Matthias y Maxime
6.4
2,273
21 de octubre de 2019
21 de octubre de 2019
44 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Xavier Dolan cumple treinta años. Otros directores más jóvenes que él llegarán a los grandes festivales. Nosotros también hemos cumplido treinta años, y otros espectadores más jóvenes escribirán acerca de otros directores. El tiempo, rápido o lento, pasa. Qué se le va a hacer. Dolan, niño prodigio que debutaba hace diez años abandona la post-adolescencia y se interna en la edad adulta, tardía para todos nosotros en el siglo XXI, al alcanzar la treintena.
Matthias & Maxime parece ser una despedida del universo de sus primeros films antes de emprender un nuevo camino como cineasta. Pero sí no se tratase de ello, al menos sería un delicado broche a uno de los estilos más reconocibles de la década, pues la contención de esta, su ¡octava! película nos hace vislumbrar un cineasta adentrándose en su madurez emocional tras su característica paleta de colores pastel y sepia.
Matthias. Maxime. Antiguos compañeros de instituto. Amigos, Algo más. O no. Uno es alto, el otro bajo, uno tiene el rostro perfecto, el otro tiene una mancha de nacimiento en él, uno tiene novia, el otro no, uno es extravertido, el otro intravertido, uno es de familia burguesa, el otro de familia disfuncional de extrarradio. Pese a todas estas diferencias, ahí siguen juntos en su círculo de amigos. Maxime se va a trabajar de camarero a Australia en unas semanas. Matthias ha conseguido gracias a un enchufe un puestazo en un bufete de abogados. En una de sus últimas fiestas entre colegas, se ven casi por obligación participando en un corto. En la escena tienen que besarse apasionadamente, cosa que no supone problema ninguno para absolutamente nadie. Excepto, claro, para Matthias y Maxime.
Matthias & Maxime parece ser una despedida del universo de sus primeros films antes de emprender un nuevo camino como cineasta. Pero sí no se tratase de ello, al menos sería un delicado broche a uno de los estilos más reconocibles de la década, pues la contención de esta, su ¡octava! película nos hace vislumbrar un cineasta adentrándose en su madurez emocional tras su característica paleta de colores pastel y sepia.
Matthias. Maxime. Antiguos compañeros de instituto. Amigos, Algo más. O no. Uno es alto, el otro bajo, uno tiene el rostro perfecto, el otro tiene una mancha de nacimiento en él, uno tiene novia, el otro no, uno es extravertido, el otro intravertido, uno es de familia burguesa, el otro de familia disfuncional de extrarradio. Pese a todas estas diferencias, ahí siguen juntos en su círculo de amigos. Maxime se va a trabajar de camarero a Australia en unas semanas. Matthias ha conseguido gracias a un enchufe un puestazo en un bufete de abogados. En una de sus últimas fiestas entre colegas, se ven casi por obligación participando en un corto. En la escena tienen que besarse apasionadamente, cosa que no supone problema ninguno para absolutamente nadie. Excepto, claro, para Matthias y Maxime.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Nunca veremos la escena del beso, si acaso podremos intuírla en el reflejo de una ventana cuando la futura directora lo enseña a su familia. Todos comentan la audacia, la energía, la vivacidad de la obra. Pero no el beso. Nadie. Sólo Matthias, que sigue atormentándose por el gesto. Un rumor corre acerca de un morreo entre los dos en el instituto, pero, de nuevo, absolutamente nadie le da importancia. Sólo la pareja del título.
Vemos a Matthias descargar su rabia nadando en un lago por miedo a que sus emociones lo dominen. En medio del agua termina por perderse y sufre una crisis nerviosa. Una escena magnífica en la que las burbujas, que explotan en primer plano recuerdan a las afiladas ramas que herían al sargento Penderton de Reflejos en un ojo dorado, aquel hombre que atravesaba un bosque cabalgando furioso a caballo en plena crisis nerviosa, rabioso de sus sentimientos hacia el recluta Williams. Vemos también a este joven Adonis codearse con un compañero de trabajo insufrible, cuya mayor seña de identidad es fingir una virilidad que le viene grande y que lo convierte ridículo y molesto.
Lejos queda el Dolan histriónico. Aunque en ciertas subtramas aún percibimos algunos dejes histéricos, la clave de la película es el silencio de ambos protagonistas. Su distanciamiento tras la escena deja claro el sentir de cada uno. Y en el inevitable enfrentamiento final, todo explota, para bien y para mal. Mención aparte merece lo natural que resulta el círculo de amigos. Quizás las escenas más espontáneas que Dolan haya filmado hasta hoy.
Dolan cierra la película con un epílogo en lo que no todo queda demasiado claro, pero poco importa. Los personajes, aún en la resaca de la liberación momentánea de sus sentimientos, no siempre siguen un camino recto. Un email que no tuvo respuesta, una llamada que nunca llegó... Nunca sabremos exactamente qué ha pasado por la cabeza de ambos los últimos días antes que Maxime se vaya a Australia, pero una vez que abra la puerta para irse al aeropuerto,descubrimos que el asunto se cerrará con un poco más de luz aunque no conozcamos el desenlace. Esa puerta que Maxime cierra para embarcarse en la vida adulta es la puerta que Dolan cierra a sus recuerdos de adolescencia, a su círculo de amigos, a sus líos amorosos cuando debía reprimir sus ganas.
hommecinema.blogspot.com
Vemos a Matthias descargar su rabia nadando en un lago por miedo a que sus emociones lo dominen. En medio del agua termina por perderse y sufre una crisis nerviosa. Una escena magnífica en la que las burbujas, que explotan en primer plano recuerdan a las afiladas ramas que herían al sargento Penderton de Reflejos en un ojo dorado, aquel hombre que atravesaba un bosque cabalgando furioso a caballo en plena crisis nerviosa, rabioso de sus sentimientos hacia el recluta Williams. Vemos también a este joven Adonis codearse con un compañero de trabajo insufrible, cuya mayor seña de identidad es fingir una virilidad que le viene grande y que lo convierte ridículo y molesto.
Lejos queda el Dolan histriónico. Aunque en ciertas subtramas aún percibimos algunos dejes histéricos, la clave de la película es el silencio de ambos protagonistas. Su distanciamiento tras la escena deja claro el sentir de cada uno. Y en el inevitable enfrentamiento final, todo explota, para bien y para mal. Mención aparte merece lo natural que resulta el círculo de amigos. Quizás las escenas más espontáneas que Dolan haya filmado hasta hoy.
Dolan cierra la película con un epílogo en lo que no todo queda demasiado claro, pero poco importa. Los personajes, aún en la resaca de la liberación momentánea de sus sentimientos, no siempre siguen un camino recto. Un email que no tuvo respuesta, una llamada que nunca llegó... Nunca sabremos exactamente qué ha pasado por la cabeza de ambos los últimos días antes que Maxime se vaya a Australia, pero una vez que abra la puerta para irse al aeropuerto,descubrimos que el asunto se cerrará con un poco más de luz aunque no conozcamos el desenlace. Esa puerta que Maxime cierra para embarcarse en la vida adulta es la puerta que Dolan cierra a sus recuerdos de adolescencia, a su círculo de amigos, a sus líos amorosos cuando debía reprimir sus ganas.
hommecinema.blogspot.com
25 de noviembre de 2019
25 de noviembre de 2019
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hace falta tener una historia grandilocuente entre las manos para hacer una enorme película. Eso es algo que los franceses nos llevan demostrando desde que el cine es tal y una nueva muestra de ello es "Matthias & Maxime", la octava película, a sus 30 años, del genial director canadiense Xavier Dolan.
Matthias (Gabriel D'Almeida Freitas) y Maxime (el propio Xavier Dolan) son dos amigos de la infancia que siempre han mantenido una buena amistad. Un día en una reunión de amigos, se les pide que se besen como parte del rodaje de un cortometraje. Ese beso será el disparo de salida de toda una serie de dudas sobre la verdadera naturaleza de su relación. Dudas que habrá que resolver lo antes posible, ya que Maxime se marcha en dos semanas al continente Australiano a buscar trabajo.
Xavier Dolan vuelve a dar toda una lección de como crear escenas de una gran belleza cinematográfica sin excesivos alardes. Su talento a la hora de colocar la cámara y crear encuadres magníficos casi no tiene parangón en el cine actual. Así mismo, la laboriosa puesta en escena es de una calidad realmente excepcional y la música, como es habitual en sus películas, se integra perfectamente en la narración sin resultar nunca redundante.
Como único punto flaco diría que le sobran discusiones entre el grupo de amigos, los cuales parecen siempre incapaces de hablar como adultos que son, de tal forma que en algunas escenas se nos presentan casi como adolescentes sin criterio. Algo que contrasta con las numerosas referencias culturales con que nos obsequia el guión de la película, escrito como suele ser habitual por el mismo Xavier Dolan, quien también se encarga del montaje del film.
No me queda más que recomendar abiertamente esta obra, la cual posee más calidad cinematográfica en sus dos primeros minutos de metraje, que la suma total del 90% de los títulos que nos vienen del adorado Hollywood. Hay belleza en casi todos sus planos, pero yo me quedo con esa primera escena, que consiste únicamente en los dos personajes subiendo a un coche y emprendiendo juntos el recorrido hacia la reunión de amigos que desencadenará el resto de la historia.
Gabriel Menéndez Piñera
https://historiasdelceluloide,elcomercio.es
Matthias (Gabriel D'Almeida Freitas) y Maxime (el propio Xavier Dolan) son dos amigos de la infancia que siempre han mantenido una buena amistad. Un día en una reunión de amigos, se les pide que se besen como parte del rodaje de un cortometraje. Ese beso será el disparo de salida de toda una serie de dudas sobre la verdadera naturaleza de su relación. Dudas que habrá que resolver lo antes posible, ya que Maxime se marcha en dos semanas al continente Australiano a buscar trabajo.
Xavier Dolan vuelve a dar toda una lección de como crear escenas de una gran belleza cinematográfica sin excesivos alardes. Su talento a la hora de colocar la cámara y crear encuadres magníficos casi no tiene parangón en el cine actual. Así mismo, la laboriosa puesta en escena es de una calidad realmente excepcional y la música, como es habitual en sus películas, se integra perfectamente en la narración sin resultar nunca redundante.
Como único punto flaco diría que le sobran discusiones entre el grupo de amigos, los cuales parecen siempre incapaces de hablar como adultos que son, de tal forma que en algunas escenas se nos presentan casi como adolescentes sin criterio. Algo que contrasta con las numerosas referencias culturales con que nos obsequia el guión de la película, escrito como suele ser habitual por el mismo Xavier Dolan, quien también se encarga del montaje del film.
No me queda más que recomendar abiertamente esta obra, la cual posee más calidad cinematográfica en sus dos primeros minutos de metraje, que la suma total del 90% de los títulos que nos vienen del adorado Hollywood. Hay belleza en casi todos sus planos, pero yo me quedo con esa primera escena, que consiste únicamente en los dos personajes subiendo a un coche y emprendiendo juntos el recorrido hacia la reunión de amigos que desencadenará el resto de la historia.
Gabriel Menéndez Piñera
https://historiasdelceluloide,elcomercio.es
17 de julio de 2020
17 de julio de 2020
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé qué le ocurre a la “prensa especializada” con Xavier Dolan. A pesar de sus defectos, porque la película los tiene, no entiendo el recibimiento que la crítica española le ha brindado a “Matthias & Maxime”. A esto se suma el no poder ver el anterior trabajo de Dolan, “The Death & Life of John F. Donovan”, su primer film en inglés, pero no por falta de interés, si no porque a estos varapalos se une la exhibición española. A fecha de hoy, no parece que le hayan encontrado un hueco en las salas y parece que se la vayan a “saltar”. El caso es que creo que público no le faltaría y cuenta con gran reparto como reclamo, pero la aceptación de la crítica ha sido peor aún que en el presente caso, aunque no de público, que sin ser un film de resonancia comercial, Dolan ha sido capaz de hacer caja.
A sus treinta y un años en la actualidad, tras varios videoclips y ocho largometrajes, parece que sus detractores cada vez son más numerosos, y eso que varios de sus films, al menos para mí, como “Laurence Anyways” o “Mommy”, me parecieron notables, teniendo en cuenta, que a excepción de “Sólo el fin del mundo”, el resto eran buenas películas, con más logros que otras muchas que fueron bien valoradas. Y es que, aunque su último trabajo tenga el mismo nivel de “Sólo el fin del mundo”, es decir, puede que no sean buenas, se tratan, sin duda, de películas interesantes y es injusto el linchamiento al que han sido sometidas. De Dolan, hasta el momento, no he visto ninguna película que no sea recomendable.
Dolan como actor es resolutivo, como guionista es bastante decente y como director mejor. A esto se le podría añadir su eficiencia en dirección artística y vestuario, su buen gusto estético y desde luego que está dotado musicalmente, sabiendo indicar la dirección que debe tomar sus bandas sonoras. Esto es innegable, pero puede que su “juventud” vaya en contra, tanto talento y tan joven debe ser, para muchos, algo incompatible, o como otros dicen, pretencioso, cuando los pretenciosos e ineptos son los que tienen un puesto de trabajo, sea un periódico, emisora de radio o un portal de internet, para poder descuartizarlo sin miramientos.
El principal fallo de “Matthias y Maxime” es su guion. No está mal, pero Dolan intenta buscar otras vías de expresión, no repetirse, abrirse más, y eso, en consecuencia, provoca que le queden más agujeros en su narración. Sobre todo, en detrimento al tema de la homosexualidad, donde parece que ha dado algunos pasos atrás, para dar preferencia a otros perfiles, aumentar las dimensiones de otros personajes, que a fin de cuentas ya han quedado trazados y no nos van a aportar mucho más al relato. Sus films anteriores eran, en ese sentido más abiertos, menos opacos y más frescos. Ahora se quedan en discursos conocidos.
A favor, sin duda, la buena elección de actores, tanto del grupo de jóvenes, destacando el guapo y desconocido Gabriel D´Almeida Freitas, como de los adultos. De hecho vuelve a contar con Catherine Brunet y sobre todo con Anne Dorval, otra de sus “musas” con las que ha trabajado en varias ocasiones con un personaje de esos que ella sabe sacarle partido.
La fotografía de André Turpin es adecuada y está cuidada, como viene siendo habitual en el mundo de Dolan. La banda sonora del canadiense Jean- Michel Blais es muy buena, además de versátil. Sus muchos viajes y sus estudios han facilitado su eficacia para crear su banda sonora y puede que cuenten con él para futuros proyectos, aunque no vaya a ser Dolan.
Y como decíamos, la dirección no encuentra problema tanto en las escenas grupales y hasta con perro incluido como en las escenas intimistas. Dolan sabe articularlas sin problema.
En definitiva, no hay ningún escollo insalvable y la película se ve con agrado, aunque pocas sorpresas aporta y deja poca huella, cosa que no ocurría con otros films de su autor. Y digo autor conscientemente, ya que Dolan lo es más que otros que no paran de repetir que lo son, ya que en la pantalla son incapaces de reflejarlo en ningún momento.
A sus treinta y un años en la actualidad, tras varios videoclips y ocho largometrajes, parece que sus detractores cada vez son más numerosos, y eso que varios de sus films, al menos para mí, como “Laurence Anyways” o “Mommy”, me parecieron notables, teniendo en cuenta, que a excepción de “Sólo el fin del mundo”, el resto eran buenas películas, con más logros que otras muchas que fueron bien valoradas. Y es que, aunque su último trabajo tenga el mismo nivel de “Sólo el fin del mundo”, es decir, puede que no sean buenas, se tratan, sin duda, de películas interesantes y es injusto el linchamiento al que han sido sometidas. De Dolan, hasta el momento, no he visto ninguna película que no sea recomendable.
Dolan como actor es resolutivo, como guionista es bastante decente y como director mejor. A esto se le podría añadir su eficiencia en dirección artística y vestuario, su buen gusto estético y desde luego que está dotado musicalmente, sabiendo indicar la dirección que debe tomar sus bandas sonoras. Esto es innegable, pero puede que su “juventud” vaya en contra, tanto talento y tan joven debe ser, para muchos, algo incompatible, o como otros dicen, pretencioso, cuando los pretenciosos e ineptos son los que tienen un puesto de trabajo, sea un periódico, emisora de radio o un portal de internet, para poder descuartizarlo sin miramientos.
El principal fallo de “Matthias y Maxime” es su guion. No está mal, pero Dolan intenta buscar otras vías de expresión, no repetirse, abrirse más, y eso, en consecuencia, provoca que le queden más agujeros en su narración. Sobre todo, en detrimento al tema de la homosexualidad, donde parece que ha dado algunos pasos atrás, para dar preferencia a otros perfiles, aumentar las dimensiones de otros personajes, que a fin de cuentas ya han quedado trazados y no nos van a aportar mucho más al relato. Sus films anteriores eran, en ese sentido más abiertos, menos opacos y más frescos. Ahora se quedan en discursos conocidos.
A favor, sin duda, la buena elección de actores, tanto del grupo de jóvenes, destacando el guapo y desconocido Gabriel D´Almeida Freitas, como de los adultos. De hecho vuelve a contar con Catherine Brunet y sobre todo con Anne Dorval, otra de sus “musas” con las que ha trabajado en varias ocasiones con un personaje de esos que ella sabe sacarle partido.
La fotografía de André Turpin es adecuada y está cuidada, como viene siendo habitual en el mundo de Dolan. La banda sonora del canadiense Jean- Michel Blais es muy buena, además de versátil. Sus muchos viajes y sus estudios han facilitado su eficacia para crear su banda sonora y puede que cuenten con él para futuros proyectos, aunque no vaya a ser Dolan.
Y como decíamos, la dirección no encuentra problema tanto en las escenas grupales y hasta con perro incluido como en las escenas intimistas. Dolan sabe articularlas sin problema.
En definitiva, no hay ningún escollo insalvable y la película se ve con agrado, aunque pocas sorpresas aporta y deja poca huella, cosa que no ocurría con otros films de su autor. Y digo autor conscientemente, ya que Dolan lo es más que otros que no paran de repetir que lo son, ya que en la pantalla son incapaces de reflejarlo en ningún momento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
SPOILER
Dolan se ha buscado un personaje muy curioso, Maxime, solitario y algo perdido. Busca infructuosamente el amor de su madre, una constante habitual en su cine. Al personaje le ha añadido una mancha rojiza facial muy curiosa. Su compañero de reparto, Matthias, es el guapo, con novia y muy interesado en su ascenso laboral. Se le saca poco partido, sobre todo al final.
La “jugarreta” de la carta de recomendación es un buen golpe, pero no termina por desarrollarla, por desgracia. ¿Matthias no se la da porque así confía que Maxime no se vaya a Australia? ¿Por envidia? ¿Está enamorado de él o no?
Es un punto que en el rodaje del cortometraje no se vea el beso que se tienen que dar Matthias y Maxime, pero el hecho de que todo lo sexual esté más constreñido de lo habitual, no sabemos realmente a qué se debe. Como decíamos antes, el haber roto ciertos tabúes anteriormente al ser más franco y directo con este tema, a estas alturas no sabemos a qué se debe tanto reparo... o quizás sea dispersión.
Dolan se ha buscado un personaje muy curioso, Maxime, solitario y algo perdido. Busca infructuosamente el amor de su madre, una constante habitual en su cine. Al personaje le ha añadido una mancha rojiza facial muy curiosa. Su compañero de reparto, Matthias, es el guapo, con novia y muy interesado en su ascenso laboral. Se le saca poco partido, sobre todo al final.
La “jugarreta” de la carta de recomendación es un buen golpe, pero no termina por desarrollarla, por desgracia. ¿Matthias no se la da porque así confía que Maxime no se vaya a Australia? ¿Por envidia? ¿Está enamorado de él o no?
Es un punto que en el rodaje del cortometraje no se vea el beso que se tienen que dar Matthias y Maxime, pero el hecho de que todo lo sexual esté más constreñido de lo habitual, no sabemos realmente a qué se debe. Como decíamos antes, el haber roto ciertos tabúes anteriormente al ser más franco y directo con este tema, a estas alturas no sabemos a qué se debe tanto reparo... o quizás sea dispersión.
17 de febrero de 2020
17 de febrero de 2020
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El canadiense Xavier Dolan con apenas 31 años ha conseguido labrarse una carrera como actor y director de lo más interesante, polémico y transgresor a veces, sus películas siempre impactan al espectador, su última película "Matthias et Maxime" nos pone encima de la mesa la dificultad de dar el paso y "salir del armario" (analizando las consecuencias que pueden provocar en su entorno) dos amigos de la infancia que siempre han estado muy unidos.
El realizador Xavier Dolan se reserva el papel de Maxime, un joven de Quebec que se está preparando para irse a trabajar a Australia con la clara intención de huir de una madre alcohólica y problemática. Matt, por otro lado tiene novia y es un abogado con cierto éxito. Conviven con un grupo de amigos estupendos de la escuela. En una pequeña fiesta inesperadamente, los dos amigos aceptan actuar en un cortometraje de un minuto en el que tienen que besarse. Reacios al principio, lo hacen desencadenando una reacción de amor reprimida durante toda la vida que hace que salga a flote, cambiando incluso la forma de ser entre la cuadrilla de amigos.
La película transcurrirá durante las seis semanas antes de irse a Australia e iremos conociendo las vidas de Matt y Max por separado y como van asimilando lo que les está ocurriendo internamente.
Sutil y conmovedora resulta esta historia de estos dos amigos, muy bien rodada por Dolan y con un enfoque bastante preciso y convincente de la angustia creada por la situación, intentando "negar" estos sentimientos del uno sobre el otro.
El estilo del director con imágenes desenfocadas, salidas de cuadro, conversaciones y discusiones con un volumen alto e irritante contribuyen muy bien a darle ese "toque" que necesita el film para meternos en la cabeza de "Matt y Max".
Tras su paso por los festivales de Cannes y Gijón, se pudo ver en el III festival de cine Canadiense de Madrid. Comercialmente se estrenara en España el 3 de abril de 2020 de la mano de Avalon que gracias a esta distribuidora independiente que ha estrenado casi todas sus películas, hemos podido conocer a este joven director de "culto".
Destino Arrakis.com
El realizador Xavier Dolan se reserva el papel de Maxime, un joven de Quebec que se está preparando para irse a trabajar a Australia con la clara intención de huir de una madre alcohólica y problemática. Matt, por otro lado tiene novia y es un abogado con cierto éxito. Conviven con un grupo de amigos estupendos de la escuela. En una pequeña fiesta inesperadamente, los dos amigos aceptan actuar en un cortometraje de un minuto en el que tienen que besarse. Reacios al principio, lo hacen desencadenando una reacción de amor reprimida durante toda la vida que hace que salga a flote, cambiando incluso la forma de ser entre la cuadrilla de amigos.
La película transcurrirá durante las seis semanas antes de irse a Australia e iremos conociendo las vidas de Matt y Max por separado y como van asimilando lo que les está ocurriendo internamente.
Sutil y conmovedora resulta esta historia de estos dos amigos, muy bien rodada por Dolan y con un enfoque bastante preciso y convincente de la angustia creada por la situación, intentando "negar" estos sentimientos del uno sobre el otro.
El estilo del director con imágenes desenfocadas, salidas de cuadro, conversaciones y discusiones con un volumen alto e irritante contribuyen muy bien a darle ese "toque" que necesita el film para meternos en la cabeza de "Matt y Max".
Tras su paso por los festivales de Cannes y Gijón, se pudo ver en el III festival de cine Canadiense de Madrid. Comercialmente se estrenara en España el 3 de abril de 2020 de la mano de Avalon que gracias a esta distribuidora independiente que ha estrenado casi todas sus películas, hemos podido conocer a este joven director de "culto".
Destino Arrakis.com
17 de febrero de 2020
17 de febrero de 2020
21 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tremenda decepción la última de Dolan. Una historia que ya sabría a rancia en los años 90, en pleno siglo XXI y viniendo del genial autor canadiense, sabe a fracaso estrepitoso. No hay drama, no hay arco emocional, no hay sorpresas. No hay necesidad de ver dos horas de metraje, aunque Dolan sepa rodar con belleza y elija bien la música de piano. No hay película. Solo un videoclip alargado de manera artificiosa y con el propio director como actor protagonista. El plano final parece una burla al espectador.
Habrá quien la disfrute. Tiene actores muy guapos, tiene planos bellísimos, pero todo es vacío, hueco y, aún peor, pretencioso.
Habrá quien la disfrute. Tiene actores muy guapos, tiene planos bellísimos, pero todo es vacío, hueco y, aún peor, pretencioso.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here