Michael (Deseo del corazón)
7.0
402
Drama
Mikaël es un artista que alcanza la cima cuando comienza la decadencia de su maestro, el anciano profesor Zoret. Zoret le transmite a Mikaël el secreto de su técnica pictórica. Entonces Mikaël conoce a la Princesa Zamikoff, a la que trata de conquistar por medio de regalos, llegando incluso a robar a Zoret para pagar su carnal y lujuriosa vida con ella. Mikaël abandona a Zoret, cuya salud comienza a fallar, pero también descubre la ... [+]
2 de julio de 2009
2 de julio de 2009
20 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer film importante del realizador Carl Theodor Dreyer (1889-1968). El guión, de Thea von Harbour y C. Th. Dreyer, adapta la novela “Mikaël” (1902), de Herman Bang (1857-1912). Se rueda en los estudios UFA (Neubabelsberg). Producido por Erich Pommer (“El gabinete del Dr. Caligari”, Wiene, 1920) para Universum/UFA, se estrena el 24-IX-1924 (Berlín).
La acción dramática tiene lugar en una gran ciudad alemana no identificada, probablemente Berlín, a lo largo de unos 10 años desde el primer encuentro del muchacho Michael (Slezak) con el afamado pintor Claude Zoret (Christensen). Michael, hijo de una familia modesta, acude al domicilio del maestro Zoret en busca de trabajo como aprendiz. Tras algunas dudas, Zoret lo contrata como modelo y posteriormente lo adopta como protegido, hijo y amante. Convertido en joven pintor, realiza para el maestro la pintura de los ojos del retrato de la princesa arruinada, oportunista y manipuladora, Lucía Zamikoff (Gregor). Zoret mantiene una gran amistad con el crítico de arte Charles Switt (Garrison), antiguo amante. Otros personajes son el mayordomo Jules (Auzinger), Alicia Adelsskjold (Mosheim), su marido y el duque de Monthieu (Aslan). En el presente narrativo Zoret tiene unos 50 años y Michael unos 25.
El film suma drama, romance, homosexualidad y película muda. Se considera perdido hasta que en 1952 se encuentra una copia completa en buen estado. Restaurada por la Fundación F.W. Murnau, se edita en DVD (25-X-2004). Se basa en una historia que recrea el mito clásico de Júpiter, su esposa Juno y la joven Ganímedes. Es la segunda adaptación al cine de la novela de Bang (1). Hacia el final de su vida, Dreyer manifesta que para él es una película importante porque en ella configura las bases de su estilo personal y de su singular visualidad (2). La homosexualidad es tratada con discreción, elegancia y sobreentendidos.
Explica la complejidad del concepto de belleza y las dificultades del proceso creativo. También explica las complejidades del amor, del desseo y de las relaciones afectivas interpersonales, sometidas a fluctuaciones e interrupciones, fuente de felicidad, bienestar y sentimientos de plenitud, así como también causa de desengaños, desilusiones y desesperación. Equipara el amor de pareja heterosexual y homosexual, igualando la infidelidad de Michael con Zoret y la de Alice con su marido.
Una de las innovaciones que ensaya es el cambio de significado de los primeros planos, que dejan de ser descriptivos o puramente estéticos para convertirse en medio de expresión de los sentimientos interiores de los personajes y en recurso al servicio de la implicación del espectador en la acción. El uso habitual en el cine contemporáneo de los primeros planos psicológicos hace difícil identificar y valorar las aportaciones innovadoras del realizador danés.
(Sigue en el espacio destinado a “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
La acción dramática tiene lugar en una gran ciudad alemana no identificada, probablemente Berlín, a lo largo de unos 10 años desde el primer encuentro del muchacho Michael (Slezak) con el afamado pintor Claude Zoret (Christensen). Michael, hijo de una familia modesta, acude al domicilio del maestro Zoret en busca de trabajo como aprendiz. Tras algunas dudas, Zoret lo contrata como modelo y posteriormente lo adopta como protegido, hijo y amante. Convertido en joven pintor, realiza para el maestro la pintura de los ojos del retrato de la princesa arruinada, oportunista y manipuladora, Lucía Zamikoff (Gregor). Zoret mantiene una gran amistad con el crítico de arte Charles Switt (Garrison), antiguo amante. Otros personajes son el mayordomo Jules (Auzinger), Alicia Adelsskjold (Mosheim), su marido y el duque de Monthieu (Aslan). En el presente narrativo Zoret tiene unos 50 años y Michael unos 25.
El film suma drama, romance, homosexualidad y película muda. Se considera perdido hasta que en 1952 se encuentra una copia completa en buen estado. Restaurada por la Fundación F.W. Murnau, se edita en DVD (25-X-2004). Se basa en una historia que recrea el mito clásico de Júpiter, su esposa Juno y la joven Ganímedes. Es la segunda adaptación al cine de la novela de Bang (1). Hacia el final de su vida, Dreyer manifesta que para él es una película importante porque en ella configura las bases de su estilo personal y de su singular visualidad (2). La homosexualidad es tratada con discreción, elegancia y sobreentendidos.
Explica la complejidad del concepto de belleza y las dificultades del proceso creativo. También explica las complejidades del amor, del desseo y de las relaciones afectivas interpersonales, sometidas a fluctuaciones e interrupciones, fuente de felicidad, bienestar y sentimientos de plenitud, así como también causa de desengaños, desilusiones y desesperación. Equipara el amor de pareja heterosexual y homosexual, igualando la infidelidad de Michael con Zoret y la de Alice con su marido.
Una de las innovaciones que ensaya es el cambio de significado de los primeros planos, que dejan de ser descriptivos o puramente estéticos para convertirse en medio de expresión de los sentimientos interiores de los personajes y en recurso al servicio de la implicación del espectador en la acción. El uso habitual en el cine contemporáneo de los primeros planos psicológicos hace difícil identificar y valorar las aportaciones innovadoras del realizador danés.
(Sigue en el espacio destinado a “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Otra innovación de Dreyer es el uso del “moving spotlight” (3), o plataforma móvil de luz, que le permite mantener la continuidad del plano cuando los protagonistas se desplazan en el escenario. La plataforma acompaña al movimiento de la cámara de modo que los protagonistas mantienen invariable su iluminación.
La obra constituye uno de los primeros trabajos de cine de cámara, con pocos actores y acción enmarcada en escenarios interiores cerrados. Dreyer se sirve de este recurso para convertir el espacio exterior en un lugar de especial significación: es el lugar del amor, la felicidad, la diversión, el baile, la música... El espacio exterior no se ve (el film contiene sólo 4 planos exteriores), pero se comporta como el opuesto/contrario del espacio interior con el que interactúa generando sugerencias e indicaciones (4).
Hace uso de símbolos, paralelismos, analogías y equivalencias, que confieren densidad al relato y profundidad al argumento. La manipulación interesada que hace la princesa Zamiroff de Michael tiene su reflejo en los muñecos de Chaplin, Mary Pickford, Leo Chaney y otros. El número de ballet de “El lago de los cisnes”, de Tchaikovsky, evoca romance, decepción, desilusión y muerte. El espíritu saturado de arte de Zoret (antiguo, clásico y moderno) tiene su correspondencia en la decoración de la casa, de la misma manera que la decoración del apartamento de Michael habla de su limitada afición al arte, que sólo ocupa el taller. Hace uso de imágenes simbólicas (la muerte) y religiosas (pequeño crucifijo sin cruz y gran crucifijo con cruz). Algunos objetos evocan significados de especial relevancia, como los bocetos argelinos, que recuerdan una etapa de suma felicidad de Zoret y Michael. Representa la desolación a través de la soledad, el abandono, la enfermedad, la ingratitud y la pérdida de los recuerdos de los días felices (bocetos argelinos).
Dreyer dice al espectador que Zoret es un gran pintor y éste crédulamente lo acepta. Las tres pinturas que muestra, “Vencedor”, “Job” y “Retrato de Lucía”, son telas detestables.
La banda sonora de 2004, del pianista Neal Kurz, glosa el amor y la desolación. Lo hace con intensidad, fuerza y melodías de gran modernidad. La fotografía, de Karl Freund y Rudolph Maté, crea composiciones meticulosas y detallistas, construye una visualidad expresionista muy personal y se beneficia de unos decorados excelentes del arquitecto Hugo Häring. Un hábil juego de planos iniciales sugiere que a Michael y la princesa, que no se conocen, les va a unir el destino.
(1) La primera adaptación se titula “The Wings” (1916) y la realiza Mauritz Stiller.
(2) Michel DELAHAYE, “Entre el cielo y la tierra”, entrevista a C. Th. Dreyer, ‘Cahiers du Cinéma’, nº 170, septiembre 1965.
(3) JIM’S REVIEWS, “Michael” (C.Th. Dreyer, 1924), jclarkmedia.com, enero 2005.
(4) Ángel SANTOS TOUZA, “Mikaël”, Miradas de cine, nº 40, julio 2005.
La obra constituye uno de los primeros trabajos de cine de cámara, con pocos actores y acción enmarcada en escenarios interiores cerrados. Dreyer se sirve de este recurso para convertir el espacio exterior en un lugar de especial significación: es el lugar del amor, la felicidad, la diversión, el baile, la música... El espacio exterior no se ve (el film contiene sólo 4 planos exteriores), pero se comporta como el opuesto/contrario del espacio interior con el que interactúa generando sugerencias e indicaciones (4).
Hace uso de símbolos, paralelismos, analogías y equivalencias, que confieren densidad al relato y profundidad al argumento. La manipulación interesada que hace la princesa Zamiroff de Michael tiene su reflejo en los muñecos de Chaplin, Mary Pickford, Leo Chaney y otros. El número de ballet de “El lago de los cisnes”, de Tchaikovsky, evoca romance, decepción, desilusión y muerte. El espíritu saturado de arte de Zoret (antiguo, clásico y moderno) tiene su correspondencia en la decoración de la casa, de la misma manera que la decoración del apartamento de Michael habla de su limitada afición al arte, que sólo ocupa el taller. Hace uso de imágenes simbólicas (la muerte) y religiosas (pequeño crucifijo sin cruz y gran crucifijo con cruz). Algunos objetos evocan significados de especial relevancia, como los bocetos argelinos, que recuerdan una etapa de suma felicidad de Zoret y Michael. Representa la desolación a través de la soledad, el abandono, la enfermedad, la ingratitud y la pérdida de los recuerdos de los días felices (bocetos argelinos).
Dreyer dice al espectador que Zoret es un gran pintor y éste crédulamente lo acepta. Las tres pinturas que muestra, “Vencedor”, “Job” y “Retrato de Lucía”, son telas detestables.
La banda sonora de 2004, del pianista Neal Kurz, glosa el amor y la desolación. Lo hace con intensidad, fuerza y melodías de gran modernidad. La fotografía, de Karl Freund y Rudolph Maté, crea composiciones meticulosas y detallistas, construye una visualidad expresionista muy personal y se beneficia de unos decorados excelentes del arquitecto Hugo Häring. Un hábil juego de planos iniciales sugiere que a Michael y la princesa, que no se conocen, les va a unir el destino.
(1) La primera adaptación se titula “The Wings” (1916) y la realiza Mauritz Stiller.
(2) Michel DELAHAYE, “Entre el cielo y la tierra”, entrevista a C. Th. Dreyer, ‘Cahiers du Cinéma’, nº 170, septiembre 1965.
(3) JIM’S REVIEWS, “Michael” (C.Th. Dreyer, 1924), jclarkmedia.com, enero 2005.
(4) Ángel SANTOS TOUZA, “Mikaël”, Miradas de cine, nº 40, julio 2005.
19 de julio de 2011
19 de julio de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos ante una de las primeras películas de Dreyer, con el aliciente añadido de realizarla en los alemanes estudios UFA (quizás el cine nunca ha vuelto a llegar al nivel de las películas que aquí se hicieron en los años veinte), teniendo como guionista a la grandiosa Thea Von Harbou, y como director de fotografía a Karl Freund, que además interpreta, el que creo que es el único papel de su carrera.
Uno espera mucho, además la factura técnica del film es impecable, y la historia poderosa, pero su desarrollo me deja algunas lagunas. Los dos protagonista, mantiene una relación que aciertas a entender, pero que no queda muy desarrollada, podemos hablar de guiños de homosexualidad, de amor paterno filial, ... pero tanto el desprendimiento de Michael, como el derrotismo de su maestro ante la fuga de su discípulo, apenas platean conflicto, no hay drama, el uno se separa tranquilamente, y el otro lo acepta y se muere de pena, y además todo esto se intercala con otra realción paralela, que no sólo no aporta, sino que creo que estorba en la historia.
Una pena porque siendo un planteamiento poderoso, con unos buenos actores, bien filmada y en el contexto de un ambiente artístico y decadente que podría dar mucho juego, da la impresión de que la película podría haber alcanzado mayor profundidad y sacado a la luz unos conflictos interiores que ni explotan ni terminamos de entender.
En cualquier caso, es interesante y se ve con agrado.
Uno espera mucho, además la factura técnica del film es impecable, y la historia poderosa, pero su desarrollo me deja algunas lagunas. Los dos protagonista, mantiene una relación que aciertas a entender, pero que no queda muy desarrollada, podemos hablar de guiños de homosexualidad, de amor paterno filial, ... pero tanto el desprendimiento de Michael, como el derrotismo de su maestro ante la fuga de su discípulo, apenas platean conflicto, no hay drama, el uno se separa tranquilamente, y el otro lo acepta y se muere de pena, y además todo esto se intercala con otra realción paralela, que no sólo no aporta, sino que creo que estorba en la historia.
Una pena porque siendo un planteamiento poderoso, con unos buenos actores, bien filmada y en el contexto de un ambiente artístico y decadente que podría dar mucho juego, da la impresión de que la película podría haber alcanzado mayor profundidad y sacado a la luz unos conflictos interiores que ni explotan ni terminamos de entender.
En cualquier caso, es interesante y se ve con agrado.
26 de junio de 2008
26 de junio de 2008
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mayoría de los planos son estáticos, pero sin embargo hay algún relevante movimiento de cámara sobresaliendo aquél en que el joven mira a la modelo intentando plasmar sus ojos en el lienzo, en tanto la cámara se acerca al rostro de él y después se aleja.
La fotografía y la composición son en general magníficas bajo las influencias estéticas expresionistas (Karl Freund que hace un pequeño papel y Rudolph Maté estaban detrás), con unas interpretaciones bastante contenidas, que bajo la dirección de Dreyer consiguen en algunas escenas que no se necesiten intertítulos para describir lo que ocurre.
El guión de Dreyer y Thea von Harbou, mujer de Fritz Lang, tiene un valor añadido en su temática, pues en una época tan temprana comos los años 20, se trate un amor homosexual en una obra comercial.
La fotografía y la composición son en general magníficas bajo las influencias estéticas expresionistas (Karl Freund que hace un pequeño papel y Rudolph Maté estaban detrás), con unas interpretaciones bastante contenidas, que bajo la dirección de Dreyer consiguen en algunas escenas que no se necesiten intertítulos para describir lo que ocurre.
El guión de Dreyer y Thea von Harbou, mujer de Fritz Lang, tiene un valor añadido en su temática, pues en una época tan temprana comos los años 20, se trate un amor homosexual en una obra comercial.
10 de febrero de 2019
10 de febrero de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existe una tendencia más o menos generalizada, debido probablemente al desconocimiento, que consiste en obviar todo lo que el maestro danés hizo con anterioridad a “La pasión de Juana de Arco” (La Passion de Jeanne d'Arc, 1928). Esa omisión arbitraria, impide no ya sólo el análisis de la génesis del lenguaje dreyeriano, fundamental para comprender su posterior evolución, sino también el simple disfrute de una serie de películas de gran calidad, que parecen haber quedado sepultadas por el peso de las ulteriores obras maestras firmadas por el cineasta, una de estas películas es el film del que hoy nos ocupamos, “Michael”. Dreyer, que en 1912 había tenido ocasión de entrevistar al escritor danés Herman Bang, escogió una novela de este autor para la que sería su única realización alemana, el film contó además con prestigiosos colaboradores: el guión lo escribió Thea von Harbou, esposa de Fritz Lang y autora de “Metrópolis”; la dirección artística corrió a cargo del prestigioso arquitecto Hugo Häring en su única incursión en el cine; de la fotografía se encargó Karl Freund también en su único papel como actor hasta que tuvo que encargarse de “El último” de F.W. Murnau.
Lo primero que cabe resaltar en “MICHAEL”, es el rigor de su construcción dramática y en la composición de sus planos. Con una planificación dispuesta casi en su totalidad en planos fijos brillantemente orquestados por un admirable montaje, y ayudados por una extraordinaria y nítida fotografía en blanco y negro, Dreyer sabe dosificar casi a la perfección el entramado narrativo y descriptivo de la película, en la que tiene una gran importancia la escenografía dispuesta en todos su planos. A partir de la conjunción de dichos elementos, la capacidad en la dirección de actores, y la fuerza que adquieren los primeros planos que se insertan en la misma, el maestro danés logra desde los primeros instantes mostrar la perfecta descripción de un contexto asfixiante y decadente, al tiempo que la escueta galería humana que puebla su ficción queda definida con trazos maestros. Cada gesto o mirada tiene una significación y un aporte al conjunto del film, brindando todo ello un extraño ritmo, una cadencia que un cineasta de la categoría de Dreyer sabía ya incorporar a sus ficciones.
"MICHAEL" permite disfrutar de buena parte de las mejores cualidades esgrimidas en la andadura posterior de Dreyer, comprobar el magnetismo que brindaba un jovencísimo y sumamente atractivo Walter Slezak –dos décadas después convertido en uno de los más brillantes villanos del cine USA de la década de los cuarenta-, o la enorme capacidad interpretativa de Benjamin Christensen, más conocido no por el conjunto de su faceta como director –es muy escaso el conocimiento de su obra que se tiene-, sino por haber sido el firmante de una obra tan excelente e inclasificable como “HÄXAN” (La brujería a través de los tiempos, 1922), Chistensen brinda un retrato poderoso y conmovedor de su personaje protagonista, alcanzando en los últimos instantes de su trabajo unos matices casi portentosos.
Un magnífico drama psicológico y una demostración clara de la madurez expresiva que en aquel periodo tan lejano en el tiempo, asumía ya el cine de un genio, nuestro nunca poco admirado Dreyer, en una propuesta en la que nos habla sobre el dolor, la soledad y, en definitiva, la muerte, planteando la importancia que entre ellos puede tener la presencia del amor.
Lo primero que cabe resaltar en “MICHAEL”, es el rigor de su construcción dramática y en la composición de sus planos. Con una planificación dispuesta casi en su totalidad en planos fijos brillantemente orquestados por un admirable montaje, y ayudados por una extraordinaria y nítida fotografía en blanco y negro, Dreyer sabe dosificar casi a la perfección el entramado narrativo y descriptivo de la película, en la que tiene una gran importancia la escenografía dispuesta en todos su planos. A partir de la conjunción de dichos elementos, la capacidad en la dirección de actores, y la fuerza que adquieren los primeros planos que se insertan en la misma, el maestro danés logra desde los primeros instantes mostrar la perfecta descripción de un contexto asfixiante y decadente, al tiempo que la escueta galería humana que puebla su ficción queda definida con trazos maestros. Cada gesto o mirada tiene una significación y un aporte al conjunto del film, brindando todo ello un extraño ritmo, una cadencia que un cineasta de la categoría de Dreyer sabía ya incorporar a sus ficciones.
"MICHAEL" permite disfrutar de buena parte de las mejores cualidades esgrimidas en la andadura posterior de Dreyer, comprobar el magnetismo que brindaba un jovencísimo y sumamente atractivo Walter Slezak –dos décadas después convertido en uno de los más brillantes villanos del cine USA de la década de los cuarenta-, o la enorme capacidad interpretativa de Benjamin Christensen, más conocido no por el conjunto de su faceta como director –es muy escaso el conocimiento de su obra que se tiene-, sino por haber sido el firmante de una obra tan excelente e inclasificable como “HÄXAN” (La brujería a través de los tiempos, 1922), Chistensen brinda un retrato poderoso y conmovedor de su personaje protagonista, alcanzando en los últimos instantes de su trabajo unos matices casi portentosos.
Un magnífico drama psicológico y una demostración clara de la madurez expresiva que en aquel periodo tan lejano en el tiempo, asumía ya el cine de un genio, nuestro nunca poco admirado Dreyer, en una propuesta en la que nos habla sobre el dolor, la soledad y, en definitiva, la muerte, planteando la importancia que entre ellos puede tener la presencia del amor.
28 de abril de 2020
28 de abril de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraño film, romántico hasta la extenuación, con la excepcionalidad en su época de tratarse de un desaforado amor homosexual, una historia de amor loco e incontrolable que sirve de excusa para hablar de la angustiosa mirada de la vejez ante la arrogancia de la juventud y la belleza extrema.
Ya se puede apreciar la genialidad de Dreyer, primeros planos expresivos al máximo, exquisita ambientación y una dirección de fotografía tan hermosa que duele a veces.
Una gran sorpresa, una delicia muy recomendable.
Ya se puede apreciar la genialidad de Dreyer, primeros planos expresivos al máximo, exquisita ambientación y una dirección de fotografía tan hermosa que duele a veces.
Una gran sorpresa, una delicia muy recomendable.
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