All the Pretty Little Horses

Una interesante curiosidad, que se ubica a la perfección en la línea del llamado "nuevo cine griego", en ocasiones pretencioso y excesivamente críptico (no es tanto el caso de la que nos ocupa), pero con temáticas y contenidos provocadores e inquietantes, y con un estilismo muy elegante en la creación de imágenes. Con ella he comenzado mi particular Atlántida Film Fest de este verano (y ya van siete ediciones siguiendo esta fantástica iniciativa de Filmin).

'El albor de la tragedia', de atractivo título, relata la crisis económica y personal de un matrimonio con hijo pequeño, que se intuye claramente que hasta hace poco estaba instalado en la comodidad y hasta cierta opulencia, lo que motiva que ahora se entreguen al juego de las apariencias, al postureo secretamente avergonzado.

Tanto el guion como los actores reflejan bien esta nueva condición en la vida de los personajes, con gran sentido de la tensión y muy buenas imágenes.

Película griega de casi dos horas de metraje. El director comienza con unas imágenes brillantes y manejando bellos encuadres en un chalet aparentemente de lujo y diseño habitado por la pareja protagonista. Abunda el silencio, los diálogos aportan muy poco y todo es muy críptico.
Se deduce que él era arquitecto y que antes de la crisis llevaban una vida de lujo en Atenas y ahora la calidad de vida se ha desvanecido al mudarse al típico pueblo de veraneo, lo que Marc Auge llamaba “los no lugares”.
El guion me ha parecido demasiado rudimentario y previsible en los acontecimientos. Película de festivales muy cansina y aburrida donde no ocurre nada.

CinemaJOVE 2021.

La familia protagonista formada por Aliki, Petros y el pequeño Panayotis se encuentra en un momento difícil. Tras la crisis económica de Grecia han tenido que rehacer de nuevo sus vidas en un pequeño pueblo.

Ahora tienen trabajos temporales y la esperanza de regresar otra vez a Athenas. Pero nada es lo que parece, les gusta aparentar. Mantener su status social.

Ocultando la verdad, nuestros protagonistas se ven obligados a ocupar varias casas en las que poder vivir como si se tratase de su hogar.

Petros se encarga de cuidar todos los detalles para que los verdaderos propietarios no descubran el engaño. Tiene que mantener la casa limpia y la piscina sin utilizar. Tiene una obsesión con tenerlo todo bajo control.

Nuestros protagonistas no pueden reconocer la vergüenza que sienten al llevar este tipo de vida y por supuesto no pueden reconocer el impacto que la crisis ha tenido en ellos.

La escena que mejor refleja la realidad interna de los personajes es durante la cena con sus viejos amigos, donde sale el verdadero Petros. Me recuerda al personaje de Alexander Skarsgård en la primera temporada de 'Big Little Lies'. Un padre focalizado totalmente en su hijo, pero con una personalidad impulsiva, posesiva y manipuladora.

Pues Aliki es la marioneta de Petros, se tiene que hacer lo que el diga. Pese a no estar de acuerdo con el tipo de vida que tienen, ella no consigue alejarse de él, pues no lo tiene nada fácil. Y las veces que consigue despertar su valentía interna para hacerlo acaban siendo truncadas.

Es palpable la tensión durante toda la película, como un pequeño juego del gato y el ratón en el que se encuentran Petros y Aliki donde ambos son incapaces de decirse la verdad.

Una película que no gustará a John Wick.

Marido y mujer han perdido el trabajo. Cómo no se nos dice. Tienen un hijo de unos cinco años. Sobreviven, ella cuidando a enfermos a domicilio. Él trabajando como manitas en la casa de una mujer sola en una casa de lujo.
Cuando no está esta mujer, ellos viven en la espléndida casa, como si fuera suya. Además, pasar lo que se dice pasar no pasa nada.
Y todo contado con tan poco gracia, con tal escasez de ritmo que resulta soporífera.
Aquí ha pasado inadvertida. Escribo esto como aviso. No vale la pena.