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Urga, el territorio del amor

Drama La amistad entre un pastor mongol y un camionero ruso, perdido en la estepa asiática a causa de una avería, sirve de pretexto para mostrar el abismo cultural y económico entre el campo y la ciudad. (FILMAFFINITY)
Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
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8
18 de octubre de 2009
27 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un ritual ancestral es el punto de partida: El de la caza, en el sentido más amplio de la palabra. El cazador, armado con su Urga, trata de atrapar a su presa que huye a caballo. Algo bastante común si no fuera porque cazador y presa son marido y mujer buscando perpetuar la especie.
Así comienza la vida de un mongol estepario. Y así nos la retrata Mikhalkov, que nos introduce en la vida de una familia de pastores mediante su cámara, captando la espectacular belleza de la estepa y realzándola mediante una maravillosa flauta de pan que suena a lo largo de todo el metraje.
Nikita, nostálgico admirador de su tierra, cruza en el camino de la familia a un ex-soldado ruso, que asistirá atónito a las costumbres de Gombo, Pagma y sus hijos: El cadáver del familiar en la pradera, el sacrificio de la oveja, la cena en familia y la partitura que menos espera uno escuchar en un país tan remoto como Mongolia (en spoiler)
Pagma, mujer de ciudad, ante el apetito sexual de su marido le instará a que se acerque a la ciudad y compre preservativos. Este viaje hará que Gombo conozca el mundo paralelo que existe a su alrededor, en el que irá descubriendo con la curiosidad de un niño cosas tan mundanas como un dulce, una atracción de feria, una bicicleta o un televisor.
La película tiene detalles preciosos como el personaje de Bayartou, un borracho soñador que siempre aparece cantando, la canción de "Las montañas de Manchuria" interpretada por el ex-soldado (con el genial acordeón de Richard Galliano en la BSO) o la escena del sueño de Gombo, en el que se le aparece Gengis Khan con su mujer.

Un encuentro intercultural realizado con respeto, cariño y exquisito gusto. Muy recomendable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Escuchar a una niña mongola interpretar al acordeón "España Cañí" de Pascual Marquina y ver a un ruso llorar mientras suena la melodía explica porqué la música es atemporal y traspasa etnias, culturas y lenguas.
9
7 de octubre de 2011
32 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es muy entrañable, y en concreto para los españoles o judíos sefardíes que la vean, por esa escena tan nostálgica (que en cierto modo nos recuerda también al filme de V. Erice "El Sur", cuando se oye un pasadoble y dicha música nos traslada cultural y sentimentalmente a un espacio memorístico de lo español) en la cual están todos cenando dentro de la tienda en medio de la estepa, la familia mongol de padre, madre, la abuela, dos niños y una niña, además del invitado ruso que ha llegado allí circunstancialmente y, entonces, éste le pide a la chavala, que sabe darle uso al acordeón, que toque algo y les alegre la velada. La muchacha coge su acordeón y se pone a tocar nada más y nada menos que el pasodoble "España cañí" de Pascual Marquina Narro (n. Calatayud, Zaragoza, 1873 – f. Madrid, 1948), algo sorprendente que nos deja con la boca abierta y nos eriza los pelillos de la piel, incluso nos humedece los ojos (al menos así le pasa al protagonista ruso que asiste a la interpretación del pasadoble, pues al oírlo se le saltan las lágrimas ante esa preciosa y transportadora melodía), todo un regalo en medio de tan solitario e inmenso terrero como es la abierta Mongolia.

No sabemos por qué esta niña mongol ha aprendido esta pieza musical de raigambre española o quién se la ha enseñado, así como tampoco por qué el director Nikita Mikhalkov la hace formar parte de esta historia, pero suponemos que es porque dicho pasodoble es mundialmente famoso y considerados por muchos como el "rey de todos los pasodobles"; la cuestión es que resulta un gran acierto, pues independientemente de que sea un encantador y nostálgico pasodoble que nos zarandea el alma a los españoles o serfadíes con alma española, también sirve como música universal de las que se clavan en el corazón y suscitan recuerdos del pasado, de la patria chica de cualquiera, de lo que se dejó atrás, de lo que se tiene a mucha distancia o de aquello más entrañable que te remueve el más profundo y básico ADN.

Fej Delvahe
8
10 de mayo de 2005
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Urga es el aparejo con el que los pastores mongoles cuidan y controlan a sus rebaños. Esta película es un precioso homenaje a la vida de estas gentes que en un momento dado entran en contacto con un camionero ruso, lo cual da situación a pasajes divertidos y muy curiosos.

Merece la pena verla para descubrir una manera de contar, la de Mikhalkov, absolutamente propia, personal y muy original. En el aspecto musical destaca el maravilloso tema ‘Las colinas de Manchuria’, que canta el ruso, un ex-soldado, en un bar, muy sentidamente pese a su borrachera.

Fue nominada al Oscar a la mejor película en lengua extranjera, que le arrebató la correcta, pero inferior, ‘Indochina’.
8
31 de agosto de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad que no puedo hacer una crítica objetiva de esta película pues acabo de regresar de un viaje por Mongolia y por sus estepas remotas y esta película me ha vuelto a trasladar a esos lugares en donde la sensación de libertad es real y en donde el tiempo se ha parado.

Una película que refleja la realidad de la belleza de un paisaje eterno e infinito en donde el hombre vive totalmente integrado con esta libertad.

Un paisaje único en donde la familias nómadas viven sin noción de tiempo y lejos de todo y aunque parezca mentira, existe un lugar en el mundo en donde se puede perder la noción del tiempo y alejarse por completo de la civilización, si uno consigue conectar con la estepa, sentirá una paz que rara vez se encuentra en la ciudad.

Urga se adentra en esta filosofía, ciudad o estepa, y por supuesto sabe sacar provecho al tema y retratar de una manera muy personal ambos mundos.
Soy un amante de la ciudad y me encanta pero soy consciente de lo bueno y lo malo de ésta, Urga lo sabe también pero retrata a una familia nómada de la estepa mongola en la que vive con todas las necesidades cubiertas pero con una tranquilidad de espíritu acorde con la naturaleza.

Yo no se que hay de cierto en esto y que hay de poesía pero la realidad es que la magia de las estepas mongolas es única, eso si que lo puedo asegurar.

Urga muestra la poesía de esos paisajes y de sus gentes pero muestra la tristeza de las ciudades, y sobre todo de las ciudades comunistas…

Urga tiene ese toque político en el que muestra la apertura de las Unión Soviética a occidente, un paso histórico, razón para que la película también estuviera nominada a los premios de la academia, quizás sea el toque fácil de la historia, pero los valores que la película refleja son universales independientemente de si habla de la estepa, naturaleza y ciudad siempre están reñidos, y aunque me encanta la ciudad, el campo y la naturaleza están a mi favor.

Urga me ha hecho casi llorar y me ha emocionado mucho, me ha trasladado una vez más a esos lugares remotos en donde el ser humano está integrado totalmente a las estepas.

Al mismo tiempo entiendo la historia, las estepas y la gran hospitalidad de los nómadas, cosa real y desconocida por muchos.

Un canto a las estepas de Mongolia y sus gentes nómadas, sin duda, algo que llevaré en el corazón.
8
18 de diciembre de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi puntuación a esta película es de excelente, mas no responde a criterios que podrían tener la pretensión de universales. Debo admitir que se me impuso el sentimiento de maravilla y ternura que el film me transmitió.
A un tiempo de haberla visto me tienta la idea de bajarle un par de puntos, pero enseguida recuerdo el recuerdo y me entran ganas muy fuertes de compartir “Urga” con todos.
Cuenta la vida de una familia nómada y de origen mongol de la estepa china, cercana a la frontera con Rusia y Mongolia, y su relación con un camionero ruso, que casualmente alojan en su tienda. De alguna manera, el sentimiento que despierta en el ruso (ex soldado, por añadidura) tener contacto con esa familia, representa el que parece querer despertar Mikhalkov en los espectadores, que es de suponer sean mayormente occidentales.
En un principio hay un contraste cultural que se aborda en forma políticamente correcta. La vida de la familia es retratada con cierto tono documental y la llegada del camionero pone el acento, a través de su mirada asombrada, en aquellas cosas que pueden resultar curiosas para alguien que procede de otra cultura. Este recurso hace que también la mirada sugerida sea parecida a la que tenemos ante documentales de pueblos y personas que nos pueden parecer lejanos, recargada sobre el asombro ante el otro.
En un segundo momento la mirada cambia de ángulo. Gombo, el padre de familia, va a la ciudad y se enfrenta a su desconocimiento. Se establece un paralelo entre la extrañeza que le despiertan cosas muy sencillas, con la que anteriormente había experimentado “nuestro representante”. También queda de manifiesto la indiferencia y hasta crueldad con la que la ciudad y sus habitantes reciben a Gombo, aparejada pero distinta a la indiferencia con la que el paisaje recibe al ruso y contrastada con la cordialidad con la que lo tratan sus habitantes, habitantes del paisaje.
En un tercer momento, el proceso de comprender las diferencias a fuerza de su propia manifestación hace que el ruso, como nosotros, vea en la familia de Gombo algo más que personajes de un documental de National Geographic. La universal diferencia de la mirada y la infinita ternura que genera el afecto, se plasma en una escena que queda para el spoiler.
El proceso de la película es llevado, desde la narrativa, en forma sutil y pausada, logrando involucrar sensiblemente al espectador, que idealmente vivencia el film más que lo analiza. Para esto ayuda mucho la fotografía, dedicada a dar un marco impresioante a la estepa, cuya belleza también contrasta con la fealdad gris y polvorienta de la ciudad.
Aunque con el tiempo, "Urga" pueda perder algunos puntos, es importante el rescate del momento, más aún cuando en definitiva nunca deja de ser una gran película. Reafirmo: excelente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La hija de Gombo “toca” el acordeón y como han descubierto que el camionero conoce de música (algo que parece devenir de su condición de ruso, un guiño cultural de Mikhalkov), la familia quiere que la escuche. Los sonidos estridentes que produce la niña, por su actitud y felicidad, empiezan a sonar más amables y producen una llorona sonrisa que expresa toda la ternura del momento. Pero cuando el camionero descubre su espalda y en ella vemos tatuada la partitura de una canción, que le brinda a la niña en su propio cuerpo para que la interprete mientras su mirada, que el espectador ve pero no la familia mogola, expresa con fuerza inusitada el sentimiento de increíble amor que la humanidad le despierta, bueno... el climax extasía.
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