El mago
4.9
608
Musical. Fantástico
En esta versión pop de 'El mago de Oz', Dorothy es una joven muy tímida que trabaja en Harlem como profesora de guardería. Mientras busca a su perro Toto, que se ha perdido durante una ventisca, se ve transportada a un mundo maravilloso siguiendo un camino de baldosas amarillas. (FILMAFFINITY)
21 de enero de 2020
21 de enero de 2020
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminando de ver “The Wiz” (1978) de Sidney Lumet con Diana Ross, Michael Jackson, Nipsey Russell, Ted Ross, Mabel King, Theresa Merritt, Thelma Carpenter, Lena Horne, Richard Pryor, entre otros.
Musical y clásico de culto, es una adaptación de la obra de Broadway del mismo nombre de 1975, y al igual que ésta, es una versión urbana de experiencia afroamericana de la historia del libro de L. Frank Baum, “The Wonderful Wizard of Oz”; por lo que el filme se enmarca dentro del subgénero de “blaxploitation”
La acción sigue a la maestra Dorothy cuando intenta salvar a su perro en una tormenta de nieve, es transportada a un mundo de fantasía llamado Oz; luego de asesinar accidentalmente a La Bruja Mala del Este, Dorothy descubre que un mago puede ayudarla a regresar a su mundo.
Realizado por las productoras Motown Productions y Universal Pictures, el filme obtuvo 4 nominaciones al OSCAR:
Mejor dirección de arte, vestuario, escenografía y banda sonora original.
Del reparto, Diana Ross de 33 años, era una cantante maravillosa, una actriz excelente y una gran bailarina, pero como Dorothy es extrañamente atractiva.
Sin embargo, logra capturar buenos momentos, sobre todo cuando canta; mientras que Michael Jackson, entonces ex estrella de Motown y amigo íntimo de Ross, fue elegido cuando aún no había hecho un álbum en solitario; por lo que su incorporación fue arriesgada.
De hecho, se cuenta que el padre de Jackson, Joseph, desconfiaba del proyecto y lo veía como una amenaza para la cohesión del grupo, The Jackson 5.
Pero fue aquí donde comenzó la carrera en solitario del Rey del Pop; pues durante la producción de la película, él le preguntó a Quincy Jones si le producía un proyecto de álbum en solitario... Jones, impresionado por la profesionalidad, el talento y la ética de trabajo de Jackson en la película, hizo “Off The Wall” (1979), y luego los exitosos álbumes “Thriller” (1982) y “Bad” (1987)
Por último, Ted Ross y Mabel King fueron contratados para repetir sus respectivos papeles del musical, mientras que Nipsey Russell fue elegido como “The Thin Man” y Lina Horne, suegra de Lumet durante el tiempo de producción, fue elegida como Glinda, “The Good Witch”, y el comediante Richard Pryor interpretó a “The Wiz”, que por ser el titular del filme, pasa sin pena ni gloria, de hecho, es el único que tiene menos metraje, pues todas las cámaras y los momentos están centrados en Ross.
Pero aquí también están, sin acreditar:
Roberta Flack; la mamá de Whitney Houston, Luther Vandross, Tata Vega y Cissy Houston como voces de “The Wiz Singers Adult Choir”; hasta Quincy Jones es el pianista del Emerald City.
Como dato, con la muerte de Lena Horne en 2010, Diana Ross es el último miembro del reparto principal, sobreviviente de la película.
Cabe señalar que el filme es una modificación del libreto de Broadway, hecho por Joel Schumacher; mientras que Quincy Jones supervisó la adaptación musical; por lo que se agregaron un puñado de nuevas canciones.
Y en comparación con el filme de 1939, solo utiliza lo más esencial y los personajes, pero el concepto es diferente, con un diseño de producción espectacular, aun cuando se mantiene lo “camp” de la obra cinematográfica original, tiene un vestuario exquisito, de Halston, Oscar de La Renta y demás diseñadores neoyorquinos.
Un momento nostálgico, es ver al World Trade Center como La Ciudad Esmeralda, algo que ahora podría erizar la piel a cualquiera.
Y es que esas escenas allí, fueron elaboradas utilizando al menos 650 bailarines, 385 miembros del equipo de rodaje y 1.200 trajes; sin olvidar la escena de la fábrica; y los efectos especiales visuales son de primera categoría para la época; sin olvidar que el gran Stan Winston fue el maquillador prostético principal, que hizo un trabajo de gran calidad.
Sin embargo, y muy a pesar de un fuerte reparto afroamericano, la dirección de Lumet y las candidaturas al OSCAR, el filme fue un fracaso de crítica y taquilla.
De un presupuesto de $24 millones, solo ganó $13.6 millones; y para ese momento, “The Wiz” era la película musical más cara jamás realizada; pero marcó el final del resurgimiento de las películas afroamericanas que comenzó con el movimiento de explotación “blax” de principios de la década de 1970.
No obstante, hoy es considerado un clásico de culto entre el público negro, entre los fanáticos de Michael Jackson y los entusiastas del Mundo de Oz.
En resumidas cuentas, si bien nunca tendrá el atractivo universal que ha obtenido el clásico musical de MGM de 1939, “The Wiz” queda como una mirada curiosa y bien realizada de lo que hoy se denomina “corrección política de Hollywood” que siempre ha propuesto en estas producciones familiares, “creer en ti mismo”
RECOMENDADA.
NO tendrá una nota en Lecturas Cinematográficas
http://lecturascinematograficas.blogspot.com/
Musical y clásico de culto, es una adaptación de la obra de Broadway del mismo nombre de 1975, y al igual que ésta, es una versión urbana de experiencia afroamericana de la historia del libro de L. Frank Baum, “The Wonderful Wizard of Oz”; por lo que el filme se enmarca dentro del subgénero de “blaxploitation”
La acción sigue a la maestra Dorothy cuando intenta salvar a su perro en una tormenta de nieve, es transportada a un mundo de fantasía llamado Oz; luego de asesinar accidentalmente a La Bruja Mala del Este, Dorothy descubre que un mago puede ayudarla a regresar a su mundo.
Realizado por las productoras Motown Productions y Universal Pictures, el filme obtuvo 4 nominaciones al OSCAR:
Mejor dirección de arte, vestuario, escenografía y banda sonora original.
Del reparto, Diana Ross de 33 años, era una cantante maravillosa, una actriz excelente y una gran bailarina, pero como Dorothy es extrañamente atractiva.
Sin embargo, logra capturar buenos momentos, sobre todo cuando canta; mientras que Michael Jackson, entonces ex estrella de Motown y amigo íntimo de Ross, fue elegido cuando aún no había hecho un álbum en solitario; por lo que su incorporación fue arriesgada.
De hecho, se cuenta que el padre de Jackson, Joseph, desconfiaba del proyecto y lo veía como una amenaza para la cohesión del grupo, The Jackson 5.
Pero fue aquí donde comenzó la carrera en solitario del Rey del Pop; pues durante la producción de la película, él le preguntó a Quincy Jones si le producía un proyecto de álbum en solitario... Jones, impresionado por la profesionalidad, el talento y la ética de trabajo de Jackson en la película, hizo “Off The Wall” (1979), y luego los exitosos álbumes “Thriller” (1982) y “Bad” (1987)
Por último, Ted Ross y Mabel King fueron contratados para repetir sus respectivos papeles del musical, mientras que Nipsey Russell fue elegido como “The Thin Man” y Lina Horne, suegra de Lumet durante el tiempo de producción, fue elegida como Glinda, “The Good Witch”, y el comediante Richard Pryor interpretó a “The Wiz”, que por ser el titular del filme, pasa sin pena ni gloria, de hecho, es el único que tiene menos metraje, pues todas las cámaras y los momentos están centrados en Ross.
Pero aquí también están, sin acreditar:
Roberta Flack; la mamá de Whitney Houston, Luther Vandross, Tata Vega y Cissy Houston como voces de “The Wiz Singers Adult Choir”; hasta Quincy Jones es el pianista del Emerald City.
Como dato, con la muerte de Lena Horne en 2010, Diana Ross es el último miembro del reparto principal, sobreviviente de la película.
Cabe señalar que el filme es una modificación del libreto de Broadway, hecho por Joel Schumacher; mientras que Quincy Jones supervisó la adaptación musical; por lo que se agregaron un puñado de nuevas canciones.
Y en comparación con el filme de 1939, solo utiliza lo más esencial y los personajes, pero el concepto es diferente, con un diseño de producción espectacular, aun cuando se mantiene lo “camp” de la obra cinematográfica original, tiene un vestuario exquisito, de Halston, Oscar de La Renta y demás diseñadores neoyorquinos.
Un momento nostálgico, es ver al World Trade Center como La Ciudad Esmeralda, algo que ahora podría erizar la piel a cualquiera.
Y es que esas escenas allí, fueron elaboradas utilizando al menos 650 bailarines, 385 miembros del equipo de rodaje y 1.200 trajes; sin olvidar la escena de la fábrica; y los efectos especiales visuales son de primera categoría para la época; sin olvidar que el gran Stan Winston fue el maquillador prostético principal, que hizo un trabajo de gran calidad.
Sin embargo, y muy a pesar de un fuerte reparto afroamericano, la dirección de Lumet y las candidaturas al OSCAR, el filme fue un fracaso de crítica y taquilla.
De un presupuesto de $24 millones, solo ganó $13.6 millones; y para ese momento, “The Wiz” era la película musical más cara jamás realizada; pero marcó el final del resurgimiento de las películas afroamericanas que comenzó con el movimiento de explotación “blax” de principios de la década de 1970.
No obstante, hoy es considerado un clásico de culto entre el público negro, entre los fanáticos de Michael Jackson y los entusiastas del Mundo de Oz.
En resumidas cuentas, si bien nunca tendrá el atractivo universal que ha obtenido el clásico musical de MGM de 1939, “The Wiz” queda como una mirada curiosa y bien realizada de lo que hoy se denomina “corrección política de Hollywood” que siempre ha propuesto en estas producciones familiares, “creer en ti mismo”
RECOMENDADA.
NO tendrá una nota en Lecturas Cinematográficas
http://lecturascinematograficas.blogspot.com/
29 de diciembre de 2013
29 de diciembre de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El popular cuento de Lyman Frank Baum ha estado siempre interrelacionado con el cine gracias a la colorista adaptación musical, que dirigió Victor Fleming en 1939. La cinta todo un clásico fue interpretada por Judy Garland, y Ray Bolger, Bert Lahr y Jack Haley en los respectivos papeles de Espantapájaros sin cerebro, el León sin valor y el Hombre de Hojalata sin corazón.
No fue hasta unas décadas más tarde que se dio a estrenar una rimbombante adaptación, pensando más en la película de Fleming que no en el universo imaginario de Baum, que intentaba acogerse a la moda de la blaxpoitation (subgénero cinematográfico que se caracterizaba por la interpretación al cien por cien de actores de color de la talla de Pam Grier, Richard Roundtree o Fred Williamson y que había comercializado productos tan interesantes como “Las Noches Rojas de Harlem” (Shaft, 1971), “Foxy Brown” (1974), “Un Mundo aparte” (Car Wash, 1976) o irrisorios de la talla de “Drácula Negro” (Blacula, 1972)”, “Abby” (1974) o “Cleopatra Jones” (1974)). Algunos guionistas y directores todavía no reconocidos como Joel Schumacher (que entonces trabajaban al lado de realizadores consolidados como Woody Allen) se aventuraron en esta moda.
“The Wiz” nace de la osadía aventurera de adentrarse en el terreno peligroso y sumamente urbano de un Nueva York paralizado por su complejo decorativo. Referencias no faltan desde el grafiti, a las baldosas amarillas y constantes taxis hinchables con el cartel de “Fuera de Servicio” serpentean en ese mundo mágico y particular de Oz que sin moverse de allí va a parar Dorothy (Diana Ross) y su inseparable perrito Toto y que en su largo camino a casa va a cruzarse con sus acompañantes interpretados por en el rol de Hombre de Hojalata (Nipsey Russell), el León Cobarde (Ted Ross) y un veinteañero Michael Jackson haciendo de Espantapájaros a la búsqueda de un mago interpretado por Richard Prior entre canciones (memorables “Ease on Down the Road” y “A Brand New Day”). Por lo demás, un Sidney Lumet que vio como en el mejor momento de vida profesional, esta película casi acaba con su carrera. Pero el tiempo ha hecho justicia y no tratándose de un film de culto algo sustancioso denota en éste musical acorde a su tiempo.
No fue hasta unas décadas más tarde que se dio a estrenar una rimbombante adaptación, pensando más en la película de Fleming que no en el universo imaginario de Baum, que intentaba acogerse a la moda de la blaxpoitation (subgénero cinematográfico que se caracterizaba por la interpretación al cien por cien de actores de color de la talla de Pam Grier, Richard Roundtree o Fred Williamson y que había comercializado productos tan interesantes como “Las Noches Rojas de Harlem” (Shaft, 1971), “Foxy Brown” (1974), “Un Mundo aparte” (Car Wash, 1976) o irrisorios de la talla de “Drácula Negro” (Blacula, 1972)”, “Abby” (1974) o “Cleopatra Jones” (1974)). Algunos guionistas y directores todavía no reconocidos como Joel Schumacher (que entonces trabajaban al lado de realizadores consolidados como Woody Allen) se aventuraron en esta moda.
“The Wiz” nace de la osadía aventurera de adentrarse en el terreno peligroso y sumamente urbano de un Nueva York paralizado por su complejo decorativo. Referencias no faltan desde el grafiti, a las baldosas amarillas y constantes taxis hinchables con el cartel de “Fuera de Servicio” serpentean en ese mundo mágico y particular de Oz que sin moverse de allí va a parar Dorothy (Diana Ross) y su inseparable perrito Toto y que en su largo camino a casa va a cruzarse con sus acompañantes interpretados por en el rol de Hombre de Hojalata (Nipsey Russell), el León Cobarde (Ted Ross) y un veinteañero Michael Jackson haciendo de Espantapájaros a la búsqueda de un mago interpretado por Richard Prior entre canciones (memorables “Ease on Down the Road” y “A Brand New Day”). Por lo demás, un Sidney Lumet que vio como en el mejor momento de vida profesional, esta película casi acaba con su carrera. Pero el tiempo ha hecho justicia y no tratándose de un film de culto algo sustancioso denota en éste musical acorde a su tiempo.
9 de agosto de 2014
9 de agosto de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo más interesante de esta versión urbana y afrosoul del cuento del Mago de Oz son, sin duda, sus deslumbrantes números musicales. Diana Ross, como una crecidita Dorothy, y Michael Jackson, como genial espantapájaros, nos deleitan con una sucesión de canciones y coreografías coloristas diseñadas por el gran Quincy Jones. Es probable que la película aburra a los niños y a algunos adultos poco interesados en su música, a lo que ciertamente puede contribuir el hecho de que algunas escenas se alargan en exceso. Lumet dirigió la función con su habitual profesionalidad, siendo el único musical de su carrera, al que llegó de manera inesperada. Más allá de su música, la película mantiene el mensaje original en favor de la necesidad de confiar en nuestras propias capacidades para perseguir nuestros sueños.
22 de mayo de 2020
22 de mayo de 2020
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un mundo fantástico surge de la nada en plena tormenta de nieve, un mundo de luces, colores, aventuras, brujas, magos, seres extraños y divertidos y, sobre todo, música.
Desde la pequeña Harlem neoyorkina a la imposible Oz. Dorothy se prepara para un nuevo viaje...el que esté a gusto de todos ya es otra cosa...
La legendaria novela que L. Frank Baum publicó hará ya unos 120 años ha sido llevada a todos los rincones del Planeta y traducida a innumerables idiomas; dudo que haya alguien que no conozca "El Maravilloso Mago de Oz", aunque es verdad que si hoy continúa en el imaginario colectivo es también gracias a las muchas y famosas adaptaciones que se han realizado de ella en diferentes medios. Una obra musical no tardó en llegar y Victor Fleming se haría cargo en 1.939 de una versión cinematográfica que ha pasado a la Historia, aunque el fenómeno de Oz nunca se detuvo.
Siguiendo la estela de los grandes musicales de Broadway, en 1.975 se prepara uno con libreto de William F. Brown, quien juega con la iconografía de la leyenda al resituarla en el contexto de la cultura afroamericana moderna cambiando así a todo el reparto por actores negros; Stephanie Mills, que encarna a Dorothy, y sus compañeros son aplaudidos y la obra arrasa en todas partes. Este inmenso éxito entusiasma a Berry Gordy, jefe de la discográfica y productora Motown, y rápidamente determina llevar el musical a la gran pantalla (teniendo en cuenta lo lucrativo que está resultando el género gracias a títulos como "Fiebre del Sábado Noche", "The Rocky Horror Picture Show" o "Grease").
Pero los primeros conflictos empiezan cuando Gordy, que quiere a la joven Mills de la obra de Broadway, es asaltado por Diana Ross, la estrella de Motown, que desea interpretar el papel principal; como es obvio una Dorothy de su edad no resulta lógico, por lo que es rechazada...aunque ella, lejos de darse por vencida, logra convencer al productor Rob Cohen para que Universal se haga cargo de la versión cinematográfica. El escogido para ponerse al frente de tal desaguisado es John Badham, quien se ha hecho famoso por la epopeya "disco" de Travolta; afortunadamante se da cuenta de lo disparatado del proyecto y pone pies en polvorosa...
Y para reemplazarle no se les ocurre otro que Sidney Lumet, quien a lo largo de la década ha conseguido estrenar una obra maestra tras otra sin perder un ápice de calidad e ingenio, pero todo esto en un ejercicio de pura carambola (Lena Horne, quien da vida a Glinda, es entonces suegra del veterano cineasta); aun así el hombre se muestra entusiasmado. En la historia, escrita por un joven Joel Schumacher, el imaginario de Baum y Fleming encuentra su perfecto negativo: la Kansas original se cambia por el Harlem setentero y la pequeña Dorothy es una maestra de casi treinta años que no se atreve a dar el paso definitivo para cambiar de vida.
(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)
Así, a través de este universo de ensueño de estética "kitsch"-urbana seguimos los pasos de Dorothy y sus amigos, el león, el hombre de hojalata y el espantapájaros, por unas baldosas amarillas que cruzan el centro de Manhattan hasta llegar a la ciudad Esmeralda y el castillo del mago, situados en el mismísimo World Trade Center, el cual nunca resplandeció tanto. Esa es la baza de un film que traiciona los códigos de la gran obra de Baum y que no tiene vergüenza a la hora de bombardearnos con momentos tan absurdos y disparatados que si no estuvieran acompañados de toda la virtuosidad técnica resultarían harto abochornantes.
Como resulta su plantel, compuesto por varios actores de la obra de Broadway y encabezado por una Diana Ross de preciosa voz pero pobres cualidades interpretativas (¿quién se quiere creer que ésta es la virginal Dorothy del cuento?...yo por lo menos no); destaca entre todos, además de ese Richard Pryor que demanda más papel, un joven Michael Jackson dando vida al espantapájaros antes de iniciar su carrera en solitario, que fue de lo más elogiado de la película (no sé yo por qué, oigan...).
Así es, fue tal el fracaso de taquilla de "El Mago" que no sólo le cerró las puertas a Ross como actriz, sino que significó el carpetazo definitivo al "blaxploitation", tan exitoso en los '70.
Lumet, por su parte, no pudo cerrar de peor manera una década tan buena para él; como fan suyo y no tan fan de los musicales pocas virtudes puedo señalar de esta fallida megaproducción (salvo las técnicas) que para muchos es una obra de culto.
Desde la pequeña Harlem neoyorkina a la imposible Oz. Dorothy se prepara para un nuevo viaje...el que esté a gusto de todos ya es otra cosa...
La legendaria novela que L. Frank Baum publicó hará ya unos 120 años ha sido llevada a todos los rincones del Planeta y traducida a innumerables idiomas; dudo que haya alguien que no conozca "El Maravilloso Mago de Oz", aunque es verdad que si hoy continúa en el imaginario colectivo es también gracias a las muchas y famosas adaptaciones que se han realizado de ella en diferentes medios. Una obra musical no tardó en llegar y Victor Fleming se haría cargo en 1.939 de una versión cinematográfica que ha pasado a la Historia, aunque el fenómeno de Oz nunca se detuvo.
Siguiendo la estela de los grandes musicales de Broadway, en 1.975 se prepara uno con libreto de William F. Brown, quien juega con la iconografía de la leyenda al resituarla en el contexto de la cultura afroamericana moderna cambiando así a todo el reparto por actores negros; Stephanie Mills, que encarna a Dorothy, y sus compañeros son aplaudidos y la obra arrasa en todas partes. Este inmenso éxito entusiasma a Berry Gordy, jefe de la discográfica y productora Motown, y rápidamente determina llevar el musical a la gran pantalla (teniendo en cuenta lo lucrativo que está resultando el género gracias a títulos como "Fiebre del Sábado Noche", "The Rocky Horror Picture Show" o "Grease").
Pero los primeros conflictos empiezan cuando Gordy, que quiere a la joven Mills de la obra de Broadway, es asaltado por Diana Ross, la estrella de Motown, que desea interpretar el papel principal; como es obvio una Dorothy de su edad no resulta lógico, por lo que es rechazada...aunque ella, lejos de darse por vencida, logra convencer al productor Rob Cohen para que Universal se haga cargo de la versión cinematográfica. El escogido para ponerse al frente de tal desaguisado es John Badham, quien se ha hecho famoso por la epopeya "disco" de Travolta; afortunadamante se da cuenta de lo disparatado del proyecto y pone pies en polvorosa...
Y para reemplazarle no se les ocurre otro que Sidney Lumet, quien a lo largo de la década ha conseguido estrenar una obra maestra tras otra sin perder un ápice de calidad e ingenio, pero todo esto en un ejercicio de pura carambola (Lena Horne, quien da vida a Glinda, es entonces suegra del veterano cineasta); aun así el hombre se muestra entusiasmado. En la historia, escrita por un joven Joel Schumacher, el imaginario de Baum y Fleming encuentra su perfecto negativo: la Kansas original se cambia por el Harlem setentero y la pequeña Dorothy es una maestra de casi treinta años que no se atreve a dar el paso definitivo para cambiar de vida.
(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)
Así, a través de este universo de ensueño de estética "kitsch"-urbana seguimos los pasos de Dorothy y sus amigos, el león, el hombre de hojalata y el espantapájaros, por unas baldosas amarillas que cruzan el centro de Manhattan hasta llegar a la ciudad Esmeralda y el castillo del mago, situados en el mismísimo World Trade Center, el cual nunca resplandeció tanto. Esa es la baza de un film que traiciona los códigos de la gran obra de Baum y que no tiene vergüenza a la hora de bombardearnos con momentos tan absurdos y disparatados que si no estuvieran acompañados de toda la virtuosidad técnica resultarían harto abochornantes.
Como resulta su plantel, compuesto por varios actores de la obra de Broadway y encabezado por una Diana Ross de preciosa voz pero pobres cualidades interpretativas (¿quién se quiere creer que ésta es la virginal Dorothy del cuento?...yo por lo menos no); destaca entre todos, además de ese Richard Pryor que demanda más papel, un joven Michael Jackson dando vida al espantapájaros antes de iniciar su carrera en solitario, que fue de lo más elogiado de la película (no sé yo por qué, oigan...).
Así es, fue tal el fracaso de taquilla de "El Mago" que no sólo le cerró las puertas a Ross como actriz, sino que significó el carpetazo definitivo al "blaxploitation", tan exitoso en los '70.
Lumet, por su parte, no pudo cerrar de peor manera una década tan buena para él; como fan suyo y no tan fan de los musicales pocas virtudes puedo señalar de esta fallida megaproducción (salvo las técnicas) que para muchos es una obra de culto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cuatro minutos de lo que podría ser un perfecto drama social urbano, si tenemos en cuenta quien está tras la cámara, cambia en cuanto la música y los cantos toman el protagonismo.
Sin mucho preámbulo, esta Dorothy adulta y negra y su perro Toto dejan de habitar el mundo real con ese tornado que les transporta directamente al de Oz; la esencia clásica, los decorados de época y el estilo de las grandiosas obras de antaño de MGM que imperaba en el film del '39 son ahora sustituidos por "funky", "pop", "soul" y enormes escenarios de ambientación colorista, ecléctica, juguetona y escandalosamente "kitsch" donde los personajes se lanzan a vistosas y psicotrónicas coreografías.
Pero "El Mago" es, a todos los efectos, un gran cambio de registro para Lumet, quien siempre ha sido más bien austero en sus producciones y que ahora ha de enfrentarse a inmensos decorados, miles de extras, elaborados efectos especiales y un presupuesto abultado (la película se convierte en el musical más caro que Hollywood ha realizado). La falta de cordura en los diálogos de Schumacher, así como las bizarras situaciones que imagina (las burlas de los hombres-cuervo al espantapájaros o la persecución en los subterráneos, sin duda lo mejor), y la (obvia) nula lógica argumental, se compensa con el espectacular despliegue técnico y visual de la producción.
En esos gigantescos escenarios bañados por la intensidad de las luces de neón y las animadas melodías, gracias a la excelente labor en el diseño de producción, el montaje de Dede Allen, la fotografía de Oswald Morris, la puesta en escena, los maquillajes de Stan Winston y la habilidad de un irreconocible Lumet tras la cámara, quien parece un experto del género, todo cobra vida de forma mágica y cautivadora.
Desde graffitis que se transforman en personas y taxis que viajan sin pasajeros hasta los objetos más inesperados (cámaras, micrófonos, papeleras, columnas...¡todo se mueve en este Mundo!).
Sin mucho preámbulo, esta Dorothy adulta y negra y su perro Toto dejan de habitar el mundo real con ese tornado que les transporta directamente al de Oz; la esencia clásica, los decorados de época y el estilo de las grandiosas obras de antaño de MGM que imperaba en el film del '39 son ahora sustituidos por "funky", "pop", "soul" y enormes escenarios de ambientación colorista, ecléctica, juguetona y escandalosamente "kitsch" donde los personajes se lanzan a vistosas y psicotrónicas coreografías.
Pero "El Mago" es, a todos los efectos, un gran cambio de registro para Lumet, quien siempre ha sido más bien austero en sus producciones y que ahora ha de enfrentarse a inmensos decorados, miles de extras, elaborados efectos especiales y un presupuesto abultado (la película se convierte en el musical más caro que Hollywood ha realizado). La falta de cordura en los diálogos de Schumacher, así como las bizarras situaciones que imagina (las burlas de los hombres-cuervo al espantapájaros o la persecución en los subterráneos, sin duda lo mejor), y la (obvia) nula lógica argumental, se compensa con el espectacular despliegue técnico y visual de la producción.
En esos gigantescos escenarios bañados por la intensidad de las luces de neón y las animadas melodías, gracias a la excelente labor en el diseño de producción, el montaje de Dede Allen, la fotografía de Oswald Morris, la puesta en escena, los maquillajes de Stan Winston y la habilidad de un irreconocible Lumet tras la cámara, quien parece un experto del género, todo cobra vida de forma mágica y cautivadora.
Desde graffitis que se transforman en personas y taxis que viajan sin pasajeros hasta los objetos más inesperados (cámaras, micrófonos, papeleras, columnas...¡todo se mueve en este Mundo!).
24 de febrero de 2025
24 de febrero de 2025
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The Wiz es un espectáculo visual desbordante, una reinterpretación afroamericana y urbana de El Mago de Oz que, con su estilo kitsch y su energía desbordante, intenta convertirse en un musical icónico. Con Diana Ross como una Dorothy adulta y un joven Michael Jackson robando escenas como el Espantapájaros, la película brilla en lo musical gracias a la producción de Quincy Jones y unos números coreografiados con ambición. Su vestuario, diseño de escenarios y puesta en escena son pura fantasía blaxploitation llevada al extremo, pero ahí es donde también radican sus problemas.
A pesar de sus aciertos visuales y sonoros, la película se tambalea en su narrativa. Su argumento parece una excusa para encadenar espectaculares números musicales, pero sin ninguna lógica interna que sostenga el viaje de Dorothy. Las caídas de ritmo son evidentes, el tono exagerado no siempre funciona y el director Sidney Lumet, acostumbrado a otro tipo de cine, no logra darle cohesión a un proyecto de esta magnitud. El resultado es una bizarrada que se mueve entre la genialidad y el ridículo, lo que explica su fracaso comercial y su condición de película incomprendida.
Sin embargo, con el tiempo The Wiz ha encontrado su lugar como obra de culto. Vista con la perspectiva actual, se puede disfrutar como un musical desacomplejado, una rareza extravagante con una identidad propia que merece ser revisitada. No es una obra redonda, ni mucho menos, pero su audacia y su importancia dentro del cine afroamericano justifican su reivindicación. Imperfecta, sí, pero imposible de ignorar.
A pesar de sus aciertos visuales y sonoros, la película se tambalea en su narrativa. Su argumento parece una excusa para encadenar espectaculares números musicales, pero sin ninguna lógica interna que sostenga el viaje de Dorothy. Las caídas de ritmo son evidentes, el tono exagerado no siempre funciona y el director Sidney Lumet, acostumbrado a otro tipo de cine, no logra darle cohesión a un proyecto de esta magnitud. El resultado es una bizarrada que se mueve entre la genialidad y el ridículo, lo que explica su fracaso comercial y su condición de película incomprendida.
Sin embargo, con el tiempo The Wiz ha encontrado su lugar como obra de culto. Vista con la perspectiva actual, se puede disfrutar como un musical desacomplejado, una rareza extravagante con una identidad propia que merece ser revisitada. No es una obra redonda, ni mucho menos, pero su audacia y su importancia dentro del cine afroamericano justifican su reivindicación. Imperfecta, sí, pero imposible de ignorar.
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