La segunda mujer

La película empieza con un flashback al estilo de Rebeca y aquí es todo lo que se parece a Rebeca o casi. Robert Young parece el hombre mala suerte pero solamente a simple vista ya que ¿las brujas? se han aliado para que su vida sea un infierno. El director con las siglas JVK demuestra que no hace falta llamarse Fritz, Raoul, Alfred, Otto, Robert, Henry, Billy o Howard para hacer un clásico noir, lo que la pasa es que de los 273.382 personas que la han visto seguramente dos docenas y yo la pondrán en en la cima o casi, solamente hay que convencer a los 273.357 personas y a los cuatro matados de críticos para que sea un clásico. Viendo las últimas palabras de la cinta me ha parecido que hay algo más que el flashback de Rebeca en La segunda mujer y eso no desmerece ya que la segunda es superior a la primera menos en el ama de llaves y en los millones de votantes.

Transcurre en un clima social: educación, presentaciones, negocios... Una armonía en la que podemos entrar si así nos apetece a un ritmo muy pausado. El chalé de la colina frente al mar se presenta como un lugar onírico con paredes transparentes donde la vegetación se cuela dentro involucrando la paranoia que quiere absorber al protagonista.

Y así se mantiene el clima con la llegada de la segunda mujer, muy bien elegida, frágil de apariencia, muy digna y sensata, calculadora como especialista en seguros que domina los porcentajes para que nada se escape a su control. Y él, sufridor de tanto accidente.

Clima de no tensión, de extrañeza, siguiendo con los acontecimientos sociales, los negocios, las visitas, y ahora también el amor. Una película de elegantes imágenes y que para verla no necesita de referencias aunque las tenga.

Director sin renombre, buenos actores aunque no estrellas. Un buen argumento; original, intrigante, bien desarrollado, que mantiene la atención del primero al último minuto y un final sorprendente, conforman una auténtica joya del cine, donde el espectador no esperaba encontrarla. Para no perdérsela.

Película más que discreta que no solo toma descaradamente de Rebeca su escena inicial (solo hay que cambiar Manderley por una casa de diseño a la última de aquellos años, estilo Frank Lloyd Wright), sino la mayor parte de su argumento. Hay un obvio intento por recrear la atmósfera hitchcockiana (omnipresencia de la casa, los personajes ambiguos, el mar de fondo) pero sin nada que lo sustente, ni un especial talento por parte del director ni una trama bien armada, que más bien da tumbos de escena en escena. Por lo demás, la peli se apunta a la moda psicoanalítica de aquellos años (veánse obras mejores como La dama desconocida o A través del espejo de Siodmak o Secreto tras la puerta de Lang, además de Recuerda), una moda que por sí misma no aportó demasiado, en términos artísticos, al cine de Hollywood, tendiendo a simplificar excesivamente la retórica freudiana para un público de masas, generando con frecuencia diálogos y situaciones bastante forzados cuando no ridículos. En otros casos el interés visual y narrativo del trabajo de otros directores hacían olvidar ese tipo de cosas, pero en esta ocasión es todo bastante ingenuo, moderadamente entretenido, pero no sé si merece la pena.

Interesante pero francamente discreta en el plano de la realización, seguramente porque James V. Kern es un, para mi, claro, un ilustre desconocido que no le saca partido a la buena historia que tiene entre manos.
Lo mejor son la interpretación de una luchadora y abnegada Betsi Drake, y la bella fotografía en blanco y negro, a cargo de Hal Mohr.
El resto es sumamente irregular, con algún buen momento de intriga y suspense, escenas duras y algo crueles, como la del perro y el caballo, y un final que desmerece en mi humilde opinión al resto de la historia. Es verosímil, pero más parece el truco final sacado de la chistera por un mago de segunda categoría.
De todos modos se puede ver sin ningún esfuerzo, no aburre, pero te queda, creo, un poso de sutil decepción, no por lo que es sino más por lo que debería haber sido.


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