Alma de bailarina
6.5
248
Musical. Comedia. Romance
Adaptación de una novela de James Warner Bellah. Janie, una bailarina de un tugurio de Manhattan, es atrapada en una redada y llevada a la cárcel. De allí la saca Pat Gallagher, un amigo de la alta sociedad, que logra introducirla en una superproducción de Broadway, que le servirá de trampolín para alcanzar el estrellato. (FILMAFFINITY)
26 de agosto de 2018
26 de agosto de 2018
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El espíritu del nacimiento de una estrella en Broadway interpretado por J. Crawford y C. Gable brilla sobre el celuloide como una propuesta impetuosa que muestra los perfiles de una producción de gran complicidad entre los protagonistas.
El tercero en discordia -nadie mejor que F. Tone- proporciona el contrapunto amargo o la nota discordante de un argumento que siempre agradece ese tipo de intervenciones.
El ritmo es magnífico, como lo son la eficacia narrativa, su ambientación, el tratamiento psicológico de los personajes y su capacidad para presentar cada situación en un contexto creíble y natural.
Posee visos de autenticidad, la fuerza de los proyectos reales, el magnetismo de unos grandes actores y, por encima de todo, el encanto de la obra bien hecha.
Señalar la presencia estelar de F. Astaire actuando en el papel de sí mismo.
El tercero en discordia -nadie mejor que F. Tone- proporciona el contrapunto amargo o la nota discordante de un argumento que siempre agradece ese tipo de intervenciones.
El ritmo es magnífico, como lo son la eficacia narrativa, su ambientación, el tratamiento psicológico de los personajes y su capacidad para presentar cada situación en un contexto creíble y natural.
Posee visos de autenticidad, la fuerza de los proyectos reales, el magnetismo de unos grandes actores y, por encima de todo, el encanto de la obra bien hecha.
Señalar la presencia estelar de F. Astaire actuando en el papel de sí mismo.
3 de septiembre de 2018
3 de septiembre de 2018
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los grandes éxitos de la prolífica carrera del director Robert Z. Leonard fue esta producción musical de David O. Selznick para la MGM. Aunque tenga más de ochenta años mantiene casi intactas sus cualidades, no abusa de las canciones y cuenta con el atractivo de la pareja protagonista, una Joan Crawford en la etapa cenital de su carrera que prolongaría aún una veintena de años y un Clark Gable que peleaba con fuerza por la primera división del estrellato.
Joan Crawford es una bailarina de “streap tease” que actúa en tugurios de mala muerte y busca su oportunidad para participar en un gran musical. Franchot Tone es un caprichoso millonario de la 5º Avenida que se enamora de la bailarina y Gable es un director de musicales de fuerte carácter. Gracias a los contactos de su rico amigo ella consigue una audición con el gran productor que la contrata inmediatamente.
La película, entre la comedia y el melodrama, es fundamentalmente un triángulo amoroso con algunos elementos “pre-code”. Franchot Tone queda un poco al margen del duelo interpretativo de Crawford y Gable y, de hecho, lo mejor de la película son las eléctricas escenas que ambos comparten, con una fuerza y una química impagable –que demostraron en las ocho películas que rodaron juntos-. A destacar la escena inicial de la persecución que somete Crawford a Gable mediante un brillante montaje enfocado en las piernas homenaje al cine mudo o la divertida escena del gimnasio. La Crawford en su habitual papel de heroína de la clase trabajadora, de origen humilde, pero de carácter irreductible y acostumbrada a quitarse a los hombres de encima, da una lección de baile, interpretación e inconmensurable presencia escénica.
Una de las grandes curiosidades de esta película es que permitió el breve debut de Fred Astaire en la pantalla que aparece con su propio nombre -Astaire había firmado con RKO pero la productora se lo prestó a la MGM- que se marca un pequeño ensayo con Crawford y en la parte final interpreta el divertido “Let’s go bavarian” con alfombra voladora y todo. Gran musical.
Joan Crawford es una bailarina de “streap tease” que actúa en tugurios de mala muerte y busca su oportunidad para participar en un gran musical. Franchot Tone es un caprichoso millonario de la 5º Avenida que se enamora de la bailarina y Gable es un director de musicales de fuerte carácter. Gracias a los contactos de su rico amigo ella consigue una audición con el gran productor que la contrata inmediatamente.
La película, entre la comedia y el melodrama, es fundamentalmente un triángulo amoroso con algunos elementos “pre-code”. Franchot Tone queda un poco al margen del duelo interpretativo de Crawford y Gable y, de hecho, lo mejor de la película son las eléctricas escenas que ambos comparten, con una fuerza y una química impagable –que demostraron en las ocho películas que rodaron juntos-. A destacar la escena inicial de la persecución que somete Crawford a Gable mediante un brillante montaje enfocado en las piernas homenaje al cine mudo o la divertida escena del gimnasio. La Crawford en su habitual papel de heroína de la clase trabajadora, de origen humilde, pero de carácter irreductible y acostumbrada a quitarse a los hombres de encima, da una lección de baile, interpretación e inconmensurable presencia escénica.
Una de las grandes curiosidades de esta película es que permitió el breve debut de Fred Astaire en la pantalla que aparece con su propio nombre -Astaire había firmado con RKO pero la productora se lo prestó a la MGM- que se marca un pequeño ensayo con Crawford y en la parte final interpreta el divertido “Let’s go bavarian” con alfombra voladora y todo. Gran musical.
13 de abril de 2015
13 de abril de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Agradable película para los que gustan también de los films antiguos y saben valorar el arte y técnicas cinematográficas de esos años.
Argumento: como la mayoría de las películas románticas tiene un argumento simple, aquí con un matiz de profundidad añadido. Es la vida de una aspirante a actriz que, con esfuerzo y astucia quiere conseguir un lugar en el mundo del espectáculo y se le presenta el problema de tener que escoger (aquí el matiz) entre un matrimonio beneficioso y la profesión artística. Interesante dilema que también es actual y si se quiere ser feliz hay que conseguir ambas cosas, la vida en pareja y la profesión deseadas. Sacrificar una cosa por la otra es jugarse la felicidad en el 90% de los casos.
Como comedia sobran (actualmente) las tonterías de los dos empleados.
Como musical son excelentes las actuaciones de Fred Astaire y Joan Crawford (no sabía que de joven fuera tan guapa y además bailarina). He quedado gratamente sorprendido por el maravilloso espectáculo final por su originalidad, brillantez, lujo de medios, calidad técnica y los ángulos de filmación escogidos. Ignoraba que ya existiera ese nivel de calidad en 1933.
Argumento: como la mayoría de las películas románticas tiene un argumento simple, aquí con un matiz de profundidad añadido. Es la vida de una aspirante a actriz que, con esfuerzo y astucia quiere conseguir un lugar en el mundo del espectáculo y se le presenta el problema de tener que escoger (aquí el matiz) entre un matrimonio beneficioso y la profesión artística. Interesante dilema que también es actual y si se quiere ser feliz hay que conseguir ambas cosas, la vida en pareja y la profesión deseadas. Sacrificar una cosa por la otra es jugarse la felicidad en el 90% de los casos.
Como comedia sobran (actualmente) las tonterías de los dos empleados.
Como musical son excelentes las actuaciones de Fred Astaire y Joan Crawford (no sabía que de joven fuera tan guapa y además bailarina). He quedado gratamente sorprendido por el maravilloso espectáculo final por su originalidad, brillantez, lujo de medios, calidad técnica y los ángulos de filmación escogidos. Ignoraba que ya existiera ese nivel de calidad en 1933.
15 de agosto de 2018
15 de agosto de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo creo que cuando pensamos en el glamour y la suntuosidad de cierto tipo de cine clásico, podemos hablar de películas como esta. Sofisticada, elegante, con grandes números musicales, todo un deleite para la vista.
Detras de ella Robert Z.Leonard que sublimaría lo aquí hecho en "El Gran Ziegfeld" y que sabe darle el tono tanto en lo dramático como musical a la película. Una rotunda y ambiciosa historia, llevada con buen ritmo y excelentemente interpretada por una Crawford bien en el baile, bien en la parte dramática, Gable muy bueno en su rol y como complemento a ambos un siempre solvente Franchot Tone.
Como curiosidad, es una de las primeras apariciones de Fred Astaire que aquí hace un papel exclusivo de bailarín.
A disfrutar de la mejor tradición icónica del Hollywood clásico.
Detras de ella Robert Z.Leonard que sublimaría lo aquí hecho en "El Gran Ziegfeld" y que sabe darle el tono tanto en lo dramático como musical a la película. Una rotunda y ambiciosa historia, llevada con buen ritmo y excelentemente interpretada por una Crawford bien en el baile, bien en la parte dramática, Gable muy bueno en su rol y como complemento a ambos un siempre solvente Franchot Tone.
Como curiosidad, es una de las primeras apariciones de Fred Astaire que aquí hace un papel exclusivo de bailarín.
A disfrutar de la mejor tradición icónica del Hollywood clásico.
7 de octubre de 2015
7 de octubre de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apreciable cinta musical, con una clásica estructura de comedia, con algunas dosis de drama, con triángulo amoroso como transfondo argumental.
Se distingue por estar en el límite de lo que supuso el cambio estético cuando se introdujo el código Hays en el cine americano. Aquí se puede apreciar ciertas libertades en el vestuario que años más tarde serían corregidas en otros films. Así Joan Crawford nos regala algunos contoneos sensuales que siguen siendo sugerentes con el paso del tiempo, y en los que demuestra que no sólo tenía un gran talento interpretativo.
En el trío protagonista sobresalen las dos estrellas en detrimento de Franchot Tone. También cabe destacar que Fred Astaire tiene un pequeño personaje en que se interpreta a sí mismo, como bailarín profesional.
Rememora la añoranza de aquellos tiempos en el que un título como éste era una muestra socorrida en la programación televisiva, allá por los primeros años 80.
Se distingue por estar en el límite de lo que supuso el cambio estético cuando se introdujo el código Hays en el cine americano. Aquí se puede apreciar ciertas libertades en el vestuario que años más tarde serían corregidas en otros films. Así Joan Crawford nos regala algunos contoneos sensuales que siguen siendo sugerentes con el paso del tiempo, y en los que demuestra que no sólo tenía un gran talento interpretativo.
En el trío protagonista sobresalen las dos estrellas en detrimento de Franchot Tone. También cabe destacar que Fred Astaire tiene un pequeño personaje en que se interpreta a sí mismo, como bailarín profesional.
Rememora la añoranza de aquellos tiempos en el que un título como éste era una muestra socorrida en la programación televisiva, allá por los primeros años 80.
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