Fraulein

Dura historia de una joven que llega a una nueva ciudad tras un pasado en la guerra de Bosnia. Poco a poco iremos descubriendo parte de la historia y las circunstancias de esta mujer y esto nos hará comprender su aparentemente excéntrica conducta en el presente. También a través de mujeres de otras generaciones comprendemos que el ciclo de la vida se repite constantemente, con sus soledades, proyectos frustrados y momentaneos instantes de felicidad.
Una interesante propuesta que deja un sabor agridulce. Amargo. Pero merece la pena darle una oportunidad a este tipo de cine tan alejado de lo más comercial.
Seguramente no ganará mucho dinero en taquilla, pero se agradece que haya gente por el mundo contando historias cotidianas y que en ocasiones tienen virtudes que no posee el cine que la mayoría consume.
¡Cuanta soledad hay en la vida adulta!
El triste ambiente laboral de un modesto restaurante está muy bien captado.
Interesante también el personaje de la mujer que es dueña del restaurante. Una mujer reprimida que casi se ha olvidado de "vivir" y sólo parece empujada a "sobrevivir".

Película de colores grises y espacios cerrados que reflejan la claustrofobia emocional de los personajes que trabajan en el restaurante. Buen ejemplo del cine minimalista europeo que refleja con voluntario despojamiento la realidad cotidiana, dura y ensimismada, de unos emigrados.
El bello personaje de la jóven bosnia que anima todo el cuadro tiene, al mismo tiempo, un carácter concreto y abstracto. Es el personaje que, portadora de la muerte, hace revivir a la amiga y quién siempre se aleja, conocedora más que nadie, que la esencia de la vida es su carácter de errancia y provisionalidad.
Una película más que interesante en sus propuestas de argumento y formales.

Fraulein recurre al manido recurso de guión del extraño benefactor para construir un convincente drama hiperrealista cargado de elementos metafóricos. No es casual, pues, el hecho de que los tres personajes principales, tres mujeres inmigrantes cuyas vidas se cruzan en Zurich, procedan de las tres repúblicas de la antigua ex-Yugoslavia resultantes de la guerra de los Balcanes (Serbia, Bosnia y Croacia). El sentido de dichas procedencias es, sin duda, la representación de la necesidad moral que estos tres nuevos Estados tienen de interrelacionarse pacíficamente entre sí y de superar definitivamente los traumas de tan cruenta contienda. Lastimosamente, un final algo brusco y repentino no hace honor al interés que el relato despierta durante buena parte de sus poco más de 80 minutos de metraje.

Cine sin aderezos, sin ayudita, sin "ahora viene la parte que..." Una historia que conmueve con sólo dejarse llevar por su crudeza y su relato directo y desangelado, como si fueramos testigos privilegiados, como si fueramos uno más del personal de ese restaurant proletario de Zurich, entorno de estas dos mujeres solas y tan distintas, tan parecidas.. Qué buenas actuaciones. Qué interesante opera prima para esta cineasta. Habrá que recordar su nombre y seguirle los pasos. El final para mí, completamente inesperado. Una invitación a seguir pensando esta obrita de arte.

Una más que interesante ópera prima centrada en una aparentemente sencilla historia y apoyada en los dos personajes principales: Ruza es una emigrante eficiente y conservadora, regentando un restaurante que funciona como un reloj suizo. Anna es una joven que como Ruza en sus tiempos, llega a Suiza, aparentemente llena de vida y dinamismo, pero con un secreto dramático. Entre ambas surge una relación especial, tan tensa como destensadora de sus miedos y soledades, logrando ser Anna un resorte en la vida lacónica de la amargada Ruza. Andrea Staka deletrea, sin prisa ni pausa, un drama íntimo de dos soledades y lo deletrea para que el espectador se haga cargo en todo momento, se implique y empatize con sus protagonistas. El resultado es certero, fluido, cercano a un minimalismo hondo, sentido, pero nunca buscando lo llamativo. Seco, bueno. Autora a seguir.