Ilegal
6.8
377
Cine negro. Drama
Después de enviar a un hombre inocente a la silla eléctrica, un agresivo abogado deja su trabajo en la fiscalía, vuelve a beber y comienza a ejercer como abogado defensor de una nueva y deshonrosa clientela. Remake de la película "The Man Who Talked Too Much". (FILMAFFINITY)
28 de abril de 2015
28 de abril de 2015
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recomendable película de juicios con el siempre efectivo y espectacular Edward G Robinson. Un fiscal que pasa a ejercer de abogado; siempre astuto y peculiar; y famoso por sus artimañas y sus retóricas.
El guion está finamente trabajado. Un guion de gran valor al que hay que ir prestando la debida atención. Aparición inicial de DeForrest Kelley, el que luego fuera Dr Leonard McCoy en Star Trek; tanto en la serie de televisión como en las primeras cinematográficas. Su papel, un tío con poca fortuna, será la causa de una especie de conversión del personaje de Edward G Robinson, que abandonará la Fiscalía. Sus casos posteriores como abogado le llevarán hasta un peligroso personaje. El nuevo Fiscal será Edward Platt, el Jefe del súper agente 86 en la televisión.
Edward G Robinson recrea un rico papel lleno de matices para disfrutar de una buenísima actuación. Fabrica un personaje que convencerá y sorprenderá al espectador. El argumento muestra el tipo de abogado que hay que ser para triunfar en esta interesante profesión. Arriesgado hasta la imprudencia y yendo por la vida más derecho que una vela. No es que tenga una moral ambigua pero para él, todos sus clientes son inocentes. Es su máxima. Un lujo de actuaciones y una película para descubrir.
El guion está finamente trabajado. Un guion de gran valor al que hay que ir prestando la debida atención. Aparición inicial de DeForrest Kelley, el que luego fuera Dr Leonard McCoy en Star Trek; tanto en la serie de televisión como en las primeras cinematográficas. Su papel, un tío con poca fortuna, será la causa de una especie de conversión del personaje de Edward G Robinson, que abandonará la Fiscalía. Sus casos posteriores como abogado le llevarán hasta un peligroso personaje. El nuevo Fiscal será Edward Platt, el Jefe del súper agente 86 en la televisión.
Edward G Robinson recrea un rico papel lleno de matices para disfrutar de una buenísima actuación. Fabrica un personaje que convencerá y sorprenderá al espectador. El argumento muestra el tipo de abogado que hay que ser para triunfar en esta interesante profesión. Arriesgado hasta la imprudencia y yendo por la vida más derecho que una vela. No es que tenga una moral ambigua pero para él, todos sus clientes son inocentes. Es su máxima. Un lujo de actuaciones y una película para descubrir.
22 de octubre de 2016
22 de octubre de 2016
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película prototípica y cincuentera desarrollada en juzgados, despachos de abogados y otras instancias judiciales, escenarios estos tan queridos por el cine norteamericano clásico. A mi, la verdad, a estas alturas, ver el típico alegato del abogado o el fiscal de turno frente al juez ya me hace perder bastante interés, así de entrada..,pero vaya, en este caso el protagonista está interpretado por el gran G. Robinson, que normalmente da categoría a cualquier historia. Y en esta vez hay bastante chicha,con ese fiscal venido a menos por un grave error, que acaba convitiendose en abogado fullero de criminales varios y corruptos poderosos...
La peli merece un visionado.
La peli merece un visionado.
24 de marzo de 2019
24 de marzo de 2019
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los primeros compases de la banda sonora (M. Steiner) introducen con solemnidad una trama intensa cuyo paso inmediato consiste en la intervención de E.G. Robinson frente al jurado constituido para dilucidar un juicio en que se dirime una causa de homicidio.
La historia se presenta como un relato certero y sus pormenores se detallan en escenas admirables que componen un largometraje exquisito y grave.
La diversas implicaciones saltan a la pantalla con la naturalidad de una crónica bien elaborada y la impronta del director -L. Allen- aporta contundencia y eficacia cinematográfica al texto de F.J. Collins.
Una magnífica ambientación, una sobresaliente interpretación y una enorme carga psicológica caracterizan a una excelente película que rebosa vigor narrativo en todos sus fotogramas.
La historia se presenta como un relato certero y sus pormenores se detallan en escenas admirables que componen un largometraje exquisito y grave.
La diversas implicaciones saltan a la pantalla con la naturalidad de una crónica bien elaborada y la impronta del director -L. Allen- aporta contundencia y eficacia cinematográfica al texto de F.J. Collins.
Una magnífica ambientación, una sobresaliente interpretación y una enorme carga psicológica caracterizan a una excelente película que rebosa vigor narrativo en todos sus fotogramas.
18 de diciembre de 2024
18 de diciembre de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un muy divertido, si bien algo sensacionalista, drama judicial que cuenta con su mejor baza al gigantesco Edward G.Robinson para dar vida a la figura del abogado sobre la que pivota toda la trama.
Una película tremendamente entretenida y muy interesante e informante en el discurrir de los quehaceres de estas figuras defensoras de la Justicia. Viéndoles actuar uno en seguida se da cuenta de que si hay alguien en este mundo capaz de sortearla, son precisamente los propios juristas, los grandes conocedores de la Ley que aprovechan sus grandes conocimientos para ganar batallas y pleitos, sin importarles realmente si actúan en favor de la Justicia o contra ella.
-"Prefiero que cien culpables sean declarados inocentes y salgan a la calle, a que un sólo inocente sea declarado culpable"-
Esta amarga reflexión corresponde a las palabras que un contrito y ambicioso fiscal (Robinson), en la cúspide de su carrera y a punto de ser nombrado gobernador, pronuncia después de fracasar en su intento por parar la ejecución del hombre inocente que él mismo ha enviado a la silla eléctrica, gracias a su enorme habilidad retórica y a su capacidad para meterse en el bolsillo a cualquier jurado a falta de pruebas.
Este tremendo error judicial le hará recapacitar y condicionará su carrera. Abandonará inmediatamente el puesto que le corresponde como fiscal y decidirá abrazar el otro lado del ring en los combates de los leguleyos, asumiendo el papel de abogado defensor. Un trabajo que, quizá, supone de una asunción de menor riesgo para su maltrecha conciencia asolada por los remordimientos y que le ha conducido a la bebida.
Sin embargo el descrédito en que le ha sumido ese tremendo error judicial, traerá consigo la pérdida de su honorable reputación y, ahora deberá empezar a ejercer desde cero, en un decrépito despacho sin clientes, aceptando cualquier pleito menor como es el de defender a raterillos y delincuentes de poca monta.
Pero el que tuvo, retuvo.
Un gigante de la ley como él, con sus grandes conocimientos y trucos de prestidigitador, no podía permanecer mucho tiempo en la sombra.
Ascenderá rápidamente en su nueva profesión cuando empiece a echar manos de sus cartas marcadas (las jugadas de las que se vale y las trampas que utiliza son lo más divertido del film. !Pero qué cabrón es!), hasta tener como clientes a todos los fulleros empresarios expertos en en fraudes de ley con los que colaborará.
Si como fiscal era un gigante invencible como abogado no lo es menos. Un boxeador de la ley como es él no admite la derrota ni aun cuando sea justa o se la merezca. Perder un caso porque su cliente no sea trigo limpio, ni de coña vamos.
Pese a todo él conserva ciertos atisbos de dignidad. No está en nómina de nadie. Actúa de forma independiente y continuará aceptando los casos que considere oportunos.
Cuando su antigua compañera e hija adoptiva (y no se sabe si interés amoroso, se muestran muy ambiguos y vacilantes los guionistas aquí) resulte detenida bajo la acusación de matar a su marido (otro integrante de su antiguo equipo de la fiscalía), asumirá su defensa en contra de los intereses de otro de sus más poderosos clientes. Una intriga de corrupción late bajo el caso y una espada de Damocles penderá bajo su cabeza cuando la defensa de un caso, haga peligrar el otro. La astucia del abogado zorro será más necesaria que nunca.
La verdad es que he disfrutado mucho con esta historia porque me resulta bastante habilidosa en su afán de denunciar por un lado, los tejemanejes de los juristas, procurando al tiempo no salpicar demasiado el buen nombre del actor principal que ha de conservar cierta decencia a fin de otorgar un espacio para su redención.
Y lo más importante de todo es que no se olvidan de ofrecer una grata y entretenida diversión al espectador que encontrará jugosas las diferentes peripecias en las que se verá embarcado nuestro héroe, siempre solvente y adecuadamente sostenido por ese inconmensurable actor que fue Robinson, que sabe darle a su papel la seriedad y verosimilitud que requiere su personaje, aun cuando las situaciones (y los propios juicios) resulten peliculeros y sensacionalistas en extremo. Resumiendo, que con Robinson al frente, nos lo creemos todo. Así de grande era este hombre. Sin pretender desmerecer al resto del elenco, él solito levantaba los films.
Creo que todos sus admiradores o simplemente los amantes del cine clásico, tienen una cita interesante y divertida aquí. No es una película perfecta, no lo es, pero sí una cinta que se disfruta un montón y con detalles y escenas muy bien calculadas.
PD: Y !Atención!. La curvilínea Jayne Mansfield se pasea por aquí en un pequeño papel. No es que sea gran cosa pero quizá suponga un motivo de atracción más para sus seguidores. Ese corsé tan apretado le tenía que hacer polvo, todo hay que decirlo. Cualquiera se movía embuchada bajo algo así.
Y una curiosidad que he leído por ahí.
Los cuadros que aparecen en el film, colgados en el salón de Dekker ( un Degás, un Gauguin...), eran auténticos y pertenecientes a la colección privada del propio Robinson que los prestó para el rodaje. Fijaos si se preocupaban por los detalles en esa época. ¿Creían que alguien se daría cuenta si colgaban meras copias?.
Una película tremendamente entretenida y muy interesante e informante en el discurrir de los quehaceres de estas figuras defensoras de la Justicia. Viéndoles actuar uno en seguida se da cuenta de que si hay alguien en este mundo capaz de sortearla, son precisamente los propios juristas, los grandes conocedores de la Ley que aprovechan sus grandes conocimientos para ganar batallas y pleitos, sin importarles realmente si actúan en favor de la Justicia o contra ella.
-"Prefiero que cien culpables sean declarados inocentes y salgan a la calle, a que un sólo inocente sea declarado culpable"-
Esta amarga reflexión corresponde a las palabras que un contrito y ambicioso fiscal (Robinson), en la cúspide de su carrera y a punto de ser nombrado gobernador, pronuncia después de fracasar en su intento por parar la ejecución del hombre inocente que él mismo ha enviado a la silla eléctrica, gracias a su enorme habilidad retórica y a su capacidad para meterse en el bolsillo a cualquier jurado a falta de pruebas.
Este tremendo error judicial le hará recapacitar y condicionará su carrera. Abandonará inmediatamente el puesto que le corresponde como fiscal y decidirá abrazar el otro lado del ring en los combates de los leguleyos, asumiendo el papel de abogado defensor. Un trabajo que, quizá, supone de una asunción de menor riesgo para su maltrecha conciencia asolada por los remordimientos y que le ha conducido a la bebida.
Sin embargo el descrédito en que le ha sumido ese tremendo error judicial, traerá consigo la pérdida de su honorable reputación y, ahora deberá empezar a ejercer desde cero, en un decrépito despacho sin clientes, aceptando cualquier pleito menor como es el de defender a raterillos y delincuentes de poca monta.
Pero el que tuvo, retuvo.
Un gigante de la ley como él, con sus grandes conocimientos y trucos de prestidigitador, no podía permanecer mucho tiempo en la sombra.
Ascenderá rápidamente en su nueva profesión cuando empiece a echar manos de sus cartas marcadas (las jugadas de las que se vale y las trampas que utiliza son lo más divertido del film. !Pero qué cabrón es!), hasta tener como clientes a todos los fulleros empresarios expertos en en fraudes de ley con los que colaborará.
Si como fiscal era un gigante invencible como abogado no lo es menos. Un boxeador de la ley como es él no admite la derrota ni aun cuando sea justa o se la merezca. Perder un caso porque su cliente no sea trigo limpio, ni de coña vamos.
Pese a todo él conserva ciertos atisbos de dignidad. No está en nómina de nadie. Actúa de forma independiente y continuará aceptando los casos que considere oportunos.
Cuando su antigua compañera e hija adoptiva (y no se sabe si interés amoroso, se muestran muy ambiguos y vacilantes los guionistas aquí) resulte detenida bajo la acusación de matar a su marido (otro integrante de su antiguo equipo de la fiscalía), asumirá su defensa en contra de los intereses de otro de sus más poderosos clientes. Una intriga de corrupción late bajo el caso y una espada de Damocles penderá bajo su cabeza cuando la defensa de un caso, haga peligrar el otro. La astucia del abogado zorro será más necesaria que nunca.
La verdad es que he disfrutado mucho con esta historia porque me resulta bastante habilidosa en su afán de denunciar por un lado, los tejemanejes de los juristas, procurando al tiempo no salpicar demasiado el buen nombre del actor principal que ha de conservar cierta decencia a fin de otorgar un espacio para su redención.
Y lo más importante de todo es que no se olvidan de ofrecer una grata y entretenida diversión al espectador que encontrará jugosas las diferentes peripecias en las que se verá embarcado nuestro héroe, siempre solvente y adecuadamente sostenido por ese inconmensurable actor que fue Robinson, que sabe darle a su papel la seriedad y verosimilitud que requiere su personaje, aun cuando las situaciones (y los propios juicios) resulten peliculeros y sensacionalistas en extremo. Resumiendo, que con Robinson al frente, nos lo creemos todo. Así de grande era este hombre. Sin pretender desmerecer al resto del elenco, él solito levantaba los films.
Creo que todos sus admiradores o simplemente los amantes del cine clásico, tienen una cita interesante y divertida aquí. No es una película perfecta, no lo es, pero sí una cinta que se disfruta un montón y con detalles y escenas muy bien calculadas.
PD: Y !Atención!. La curvilínea Jayne Mansfield se pasea por aquí en un pequeño papel. No es que sea gran cosa pero quizá suponga un motivo de atracción más para sus seguidores. Ese corsé tan apretado le tenía que hacer polvo, todo hay que decirlo. Cualquiera se movía embuchada bajo algo así.
Y una curiosidad que he leído por ahí.
Los cuadros que aparecen en el film, colgados en el salón de Dekker ( un Degás, un Gauguin...), eran auténticos y pertenecientes a la colección privada del propio Robinson que los prestó para el rodaje. Fijaos si se preocupaban por los detalles en esa época. ¿Creían que alguien se daría cuenta si colgaban meras copias?.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La escena final con Robinson entrando en la sala del juicio herido de bala y continuando con la defensa de la acusada, ya me parece demasiado sensacional hasta para mi. Excesivo.
Lo del puñetazo que deja K.O al testigo, lo del trago de veneno...Todo eso lo compro porque me resulta muy divertido. Un abogado así querría tener yo.
Pero ya lo de las balas me parece que se les sale de madre, pero en fin. Confesemos que los guionistas se lo tenían que pasar de miedo ideando en sus escritos juicios así de espectaculares. !Qué pena que eso no se de en la vida real!. Aunque con los americanos nunca se sabe.
Lo del puñetazo que deja K.O al testigo, lo del trago de veneno...Todo eso lo compro porque me resulta muy divertido. Un abogado así querría tener yo.
Pero ya lo de las balas me parece que se les sale de madre, pero en fin. Confesemos que los guionistas se lo tenían que pasar de miedo ideando en sus escritos juicios así de espectaculares. !Qué pena que eso no se de en la vida real!. Aunque con los americanos nunca se sabe.
13 de marzo de 2025
13 de marzo de 2025
Sé el primero en valorar esta crítica
A través de un thriller, de los judiciales, rápido y sin concesiones, vemos a un despiadado ex fiscal (Edward G.Robinson), muy dado a dar golpes de efecto dentro de las salas de juicio y que dejó el lado de la acusación cuando cometió un error con cuyo peso no pudo su conciencia, embarcado en el lado de la defensa, haciéndola de cualquiera que pueda pagarla sin importarle su inocencia o culpabilidad y lo hará sin remordimientos pues como dice: prefiero liberar a cien culpables que condenar a un solo inocente a la silla eléctrica... Y ahora emplea todos sus viejos trucos sin miramientos, sin temer las consecuencias. Pero quizá sí debiera temerlas…
Estamos ante una vieja cinta con aroma a viejo celuloide, una cinta que sin ser brillante si es entretenida, que fue artesanalmente conducida por Lewis Allen en una realización que destila buenas maneras, con cierto formato televisivo que enfrenta al espectador con episodios en que se plantean distintos aspectos morales y en el que las escenas de acción, aunque no abundantes, están francamente bien rodadas; de hecho hay una persecución automovilística bastante buena para sus años…
En definitiva; si la trama es intensa y absorbente, Robinson luce sus mejores caras, la acción es ágil y aunque la fotografía sea casi televisiva, más plástica que granulosa, qué más puede esperar cualquier aficionado al cine negro… Sí puede esperar otro final. Lo que proseguiré en el spoiler…
Estamos ante una vieja cinta con aroma a viejo celuloide, una cinta que sin ser brillante si es entretenida, que fue artesanalmente conducida por Lewis Allen en una realización que destila buenas maneras, con cierto formato televisivo que enfrenta al espectador con episodios en que se plantean distintos aspectos morales y en el que las escenas de acción, aunque no abundantes, están francamente bien rodadas; de hecho hay una persecución automovilística bastante buena para sus años…
En definitiva; si la trama es intensa y absorbente, Robinson luce sus mejores caras, la acción es ágil y aunque la fotografía sea casi televisiva, más plástica que granulosa, qué más puede esperar cualquier aficionado al cine negro… Sí puede esperar otro final. Lo que proseguiré en el spoiler…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
..Porque el final es un poquito exagerado y llevado hasta las últimas consecuencias para dar al personaje de Robinson un empacho de heroísmo que casi hace que la conclusión del drama sea ridículo… Aquello de acudir al juicio con un balazo en el costado, ganando el caso antes de caer al suelo agonizando pero no parando de dar consejos es un poco de traca… ¡Algo tan alejado del mejor cine negro…! En cuanto a si muere o no. No lo deja claro. Quizá si él supiese que ya no tenía salvación y en un postrero esfuerzo entregase su último aliento porque se hiciese justicia cayendo muerto antes de conocer el veredicto... sí habría sido un buen noir…
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