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Mañana será otro día

Comedia Con la intención de labrarse un futuro en el mundo del espectáculo, Paco y Lisa huyen a Barcelona en un coche robado. Tras buscar trabajo infructuosamente, los dos jóvenes se irán sumergiendo en la delincuencia. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
8 de noviembre de 2016
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
”But the lights are too bright when you see all the dirt
I know it hurts.”

It Don’t Rain In Beverly Hills, Dean And Britta

Mañana Será Otro Día es la película menos preocupada por aparentar ser moderna en su forma de toda La Escuela de Barcelona y de forma simultánea la que menos envejecida queda a medio siglo de su estreno. Del resto de obras de Jordá, Nunes, Aranda y otros, si se rasca bajo la superficie, no deja de quedar una equivalencia al modernismo de garrafón que pueda tener un joven de hoy día por creerse mejor que cualquier otro por escuchar músicas poco comunes, es decir, nada. Aquel aperturismo a la Nouvelle Vague y el Free Cinema fue valioso tanto en cuanto supuso conocer otras soluciones formales sin mucho desfase temporal, pero nada más.

La historia ya es otro cantar. Resulta casi universal. Sonia Bruno y Juan Luis Galiardo son dos pobres diablos que se mudan a Barcelona buscando cumplir su sueño de triunfar en el mundo del espectáculo, y ni a ir tirando llegan los pobres. Es la clásica historia de sueños rotos, solo que Jaime Camino ni condena a los personajes (cuando ya truncado su objetivo la una termina en la prostitución y el otro siendo matarife empotrado de un mafioso local) ni moraliza ni mucho menos pretende hacer una alegoría disuasoria, algo muy común en el cine español de los sesenta. Todo caso lo contrario: que después de las penurias vividas Sonia Bruno y Juan Luis Galiardo terminen por irse de Barcelona al Levante igual de inconscientes y animosos que al principio del film sí que resulta moderno de verdad.

En el guión participó el inmenso Román Gubern, teórico del cine que justifica los momentos meta, los planos autoconscientes sobre el ejercicio de voyeurismo que es el cine (ese plano desde la perspectiva de un catalejo), la transición de comedia amable y ligera a drama comedido tirando a tocho y los planos a lo screen test de Andy Warhol. El enorme Luis Ciges suelta un ”joer que es que mi cuñao dice que te pué de salir el niño sin uñas” a colación de los presuntos males del uso de la píldora abortiva. Y encima hay un plano desde el interior del ascensor de un hotel en ascenso (años después homenajeado en el Sueñan Los Androides de Ion De Sosa) y otro de Galiardo corriendo tras el taxi de Sonia en la Gran Vía de las Corts de Barcelona que es que son sublimes.
Jark Prongo
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7 de abril de 2013
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una comedia agridulce sobre una pareja joven que decide buscarse la vida en Barcelona. Esta pareja es encarnada por el gran actor que fue Juan Luis Galiardo y la gran estrella del cine español de los años 60 Sonia Bruno. Ambos brillan con luz propia en bastantes escenas y la obra en general está plasmada con una estética elegante. Los fondos musicales son agradables y están muy bien utilizados, especialmente en las escenas de la sesión de fotos en la playa con el intercambio de los modelos de gafas. Jaime Camino saca buen partido cinematográfico del paisaje urbano de Barcelona. Es una película que se desmarca del realismo naturalista de que hace gala el cine español cada vez que trata el tema de la juventud más o menos lanzada al mundo de la calle y de los peligros morales ya que opta por un ligero optimismo. El automóvil con el que la pareja entra en Barcelona destaca por su belleza de líneas.
Cromatico
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24 de octubre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mi es una de las mejores obras de Jaime Camino. Adscrito a la Escuela de Barcelona y a la tan comentada renovación del cine español, con influencia, se dice, de la nouvelle vague, es, más sencillamente una obra realista, con un guión sólido, una excelente fotografía y una acertada interpretación de Galiardo y de Sonia Bruno.
Una historia contada como debe hacerse, sin trucos, yendo al grano, con su punto de crítica social y de algunos ambientes, como el del cine y la publicidad.
La estética ya es de plenos años sesenta , lo mismo que el clima, cuando se ha perdido la ingenuidad de los cincuenta y todo empieza a ser algo cínico.
Es de agradecer que en la banda sonora se haga sitio para un estupendo concierto de Mozart.
Es una película muy cuidada en los detalles. Por exigencias de la censura hay notables elipsis en las relaciones sexuales. Mejor. Ya vendrían los setenta, los ochenta y hasta hoy para el semi-porno.
La única pega es que habría hecho falta más ritmo en el desenlace. Resulta algo insípido.
yoparam
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