Estas buenas mujeres
1960 

6.6
420
Drama. Romance. Comedia
Cuatro parisinas jóvenes y atractivas que trabajan juntas en una tienda intentan escapar de la monotonía de sus vidas embarcándose en una aventura de romances por la capital francesa durante un fin de semana. Cada una de ellas tiene un sueño: Ginette, quiere ser cantante de music hall, Jacqueline sólo ansía la llegada del amor de su vida, Rita desea ser más recatada y Jane, novia de un soldado, busca por el contrario, divertirse y ... [+]
20 de julio de 2011
20 de julio de 2011
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarto largometraje de Claude Chabrol, escrito por Paul Gégauff y Claude Chabrol a partir de un argumento de Paul Gégauff. Producido por Robert y Raymond Hakim, se rueda en Paris entre diciembre de 1959 y marzo de 1960. Se estrena el 22 de abril de 1960 (Francia).
Narra la historia de cuatro muchachas parisinas que trabajan en el establecimiento “Maison Balin”, de Paris, dedicado a la venta al por menor de electrodomésticos, lámparas, apliques, bombillas y similares. Las protagonistas son Jane (Lafont), Rita (Saint-Simon), Ginette (Audran) y Jacqueline (Joano). A las cuatro les gusta divertirse, acudir a salas de baile, presenciar espectáculos de music–hall, relacionarse con otras personas y con chicos de su edad, bromear, visitar la ciudad, etc. Jane es morena, simpática, encantadora, desenvuelta, habladora, espontánea, aventurera y más liberal que sus compañeras. Rita, rubia, se deja llevar, es poco ambiciosa y poco o nada luchadora. Ginette es reservada, soñadora, algo misteriosa y por las noches se separa del grupo sin dar explicaciones convincentes. Jacqueline, también morena, de cabellos lacios, es seria, sencilla, romántica, idealista y confiada. Las cuatro buscan o más bien esperan encontrar un romance.
Chabrol construye la obra con los materiales, conceptos, técnicas, estilo y estética de la “nouvelle vague”. Rueda en escenarios exteriores e interiores reales, que corresponden a los lugares en los que tiene lugar la acción. Hace uso de la cámara en mano y del estilo documentalista. Los actores y las actrices parece que improvisan, emplean poco maquillaje y visten con naturalidad prendas comunes, habituales en su momento, exentas de adornos artificiosos. Explica los hechos con sencillez, sin añadidos y sin complicaciones narrativas. El resultado es un trabajo que destila realismo, proximidad, credibilidad y verismo. El aburrimiento de las chicas en el trabajo es tan verosímil, que el espectador se siente contagiado. La vida en grupo se presenta salpicada de reacciones ingenuas y jocosas que trasmiten a la acción apariencias casi tangibles de espontaneidad y autenticidad.
Las protagonistas son encantadoras, captan el interés del espectador y lo introducen en sus vivencias como compañero de aventura más que como observador. El realizador se sirve con cierta reiteración de la metáfora y de los paralelismos. La visita al zoológico le permite perfilar la descripción de los caracteres de los personajes, a los que atribuye elementos y rasgos que observa en algunos de los animales. Las jaulas en los que se hallan encerrados plantean sugerencias sobre las barreras que limitan y cierran el mundo de las chicas y de sus amigos. En algún momento las voces del grupo se confunden con los rugidos de las fieras.
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Narra la historia de cuatro muchachas parisinas que trabajan en el establecimiento “Maison Balin”, de Paris, dedicado a la venta al por menor de electrodomésticos, lámparas, apliques, bombillas y similares. Las protagonistas son Jane (Lafont), Rita (Saint-Simon), Ginette (Audran) y Jacqueline (Joano). A las cuatro les gusta divertirse, acudir a salas de baile, presenciar espectáculos de music–hall, relacionarse con otras personas y con chicos de su edad, bromear, visitar la ciudad, etc. Jane es morena, simpática, encantadora, desenvuelta, habladora, espontánea, aventurera y más liberal que sus compañeras. Rita, rubia, se deja llevar, es poco ambiciosa y poco o nada luchadora. Ginette es reservada, soñadora, algo misteriosa y por las noches se separa del grupo sin dar explicaciones convincentes. Jacqueline, también morena, de cabellos lacios, es seria, sencilla, romántica, idealista y confiada. Las cuatro buscan o más bien esperan encontrar un romance.
Chabrol construye la obra con los materiales, conceptos, técnicas, estilo y estética de la “nouvelle vague”. Rueda en escenarios exteriores e interiores reales, que corresponden a los lugares en los que tiene lugar la acción. Hace uso de la cámara en mano y del estilo documentalista. Los actores y las actrices parece que improvisan, emplean poco maquillaje y visten con naturalidad prendas comunes, habituales en su momento, exentas de adornos artificiosos. Explica los hechos con sencillez, sin añadidos y sin complicaciones narrativas. El resultado es un trabajo que destila realismo, proximidad, credibilidad y verismo. El aburrimiento de las chicas en el trabajo es tan verosímil, que el espectador se siente contagiado. La vida en grupo se presenta salpicada de reacciones ingenuas y jocosas que trasmiten a la acción apariencias casi tangibles de espontaneidad y autenticidad.
Las protagonistas son encantadoras, captan el interés del espectador y lo introducen en sus vivencias como compañero de aventura más que como observador. El realizador se sirve con cierta reiteración de la metáfora y de los paralelismos. La visita al zoológico le permite perfilar la descripción de los caracteres de los personajes, a los que atribuye elementos y rasgos que observa en algunos de los animales. Las jaulas en los que se hallan encerrados plantean sugerencias sobre las barreras que limitan y cierran el mundo de las chicas y de sus amigos. En algún momento las voces del grupo se confunden con los rugidos de las fieras.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
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Conviene observar los detalles de los vestidos y del peinado de las protagonistas porque de ellos se derivan referencias significativas sobre su manera de ser y sobre sus deseos y propósitos. La acción incorpora dos referencias misteriosas e intrigantes, que no se resuelven de manera inmediata.
La fotografía, de Henri Decae, compone escenas colectivas que desbordan bullicio y alegría sobrada. En este sentido sobresale la escena del baile de la rueda en la sala de fiestas, que se presenta montada con pericia y habilidad. No faltan planos picados impresionantes, como el que muestra el movimiento de entradas y salidas del metro o el que hiela el alma en el bosque. En este lugar, la cámara construye varias encuadres subjetivos en movimiento, tomados en contrapicado, que evocan la entrada del leñador en el bosque de Rashomon.
La banda sonora ofrece un repertorio rico en cortes variados y diversos. Combina melodías de baile del momento, canciones de moda de los últimos 50 y cortes originales creados por Paul Misraki para la ocasión. Los cortes de fondo de los últimos 15 minutos, a cargo de una orquesta de cuerdas y viento, aportan un lirismo conmovedor de extraordinaria belleza.
Conviene observar los detalles de los vestidos y del peinado de las protagonistas porque de ellos se derivan referencias significativas sobre su manera de ser y sobre sus deseos y propósitos. La acción incorpora dos referencias misteriosas e intrigantes, que no se resuelven de manera inmediata.
La fotografía, de Henri Decae, compone escenas colectivas que desbordan bullicio y alegría sobrada. En este sentido sobresale la escena del baile de la rueda en la sala de fiestas, que se presenta montada con pericia y habilidad. No faltan planos picados impresionantes, como el que muestra el movimiento de entradas y salidas del metro o el que hiela el alma en el bosque. En este lugar, la cámara construye varias encuadres subjetivos en movimiento, tomados en contrapicado, que evocan la entrada del leñador en el bosque de Rashomon.
La banda sonora ofrece un repertorio rico en cortes variados y diversos. Combina melodías de baile del momento, canciones de moda de los últimos 50 y cortes originales creados por Paul Misraki para la ocasión. Los cortes de fondo de los últimos 15 minutos, a cargo de una orquesta de cuerdas y viento, aportan un lirismo conmovedor de extraordinaria belleza.
21 de junio de 2018
21 de junio de 2018
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Salidas nocturnas, alegría (también fingida), París, chicas guapas de peinados y vestidos impecables y champagne. ¿qué más queremos? Viva el cine francés y viva La novelle vague y Claude Chabrol antes de ponerse demasiado espeso y criminal
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ese final y la manera en que está rodada la terrible secuencia. Inolvidable.
22 de octubre de 2020
22 de octubre de 2020
1 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Técnicamente bien filmada. Notable iluminación, brillante fotografía de París tanto en interiores como exteriores.
Muchos momentos, llamativa conjunción de música e imágenes. Al unísono. Sin diálogos. Como un ballet, se diría.
Las chicas de esta obra coral, destacan, son llamativas, atractivas. Como un decorado más.
Pero con estos y otros atributos, la historia, lo que cuenta, la trama y desarrollo, aburrida, un tostón. Sin sabor.
Impensable en Chabrol. Una de las películas más impersonales, de cuantas he visto del gran Gourmet.
Anodina como una tarde de viento, insulsa cuán guiso sin sal , helado que se come con los ojos con sabor a corcho.
Si la hubiese visto sin saber quién es el autor, jamás hubiese adivinado ni de lejos. Firma sin señas de identidad. Para el cuarto filme del gran creador Francés.
Para mí, caramelo con envoltorio brillante, casi deslumbrante pero con un guisante aguado dentro.
Muchos momentos, llamativa conjunción de música e imágenes. Al unísono. Sin diálogos. Como un ballet, se diría.
Las chicas de esta obra coral, destacan, son llamativas, atractivas. Como un decorado más.
Pero con estos y otros atributos, la historia, lo que cuenta, la trama y desarrollo, aburrida, un tostón. Sin sabor.
Impensable en Chabrol. Una de las películas más impersonales, de cuantas he visto del gran Gourmet.
Anodina como una tarde de viento, insulsa cuán guiso sin sal , helado que se come con los ojos con sabor a corcho.
Si la hubiese visto sin saber quién es el autor, jamás hubiese adivinado ni de lejos. Firma sin señas de identidad. Para el cuarto filme del gran creador Francés.
Para mí, caramelo con envoltorio brillante, casi deslumbrante pero con un guisante aguado dentro.
15 de septiembre de 2012
15 de septiembre de 2012
3 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muestra un grupo de chicas más bien jóvenes y distintas entre sí que tratan de encontrar un hueco en su vida para la felicidad y de paso para el amor. Pero todo el rato se nos muestra esta búsqueda desde el prisma del puro aburrimiento, del vacío existencial: esa desidia en el trabajo, donde dan la sensación de zánganas integrales todas ellas, esa inercia de salir a los tugurios más dudosos comandado por Jane (sobre todo al principio de la película), en donde te dan ganas de abofetearla a ella y a los chicos con los que salen de lo descerebrados que parecen... Y las demás dejándose llevar, que es un poco la moraleja de la película, tú disfruta, mézclate con imbéciles, tómate todo a chufla, y así es como serás feliz... Así es como es Chabrol, chicos, él ante todo era un hedonista, y sus películas muy brabuconas. El papelito que hace aquí es de traca: un viejo verde. Y el final, en donde se ve cómo podría ser una relación seria y "de verdad" de la chica más inteligente del grupo, termina de una manera abrupta, casi inverosímil. Muy vasta e increíble para lo que es el resto de la película. Lógicamente, aquí Chabrol se pretende burlar de lo que es el sentimiento amoroso sincero, y de lo que es una chica con una neurona más que las demás.
La otra opción a esto es el cine de ERIC RÖHMER, y yo la elijo.
La otra opción a esto es el cine de ERIC RÖHMER, y yo la elijo.
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