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False Lady

Comedia. Fantástico. Romance Un hombre es asesinado por una olla que cae. No se suponía que debía morir y su espíritu debe regresar a su cuerpo. Sin embargo, descubre que su cuerpo ha sido incinerado, por lo que se instala en el cuerpo de una víctima de un accidente automovilístico, con un nuevo nombre: Mandy.
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Críticas ordenadas por utilidad
14 de mayo de 2023
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El chico convertido en chica, la novia infiel, el compañero idiota, el jefe pervertido, la secretaria cachonda y dos imbéciles que copulaban por ahí...
En líneas generales esto podría resumir sin ambages lo que contiene el disparate que tenemos aquí. Quien quiera que se arriesgue.

De riesgo hablamos, pues entramos directamente en la "Categoría III" del cine hongkonés, tan temida como seguida por muchos; podríamos decir que esta clasificación se equivale con el "grindhouse" de EE.UU., pero teniendo en cuenta que hasta sus películas "NC-17" son meros espectáculos infantiles para los estándares de China, en el caso de la "CIII" hay que tener mucho cuidado. Sin embargo "Ai yeh Lui pang Yau" (conocida también como "False Lady") viene a sustituir su violencia extrema habitual por el erotismo, y se trata de una de esas producciones a las que se acostumbró Chan Lau.
Éste un actor de típico cine de bajo presupuesto (sobre todo acción y artes marciales) que pasó a asistente de dirección y luego a realizador, colaborando con Ho Fan, otro empleado de Shaw Brothers de similar carrera. Ya sólo los primeros minutos sirven de ejemplo para entender qué terreno pisamos; una explosiva Kit Koo (Gigi) cruza la ciudad provocando el orgasmo de cuantos hombres circulan, más aún al engancharse la falda e ir desenhebrándose a medida que camina. Humor absurdo, erotismo travieso y delirio generalizado, esto podría ser lo más parecido al "destape" hongkonés. Y la vemos llegar al apartamento de su novio, Ah-Man (un simpático Chung-Ning Lee).

Después de una intensiva sesión de sexo (demasiado extensa, tanto que llega a aburrir), descubrimos que él y su compañero John son un par de expertos en la compra-venta de propiedades. Pero los problemas que suceden al protagonista, y los culpables del giro de argumento, no vienen dados por el timo que le hace a un imbécil heredero de familia mafiosa (Chiang-Lai), sino por un accidente, de la manera más arbitraria posible (una maceta lanzada por una señora desde el balcón, ni más ni menos...). Se vuelve a la premisa de "Switch", realizada por Blake Edwards ese mismo 1.992.
El clásico de un hombre que se despierta en el cuerpo de una fémina, aunque en esta ocasión el alma de él ocupa el cadáver de una chica poco antes atropellada; previamente hemos podido disfrutar de un manejo atractivo del aspecto visual durante ese "viaje" que hace del Infierno a la Tierra el espíritu de Ah-Man, eso será el único punto positivo a la película: la audacia formal que demuestra Lau (con la inestimable ayuda de Fan). La chica en cuestión es Ying-Zhi Chen (o Wing-Chi Chan), actriz relegada a papeles secundarios que fue forzada a iniciarse en la "CIII" para evitar atascarse en una más que posible pobreza.

Lo cierto es que podría haber lucido su desparpajo y saber hacer para el humor en títulos comerciales sin problemas, ya que serán bien aprovechados. Nada en "False Lady" está bien aprovechado. Ah-Man se transforma en "Mandy", y de la nada su tonto compañero empieza a mostrar signos de atracción (¿es que había algún sentimiento homosexual latente?), el asunto de los terrenos del tal Chiang-Lai, que debería ser parte central de la historia, donde se parodia el tan popular cine de gángsters del momento, queda olvidada de un plumazo; y mientras decenas de secundarios se regocijan en el hedonismo...
Porque no se desea ir más allá. Lau y Fan nos atrapan en los pasadizos más pantanosos de la comedia de enredo, mezclando chistes de sal gruesa con escenas de erotismo elevadas a lo alucinógeno por sus desviadas ocurrencias y fetichismo incómodo (destacando las aventuras que el jefe de la compañía del protagonista (el conocido Charlie Cho) tiene con la voluptuosa y lactante secretaria). Esto no aporta nada a la trama, que simplemente pasa de un encuentro sexual a otro hasta atascarse sin remedio al tiempo que Ah-Man se acostumbra, demasiado rápido, creo yo, a ese nuevo cuerpo y las emociones que experimenta.

El guión sigue por estos cauces hasta sucumbir en una orgía sin parangón con todos los empleados de la empresa dando rienda suelta a sus vicios y su bajeza moral mientras una compañera de John intenta seducirle y violarle. Ni siquiera el romance entre éste y "Mandy" resulta satisfactorio, pese a concluir bien para los personajes (a lo largo de una secuencia climática erótico-onírica que podrá fundirnos el cerebro con su duración eterna (eso sí, bellamente filmada y con gran atención por la estética y los colores, seña de identidad de Fan) ).
Además de los alardes visuales sólo queda señalar la facilidad de la troupe de actores para entregarse en cuerpo y alma a la gamberra exageración, en especial en esas secuencias tan subidas de tono, hasta cruzar los límites de la vergüenza ajena. Y pese al caos narrativo, hundido en la abyección con ese otro giro en que el espíritu de la mujer retornará a su cuerpo (no sabemos para qué), la película fue una de las más taquilleras del año (de su categoría, claro), lo suficiente para que Chen siguiese el camino ya trazado con total dedicación...

...hasta convertirse en la actriz distintiva de este controvertido tipo de cine en aquella, su época de máxima popularidad.
Chris Jiménez
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