desgarrador, pasando por momentos de cine de terror psicológico o de escenas filosóficas y teológicas de primera magnitud, y resultando ganador “cum laude” en todos ellos. Ese hito sólo podía estar al alcance de Ingmar Bergman.

La historia, ambientada en la Suecia de comienzos del siglo XX, de la amplia familia burguesa Ekdahls, dedicada al teatro y a las artes, liberal en las costumbres y en los usos privados, vive en una especie de limbo libertario (sublime la primera parte de la cinta en torno a la Nochebuena), cuando todo se rompe al perder a uno de sus miembros, Oskar. Su viuda, Emilie, y sus dos hijos, Alexander y Fanny, tienen que salir de ese entorno hedonista cuando Emilie se casa con el Obispo, un terrible dictador sádico y fundamentalista religioso que los someterá al yugo de una vida insoportable, máxime para quienes han conocido otras formas y maneras.

Pero destaca sobre todo, además de los impagables diálogos propios de Bergman, la estética del film, especialmente en los tramos en los que roza el género de terror de forma excelsa y que marcan de manera indeleble a todo espectador que los atraviese cuando el film toma aliento precursor del realismo mágico y traspasa la frontera de la muerte para filosofar sabiamente sobre la vida.

Resulta pasmosa su actualidad cuatro décadas después de su estreno, resultando una obra magna tanto en formato serie como en película gracias a un guión del propio Bergman sencillamente insuperable y un elenco actoral para este film coral a una altura inconmensurable.

La música de Daniel Bell resulta siempre acertada y justa para subrayar las emociones necesarias y de la dirección de fotografía ni hablamos, dado que estamos ante otra obra magna del fotógrafo de cabecera de Bergman, Sven Nykvist, un absoluto mito.
10
30 de julio de 2010 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fanny y Alexander es sin duda la mejor película del gran Ingmar Bergman, en ella la fantasía, la niñez, el amor, el odio, el miedo a Dios y al Diablo, el amor por el teatro, la muerte... se entremezclan en una obra maestra en la que Berman supo plasmar todas sus obsesiones y sus miedos, las actuaciones son superiores, sobre todo las de los niños, el guión y la historia son insuperables y por supuesto la dirección del maestro entre los maestros, sin duda esta película es arte y el arte no se puede juzgar en una crítica de FilmAffinity, sino que hay que verlo para poder juzgarlo, ¡NO SE LA PIERDAN!
8
9 de diciembre de 2010 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La mentira y la realidad son una, todo puede acontecer; todo es sueño y verdad, el tiempo y el espacio no existen; y sobre la frágil base de la realidad la imaginación teje su tela, y diseña nuevas formas, nuevos destinos”.

El cine norteamericano nos tiene acostumbrados a un tipo de filmes con una serie de características más o menos comunes, es decir, un ritmo activo y trepidante, una estructura clásica, una serie de historias que casi cualquier espectador medio comprende, etc. Así cuando un neófito en esto del cine se encuentra con un producto que rompe esos moldes se encuentra de momento desangelado, sin saber su situación respecto a la obra y él mismo pero, con un poco de interés y de relajación, puede llegar a disfrutar de algo que nunca hubiera imaginado. Ese cine se encuentra, sobre todo, en Europa y con un sello de autor la mayoría de las veces. Hablamos de Fellini, Godard, Resnais, Trier, Buñuel, Rossellini… y el que nos ocupa, el director sueco Ingmar Bergman.

Encontramos un filme de una duración larga (3 horas) que versa sobre la situación de una familia aburguesada sueca de principios del siglo XX. La historia (en gran parte autobiográfica) gira alrededor de sus múltiples personajes a cada cual más único y variopinto. No existe aceleración en esta obra, la primera hora transcurre en el día de navidad sin que suceda mayor cosa que lo normal en esta situaciones. Pero ya durante ese primer tercio se vislumbran detalles que avisan que lo que estamos viendo no es producto “normal”. Son pequeños fragmentos que no pertenecen al mundo real sino a uno más onírico, extraño e insólito. Tras esta introducción – por llamarla así – cambia el curso de la trama. Tras la muerte del padre de los niños que dan nombre a la película, la madre contrae matrimonio con un pastor protestantre cruel y severo que hará imposible las vidas tanto de la madre como de sus hijos. Rompe así por completo con la atmósfera tierna y cálida de la primera parte para transformarse en sufrimiento hasta la llegada de una última media hora de excelencia donde los elementos reales e imaginarios se cruzan ante nuestros ojos. Espíritus, magia, personajes inexplicables, situaciones irreales se mezclan con la trama en sí creándose un producto sofitiscado e irrepetible.

Resumiendo, una obra maestra de un genio que recomiendo encarecidamente a cualquier amante del cine, eso sí, no esperen encontrar una película común así que relánjese y disfruten.

Puntuación: 10 sobre 10.

Lo mejor: La sensación final tras ver la película.

Lo peor: Haber visto la versión reducida :@
9
12 de mayo de 2025 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Considerada por muchos como la última obra maestra de Ingmar Bergman, su última gran producción en términos de escenario, grandilocuencia, profundidad y duración. Fanny y Alexander fue para el propio Bergman, su obra película más personal, en ella no solo aborda los temas recurrentes de su cine: la religión, el dolor, la muerte, sino que lo hace desde una perspectiva aún más íntima, a través de un personaje que indudablemente funciona como un reflejo de sí mismo.

El largometraje cuenta con 3 horas 9 minutos de duración, pero ni siquiera eso fue suficiente para contener todo el material filmado. Al año siguiente de su estreno, se presentó una versión extendida para televisión, en formato de miniserie, con una duración superior a las cinco horas, cuyos capítulos varían entre los cuarenta minutos y la hora y media.

La película sigue a Alexander (Bertil Guve) y Fanny (Pernilla Allwin), hermanos que rondan los 11 y 7 años respectivamente. Son miembros de la familia Ekdahl, una familia aristocrática con una clara vena artística, especialmente ligada al teatro. El primer tercio del filme funciona como presentación de este universo a través de una Navidad festiva, llena de risas, y calidez, que muy pronto desaparecerá para los pequeños.

Esa primera parte no solo introduce a los personajes y su entorno, sino que también subraya todo lo que los hermanos perderán tras un trágico suceso que cambiará sus vidas y los arrastrará hacía un ambiente opresivo, marcado por una religiosidad asfixiante. Esta nueva etapa constituirá el núcleo dramático de la película, donde los personajes deberán luchar por sobrevivir emocionalmente.

Bergman logra una mezcla perfecta entre el realismo hiriente, lo onírico y fantasioso. Pero estos dos últimos componentes, no aparecen como un recurso gratuito, sino como un elemento profundamente simbólico y trascendental para la historia, especialmente para los niños protagonistas, que viven impregnados de imaginación, arte y teatralidad, los ojos de Alexander se vuelven los del espectador.

Fanny och Alexander está ambientada a inicios del siglo XX, con una representación bellísima de la época. La película derrocha virtuosismo en cada secuencia, casi como una pintura en movimiento. Sven Nykvist, maestro absoluto de la cinefotografía, crea atmósferas tanto en escenas intensamente iluminadas como en otras teñidas de penumbra. Un trabajo visual sólido, elegante y profundamente reflexivo.
5
25 de junio de 2012
12 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene todos mis ingredientes favoritos:
de época,
intelectual,
ambientada en el mundo del teatro,
lenta,
larga y
europea.
No se puede pedir más.
Bueno sí, que la niña hubiese sido Keira Knightley.
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