Winchester 73
7.7
7,207
Western
Dos jinetes llegan a Dodge City persiguiendo a un hombre. Es el Día de la Independencia, y la gente se arremolina en torno al premio del concurso de tiro, un rifle único: el Winchester 73. Lin McAdam, uno de los forasteros, gana el concurso, pero uno de sus contrincantes se lo roba y huye. El rifle va pasando de mano en mano: de un traficante de armas a un jefe indio y después a un forajido. Mientras tanto, continúa la persecución. (FILMAFFINITY) [+]
2 de septiembre de 2017
2 de septiembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Winchester 73 fue la primera colaboración entre Anthony Mann y James Stewart dentro del western. En un principio la película iba a ser dirigida por Fritz Lang , pero el cambio de director trajo consigo el cambio de algunas líneas esenciales del argumento y con ellas también se paso de la planificación en Technicolor al blanco y negro definitivo.
El argumento gira en torno a la posesión de un prototipo de rifle de la armera Winchester , del que hay muy pocos ejemplares. El rifle pasa de mano en mano , conociendo numerosos propietarios y casi todos terminan de mala manera.
Se trata de un western itinerante cuya razón de ser está en la búsqueda de venganza de un hombre contra su hermano. También surgen otros personajes que refuerzan el armazón de la película ; desde un traficante de armas a una bondadosa cabaretera y desde un destacamento del ejercito hasta un grupo de indios en pie de guerra.
"Winchester 73" es un western que habla de la violencia como fin, para unos personajes dominados por diferentes sentimientos como la ya mencionada venganza , la desmedida ambición y los problemas de conciencia.
La escena de la competición de tiro sirve para acelerar la integración del espectador en la película así como la del robo del rifle y la del primer encuentro entre los dos hermanos, con un James Stewart buscando instintivamente su revolver, que previamente había sido entregado al sheriff .En ese momento la tensión y el crispamiento alcanzan cotas notables.
La composición de Stewart de su personaje es ejemplar . Es un hombre parco en palabras, atormentado por los recuerdos del pasado y que procura deshacerse de ellos por la vía rápida. Su creación corresponde a la de un hombre sin arraigo que no esta sujeto a ningún lugar , ni a ninguna relación personal , sin más motivación que cumplir con su obcecado propósito.
Por último hay que decir que " Winchester 73" es una excelente muestra de western clásico del que todavía se producirían excelentes películas.
El argumento gira en torno a la posesión de un prototipo de rifle de la armera Winchester , del que hay muy pocos ejemplares. El rifle pasa de mano en mano , conociendo numerosos propietarios y casi todos terminan de mala manera.
Se trata de un western itinerante cuya razón de ser está en la búsqueda de venganza de un hombre contra su hermano. También surgen otros personajes que refuerzan el armazón de la película ; desde un traficante de armas a una bondadosa cabaretera y desde un destacamento del ejercito hasta un grupo de indios en pie de guerra.
"Winchester 73" es un western que habla de la violencia como fin, para unos personajes dominados por diferentes sentimientos como la ya mencionada venganza , la desmedida ambición y los problemas de conciencia.
La escena de la competición de tiro sirve para acelerar la integración del espectador en la película así como la del robo del rifle y la del primer encuentro entre los dos hermanos, con un James Stewart buscando instintivamente su revolver, que previamente había sido entregado al sheriff .En ese momento la tensión y el crispamiento alcanzan cotas notables.
La composición de Stewart de su personaje es ejemplar . Es un hombre parco en palabras, atormentado por los recuerdos del pasado y que procura deshacerse de ellos por la vía rápida. Su creación corresponde a la de un hombre sin arraigo que no esta sujeto a ningún lugar , ni a ninguna relación personal , sin más motivación que cumplir con su obcecado propósito.
Por último hay que decir que " Winchester 73" es una excelente muestra de western clásico del que todavía se producirían excelentes películas.
2 de febrero de 2018
2 de febrero de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guión original, excelente puesta en escena, trama coherente y notable trabajo de los actores, destacando sobretodo James Stewart en su papel de perseguidor incansable carcomido por el deseo de venganza, aunque noble en el fondo. Como se ha dicho en otras críticas por activa y por pasiva, tiene un poco de todo: persecuciones, tiroteos, mujer rubia y guapa, sheriffs, forajidos, indios, peleas...
En ningún momento se hace larga o pesada, capta tu interés y no te mueves hasta que termina. En suma, un más que aceptable trabajo de Anthony Mann.Si os gustan las películas del Oeste no os la perdáis, disfrutaréis de 92 buenos minutos de cine clásico.
En ningún momento se hace larga o pesada, capta tu interés y no te mueves hasta que termina. En suma, un más que aceptable trabajo de Anthony Mann.Si os gustan las películas del Oeste no os la perdáis, disfrutaréis de 92 buenos minutos de cine clásico.
30 de mayo de 2018
30 de mayo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el pretexto de seguir los avatares de un rifle Winchester, único por su perfección, que pasa de mano en mano, asistimos a un relato que condensa muchos de los lugares comunes y personajes característicos del western, desde el ataque de los indios a la caballería, el tiroteo entre forajidos y hombres de la ley, peleas en la taberna o partidas de póker, hasta un concurso de tiro nada menos que en Dodge City.
Si bien el codiciado rifle es el hilo conductor, el verdadero motor que impulsa el argumento es la sed de venganza del personaje de James Stewart por dar caza al hombre que mató a su padre a traición.
Comienzo de una colaboración legendaria entre Mann y Stewart, apoyada en varias ocasiones por el guionista Borden Chase, que supuso una inyección vigorosa al género y uno de los capítulos indispensables del western.
La dirección de Anthony Mann es portentosa, resulta vigorosa y dinámica en las escenas de acción, pero esmerada y detallista en las conversaciones. Son admirables las secuencias dialogadas a caballo, manteniendo el encuadre en travelling al mismo paso que los protagonistas, sin utilización del montaje, con tal habilidad que casi no nos percatamos de estar filmada así salvo por el movimiento del paisaje. Y qué decir precisamente de la utilización de los paisajes, asombroso cómo emplea los contorno de las laderas, la profundidad de campo, el aprovechamiento de hasta el último centímetro de algunos encuadres; no en vano esta habilidad ha quedado marcada con total justicia como uno de sus rasgos identificativos.
Otro aspecto destacable son las formidables interpretaciones de los personajes que se van cruzando en el zigzagueante recorrido de Stewart y el rifle, muchos de ellos están soberbios y consiguen mantener muy alta la intensidad de la historia incluso con breves apariciones, como el magnífico John McIntire como jugador de póker que vende armas a los indios, Millard Mitchell como fiel amigo inseparable del protagonista, al que le aguanta carros y carretones, brillante Dan Duryea como el forajido sinvergüenza Waco, Shelley Winters como antigua corista que intenta comenzar una nueva vida aunque sea junto a un cobarde y que casi sufre las mismas desventuras que el propio rifle, el siempre simpático Jay C. Flippen como sargento de caballería, o Will Geer en una breve y simpática encarnación del legendario Wyatt Earp. Todos estos personajes enriquecen la historia atrapando nuestra atención, relevándose unos a otros para que la narración resulte atractiva e intensa.
Mención aparte se merece James Stewart, un monstruo, un actor con una capacidad impresionante para conectar con el público, bañar de carisma a sus personajes y hacerlos siempre creíbles. Su Lin McAdam de “Winchester 73” es un hombre movido por el ansia de venganza hasta tal punto que ha pasado a dominar su vida, no le deja seguir con ella hasta que ajuste cuentas, le impide hasta dormir o descansar, sabedor de que no podrá estar tranquilo de nuevo hasta que cumpla la misión que se ha autoimpuesto. Pero aun así es capaz de ser amable con quien lo necesita, defender a quien está en apuros o no perder de vista nunca ciertos valores, lo cual lo convierte en un personaje ambiguo que en la piel de Stewart se gana nuestra admiración.
El guión tiene la destreza de ir añadiendo personajes dispares al argumento, algunos de ellos saliendo en un momento dado y volviendo a aparecer más adelante, para crear la sensación de que todo está entrelazado. En esta historia de venganza cuyo origen viene de lejos, la aparición del rifle Winchester marcará un punto inflexivo que nos servirá de presentación a los distintos personajes, pero también como punto de partida a una especie de capítulo final de recorrido circular, que irá generando un incremento de la tensión cuando vamos intuyendo que todo desembocará en un desenlace en el que los personajes más importantes acabarán confluyendo. Esa tensión llegará a su punto máximo en la escena final, la persecución y posterior tiroteo en la montaña, prodigio de planificación, ritmo y encuadre, que supone un broche de oro a una historia contada de forma magistral.
Si alguien ha leído alguna vez referencias a la habilidad que Mann tenía para utilizar el paisaje para influir en el desarrollo de las historias y acabar siendo casi como un personaje más, esta memorable escena final le servirá de maravilloso ejemplo.
Un western imprescindible.
Si bien el codiciado rifle es el hilo conductor, el verdadero motor que impulsa el argumento es la sed de venganza del personaje de James Stewart por dar caza al hombre que mató a su padre a traición.
Comienzo de una colaboración legendaria entre Mann y Stewart, apoyada en varias ocasiones por el guionista Borden Chase, que supuso una inyección vigorosa al género y uno de los capítulos indispensables del western.
La dirección de Anthony Mann es portentosa, resulta vigorosa y dinámica en las escenas de acción, pero esmerada y detallista en las conversaciones. Son admirables las secuencias dialogadas a caballo, manteniendo el encuadre en travelling al mismo paso que los protagonistas, sin utilización del montaje, con tal habilidad que casi no nos percatamos de estar filmada así salvo por el movimiento del paisaje. Y qué decir precisamente de la utilización de los paisajes, asombroso cómo emplea los contorno de las laderas, la profundidad de campo, el aprovechamiento de hasta el último centímetro de algunos encuadres; no en vano esta habilidad ha quedado marcada con total justicia como uno de sus rasgos identificativos.
Otro aspecto destacable son las formidables interpretaciones de los personajes que se van cruzando en el zigzagueante recorrido de Stewart y el rifle, muchos de ellos están soberbios y consiguen mantener muy alta la intensidad de la historia incluso con breves apariciones, como el magnífico John McIntire como jugador de póker que vende armas a los indios, Millard Mitchell como fiel amigo inseparable del protagonista, al que le aguanta carros y carretones, brillante Dan Duryea como el forajido sinvergüenza Waco, Shelley Winters como antigua corista que intenta comenzar una nueva vida aunque sea junto a un cobarde y que casi sufre las mismas desventuras que el propio rifle, el siempre simpático Jay C. Flippen como sargento de caballería, o Will Geer en una breve y simpática encarnación del legendario Wyatt Earp. Todos estos personajes enriquecen la historia atrapando nuestra atención, relevándose unos a otros para que la narración resulte atractiva e intensa.
Mención aparte se merece James Stewart, un monstruo, un actor con una capacidad impresionante para conectar con el público, bañar de carisma a sus personajes y hacerlos siempre creíbles. Su Lin McAdam de “Winchester 73” es un hombre movido por el ansia de venganza hasta tal punto que ha pasado a dominar su vida, no le deja seguir con ella hasta que ajuste cuentas, le impide hasta dormir o descansar, sabedor de que no podrá estar tranquilo de nuevo hasta que cumpla la misión que se ha autoimpuesto. Pero aun así es capaz de ser amable con quien lo necesita, defender a quien está en apuros o no perder de vista nunca ciertos valores, lo cual lo convierte en un personaje ambiguo que en la piel de Stewart se gana nuestra admiración.
El guión tiene la destreza de ir añadiendo personajes dispares al argumento, algunos de ellos saliendo en un momento dado y volviendo a aparecer más adelante, para crear la sensación de que todo está entrelazado. En esta historia de venganza cuyo origen viene de lejos, la aparición del rifle Winchester marcará un punto inflexivo que nos servirá de presentación a los distintos personajes, pero también como punto de partida a una especie de capítulo final de recorrido circular, que irá generando un incremento de la tensión cuando vamos intuyendo que todo desembocará en un desenlace en el que los personajes más importantes acabarán confluyendo. Esa tensión llegará a su punto máximo en la escena final, la persecución y posterior tiroteo en la montaña, prodigio de planificación, ritmo y encuadre, que supone un broche de oro a una historia contada de forma magistral.
Si alguien ha leído alguna vez referencias a la habilidad que Mann tenía para utilizar el paisaje para influir en el desarrollo de las historias y acabar siendo casi como un personaje más, esta memorable escena final le servirá de maravilloso ejemplo.
Un western imprescindible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Me llamó la atención que estando la música muy presente en casi todas las escenas de acción, justo en el tiroteo final, cuando finalmente James Stewart logra abatir a su malvado hermano, éste cae desde lo alto de la montaña en silencio, sin ningún acorde musical, sin rastro de melodía que enaltezca el momento o desate la emoción, Uno entiende que no hay nada que celebrar, que la venganza no proporciona gloria, si acaso, alivio.
Incluso en le siguiente escena, la que cierra el filme, Stewart regresa al pueblo y es abrazado por Shelly Winters y recibido también por su inseparable amigo, seguimos sin rastro de música que eleve el lirismo del momento, ambos se miran en silencio, sobran las palabras, ya no ha nada que decir, hasta que bajan la mirada hasta el rifle que ejemplifica que volviendo a sus manos el círculo se cierra, y la venganza ha sido cumplida.
Incluso en le siguiente escena, la que cierra el filme, Stewart regresa al pueblo y es abrazado por Shelly Winters y recibido también por su inseparable amigo, seguimos sin rastro de música que eleve el lirismo del momento, ambos se miran en silencio, sobran las palabras, ya no ha nada que decir, hasta que bajan la mirada hasta el rifle que ejemplifica que volviendo a sus manos el círculo se cierra, y la venganza ha sido cumplida.
7 de enero de 2019
7 de enero de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sólido, crudo y variopinto Western de Anthony Mann, en lo que supone la primera colaboración entre el cineasta y James Stewart. Con la figura del mítico rifle de repetición como «leitmotiv» argumental, el magnífico guion de Robert L. Richards y Borden Chase serpentea a través de una historia de estructura anular marcada por la venganza y los resabios de la famosa batalla de Little Bighorn, con los conflictos entre hombres blancos y nativos en plena ebullición. Una película magnífica que traza un perfil atípico de héroe del Oeste.
Me gustaría destacar en primer lugar la impresionante fotografía y el tratamiento de la imagen que la película exhibe en todo momento, pero especialmente en exteriores, y empezando por el plano con el que se inicia la proyección. El gran trabajo de William H. Daniels ofrece una paleta de grises cargada de matices expresivos. Cabe resaltar el magnífico montaje durante la persecución de la tribu al carruaje en el viajan Lola y Steve, así como la soberbia puesta en escena durante el duelo final.
En cuanto a la variedad temática del film, tan comentada, decir que enriquece sobremanera la simple excusa argumentativa de la posesión del preciado rifle. Como se ha dicho, las peripecias del arma tan sólo funcionan como pretexto para seguir el peregrinaje de los personajes, cada uno sometido a diversas motivaciones propias. Lin McAdam (magnífico Stewart) recorre territorios y geografías a la persecución de una venganza inaplazable en compañía de «High Spade» (Mitchell). Lola (cautivadora Shelley Winters) actúa en un local de Dodge City a la espera de establecer una vida hogareña y familiar. Y «Dutch» Henry Brown (McNally) persigue un doble propósito: por un lado huir de la persecución de McAdam, y por otro acudir a una cita con Waco Johnny Dean (un Dan Duryea tan acertado y desagradable como siempre), con quien espera dar un golpe. En medio de todo esto, la inesperada aparición de Rock Hudson como el jefe indio Young Bull justificará la presencia de una partida de nativos impulsados por la aplastante victoria de los Sioux ante el general Custer y su célebre Séptimo Regimiento de Caballería en Little Bighorn (entrañable recuerdo de esa obra maestra que es «Murieron con las botas puestas»). Pero hay más: Wyatt Earp en persona hace su aparición en los compases iniciales, y también un diezmado destacamento que intentará resistir la embestida de los nativos, en lo que resulta uno de los tiroteos más intensos y extraordinariamente filmados del la historia del Western.
Como se ve, un abanico temático realmente amplio para apenas ochenta y siete minutos de proyección, en los que seguiremos el sendero errante y absolutamente azaroso del modelo 73, ese rifle perfecto que, como si de un elemento mitológico se tratara, todos los protagonistas intentarán poseer.
Magnífico Western de Mann que sería sólo el preludio a su fructífera colaboración con James Stewart. Una historia de venganzas y resarcimientos con tiroteos, nativos, forajidos, tahúres, damiselas en apuros, lluvia de balas y todo aquello que hace las delicias de los amantes del género. Una dirección precisa y rigurosa que da forma a un clásico con mayúsculas.
Me gustaría destacar en primer lugar la impresionante fotografía y el tratamiento de la imagen que la película exhibe en todo momento, pero especialmente en exteriores, y empezando por el plano con el que se inicia la proyección. El gran trabajo de William H. Daniels ofrece una paleta de grises cargada de matices expresivos. Cabe resaltar el magnífico montaje durante la persecución de la tribu al carruaje en el viajan Lola y Steve, así como la soberbia puesta en escena durante el duelo final.
En cuanto a la variedad temática del film, tan comentada, decir que enriquece sobremanera la simple excusa argumentativa de la posesión del preciado rifle. Como se ha dicho, las peripecias del arma tan sólo funcionan como pretexto para seguir el peregrinaje de los personajes, cada uno sometido a diversas motivaciones propias. Lin McAdam (magnífico Stewart) recorre territorios y geografías a la persecución de una venganza inaplazable en compañía de «High Spade» (Mitchell). Lola (cautivadora Shelley Winters) actúa en un local de Dodge City a la espera de establecer una vida hogareña y familiar. Y «Dutch» Henry Brown (McNally) persigue un doble propósito: por un lado huir de la persecución de McAdam, y por otro acudir a una cita con Waco Johnny Dean (un Dan Duryea tan acertado y desagradable como siempre), con quien espera dar un golpe. En medio de todo esto, la inesperada aparición de Rock Hudson como el jefe indio Young Bull justificará la presencia de una partida de nativos impulsados por la aplastante victoria de los Sioux ante el general Custer y su célebre Séptimo Regimiento de Caballería en Little Bighorn (entrañable recuerdo de esa obra maestra que es «Murieron con las botas puestas»). Pero hay más: Wyatt Earp en persona hace su aparición en los compases iniciales, y también un diezmado destacamento que intentará resistir la embestida de los nativos, en lo que resulta uno de los tiroteos más intensos y extraordinariamente filmados del la historia del Western.
Como se ve, un abanico temático realmente amplio para apenas ochenta y siete minutos de proyección, en los que seguiremos el sendero errante y absolutamente azaroso del modelo 73, ese rifle perfecto que, como si de un elemento mitológico se tratara, todos los protagonistas intentarán poseer.
Magnífico Western de Mann que sería sólo el preludio a su fructífera colaboración con James Stewart. Una historia de venganzas y resarcimientos con tiroteos, nativos, forajidos, tahúres, damiselas en apuros, lluvia de balas y todo aquello que hace las delicias de los amantes del género. Una dirección precisa y rigurosa que da forma a un clásico con mayúsculas.
21 de febrero de 2019
21 de febrero de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diversos y variopintos personajes se presentan en un pueblo en el que se lleva a cabo un concurso de tiro en el que el ganador, se lleva un premio único: un Winchester 73. Se trata de un rifle entre mil y todo el mundo lo desea, lo que hace que se produzca el robo del mismo, dando paso a una persecución que permite a su director ofrecer diferentes y variadas situaciones de conflicto.
Notable trabajo de dirección por parte de Anthony Mann, que consigue ofrecer un ritmo fluido e intenso, donde en todo momento se respira el riesgo que corren los encargados de llevar el valioso Winchester en su poder.
Cuenta con innumerables instantes de peligro, que conducen al espectador a través de los terrenos áridos del viejo oeste, por donde se presenta una persecución implacable, que deja paso a momentos comedidos, en los que se presentan las motivaciones de los personajes principales.
La trama no ofrece un instante de descanso, presentando todo tipo de situaciones de peligro y giros argumentales, en los que el Winchester pasa y llega al poder de diferentes propietarios, ofreciendo un entretenimiento constante, que recuerda al juego del gato y del ratón.
Merece la pena destacar la buena labor y presencia de James Stewart, acompañado por un reparto repleto de grandes secundarios, como: Shelley Winters, Tony Curtis y Rock Hudson, entre otros.
Notable trabajo de dirección por parte de Anthony Mann, que consigue ofrecer un ritmo fluido e intenso, donde en todo momento se respira el riesgo que corren los encargados de llevar el valioso Winchester en su poder.
Cuenta con innumerables instantes de peligro, que conducen al espectador a través de los terrenos áridos del viejo oeste, por donde se presenta una persecución implacable, que deja paso a momentos comedidos, en los que se presentan las motivaciones de los personajes principales.
La trama no ofrece un instante de descanso, presentando todo tipo de situaciones de peligro y giros argumentales, en los que el Winchester pasa y llega al poder de diferentes propietarios, ofreciendo un entretenimiento constante, que recuerda al juego del gato y del ratón.
Merece la pena destacar la buena labor y presencia de James Stewart, acompañado por un reparto repleto de grandes secundarios, como: Shelley Winters, Tony Curtis y Rock Hudson, entre otros.
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