Ángeles y forajidos

Si de algo han pecado los westerns de los útimos años, salvo honrosas excepiones, es de la falta de sangre y escenas explícitas, sustituidas normalmente por más carga dramática. Esta cinta muestra que se puede contar una historia más o menos seria sin renunciar a algo más visual, al menos en el primer acto donde se nos presentan a la típica banda de ladrones a la que habrá que dar caza.

El segundo acto da un giro algo extraño, del que no daré mucho más detalle, y bastante efectivo. Pero tiene un problema, se alarga en practicamente un sólo escenario durante más de una hora, lo que hace que aún siendo una parte importante para la trama se pierda muchísimo ritmo y puede llegar a ser tediosa en ocasiones.
En este tramo se nos da a conocer muy bien la psicología de los personajes, en general zafia y amoral, en la que cada actor representa un tipo de comportamiento distinto frente a las reglas establecidas. Además hay cierta crítica a la moral religiosa bastante interesante, la gente que más presume de recta puede llegar a ser la más hipócrita.

Estéticamente se caracteriza por tener unos ambientes bastante sucios y unos personajes más sucios aún, muy spaghetti en ese sentido. También goza de una música bastante aceptable, sobre todo capaz de remarcar las partes más tensas de la historia, que son unas cuantas.

En general aceptable western, aunque quizás encaje mejor en el thriller y el oeste sólo sea un marco.

Interesante ópera prima de Mollner. Por momentos sabor a western añejo con gotas de humor negro, en todo un homenaje al western del propio Tarantino. Hay que ver como domina el director la escena en la cabaña del predicador, con la tensión en aumento hasta que estalla la violencia. Al más puro estilo que recientemente hemos visto en "The hateful eight"

Sinopsis, que aún filmaffinity no la ha colgado:

Una banda de forajidos asalta un banco dejando un rastro de sangre a su paso. Mientras son perseguidos por la ley, la banda se refugia en la casa de un predicador y su familia. Una familia con turbios secretos que irán saliendo a la luz, porque el dichoso predicador abusa sexualmente de sus hijas, una de las cuales verá, en la llegada de los ladrones, la oportunidad de vengarse.

La película es todo un estudio de cómo la violencia engendra violencia. A pesar de no contar con actores de renombre, está muy bien interpretada, especialmente llamativa la actuación/transformación de la hija mayor del predicador, interpretada por la hija de la actriz Frances Fisher y de Clin Eastwood. los papás se pueden sentir orgullosos de su retoño. La mejor actuación para el mejor personaje de la película.

El arranque es brutal, quizás demasiado brutal, la secuencia de créditos iniciales con la que abre esta obra, firma unos cheques que el resto del film no puede pagar, aún tratándose de algo fresco entretenido y bueno.

Unos forajidos de espagueti western, huyen de un asalto a un banco perseguidos por unos cazarrecompensas y en su huida hacen una parada en una casa de una familia religiosa un tanto peculiar. Y aquí es donde transcurre casi toda la película. En esta noche. En una combinación de los odiosos 8 con funny games, un estilo tarantinesco, que ni es bueno ni es malo, es una comparación aunque las comparaciones sean odiosas.

Lo bueno, la fotografía, la suciedad, el gore, el mal rollo, el incesto, el humor negro, el combinar el género home-invasion con el western y la violencia que se muestra abiertamente

Lo malo, sus reminiscencias a cosas que ya hemos visto, su estilo plagio/homenaje a Quentin y cierta caída de ritmo en algunas conversaciones o algún abuso de detalles como el golpe de zoom. Algunos momentos se cortan cuando deberían ir mas allá.
El arranque es tan impactante, con esa realización, con esas pausas, con esa violencia, que uno echa de menos algo similar en el final, y aunque hay un montón de disparos y de sangre, no llega.

No obstante, es un cine de autor muy interesante y recomendable, para estómagos curtidos, ya que la manera en la que muestra el sexo o la violencia son bastante explícitas, aún siendo solo sugeridas sin mostrar carne.
Mencionar el trabajo de Francesca Fisher-Eastwood que muestra su potencial, aunque teniendo al maestro en casa la cosa no debía apuntar en otra dirección.

Cuchillo, Nuevo México, 1887. Dos chiquillas discuten por la calle sobre el tamaño de las pollas de los muchachos. De repente a una le vuelan la cabeza de un tiro y salpica sangre por todos lados. Ni rastro de los sesos (no de los sexos).
Una voz en off salmodia durante los créditos no sé bien que romances sobre el origen de la violencia, la inocencia y la oscuridad. ¡Cómo si tuvieran algo que ver!
Huida de los forajidos, persecución, rastro de sangre y de muertos hasta llegar a la casa de un ¿predicador?, con una esposa "llena de Espíritu Santo", dos hijas "angelicales" y un montón de gallinas campando a sus anchas en la mesa de comer o por las camas. ¿Símbolo del puterío?
El resto es un rollo que subordina la posible credibilidad de la trama a pretender la sorpresa del espectador con escenas de una violencia gratuita que mezcla lo gore con lo puerco y con algunas gotas de simple porno.
En fin, una banalización de la violencia con ínfulas filosóficas de vía estrecha. Esto último seguramente es lo peor.
No salvamos ni el guion ni la realización. Únicamente la excelente ambientación, la iluminación de los rostros en los interiores y la fotografía.
Un montón de diablos y de diablas pegando tiros y dando golpes que salpican de jugo de tomate la pantalla. Para pegarse un tiro.
Nada recomendable salvo a los aficionados a lo gore y al ketchup.

Desconocida producción de un género en decadencia que, de forma aislada, nos sorprende positivamente de tarde en tarde. Este film, rodado con película de 35mm en el año 2016, y con un formato, tecniscope, cuando estos sistemas ya estaban en desuso por la invasión del digital, nos muestra una historia violenta, bien realizada, con una carga sexual importante y explícita,con la que el director nos obsequia dando una cierta originalidad al film, aunque no sea agradable para algunos espectadores.
Los actores están a la altura del argumento, dando al conjunto un dramatismo creíble, dentro de lo que se puede esperar de este tipo de Westerns violentos y exagerados.