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La vida según Attenberg

Drama Marina (Ariane Labed), una chica de 23 años, vive con su padre, un arquitecto, en una pequeña ciudad industrial experimental en la costa. Marina se siente extraña y repele todo contacto con la especie humana, con la que no se identifica. Se entretiene escuchando canciones, viendo los documentales de David Attenborough, y asistiendo a las clases de educación sexual de su única amiga, Bella (Evangelia Randou). Un día, un desconocido llega ... [+]
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
1 de octubre de 2011
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Athina Rachel Tsangari, consigue un conjunto excepcional, tanto en su argumento como en su ornamenta. Con actuaciones brutalmente reales y escenas que no dan cabida a la ficción —especialmente las sexuales—. Una brillante banda sonora acompaña la minuciosa edición, el tema de Francoise Harde “Suicide” define originalmente este raro pero bello espécimen cinematográfico. “Attenberg” no es una película sobre un inicio, la llegada al climax y un desenlace. Es una película para visionar, discutir, analizar y profundizar. Una cinta que atiende más a factores filosóficos, vitalistas y antropológicos, que ha factores meramente cinematográficos o de entretenimiento. Una rara especie que a ratos resulta deslumbrante, provocadora y hasta conmovedora. Una película ingeniosa y de gran alcance analítico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
José Barriga
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18 de noviembre de 2011
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Grecia parece que todo está en crisis menos su cine. Debe ser que las mejores obras se producen en los momentos de vacas flacas... el caso es que Attenberg, unida al recuerdo de Canino (Kynodontas), deja una imagen especial y bastante homogénea de la que podría ser una nueva corriente dentro del basto conjunto del cine europeo: historias con un humor negro y absurdo muy sutil, soterrado, ya que en verdad son dramas con crítica social y moraleja final. Attenberg, premiada con la Copa Volpi a la mejor actriz y representante griega a los Oscar 2012 (elección suicida o tal vez muy recurrente: sorprendentemente, Canino consiguió la nominación), suma y sigue en un mosaico de la desazón, el sinsentido y la soledad de personajes asexuados y aniñados que seguramente completará Adikos Kosmos (Mundo injusto), premiada en la reciente edición del Festival de San Sebastián.

Attenberg, puestos a definirla, es la historia de una joven de 23 años que no sabe nada de sexo y que tiene que enfrentarse a la inminente muerte de su padre. De alguna manera, la protagonista de Attenberg se comporta como si una de las chicas de Canino saliese de su castillo fortificado y no supiese cómo hacer frente al mundo que le rodea. También demuestra el fracaso del padre, educador y dictador en Canino: el anciano enfermo de Attenberg quiere abandonar un siglo XX que asegura no haber servido para nada, y como legado, en calidad de antiguo arquitecto, deja una urbanización de casas blancas, vacías, impersonales, monumentos fúnebres alrededor de un terreno con barro donde nunca emanará la vida y de un mar frío donde yacerán sus cenizas.

La ingenua protagonista, imitando los rituales de apareamiento de los animales que contempla en la televisión, deja una imagen bastante simbólica de lo absurdo y lo trascendental que debate Attenberg: nunca logrará ser alguien normal, nadie a su manera lo es, y de esos hombros que mueve casi por arte de magia nunca emanarán dos alas que la alivien de su estado de apatía. Attenberg viene a decirnos que todo es irracional, que la sucesión de vida y muerte puede que no tenga sentido, y que la felicidad es incompatible con nuestra naturaleza. Una oda al patito negro y marginado con las frías formas del cine que más duele y la melodía nostálgica del hit Tous les garçons et les filles de Françoise Hardy.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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29 de junio de 2011
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existe un efecto sin causa. Un comportamiento sociobilógico anómalo que no tiene un germen específico que lo genere, o al menos, jamás se muestra en pantalla. Ejercicio, por tanto, falto de credibilidad, falso hasta la médula.

Durante los primeros veinte minutos, cuando la fachada aún no ha sido derruida, asistimos a un trabajo de fascinante lectura visual. Una malla de emociones y planos escondidos de dirección férrea que conforme transcurren los minutos termine, desgraciadamente, por ser reiterativo.

La intromisión de un nuevo personaje (un cambio ambiental del medio) permite que el animal se readapte modificando su comportamiento, pero parece ilógico pensar que este animal haya podido vivir veinticuatro años sin que la selección natural haya hecho su trabajo.

Seremos animales, pero tenemos la capacidad para readaptarnos con suma rapidez cuando el medio nos es hostil. Tsangari en cambio, pretende llevarlo todo al extremo.
Chagolate con churros
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6 de noviembre de 2011
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos amigas se sitúan frente a frente rígidas sobre un fondo blanco, sacan sus lenguas, inclinan sus cabezas y se chupan de la forma más desagradable posible.

- ¿Cómo hace esto la gente? - dice la protagonista

- ¿Quieres aprender o no? - contesta la amiga.

- No.

- Abre (la boca).

Lejos de toda sensualidad, más de un espectador evita mirar la pantalla. Así comienza el prólogo de Attenberg, una película de la cineasta griega Athina Rachel Tsangari, que plantea el lado más animal del ser humano, basándose en la filosofía contemporánea de autores como Jacques Derridà.

La obra narra la vida de Marina, una joven incapaz de entender cosas tan fundamentales como el sexo, el amor y la muerte. Esa rareza la hace sentir aislada del resto de las personas, por lo que decide aprender a amar y a gozar del sexo. ¿Cómo se hace eso? Siguiendo los consejos del naturalista David Attenborough, un experto de la observación. Marina estudia las reacciones de su mejor amiga y de su padre para ponerlas en práctica con el chico que cree que le gusta. La película plantea una cuestión fundamental ¿aprendemos a amar o nacemos sabiendo?, ¿se puede aprender observando? La respuesta no está tras el primer impulso, se necesita pensar.

Por otro lado, técnicamente cojea un poco pero, quizás, lo peor de la película es que parece una copia barata de su antecesora Canino (2009). Y es inevitable comprarla si tenemos en cuenta que tanto la directora como la realizadora y el actor principal de Attenberg fueron los creadores de Canino. En este sentido, Attenberg está lejos de ser un trabajo brillante. La historia es, a ratos, interesante pero la fotografía es lenta y vacía hasta el aburrimiento. Un plano puede llevarse en pantalla más de diez segundos. En definitiva, Attenberg es fría, distante y antiestética.

En cuanto al elenco, los personajes de Attenberg son profundos pero carentes de grandes interpretaciones. La más notoria es la de la actriz principal, Ariane Labed, que logra acomodarse en la piel de Marina. Sin embargo, lo que más destaca del film es la banda sonora, abanderada por un tema de François Harde “Suicide”, que define claramente el concepto general de la película.

En definitiva, Attenberg es una película paranoica sobre el análisis y la observación del comportamiento humano. No hay un hilo argumental forjado por importantes coherencias, sino que se deja llevar por un lado más antropológico. El espectador disfrutará más de los planteamientos filosóficos de la película que del lado cinematrográfico pues, en este último sentido, no aporta mucho.
albasarria
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7 de septiembre de 2015
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Todos los hombres desean por naturaleza saber", declara la primera línea de la Metafísica de Aristóteles.
En Attenberg queda muy claro que hasta los tabúes inevitablemente deben hablarse y vivirse, aunque haya,os nacido sin saber nada sobre amor, sexo y mucho menos sobre la muerte.

Una película que probablemente pueda parecer pretenciosa por la forma de narrar, por su montaje y las actuaciones, sin embargo, este toque le da un distintivo personal y a mi parecer, es lo que se disfruta.
Un cine griego matizado por canciones clásicas francesas que le quedan muy bien.
Víctor H
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