La Venus rubia
1932 

7.0
1,250
Drama
Helen es una cantante de cabaret que decide abandonar su profesión para contraer matrimonio con Edward Faraday, un abnegado científico entregado a su trabajo y cuya situación económica no es muy boyante. Durante un viaje a Alemania, Edward contrae una grave enfermedad, debido a sus investigaciones, y se ve obligado a seguir un costoso tratamiento. Para sufragar los gastos, Helen vuelve a su antiguo trabajo. (FILMAFFINITY)
29 de septiembre de 2007
29 de septiembre de 2007
42 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quinto de los siete largometrajes que realiza Sternberg con su musa Marlene Dietrich. La historia, original de Sternberg, la escriben dos profesionales de prestigio, Jules Furthman ("El expreso de Shanghai", 1932; "El sueño eterno", 1946) y S. K. Lauren ("El cielo es el límite", 1943). Se rueda en los Paramount Studios (Hollywood, LA, CA), salvo algunas tomas directas (Manhattan). Producida por Sternberg (no acreditado), se estrena el 16-IX-1932 (EEUU).
La acción principal tiene lugar en EEUU en 1931/32, tras su inicio en Alemania 6 años antes. Los otros films americanos de la pareja Sternberg/Dietrich sitúan la acción fuera de EEUU, como China ("El expreso de Shanghai"), Marruecos ("Morocco"), Rusia ("Capricho imperial"), Austria ("Fatalidad") y España ("El demonio es mujer"). El químico americano Edward "Ned" Faraday (Herbert Marshall) se casa con la artista de variedades alemana Helen (Marlene Dietrich). Intoxicado por radio, Ned se ha de someter a un costoso tratamiento en Europa, por lo que Helen debe volver al mundo de las variedades, donde conoce al rico playboy Nick Townsend (Cary Grant).
La película desarrolla un melodrama apasionado y de alto voltaje, con componentes de exageración y exceso, pero sin abandonar las referencias realistas y sin recurrir a fracturas fantasiosas, como ocurre en los dos films siguientes de Sternberg ("Capricho imperial" y "El demonio es mujer"). Obtiene un notable éxito en tiempos de la Gran Depresión, cuando el público busca oportunidades de distracción en historias escapistas o en relatos de emociones fuertes. Son interesantes las imágenes que ofrece de la fachada marítima y del "Skyline" de Manhattan en 1932. También son interesantes las referencias a los parados e indigentes que pueblan el país en crisis y las imágenes de los comedores y dormitorios colectivos para personas sin techo. La cinta se apoya en un fondo autobiográfico que refleja las turbulentas relaciones amorosas del realizador y la actriz.
La música, de Oscar Potoker ("Capricho imperial", 1934), aporta composiciones propias y de otros (W. Franke Harling, John Leipold y Paul Marquardt), de formato marcadamente sinfónico y de tonos ampulosos y solemnes, en ocasiones desproporcionados y algo empalagosos. Como música añadida incluye cuatro bonitas y estimulantes canciones ligeras, entre las que destacan "Hot Voodoo" (Dietrich la empieza a cantar vestida de gorila) y "I Couldn't Be Annoyed" (la canta vestida de smoking blanco). Añade una canción de Mendelssohn ("Gruss") y una popular alemana. La fotografía, de Bert Glennon ("La diligencia", 1939), acaricia la belleza exótica de Dietrich y la exalta en cuidados primeros planos. Incorpora elementos del expresionismo alemán, como imágenes torcidas, proyección de sombras, ambientes sórdidos y degradados. Los personajes, en especial los de Ned y Nick, qudan sólo esbozados superficialmente. La narración, pese a lagunas, conserva buana parte de su capacidad de fascinación.
La acción principal tiene lugar en EEUU en 1931/32, tras su inicio en Alemania 6 años antes. Los otros films americanos de la pareja Sternberg/Dietrich sitúan la acción fuera de EEUU, como China ("El expreso de Shanghai"), Marruecos ("Morocco"), Rusia ("Capricho imperial"), Austria ("Fatalidad") y España ("El demonio es mujer"). El químico americano Edward "Ned" Faraday (Herbert Marshall) se casa con la artista de variedades alemana Helen (Marlene Dietrich). Intoxicado por radio, Ned se ha de someter a un costoso tratamiento en Europa, por lo que Helen debe volver al mundo de las variedades, donde conoce al rico playboy Nick Townsend (Cary Grant).
La película desarrolla un melodrama apasionado y de alto voltaje, con componentes de exageración y exceso, pero sin abandonar las referencias realistas y sin recurrir a fracturas fantasiosas, como ocurre en los dos films siguientes de Sternberg ("Capricho imperial" y "El demonio es mujer"). Obtiene un notable éxito en tiempos de la Gran Depresión, cuando el público busca oportunidades de distracción en historias escapistas o en relatos de emociones fuertes. Son interesantes las imágenes que ofrece de la fachada marítima y del "Skyline" de Manhattan en 1932. También son interesantes las referencias a los parados e indigentes que pueblan el país en crisis y las imágenes de los comedores y dormitorios colectivos para personas sin techo. La cinta se apoya en un fondo autobiográfico que refleja las turbulentas relaciones amorosas del realizador y la actriz.
La música, de Oscar Potoker ("Capricho imperial", 1934), aporta composiciones propias y de otros (W. Franke Harling, John Leipold y Paul Marquardt), de formato marcadamente sinfónico y de tonos ampulosos y solemnes, en ocasiones desproporcionados y algo empalagosos. Como música añadida incluye cuatro bonitas y estimulantes canciones ligeras, entre las que destacan "Hot Voodoo" (Dietrich la empieza a cantar vestida de gorila) y "I Couldn't Be Annoyed" (la canta vestida de smoking blanco). Añade una canción de Mendelssohn ("Gruss") y una popular alemana. La fotografía, de Bert Glennon ("La diligencia", 1939), acaricia la belleza exótica de Dietrich y la exalta en cuidados primeros planos. Incorpora elementos del expresionismo alemán, como imágenes torcidas, proyección de sombras, ambientes sórdidos y degradados. Los personajes, en especial los de Ned y Nick, qudan sólo esbozados superficialmente. La narración, pese a lagunas, conserva buana parte de su capacidad de fascinación.
4 de enero de 2009
4 de enero de 2009
21 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé en qué momento de la historia perdimos el rumbo y el sentimiento de poseer hizo parte de los peores paradigmas que hayamos asumido como forma de existencia. Cuántas veces habrá Dios –y hasta el mismo diablo- contraído el ceño dibujando una sonrisa, al oír que los hombres, creyéndoselo a pie juntillas dicen con firmeza: “¡Esto es mío!”... “¡Ella es mía!”... “¡Él es mío!”.
¿Cuándo comprenderemos que todo poseer mengua el amor? Si coarto tu libertad, no es por amor a ti sino porque te necesito… y entonces es por amor a mi. ¡Qué importa si no te sientes feliz con tal de que yo sea feliz! Ya te compensaré de algún modo. ¡Qué puedo hacer si el mundo está lleno de seres interesantes! Pero, en lo que a ti respecta, el único (la única) que puede interesarte soy yo. Te abandonaré o te mataré si me eres infiel… pero, ¿sabes?, también yo, ¡en cuántas ocasiones he deseado serte infiel!... y quisiera confesar que a veces lo he sido: de pensamiento (¡millones de veces!), de palabra (¡cientos de veces!), y de obra (unas cuantas veces).
En un mundo con millones de seres bellos e interesantes, ¿Cómo pertenecer a una sola persona? ¿Cómo jurar que seré sólo tuyo(a)? ¡Promesas ilusas! ¡Formamos pareja parados en una caneca llena de mentiras!
Los problemas, las rabietas, las separaciones… arrecian en el día a día por culpa del poseer... ¿y es que puedes poseer? Hazte bien esta pregunta. ¿Alguien me puede poseer? ¿Yo le permitiría a alguien que me posea? Tú fluyes a cada momento, y generas ideas, sentimientos, frases, actuaciones… ¿Puede alguien “poseer” (tener), excepto ocasionalmente, todo esto que tú eres?
Escrita por Jules Furthman y S.K. Lauren, <<LA VENUS RUBIA>>, es una grata película que me ha movido a estas reflexiones. Es la historia de una mujer que ama a su marido, pero, queriendo ayudarle, conoce a otro hombre que es atractivo, galante, generoso, rico, y sin afanes de Poseer. Él le da todo de sí y se conforma con tener de ella lo que ella quiera darle... y cuando siente que ella quiere volver con el otro, él se aleja. No reclama, no exige, no se cobra… sólo acepta. ¡ESTO SE LLAMA AMOR! Así es como se ama de veras.
El marido legítimo, en cambio, se venga de ella, la abandona y la acosa hasta quitarle a su hijo, le amarga los días y la pone a enfrentarse con un mundo oportunista que la vuelve fría como un témpano de hielo.
Y cuando triunfa la legitimidad, uno siente que triunfaron las leyes absurdas de la sociedad, pero, también siente que perdió el amor. Concedemos el beneficio de la duda porque hay reconciliación y hay perdón. Deseemos que el amor vuelva a nacer.
La Dietrich, logra un rol que impacta y que mueve nuestras fibras. Es dueña de su vida y da ejemplo de carácter y resistencia... y como ya es costumbre, el maestro Josef von Sternberg, nos deleita con una propuesta exótica, sensual, irreverente, y con unos escenarios que decoran perfectamente la romántica aventura.
Este es el cine que hace historia. No te lo pierdas.
¿Cuándo comprenderemos que todo poseer mengua el amor? Si coarto tu libertad, no es por amor a ti sino porque te necesito… y entonces es por amor a mi. ¡Qué importa si no te sientes feliz con tal de que yo sea feliz! Ya te compensaré de algún modo. ¡Qué puedo hacer si el mundo está lleno de seres interesantes! Pero, en lo que a ti respecta, el único (la única) que puede interesarte soy yo. Te abandonaré o te mataré si me eres infiel… pero, ¿sabes?, también yo, ¡en cuántas ocasiones he deseado serte infiel!... y quisiera confesar que a veces lo he sido: de pensamiento (¡millones de veces!), de palabra (¡cientos de veces!), y de obra (unas cuantas veces).
En un mundo con millones de seres bellos e interesantes, ¿Cómo pertenecer a una sola persona? ¿Cómo jurar que seré sólo tuyo(a)? ¡Promesas ilusas! ¡Formamos pareja parados en una caneca llena de mentiras!
Los problemas, las rabietas, las separaciones… arrecian en el día a día por culpa del poseer... ¿y es que puedes poseer? Hazte bien esta pregunta. ¿Alguien me puede poseer? ¿Yo le permitiría a alguien que me posea? Tú fluyes a cada momento, y generas ideas, sentimientos, frases, actuaciones… ¿Puede alguien “poseer” (tener), excepto ocasionalmente, todo esto que tú eres?
Escrita por Jules Furthman y S.K. Lauren, <<LA VENUS RUBIA>>, es una grata película que me ha movido a estas reflexiones. Es la historia de una mujer que ama a su marido, pero, queriendo ayudarle, conoce a otro hombre que es atractivo, galante, generoso, rico, y sin afanes de Poseer. Él le da todo de sí y se conforma con tener de ella lo que ella quiera darle... y cuando siente que ella quiere volver con el otro, él se aleja. No reclama, no exige, no se cobra… sólo acepta. ¡ESTO SE LLAMA AMOR! Así es como se ama de veras.
El marido legítimo, en cambio, se venga de ella, la abandona y la acosa hasta quitarle a su hijo, le amarga los días y la pone a enfrentarse con un mundo oportunista que la vuelve fría como un témpano de hielo.
Y cuando triunfa la legitimidad, uno siente que triunfaron las leyes absurdas de la sociedad, pero, también siente que perdió el amor. Concedemos el beneficio de la duda porque hay reconciliación y hay perdón. Deseemos que el amor vuelva a nacer.
La Dietrich, logra un rol que impacta y que mueve nuestras fibras. Es dueña de su vida y da ejemplo de carácter y resistencia... y como ya es costumbre, el maestro Josef von Sternberg, nos deleita con una propuesta exótica, sensual, irreverente, y con unos escenarios que decoran perfectamente la romántica aventura.
Este es el cine que hace historia. No te lo pierdas.
18 de enero de 2023
18 de enero de 2023
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En las primeras secuencias de La Venus rubia (Blonde Venus, 1932), de Josef Von Sternberg, un grupo de jóvenes norteamericanos, entre ellos Ned (Herbert Marshall), están de excursión en un bosque alemán. Y se encuentran ante la sorprendente visión de varias chicas bañándose desnudas en un lago, entre ellas Helen (Marlene Dietrich). Ned flirtea con ella proponiéndola verse después de su espectáculo (todas actúan en un cabaret), e indicándole que no se irán hasta que le diga que sí. Elipsis. Una singular elipsis. Otros pies son los que retozan en el agua, ahora son los de un niño, al que baña Helen. ¿Qué ha pasado con la cita? ¿tiene un hijo?, y ¿cuánto tiempo ha discurrido desde la anterior situación en el río, horas, años? En la siguiente secuencia vemos a Ned acudir a la consulta de un médico. Por las radiaciones consecuencia de su trabajo de químico tiene los meses contados, a no ser que pueda pagar un caro tratamiento (cuyo coste es excesivo para él). La siguiente secuencia ya nos sitúa, tras este fulgurante y desconcertante inicio, en el hogar al que retorna Ned. Queda ya claro que han pasado varios años, y Ned y Helen se han casado, tienen un hijo y viven en Estados Unidos. Acuestan a su hijo el cual les pide que le cuenten cómo se conocieron. Y entonces ambos narran, como si fuera un cuento de hadas, aquello que la elipsis nos hurtó, su cita, y cómo surgió el amor, y su primer beso. Un relato de fábula para un hermoso acontecimiento personal, un hito, cuyo recuerdo se ha visto empañado, contaminado, por la gravedad de la enfermedad de Ned (quien puede vivir como mucho un año si no se pone en tratamiento). Es sin duda una singular forma de construir el inicio del relato. El inicio parece ya un final por la amenaza de la muerte.
No es casual que ese momento de la gestación de su amor se nos eliptize, dada las dudas o recelos que suscitará en Ned, primero, el hecho de que Helen decida volver a su trabajo de cabaretera, con el fin de conseguir el necesario dinero para el tratamiento de Ned, y, segundo, y especialmente, al retornar ya recuperado, cuando ella le revele que ha mantenido un romance con un hombre rico, Nick (Cary Grant), cuyo dinero ha sido el que, precisamente, ha posibilitado que Ned logre sanase. Entre su marcha y su retorno una reconfiguración completa de su escenario vital. Ned no sólo no será capaz de apreciar el sacrificio de Helen y lo que ha supuesto para que salve su vida, sino que sentirá ese romance como una traición o infracción (no hay agradecimiento sino dramatización, repulsa). La sombra sobre su rostro, cuando discute con ella, es elocuente, como también lo eran las penumbras que dominaban la habitación de Nick cuando Helen afirmaba que retornará con su marido porque le necesita (y el posterior lento y hermoso travelling de retroceso desde dos caballos hasta ambos apoyados en un árbol; un vacío que indica una ruptura inevitable; son las dos semanas que se han dado como despedida; lo que ignoran es que Ned retornará precisamente dos semanas antes de lo previsto). El resto de la película narra, con una admirable narración concisa y elíptica, el via crucis que sufre Helen, perseguida por todo el país, porque se resiste a que Ned aparte de su vida a su hijo ( como si su mancha implicara que no lo merece).
No es casual que ese momento de la gestación de su amor se nos eliptize, dada las dudas o recelos que suscitará en Ned, primero, el hecho de que Helen decida volver a su trabajo de cabaretera, con el fin de conseguir el necesario dinero para el tratamiento de Ned, y, segundo, y especialmente, al retornar ya recuperado, cuando ella le revele que ha mantenido un romance con un hombre rico, Nick (Cary Grant), cuyo dinero ha sido el que, precisamente, ha posibilitado que Ned logre sanase. Entre su marcha y su retorno una reconfiguración completa de su escenario vital. Ned no sólo no será capaz de apreciar el sacrificio de Helen y lo que ha supuesto para que salve su vida, sino que sentirá ese romance como una traición o infracción (no hay agradecimiento sino dramatización, repulsa). La sombra sobre su rostro, cuando discute con ella, es elocuente, como también lo eran las penumbras que dominaban la habitación de Nick cuando Helen afirmaba que retornará con su marido porque le necesita (y el posterior lento y hermoso travelling de retroceso desde dos caballos hasta ambos apoyados en un árbol; un vacío que indica una ruptura inevitable; son las dos semanas que se han dado como despedida; lo que ignoran es que Ned retornará precisamente dos semanas antes de lo previsto). El resto de la película narra, con una admirable narración concisa y elíptica, el via crucis que sufre Helen, perseguida por todo el país, porque se resiste a que Ned aparte de su vida a su hijo ( como si su mancha implicara que no lo merece).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Su sacrificio (al fin y al cabo estaba decidida a volver con él pese a lo que siente por Nick) se torna fatalidad. Irónicamente, en su trayecto de huida, para sobrevivir, deberá ganarse la vida como prostituta. Esta sombría odisea, narrada sin énfasis ni tremendismo, no finalizará hasta el momento en el que Ned recupere la cordura de la comprensión y de la consciencia del gesto de amor de Helen. Y será con la recreación de aquel relato, ante su hijo, sobre cómo se conocieron y gestó y afianzó su relación, cuando lo que en él se había ausentado, la capacidad de saber amar, que es saber ver al otro, vuelva a cobrar realidad y sepa verla, discernirla, sin la radiación de la mancha de la inflexibilidad en su mirada.
La venus rubia es, sobre todo, célebre por los excelentes números musicales de Marlene Dietrich, como cuando aparece disfrazada de gorila, desprendiéndose de ese disfraz cuando se dispone a cantar (en correspondencia con cómo Ned la investirá con la calificación de bestia cuando no valore su sacrificio sino su infidelidad). Para ella dejó de ser esa princesa en un entorno natural límpido, como aquel en el que la conoció desnuda en el agua. El impoluto ideal que había creado también era un potencial contaminante como la radiación que sufre su cuerpo. Al respecto, es significativo el vestuario en su última actuación en París, un traje con sombrero de copa, un atuendo que puede ser tanto masculino como femenino, elección que indica cómo ella ha quedado desterrada de su condición de madre, pero a la vez cómo se ha afirmado en el control de su propia vida. Por otra parte, aunque los desnudos de la secuencia inicial nos indican que aún no había entrado en vigor el Código Hays de censura, sí sufrieron la presión de la Paramount para que suavizaran la contundencia del planteamiento inicial del argumento original de Marlene Dietrich, quien no constaría en los títulos de crédito para no suscitar reticencias censoras, por lo que en su lugar aparecería acreditado el propio Von Sternberg. Pero no fue suficiente. Les molestaba el tratamiento del adulterio (fue rechazado que Ned tuviera otra relación sexual tras su cura mientras Helen está con Nick dos semanas) y de la actividad sexual femenina (¿en qué se fundamentan, o qué condicionan, las decisiones de Helen?¿a quien ama de los dos o es a los dos de diferente forma o en distinto grado?). Fueron realizadas tres versiones del guion que redujeron el interés tanto de Von Sternberg como de Dietrich al alejarse cada vez más el resultado final de sus intenciones originales. De todas maneras, resulta interesante, por lo que sugiere, cómo planifica la última secuencia. Por un lado, la reconciliación entre Ned y Helen satisface a los censores pues concluye con una reconciliación entre quienes representan la pareja legitima, por estar casados. Pero el último plano se centra en el juguete que utiliza Helen para cantar la canción a su hijo (encuadrado desde la perspectiva de éste). El juguete que representa el tratamiento de cuento de hadas de la gestación y el afianzamiento de la relación de sus padres. Una sugerencia corrosiva como conclusión.
Alexander Zárate
elcinedesolaris.blogspot.com
La venus rubia es, sobre todo, célebre por los excelentes números musicales de Marlene Dietrich, como cuando aparece disfrazada de gorila, desprendiéndose de ese disfraz cuando se dispone a cantar (en correspondencia con cómo Ned la investirá con la calificación de bestia cuando no valore su sacrificio sino su infidelidad). Para ella dejó de ser esa princesa en un entorno natural límpido, como aquel en el que la conoció desnuda en el agua. El impoluto ideal que había creado también era un potencial contaminante como la radiación que sufre su cuerpo. Al respecto, es significativo el vestuario en su última actuación en París, un traje con sombrero de copa, un atuendo que puede ser tanto masculino como femenino, elección que indica cómo ella ha quedado desterrada de su condición de madre, pero a la vez cómo se ha afirmado en el control de su propia vida. Por otra parte, aunque los desnudos de la secuencia inicial nos indican que aún no había entrado en vigor el Código Hays de censura, sí sufrieron la presión de la Paramount para que suavizaran la contundencia del planteamiento inicial del argumento original de Marlene Dietrich, quien no constaría en los títulos de crédito para no suscitar reticencias censoras, por lo que en su lugar aparecería acreditado el propio Von Sternberg. Pero no fue suficiente. Les molestaba el tratamiento del adulterio (fue rechazado que Ned tuviera otra relación sexual tras su cura mientras Helen está con Nick dos semanas) y de la actividad sexual femenina (¿en qué se fundamentan, o qué condicionan, las decisiones de Helen?¿a quien ama de los dos o es a los dos de diferente forma o en distinto grado?). Fueron realizadas tres versiones del guion que redujeron el interés tanto de Von Sternberg como de Dietrich al alejarse cada vez más el resultado final de sus intenciones originales. De todas maneras, resulta interesante, por lo que sugiere, cómo planifica la última secuencia. Por un lado, la reconciliación entre Ned y Helen satisface a los censores pues concluye con una reconciliación entre quienes representan la pareja legitima, por estar casados. Pero el último plano se centra en el juguete que utiliza Helen para cantar la canción a su hijo (encuadrado desde la perspectiva de éste). El juguete que representa el tratamiento de cuento de hadas de la gestación y el afianzamiento de la relación de sus padres. Una sugerencia corrosiva como conclusión.
Alexander Zárate
elcinedesolaris.blogspot.com
9 de febrero de 2023
9 de febrero de 2023
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
37/08(08/02/23) Decepcionante drama por las expectativas creadas, por el tándem del mascarón de proa de la producción, la quinta (de las 7) colaboración entre el director vienés Josef von Sternberg y la actriz berlinesa Marlene Dietrich, además la historia "Mother Love" es escrita (sin acreditar) por la diva germana (acreditada al director), además de estar de ingratos (por su nula personalidad) secundarios el en su rol desagradecido Herbert Marshall y el naif pagafantas Cary Grant. Pero lo que queda es un film demasiado melodramático, plano, e incluso confuso y farragoso en sus torpes elipsis, donde los personajes se comportan en modo cliché, y donde ala Marlene no le pega el rol de mater amantísima. Quizás tuvo que ver en el resultado final que el guion pasó por varias revisiones para superar la censura del tiempo, aunque estábamos antes del Codigo Hays, derivando en que el guion final no gustaba al director y protagonista, estop incide sobremanera en su acomodaticio y chirriante final. El guion es de Jules Furthman (“El Sueño Eterno” o “Rio Bravo”) y SK Lauren (“Crimen y castigo” o “Damas del teatro”), siendo hija de su tiempo en como expone la Gran depresión de Estados Unidos sumado protagonista que viajan por el mundo (Alemania o Francia), aunque todo se rueda en los Paramount Studios (Hollywood-California), ello para hacer viajar al (deprimido) espectador del momento, como demuestra Woody Allen en su gran “La Rosa Púrpura del Cairo”.
Película que solo puede ser recordada por su bucólico inicio donde vemos a un grupo de núbiles chicas alemanas bañándose desnudas en un lago, filmadas con luz etérea que da sensación de ensoñación, haciéndome pensar que estaba ante una cinta transgresora, este tramo edénico fue eliminado para su estreno en Alemania, pero la historia vira hacia el melodrama más sórdido y liso. Pero sobre todo pasará a la historia por la icónica representación del número de cabaret 'Hot Voodoo', ocho minutos donde casi todo es música de orquesta, con alguien disfrazado de gorila, y cuando se quita la cabeza aparece la gran Dietrich con un cabello incandescente rubio y canta, en clara alegoría (creo) de que todas la pueden ver como un monstruo, pero por dentro es una mujer con sentimientos; Y es que los tres números musicales que hay parecen estar metidos con fórceps en la trama, parecen dos películas en una, por un lado el musical y por el otro el melodrama sobre el dolor de una madre y esposa.
La clásica femme fatale Dietrich se convierte en un ser manso, sin apenas determinación, incluso triste, se entrega a un soso muchi millonario (encarnado por Cary Grant en sus comienzos en cine), este cual pagafantas está con ella, vuelve con su marido por amor (¿?), este la echa por adulterio, cuando si no hubiera sido por ello él estaría muerto, ella vaga huyendo con su hijo por el sur de USA prostituyéndose, aunque la peli intenta hacer esto de modo pretendidamente ambiguo, para todos queda claro, y no quiero spoilear más, pero lo que sigue son un conjunto de desatinos cosidos por unos saltos temporales grimantes, pasando de la indigencia estadounidense al estrellato parisino en sus clubs nocturnos sin solución de continuidad, no hay una narración orgánica, todo son viñetas mal cosidas, donde nunca conecto con la protagonista, me resulta poco natural en su actitud. Esto hace que la intensidad dramática requerida para engancharme a lo que veo sea pobre.
Tiene un arranque muy bonito cuando vemos con una iluminación que parece celestial a varias jóvenes nadar alegremente desnudas por el Paraíso que parece ese lago en un bosque. Un grupo de jóvenes estadounidenses de viaje por el país oyen sus sonrisas y cual canto de sirenas van en su busca y allí se cruzan sus miradas los personajes que encarnan Marlene Dietrich y Herbert Marshall, de ahí pasamos a una elipsis de los pies de ella a los pies de un bebe también bañándose (la única elipsis buena del film), es el hijo de ambos, tiempo después y ya en Nueva York. Allí para dormir al pequeño le cuentan los padres la historia de cómo se conocieron en Alemania, ello adornando el relato como si fuera un cuento de hadas, muy bonito esto. Pero entonces lo bueno acaba y saltamos al drama del dolor en espiral, vemos a él yendo a una consulta médica donde le diagnostican intoxicación por radio, en realidad esto era un subterfugio de lo que realmente era en el guion original, y es simple y llanamente que el esposo sufría de impotencia sexual. Y para la cura solo puede ser en Alemania con un alto coste. Y ahí entra ella que sacará el dinero de donde pueda para ayudar a su amado, aunque para ello deba primero venderse como sexy cantante de cabaret, y cuando hace falta más plata hacerlo vendiendo su cuerpo a un ricachón.
Es una muy simplista historia de lo que s capaz de hacer una madre por el amor a su hijo (algo que precisamente Marlene no era para sermonear, que se lo digan a su hija Maria Riva), pero esto no le pega a la femme fatale icónica encarnada por la Dietrich. La peli adolece de un sentido del ritmo frustrante, con un tramo central tedioso sobre la huida hacia ninguna parte de la Madre (de Nueva York a Baltimore, Washington, Nashville, Chattanooga, Savannah o Nueva Orleans). Solo rota esta monotonía aburrida por la aparición de la gran Hattie McDaniels, con su gran carisma en unos pocos segundos se come la pantalla (la que 7 años después haría de mítica criada de Scarlett O’Hara en “Lo que el viento se llevó”, que le valió el primer Oscar a una persona negra), en realidad haciendo sutilmente de una proxeneta de la Marlene. Todo este tramo pre4tnede mucho más de lo que consigue, con un espíritu de contrarreloj en como vemos titulares y teletipos con la búsqueda de la Madre, cual si fuera una peligrosa asesina en serie, me suena hasta ridículo el tono que le quieren dar, esto podría ser creíble si el padre fuera un potentado, pero siendo un mindundi no tiene veracidad alguna esta búsqueda;… (continua en spoiler)
Película que solo puede ser recordada por su bucólico inicio donde vemos a un grupo de núbiles chicas alemanas bañándose desnudas en un lago, filmadas con luz etérea que da sensación de ensoñación, haciéndome pensar que estaba ante una cinta transgresora, este tramo edénico fue eliminado para su estreno en Alemania, pero la historia vira hacia el melodrama más sórdido y liso. Pero sobre todo pasará a la historia por la icónica representación del número de cabaret 'Hot Voodoo', ocho minutos donde casi todo es música de orquesta, con alguien disfrazado de gorila, y cuando se quita la cabeza aparece la gran Dietrich con un cabello incandescente rubio y canta, en clara alegoría (creo) de que todas la pueden ver como un monstruo, pero por dentro es una mujer con sentimientos; Y es que los tres números musicales que hay parecen estar metidos con fórceps en la trama, parecen dos películas en una, por un lado el musical y por el otro el melodrama sobre el dolor de una madre y esposa.
La clásica femme fatale Dietrich se convierte en un ser manso, sin apenas determinación, incluso triste, se entrega a un soso muchi millonario (encarnado por Cary Grant en sus comienzos en cine), este cual pagafantas está con ella, vuelve con su marido por amor (¿?), este la echa por adulterio, cuando si no hubiera sido por ello él estaría muerto, ella vaga huyendo con su hijo por el sur de USA prostituyéndose, aunque la peli intenta hacer esto de modo pretendidamente ambiguo, para todos queda claro, y no quiero spoilear más, pero lo que sigue son un conjunto de desatinos cosidos por unos saltos temporales grimantes, pasando de la indigencia estadounidense al estrellato parisino en sus clubs nocturnos sin solución de continuidad, no hay una narración orgánica, todo son viñetas mal cosidas, donde nunca conecto con la protagonista, me resulta poco natural en su actitud. Esto hace que la intensidad dramática requerida para engancharme a lo que veo sea pobre.
Tiene un arranque muy bonito cuando vemos con una iluminación que parece celestial a varias jóvenes nadar alegremente desnudas por el Paraíso que parece ese lago en un bosque. Un grupo de jóvenes estadounidenses de viaje por el país oyen sus sonrisas y cual canto de sirenas van en su busca y allí se cruzan sus miradas los personajes que encarnan Marlene Dietrich y Herbert Marshall, de ahí pasamos a una elipsis de los pies de ella a los pies de un bebe también bañándose (la única elipsis buena del film), es el hijo de ambos, tiempo después y ya en Nueva York. Allí para dormir al pequeño le cuentan los padres la historia de cómo se conocieron en Alemania, ello adornando el relato como si fuera un cuento de hadas, muy bonito esto. Pero entonces lo bueno acaba y saltamos al drama del dolor en espiral, vemos a él yendo a una consulta médica donde le diagnostican intoxicación por radio, en realidad esto era un subterfugio de lo que realmente era en el guion original, y es simple y llanamente que el esposo sufría de impotencia sexual. Y para la cura solo puede ser en Alemania con un alto coste. Y ahí entra ella que sacará el dinero de donde pueda para ayudar a su amado, aunque para ello deba primero venderse como sexy cantante de cabaret, y cuando hace falta más plata hacerlo vendiendo su cuerpo a un ricachón.
Es una muy simplista historia de lo que s capaz de hacer una madre por el amor a su hijo (algo que precisamente Marlene no era para sermonear, que se lo digan a su hija Maria Riva), pero esto no le pega a la femme fatale icónica encarnada por la Dietrich. La peli adolece de un sentido del ritmo frustrante, con un tramo central tedioso sobre la huida hacia ninguna parte de la Madre (de Nueva York a Baltimore, Washington, Nashville, Chattanooga, Savannah o Nueva Orleans). Solo rota esta monotonía aburrida por la aparición de la gran Hattie McDaniels, con su gran carisma en unos pocos segundos se come la pantalla (la que 7 años después haría de mítica criada de Scarlett O’Hara en “Lo que el viento se llevó”, que le valió el primer Oscar a una persona negra), en realidad haciendo sutilmente de una proxeneta de la Marlene. Todo este tramo pre4tnede mucho más de lo que consigue, con un espíritu de contrarreloj en como vemos titulares y teletipos con la búsqueda de la Madre, cual si fuera una peligrosa asesina en serie, me suena hasta ridículo el tono que le quieren dar, esto podría ser creíble si el padre fuera un potentado, pero siendo un mindundi no tiene veracidad alguna esta búsqueda;… (continua en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
…En la siguiente fase entramos en un desatino ponzoñoso cuando vemos a la Madre (ya sin hijo) cae en la pobreza más absoluta y buenas a primeras saltar a ser una afamada cabaretera en Francia, esto atomizado por el número musical donde Marlene está vestida con un atuendo masculino, un traje de frac blanco con sombrero de copa cantando "I Couldn't Be Annoyed", y esto cruje más que el Titanic partiéndoos en dos; Para desembocar en un rush final impostado y moralista que llega a dar arcadas por lo almibarado uy falso que es.
Se puede sobresaltar la notable cinematografía en glorioso b/n de Bert Glennon ("La diligencia" o “Bombarderos en picado”), protagonista en muchos tramos del film, desde el mencionado del evocador inicio cuasi-onírico donde ya comienza a ensalzar la belleza andrógina de la Dietrich, con radiantes primeros planos que exploran con deleite sus facciones, sumando fases de expresiones alemán, como cuando Ned se pelea con ella tras volver de Alemania del tratamiento, vemos como la faz de ella se ensombrece en las tinieblas que se ve cayendo, jugando en algunos casos con las penumbras, con dramáticos travellings, con proyecciones de sombras, planos holandeses.
Dietrich interpreta tres números musicales en la película, "You Little Fulano de Tal" (música y letra de Sam Coslow y Leo Robin) y "I Couldn't Be Annoyed" (música y letra de Leo Robin y Richard A. Whiting). Y el ya mencionado "Hot Voodoo" (música de Ralph Rainger, letra de Sam Coslow), que tiene casi ocho minutos de duración y es principalmente instrumental, con trompeta de jazz y batería. Dietrich canta la letra hacia el final de la secuencia, que tiene lugar en un club nocturno.
Spoiler:
Tras volver a emparejarse con el ricachón Nick, vuelve Helen con este de París a Nueva York, allí Nick la lleva a ver a su hijito Johnny al pisucho del padre Ned. Este impide lo vean, hasta que Nick le ofrece miles de dólares por dejarla estar con él unos minutos, se niega el padre, multiplica por diez el ofrecimiento. Entonces Ned con dignidad accede por nada. La madre pasa al dormitorio del chico, allí él se alegra de verla, y ella lo baña y acuesta. Mientras en la salita espera el padre y Nick, hasta que este segundo se cansa y dice se marcha al hotel dejando a la madre un coche para la vuelta. Entonces el padre pasa al dormitorio donde el niño pide a la madre le cuente como se conocieron ambos, entonces el padre lo hace con sus adornos de cuento de hadas, mientras lo hace Helen y Ned se miran. Tras ello Helen canta un poema de Heinrich Heine que solía cantarle antes de acostarse todas las noches. Al recordar sus sentimientos el uno por el otro, Ned le dice a una entristecida Helen que nunca debe irse del hogar de la familia y la abraza por los hombros; Me es una conclusión acomodaticia y ponzoñosamente moralista, como diciéndonos que la mujer donde debe estar es con su marido cuidando de sus hijos, todo lo demás es pecado y está muy mal, no puede ser que una mujer se abandone al marido (puaj!). Quedando Nick como un pagafantas patético, aunque me queda la duda si al llevar a Helen a ver a su hijito sabía que ella terminaría abandonándolo y se sacrificó por su felicidad o simplemente es un buenazo que no pensaba esto pasaría, aun así ella queda como el culo con este hombre. Final impuesto por la censura, y no achacable al guion pretendido original.
Fueron realizadas tres versiones del guion que redujeron el interés tanto de Von Sternberg como de Dietrich al alejarse cada vez más el resultado final de sus intenciones originales.
Los otros films americanos de la pareja Sternberg/Dietrich sitúan la acción fuera de EEUU, como China ("El expreso de Shanghái"), Marruecos ("Morocco"), Rusia ("Capricho imperial"), Austria ("Fatalidad") y España ("El demonio es mujer").
Me queda un film fallido, puede que, por mor de la censura, pero esto la hace mejor. Gloria Ucrania!!!
Se puede sobresaltar la notable cinematografía en glorioso b/n de Bert Glennon ("La diligencia" o “Bombarderos en picado”), protagonista en muchos tramos del film, desde el mencionado del evocador inicio cuasi-onírico donde ya comienza a ensalzar la belleza andrógina de la Dietrich, con radiantes primeros planos que exploran con deleite sus facciones, sumando fases de expresiones alemán, como cuando Ned se pelea con ella tras volver de Alemania del tratamiento, vemos como la faz de ella se ensombrece en las tinieblas que se ve cayendo, jugando en algunos casos con las penumbras, con dramáticos travellings, con proyecciones de sombras, planos holandeses.
Dietrich interpreta tres números musicales en la película, "You Little Fulano de Tal" (música y letra de Sam Coslow y Leo Robin) y "I Couldn't Be Annoyed" (música y letra de Leo Robin y Richard A. Whiting). Y el ya mencionado "Hot Voodoo" (música de Ralph Rainger, letra de Sam Coslow), que tiene casi ocho minutos de duración y es principalmente instrumental, con trompeta de jazz y batería. Dietrich canta la letra hacia el final de la secuencia, que tiene lugar en un club nocturno.
Spoiler:
Tras volver a emparejarse con el ricachón Nick, vuelve Helen con este de París a Nueva York, allí Nick la lleva a ver a su hijito Johnny al pisucho del padre Ned. Este impide lo vean, hasta que Nick le ofrece miles de dólares por dejarla estar con él unos minutos, se niega el padre, multiplica por diez el ofrecimiento. Entonces Ned con dignidad accede por nada. La madre pasa al dormitorio del chico, allí él se alegra de verla, y ella lo baña y acuesta. Mientras en la salita espera el padre y Nick, hasta que este segundo se cansa y dice se marcha al hotel dejando a la madre un coche para la vuelta. Entonces el padre pasa al dormitorio donde el niño pide a la madre le cuente como se conocieron ambos, entonces el padre lo hace con sus adornos de cuento de hadas, mientras lo hace Helen y Ned se miran. Tras ello Helen canta un poema de Heinrich Heine que solía cantarle antes de acostarse todas las noches. Al recordar sus sentimientos el uno por el otro, Ned le dice a una entristecida Helen que nunca debe irse del hogar de la familia y la abraza por los hombros; Me es una conclusión acomodaticia y ponzoñosamente moralista, como diciéndonos que la mujer donde debe estar es con su marido cuidando de sus hijos, todo lo demás es pecado y está muy mal, no puede ser que una mujer se abandone al marido (puaj!). Quedando Nick como un pagafantas patético, aunque me queda la duda si al llevar a Helen a ver a su hijito sabía que ella terminaría abandonándolo y se sacrificó por su felicidad o simplemente es un buenazo que no pensaba esto pasaría, aun así ella queda como el culo con este hombre. Final impuesto por la censura, y no achacable al guion pretendido original.
Fueron realizadas tres versiones del guion que redujeron el interés tanto de Von Sternberg como de Dietrich al alejarse cada vez más el resultado final de sus intenciones originales.
Los otros films americanos de la pareja Sternberg/Dietrich sitúan la acción fuera de EEUU, como China ("El expreso de Shanghái"), Marruecos ("Morocco"), Rusia ("Capricho imperial"), Austria ("Fatalidad") y España ("El demonio es mujer").
Me queda un film fallido, puede que, por mor de la censura, pero esto la hace mejor. Gloria Ucrania!!!
8 de abril de 2021
8 de abril de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminando de ver “Blonde Venus” (1932) de Josef von Sternberg con Marlene Dietrich, Herbert Marshall, Cary Grant, Dickie Moore, Gene Morgan, Rita La Roy, Robert Emmett O'Connor, Sidney Toler, Morgan Wallace, Dennis O'Keefe, entre otros.
Drama e historia original llamada “Mother Love” escrita por la propia Dietrich; sigue a una cantante de un club que se vuelve la querida de un mujeriego para sacar adelante a su hijo y su esposo enfermo, en medio de escándalos, engaños y mentiras, celos, giros y vueltas, el amor de una madre y un gorila, hacen de esta película un verdadero elemento esencial para la historia del cine.
Y muy a pesar de esta premisa de telenovela, la película casi se juega como un cine negro, con diálogos agudos, gran cinematografía y personajes duros; pero diablos... es Marlene Dietrich haciendo lo que mejor hizo:
Hipnotizar a su audiencia con glamour, encanto e ingenio; tanto que está considerada una película de culto, siendo la 5° de 7 películas donde trabajaron juntos Marlene Dietrich y Josef von Sternberg.
El aspecto técnico de la realización de películas había avanzado a pasos agigantados; y el material cinematográfico se estaba volviendo mucho más uniforme y de alto contraste, mientras la grabación de sonido había mejorado mucho en solo unos pocos años; por lo que von Sternberg pudo hacer un uso completo de esto; y así la película se siente ágil y de ritmo estrecho, y en su mayoría, ya ha abandonado los gestos del cine mudo; sin embargo, esta es una de las mejores películas que muestran la vida en la gran depresión.
Aunque el tema dramático es tratado en términos de comedia excéntrica, con 3 números musicales diseñados para resaltar el talento de cantante de la Dietrich; el filme a perdurado por el famoso número “Hot Voodoo”, una larga pieza de 8 minutos, en cuya primera parte que es puramente instrumental, Dietrich se exhibe en una danza donde llevaba un traje de gorila... porque el encanto de la actriz alemana, aquí actúa bajo la extravagante dirección de su mentor, y fascina como una tierna madre que protege ferozmente a su pequeño hijo, que pasa sus noches como una seductora sirena escénica, cautivando al público en Estados Unidos y Francia; siendo igualmente buena en ambas posturas, con su rostro perfecto, registra un profundo amor maternal y un encanto de esfinge, como una “femme fatale” o mujerzuela.
Pero el valor artístico de la Dietrich es increíblemente gentil cuando canturrea una vieja canción de cuna alemana junto a la cama de su hijo, mientras que la imagen contrastante de ella, saliendo de un traje de mono en un club nocturno, es una de las imágenes más extrañas e hipnóticas de La Era Pre-Code.
Por otro lado, el valiente trabajo de Herbert Marshall en un papel ingrato, con una voz como miel líquida, es idealmente elegido como el conflictivo marido de Dietrich; interpretando a un químico envenenado por radio, su rostro revela su humillación por tener que ser apoyado por su esposa; aunque más tarde manifiesta rabia reprimida cuando descubre su “traición”, pero a la vez, entre líneas se deja ver un problema de cama que el mismo Marshall no puede actuar como lo demanda su esposa... y bueno, lamentablemente, “Blonde Venus” resultó ser la única colaboración de Marlene Dietrich y Cary Grant; aquí a punto de convertirse en una gran estrella de cine, interpreta a un poderoso jefe político, cuya arrogancia se suaviza mientras persigue los afectos de Dietrich.
Y el corazón de todos queda en Dickie Moore como el joven Johnny, un niño que realmente podía actuar y tirar de las fibras del espectador; sin olvidar de algunos cameos no facturados:
El tonto Sterling Holloway; Clarence Muse como cantinero tartamudo; la querida Mary Gordon como la casera informativa de Marshall; el gran Dewey Robinson como dueño de un cucarachero; la maravillosa Hattie McDaniel como la criada de Dietrich en Nueva Orleans; y la remilgada Marcelle Corday como la doncella de Marlene en París.
Posteriormente, La Dietrich haría películas más barrocas y escandalosas hacia el estilo fantástico, con excesos y mostrando la decadencia europea que dejaron a los estadounidenses en el polvo, y ayudaron a Dietrich a aterrizar en la infame lista de La Censura; porque si bien esta es una película anterior al Código Hays y habitualmente modifica la moral convencional; el filme es claro en mostrar mucho de lo que estaría luego prohibido:
¡Los puteros!
SIGO EN LA ZONA DE SPOILERS POR FALTA DE ESPACIO
Drama e historia original llamada “Mother Love” escrita por la propia Dietrich; sigue a una cantante de un club que se vuelve la querida de un mujeriego para sacar adelante a su hijo y su esposo enfermo, en medio de escándalos, engaños y mentiras, celos, giros y vueltas, el amor de una madre y un gorila, hacen de esta película un verdadero elemento esencial para la historia del cine.
Y muy a pesar de esta premisa de telenovela, la película casi se juega como un cine negro, con diálogos agudos, gran cinematografía y personajes duros; pero diablos... es Marlene Dietrich haciendo lo que mejor hizo:
Hipnotizar a su audiencia con glamour, encanto e ingenio; tanto que está considerada una película de culto, siendo la 5° de 7 películas donde trabajaron juntos Marlene Dietrich y Josef von Sternberg.
El aspecto técnico de la realización de películas había avanzado a pasos agigantados; y el material cinematográfico se estaba volviendo mucho más uniforme y de alto contraste, mientras la grabación de sonido había mejorado mucho en solo unos pocos años; por lo que von Sternberg pudo hacer un uso completo de esto; y así la película se siente ágil y de ritmo estrecho, y en su mayoría, ya ha abandonado los gestos del cine mudo; sin embargo, esta es una de las mejores películas que muestran la vida en la gran depresión.
Aunque el tema dramático es tratado en términos de comedia excéntrica, con 3 números musicales diseñados para resaltar el talento de cantante de la Dietrich; el filme a perdurado por el famoso número “Hot Voodoo”, una larga pieza de 8 minutos, en cuya primera parte que es puramente instrumental, Dietrich se exhibe en una danza donde llevaba un traje de gorila... porque el encanto de la actriz alemana, aquí actúa bajo la extravagante dirección de su mentor, y fascina como una tierna madre que protege ferozmente a su pequeño hijo, que pasa sus noches como una seductora sirena escénica, cautivando al público en Estados Unidos y Francia; siendo igualmente buena en ambas posturas, con su rostro perfecto, registra un profundo amor maternal y un encanto de esfinge, como una “femme fatale” o mujerzuela.
Pero el valor artístico de la Dietrich es increíblemente gentil cuando canturrea una vieja canción de cuna alemana junto a la cama de su hijo, mientras que la imagen contrastante de ella, saliendo de un traje de mono en un club nocturno, es una de las imágenes más extrañas e hipnóticas de La Era Pre-Code.
Por otro lado, el valiente trabajo de Herbert Marshall en un papel ingrato, con una voz como miel líquida, es idealmente elegido como el conflictivo marido de Dietrich; interpretando a un químico envenenado por radio, su rostro revela su humillación por tener que ser apoyado por su esposa; aunque más tarde manifiesta rabia reprimida cuando descubre su “traición”, pero a la vez, entre líneas se deja ver un problema de cama que el mismo Marshall no puede actuar como lo demanda su esposa... y bueno, lamentablemente, “Blonde Venus” resultó ser la única colaboración de Marlene Dietrich y Cary Grant; aquí a punto de convertirse en una gran estrella de cine, interpreta a un poderoso jefe político, cuya arrogancia se suaviza mientras persigue los afectos de Dietrich.
Y el corazón de todos queda en Dickie Moore como el joven Johnny, un niño que realmente podía actuar y tirar de las fibras del espectador; sin olvidar de algunos cameos no facturados:
El tonto Sterling Holloway; Clarence Muse como cantinero tartamudo; la querida Mary Gordon como la casera informativa de Marshall; el gran Dewey Robinson como dueño de un cucarachero; la maravillosa Hattie McDaniel como la criada de Dietrich en Nueva Orleans; y la remilgada Marcelle Corday como la doncella de Marlene en París.
Posteriormente, La Dietrich haría películas más barrocas y escandalosas hacia el estilo fantástico, con excesos y mostrando la decadencia europea que dejaron a los estadounidenses en el polvo, y ayudaron a Dietrich a aterrizar en la infame lista de La Censura; porque si bien esta es una película anterior al Código Hays y habitualmente modifica la moral convencional; el filme es claro en mostrar mucho de lo que estaría luego prohibido:
¡Los puteros!
SIGO EN LA ZONA DE SPOILERS POR FALTA DE ESPACIO
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y si bien la trama del envenenamiento por radio era una excusa para tratar el tema de la disfunción eréctil en la pareja, la pura verdad es que entonces no sabían mucho sobre la radiactividad.
La descubridora del radio, Marie Curie, de hecho murió de cáncer contraído por una exposición excesiva al mismo; pero uno no iba a alguna parte en busca de una cura milagrosa para ese tipo de enfermedad...
Como tapadera, Paramount le dio a la película valores de producción lujosos y ligeramente decadentes; y lógicamente, esta es la película de Marlene, de principio a fin.
Si bien algunas partes pueden parecer tomadas de la novela literaria de León Tolstoi, “Anna Karenina”, y aunque a Josef von Sternberg se le atribuye haber escrito el guión, el verdadero autor fue Marlene Dietrich:
Ella acordó no recibir crédito por escribir la película debido a las obvias luchas que causaría con la oficina y El Código Hays; esto resultó ser una buena idea, ya que tanto Dietrich como von Sternberg fueron suspendidos durante varios meses mientras se cortaba la historia, se diluía y se convertía en una “limonada suave” para satisfacer a los censores.
Asi pasó casi 1 año antes de que el humo se disipara... pero todas las frustraciones y el drama de los censores hicieron que la historia perdiera su atractivo tanto para Dietrich como para von Sternberg; y para cuando finalmente comenzó la filmación, tanto al director como a la estrella, ya no les gustaba ni querían hacer la película por más tiempo; sin embargo, para el estreno alemán original y algunas copias de televisión, se excluye la escena de apertura, donde Herbert Marshall se encuentra con Marlene Dietrich y sus amigos “bañándose desnudos” en un lago...
Y lo más criticable, el final feliz impuesto por Paramount:
Los Productores y Distribuidores de Películas de Estados Unidos (MPPDA), formados por la industria cinematográfica en 1922, regulaban el contenido de las películas revisando guiones utilizando El Código de Producción de Películas de 1930 (MPC) que, si bien prohibía la prostitución forzada, es decir, la esclavitud blanca; requería que el tema de una mujer participando en la solicitación fuera tratado con cuidado...
Durante las negociaciones entre el director von Sternberg y la MPPDA con respecto a las escenas en las que el detective Wilson encuentra a Helen en Nueva Orleans, se eliminó cualquier solicitud directa del guión, de modo que en la película, la interacción entre Helen y el detective privado se vuelve ambigua... recuerden que la persona que cometía algún delito, debe ser castigada para evitar ser ejemplar...
Otros aspectos de la trama, como el adulterio, siguen siendo incompatibles con el MPC, que no se aplicó estrictamente hasta 1934.
Esta aplicación del MPC, impidió que Paramount reeditara “Blonde Venus” después de 1934; pero incluso estos se sienten como si hubieran sido cortados y pegados de una película diferente.
Los fanáticos de von Sternberg pueden aclamarlo como otra obra maestra, como suelen hacer, pero para el espectador promedio, es una gran decepción.
La audiencia de la época no lo disfrutaron como lo habían hecho con sus éxitos anteriores, y esto anunció el comienzo del fin del apogeo de Marlene; y 1 año después, habría una nueva reina en Paramount:
Mae West.
“Quiero venderte mi cuerpo”
RECOMENDADA
http://lecturascinematograficas.blogspot.com/
La descubridora del radio, Marie Curie, de hecho murió de cáncer contraído por una exposición excesiva al mismo; pero uno no iba a alguna parte en busca de una cura milagrosa para ese tipo de enfermedad...
Como tapadera, Paramount le dio a la película valores de producción lujosos y ligeramente decadentes; y lógicamente, esta es la película de Marlene, de principio a fin.
Si bien algunas partes pueden parecer tomadas de la novela literaria de León Tolstoi, “Anna Karenina”, y aunque a Josef von Sternberg se le atribuye haber escrito el guión, el verdadero autor fue Marlene Dietrich:
Ella acordó no recibir crédito por escribir la película debido a las obvias luchas que causaría con la oficina y El Código Hays; esto resultó ser una buena idea, ya que tanto Dietrich como von Sternberg fueron suspendidos durante varios meses mientras se cortaba la historia, se diluía y se convertía en una “limonada suave” para satisfacer a los censores.
Asi pasó casi 1 año antes de que el humo se disipara... pero todas las frustraciones y el drama de los censores hicieron que la historia perdiera su atractivo tanto para Dietrich como para von Sternberg; y para cuando finalmente comenzó la filmación, tanto al director como a la estrella, ya no les gustaba ni querían hacer la película por más tiempo; sin embargo, para el estreno alemán original y algunas copias de televisión, se excluye la escena de apertura, donde Herbert Marshall se encuentra con Marlene Dietrich y sus amigos “bañándose desnudos” en un lago...
Y lo más criticable, el final feliz impuesto por Paramount:
Los Productores y Distribuidores de Películas de Estados Unidos (MPPDA), formados por la industria cinematográfica en 1922, regulaban el contenido de las películas revisando guiones utilizando El Código de Producción de Películas de 1930 (MPC) que, si bien prohibía la prostitución forzada, es decir, la esclavitud blanca; requería que el tema de una mujer participando en la solicitación fuera tratado con cuidado...
Durante las negociaciones entre el director von Sternberg y la MPPDA con respecto a las escenas en las que el detective Wilson encuentra a Helen en Nueva Orleans, se eliminó cualquier solicitud directa del guión, de modo que en la película, la interacción entre Helen y el detective privado se vuelve ambigua... recuerden que la persona que cometía algún delito, debe ser castigada para evitar ser ejemplar...
Otros aspectos de la trama, como el adulterio, siguen siendo incompatibles con el MPC, que no se aplicó estrictamente hasta 1934.
Esta aplicación del MPC, impidió que Paramount reeditara “Blonde Venus” después de 1934; pero incluso estos se sienten como si hubieran sido cortados y pegados de una película diferente.
Los fanáticos de von Sternberg pueden aclamarlo como otra obra maestra, como suelen hacer, pero para el espectador promedio, es una gran decepción.
La audiencia de la época no lo disfrutaron como lo habían hecho con sus éxitos anteriores, y esto anunció el comienzo del fin del apogeo de Marlene; y 1 año después, habría una nueva reina en Paramount:
Mae West.
“Quiero venderte mi cuerpo”
RECOMENDADA
http://lecturascinematograficas.blogspot.com/
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