La melodía de la vida
1932 

6.5
269
Drama
El doctor Felix Klauber es un médico que se crió en el seno de una familia judía en uno de los barrios más marginales de Nueva York. Gracias a su duro trabajo se ha convertido en un rico doctor de Park Avenue. Un día le llaman para que opere a su padre, Meyer Klauber, de un pequeño tumor, pero un error fatal acaba con la vida de éste. (FILMAFFINITY)
23 de diciembre de 2007
23 de diciembre de 2007
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Largometraje nº 19 de Gregory La Cava ("Al servicio de las damas", 1936). Escrito por Bernard Schubert y J. Walter Ruben, se basa en un argumento de Fannie Hurst ("Imitation Of Life"), posteriormente convertido en novela por John Adams. Se rueda, en B/N, en exteriores de NYC y en estudio (California). Producido por David O. Selznick, se estrena el 14-IV-1932 (NYC).
La acción tiene lugar en NYC entre los primeros años del s. XX y 1931. El sastre Meyer Klauber (Gregory Ratoff) está casado con Hannah (Anna Appel). Son padres de tres hijos: Félix "Felixel" (Ricardo Cortez), Magnus y Birdie. Viven modestamente en el gueto judio de la ciudad. Desde muy joven Félix muestra interés por la medicina y el estudio.
El film desarrolla un drama médico con componentes de drama familiar. Los planos iniciales evocan la ciudad, la animación de las calles y la vida en el gueto judío de NYC, en torno a 1904. La comparación entre las fotografías de entonces y las imágenes del film, permite hablar de una reproducción correcta y emotiva. Es una de las pocas obras de Hollywood que en los años 30 presta atención al colectivo judío. Los protagonistas del relato, el héroe del film y el entorno en el que se mueven, son judíos. Éstos son tratados con normalidad y sinceridad, en unos momentos en los que el antisemitismo se extiende por el mundo, presagiando tiempos ignominiosos. Glosa con acierto las diferencias que se observan entre el mundo antiguo (los padres que emigraron a América) y el nuevo (los hijos nacidos en América), abierto al progreso y al ascenso social. Esboza la situación del país en los primeros años de la Depresión, que sigue al crack de la Bolsa de NY (24-X-1929). Critica las desigualdades sociales y satiriza la fatuidad de los vanidosos. Recuerda que la ambición excesiva y el individualismo exagerado, llevan aparejados peligros relevantes de fracaso y frustración. Muestra con pasión las riesgos que corren las personas que se distancian de la familia, la comunidad y los amigos de siempre. El film aporta un vibrante retrato de la sociedad neoyorquina de los años 30, de los temas que le preocupaban y de las tendencias que se manifestaban en ella. La cinta no está exenta de humor, en ocasiones basado en la exageración de los estereotipos atribuidos a los judíos. El título original hace referencia al número de habitantes de NYC del censo de 31-XII-1930, hecho público durante el rodaje.
La música, de Max Steiner, aporta una bonita partitura original, de carácter descriptivo, que acompaña los lances de la acción. Añade varios fragmentos de canciones tradicionales. La fotografía, de Leo Tover ("Casablanca"), ofrece una narración fluida y dinámica, con elegantes movimientos de cámara en "trevellings" sobre ruedas y de grúa. La novedad de éstos no impide desplazamientos espectaculares. No aparece todavía el "zoom". La buena realización, las buenas interpretaciones y el dramatismo del relato, muy del gusto de entonces, propician el éxito del film.
La acción tiene lugar en NYC entre los primeros años del s. XX y 1931. El sastre Meyer Klauber (Gregory Ratoff) está casado con Hannah (Anna Appel). Son padres de tres hijos: Félix "Felixel" (Ricardo Cortez), Magnus y Birdie. Viven modestamente en el gueto judio de la ciudad. Desde muy joven Félix muestra interés por la medicina y el estudio.
El film desarrolla un drama médico con componentes de drama familiar. Los planos iniciales evocan la ciudad, la animación de las calles y la vida en el gueto judío de NYC, en torno a 1904. La comparación entre las fotografías de entonces y las imágenes del film, permite hablar de una reproducción correcta y emotiva. Es una de las pocas obras de Hollywood que en los años 30 presta atención al colectivo judío. Los protagonistas del relato, el héroe del film y el entorno en el que se mueven, son judíos. Éstos son tratados con normalidad y sinceridad, en unos momentos en los que el antisemitismo se extiende por el mundo, presagiando tiempos ignominiosos. Glosa con acierto las diferencias que se observan entre el mundo antiguo (los padres que emigraron a América) y el nuevo (los hijos nacidos en América), abierto al progreso y al ascenso social. Esboza la situación del país en los primeros años de la Depresión, que sigue al crack de la Bolsa de NY (24-X-1929). Critica las desigualdades sociales y satiriza la fatuidad de los vanidosos. Recuerda que la ambición excesiva y el individualismo exagerado, llevan aparejados peligros relevantes de fracaso y frustración. Muestra con pasión las riesgos que corren las personas que se distancian de la familia, la comunidad y los amigos de siempre. El film aporta un vibrante retrato de la sociedad neoyorquina de los años 30, de los temas que le preocupaban y de las tendencias que se manifestaban en ella. La cinta no está exenta de humor, en ocasiones basado en la exageración de los estereotipos atribuidos a los judíos. El título original hace referencia al número de habitantes de NYC del censo de 31-XII-1930, hecho público durante el rodaje.
La música, de Max Steiner, aporta una bonita partitura original, de carácter descriptivo, que acompaña los lances de la acción. Añade varios fragmentos de canciones tradicionales. La fotografía, de Leo Tover ("Casablanca"), ofrece una narración fluida y dinámica, con elegantes movimientos de cámara en "trevellings" sobre ruedas y de grúa. La novedad de éstos no impide desplazamientos espectaculares. No aparece todavía el "zoom". La buena realización, las buenas interpretaciones y el dramatismo del relato, muy del gusto de entonces, propician el éxito del film.
11 de abril de 2018
11 de abril de 2018
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
In de gueto..
Andesnou frai... Ondecolein grei Chicago mun... Beibi beni charlis gonis in de gueto... Andejar mama crai... Posdenifi guan sidosido nim Modli di engrin maufi...
Pobre desgraciado que no sabe ni por dónde le da el aire es explotado sistemática, torticera y brutalmente por su propia familia llena de desalmados, manipuladores, avariciosos y tontos.
Tipo sin sangre, fuste ni criterio, médico de vocación y profesión es castrado, timado y saqueado por la parentela más directa, cercana y aviesa, también abyecta.
Le quitan la novia, la clientela (pobre y santa), la hombría, la esperanza, la decencia, la dignidad, la misma vida entera.
Todo sea por un necio ascenso social, por un ridículo esnobismo y un afán trepa que espantarían al más pintado.
Se trata de la demolición angustiosa y asfixiante, constante, consecutiva y abominable de un panoli de cuidado, hablamos de su destrucción y aniquilación concienzudas hasta ser convertido en un miserable trapo/guiñapo, en un ser lastimero, lloroso, penoso, para salir corriendo y echar el resto.
Judíos todos ellos, de origen europeo, se supone, residencia neoyorquina de principios de siglo y destino empingorotado de nuevos ricos llenos de dinero sucio.
Construida con calma, brío y buen hacer, ejercicio de artesanía pulcro y esmerado, esta historia aberrante y ofensiva que nos saja el alma con alevosía, de estrepitosa esencia melodramática, se erige como un monumento al disparate sin parangón ni mediodía, un puro himno a la mayor felonía.
En el duelo siempre presente entre lo sublime y lo ridículo ganan por goleada los bufones que se ríen en nuestra cara con tanto grueso desafuero.
Histeria moral, grotesca manipulación emocional y agresiva monserga bobalicona y preñada de atroz simpleza como elementos de un producto que asombra por su exagerada sensiblería, desordenado/desorejado e inverosímil sentimentalismo y salvaje grosería argumentativa.
Contrasta tanta bellaquería y majadería narrativa con la pericia y hermosura de la mirada puramente cinematográfica, racional, cabal, limpia, clara, feliz, moderada, sin pausa ni prisa (no como en el cine de hoy día que vamos a toque de pito todo el santo día echando el bofe en cada esquina porque consideran que la atención del público actual es más efímera y negligente que un pedo sin nutriente ni algarabía), elegante, templada.
El conjunto, la mezcla de opuestos tan evidentes; la sobriedad de la forma frente al despelote del fondo, se podría establecer como un nuevo género que quizás podríamos denominar como folletón espartano, calvinista desenfreno, luterano recochineo, judío merodeo o quién sabe si católico vituperio, mahometano cachondeo o budista correteo.
En fin, si me lo cuentan no me lo creo, hay que visitarlo y vivirlo en directo, esta es una experiencia artística/catártica y lo demás es cuento.
Andesnou frai... Ondecolein grei Chicago mun... Beibi beni charlis gonis in de gueto... Andejar mama crai... Posdenifi guan sidosido nim Modli di engrin maufi...
Pobre desgraciado que no sabe ni por dónde le da el aire es explotado sistemática, torticera y brutalmente por su propia familia llena de desalmados, manipuladores, avariciosos y tontos.
Tipo sin sangre, fuste ni criterio, médico de vocación y profesión es castrado, timado y saqueado por la parentela más directa, cercana y aviesa, también abyecta.
Le quitan la novia, la clientela (pobre y santa), la hombría, la esperanza, la decencia, la dignidad, la misma vida entera.
Todo sea por un necio ascenso social, por un ridículo esnobismo y un afán trepa que espantarían al más pintado.
Se trata de la demolición angustiosa y asfixiante, constante, consecutiva y abominable de un panoli de cuidado, hablamos de su destrucción y aniquilación concienzudas hasta ser convertido en un miserable trapo/guiñapo, en un ser lastimero, lloroso, penoso, para salir corriendo y echar el resto.
Judíos todos ellos, de origen europeo, se supone, residencia neoyorquina de principios de siglo y destino empingorotado de nuevos ricos llenos de dinero sucio.
Construida con calma, brío y buen hacer, ejercicio de artesanía pulcro y esmerado, esta historia aberrante y ofensiva que nos saja el alma con alevosía, de estrepitosa esencia melodramática, se erige como un monumento al disparate sin parangón ni mediodía, un puro himno a la mayor felonía.
En el duelo siempre presente entre lo sublime y lo ridículo ganan por goleada los bufones que se ríen en nuestra cara con tanto grueso desafuero.
Histeria moral, grotesca manipulación emocional y agresiva monserga bobalicona y preñada de atroz simpleza como elementos de un producto que asombra por su exagerada sensiblería, desordenado/desorejado e inverosímil sentimentalismo y salvaje grosería argumentativa.
Contrasta tanta bellaquería y majadería narrativa con la pericia y hermosura de la mirada puramente cinematográfica, racional, cabal, limpia, clara, feliz, moderada, sin pausa ni prisa (no como en el cine de hoy día que vamos a toque de pito todo el santo día echando el bofe en cada esquina porque consideran que la atención del público actual es más efímera y negligente que un pedo sin nutriente ni algarabía), elegante, templada.
El conjunto, la mezcla de opuestos tan evidentes; la sobriedad de la forma frente al despelote del fondo, se podría establecer como un nuevo género que quizás podríamos denominar como folletón espartano, calvinista desenfreno, luterano recochineo, judío merodeo o quién sabe si católico vituperio, mahometano cachondeo o budista correteo.
En fin, si me lo cuentan no me lo creo, hay que visitarlo y vivirlo en directo, esta es una experiencia artística/catártica y lo demás es cuento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Todo es un delirio escandaloso, a Dios pongo por testigo, pero lo que sucede a partir del parraque del padre en plena celebración familiar-religiosa es como apara atracarse a berberechos caducados, esa sucesión de... tumor cerebral-te opero-te mato-y yo me muero-de todo me arrepiento-me atormento-me arrodillo ante la cama de mi santa amada a la que tenía un tanto abandonada quizás casi como a un trapo viejo-ella también se opera (donde cabe uno, dos son pocos pero más que ninguno)-yo me lo pienso-la salvo-soy el mejor y más bueno-me redimo-vuelvo con los pobres-los médicos somos lo más cuando nos ponemos... todo eso debería figurar en el muro de los lamentos y ser recordado hasta el fin de los tiempos.
- El hermano: Lo peor. Un vil explotador. Un capitalista caricaturesco y muy funesto.
- La madre: La arpía. La que manipula y controla y torea al hijo tonto, a su gusto, a su modo, la que le lleva a la perdición, al vicio, al oprobio.
- El padre: El tonto útil. Pelma de no te menees al que todos ignoran y desprecian sin que el tremendo atorrante si quiera se dé cuenta de su papel de ridículo tunante.
- La hermana: Pasiva agresiva. Pianista infame. Mosquita muerta que pesca a uno de la bolsa y se embaraza la traidora y se reproduce en cuanto puede, que el dinero no es suyo y el médico a todos provee.
- La amada: Ladina y sibilina como una sierpe. Se mueve entre las sombras. Conspira (con la madre del susodicho, ¡vaya par de mujeres más malas!), adoctrina, induce, corrompe, teatraliza el mal a toda hora. Al final caza a la presa que tanto se le resistía con el peor chantaje emocional que imaginarse quepa, el de la columna torcida y, ya puestos, la propia vida en juego que se nos iba, que se nos moría la cojita por algún mal de ojo.
- El cirujano de las manos de oro: Saco de los golpes. Cobardón, frailuno, desnortado, vendido, adulador, cortesano y, sí, finalmente salvado y bendecido a pesar de tanto crimen por omisión cometido, merecería el infierno el bendito, no ese cielo de medio pelo tan injusto.
Otras cosas:
- Costumbrismo. Estupenda una de las primeras escenas eternamente alargada en la casa plena y llena de paranoia sonora casi al estilo de "El hilo invisible" si ustedes me perdonan y también son buenas personas.
- Negocio o caridad. Tú verás.
- Pobre gente más buena que todas las cosas versus Mujeres ricas insoportables, lerdas y quejosas.
- Los médicos son como los viejos santos, los que sustituyeron a los anteriores con la llegada al cielo de la Diosa Razón y su hija la Ciencia (médica en este caso) que despacharon al viejo señor tan venerable que llevaba tantos siglos con el monopolio allí apalancado, los que portan la verdad revelada y son iluminados por la bondad y la belleza.
Conclusión: No se la pierdan. Piratéenla. No se arrepentirán. Me lo agradecerán. Ya verán.
- El hermano: Lo peor. Un vil explotador. Un capitalista caricaturesco y muy funesto.
- La madre: La arpía. La que manipula y controla y torea al hijo tonto, a su gusto, a su modo, la que le lleva a la perdición, al vicio, al oprobio.
- El padre: El tonto útil. Pelma de no te menees al que todos ignoran y desprecian sin que el tremendo atorrante si quiera se dé cuenta de su papel de ridículo tunante.
- La hermana: Pasiva agresiva. Pianista infame. Mosquita muerta que pesca a uno de la bolsa y se embaraza la traidora y se reproduce en cuanto puede, que el dinero no es suyo y el médico a todos provee.
- La amada: Ladina y sibilina como una sierpe. Se mueve entre las sombras. Conspira (con la madre del susodicho, ¡vaya par de mujeres más malas!), adoctrina, induce, corrompe, teatraliza el mal a toda hora. Al final caza a la presa que tanto se le resistía con el peor chantaje emocional que imaginarse quepa, el de la columna torcida y, ya puestos, la propia vida en juego que se nos iba, que se nos moría la cojita por algún mal de ojo.
- El cirujano de las manos de oro: Saco de los golpes. Cobardón, frailuno, desnortado, vendido, adulador, cortesano y, sí, finalmente salvado y bendecido a pesar de tanto crimen por omisión cometido, merecería el infierno el bendito, no ese cielo de medio pelo tan injusto.
Otras cosas:
- Costumbrismo. Estupenda una de las primeras escenas eternamente alargada en la casa plena y llena de paranoia sonora casi al estilo de "El hilo invisible" si ustedes me perdonan y también son buenas personas.
- Negocio o caridad. Tú verás.
- Pobre gente más buena que todas las cosas versus Mujeres ricas insoportables, lerdas y quejosas.
- Los médicos son como los viejos santos, los que sustituyeron a los anteriores con la llegada al cielo de la Diosa Razón y su hija la Ciencia (médica en este caso) que despacharon al viejo señor tan venerable que llevaba tantos siglos con el monopolio allí apalancado, los que portan la verdad revelada y son iluminados por la bondad y la belleza.
Conclusión: No se la pierdan. Piratéenla. No se arrepentirán. Me lo agradecerán. Ya verán.
21 de octubre de 2005
21 de octubre de 2005
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Agradable melodrama de Gregory La Cava acerca de una familia judía de muy humilde condición que se traslada a vivir a la zona más opulenta de Nueva York gracias al éxito del hijo médico (Cortez), dejando a un lado y semienterradas sus raíces, afectos, recuerdos y el calor, paradójico calor, de las miserias del ghetto, en el que siempre vivieron, o sea, el haber dejado allí su alma.
Es un melodrama moralista y una buena película, de las más completas de un cineasta al que ahora se quiere reivindicar apresuradamente.
Es un melodrama moralista y una buena película, de las más completas de un cineasta al que ahora se quiere reivindicar apresuradamente.
20 de junio de 2013
20 de junio de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupendo melodrama de Gregory La Cava, con ciertas dosis de comedia, cineasta un tanto olvidado pero muy representativo del cine clásico de los años 30. El argumento no descubre nada nuevo bajo el sol, la historia de una humilde familia judía, las dudas que plantea la vida ante la elección de el porvenir por parte de un joven e idealista doctor, que se debate entre la vocación de investigar y dar medicina gratis a los desheredados de forma altruista, o escoger una vida monótona y hedonista, dedicando sus conocimientos a una consulta médica para gente rica en Park Avenue, una de las zonas más pudientes de Nueva York.
Aunque la película acusa su excesiva teatralidad, pues exceptuando alguna toma exterior del gueto donde vive esta familia humilde, la mayoría son decorados, la historia es entretenida y emotiva por el ambiente familiar donde surgen los personajes arquetípicos clásicos, el hermano vividor, la chica minusválida que siempre amó a nuestro protagonista, la madre abnegada que sufre por todos y el padre bonachón y un tanto sentimental. No hace falta decir que después de alguna lección que le dará la vida, encontrará su camino, cumplen sobradamente los actores en este melodrama moralista.
Aunque la película acusa su excesiva teatralidad, pues exceptuando alguna toma exterior del gueto donde vive esta familia humilde, la mayoría son decorados, la historia es entretenida y emotiva por el ambiente familiar donde surgen los personajes arquetípicos clásicos, el hermano vividor, la chica minusválida que siempre amó a nuestro protagonista, la madre abnegada que sufre por todos y el padre bonachón y un tanto sentimental. No hace falta decir que después de alguna lección que le dará la vida, encontrará su camino, cumplen sobradamente los actores en este melodrama moralista.
6 de enero de 2015
6 de enero de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un joven médico del gueto judío neoyorkino abre una consulta privada en Park Avenue y llega a prosperar económicamente. Mas, con el tiempo, parecerá haber olvidado sus raíces...
Melodrama de Gregory La Cava que critica las desigualdades sociales, situando al personaje protagonista entre dos estatus opuestos. La acción, lacrimógena y moralista, se apoya en la partitura de Max Steiner. Una de las obras esenciales de un cineasta a reivindicar.
"Consagro mis manos al servicio...éste es mi juramento en el Templo de la Curación."
Melodrama de Gregory La Cava que critica las desigualdades sociales, situando al personaje protagonista entre dos estatus opuestos. La acción, lacrimógena y moralista, se apoya en la partitura de Max Steiner. Una de las obras esenciales de un cineasta a reivindicar.
"Consagro mis manos al servicio...éste es mi juramento en el Templo de la Curación."
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