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El cantar de los cantares

Drama. Romance A la muerte de su padre, Lily deja su hogar y se traslada a Berlín con su tía. Allí, conocerá a Richard, un joven escultor a quien servirá de inspiración. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
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7
18 de abril de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rouben Mamoulian tuvo el privilegio de dirigir en el mismo año (1933) a las dos divas europeas que se habían enseñoreado en Hollywood: Greta Garbo en "La Reina Cristina de Suecia" y Marlene Dietrich en "El cantar de los cantares". No creemos que la calidad y actuaciones de ambas películas sea tan dispar como para que la primera sea siempre recordada y la segunda totalmente "ninguneada". La vampiresa alemana sostiene con su presencia esta película "menor" que les aseguro entretiene y mucho. Si bien todos coinciden en que Josef Von Sternberg obtuvo las mejores actuaciones y logró resaltar más que nadie la presencia en pantalla de la Dietrich, a mi me pareció que Mamoulian no se quedó atrás y esta película debe estar entre las cinco en las cuales la protagonista de "El angel azul" aparece en el máximo esplendor de su belleza. Indudablemente, como todavía no se estaba aplicando el "Código Hays", la película que nos ocupa tiene diálogos y secuencias que no hubieran sido posibles en los años siguientes. En fin, una rareza del cine clásico que sorprenderá a más de uno.
7
18 de marzo de 2015 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No está mal, a pesar del inflexible paso del tiempo que tritura tantas de las películas de los primeros años de cine sonoro, este melodrama sobre un escultor y su modelo, trasunto del archirrepetido tema de la inocencia traicionada, aunque pese, a ratos como una losa, el origen folletinesco, casi de opereta vienesa, del relato original de cuyo autor no quiero acordarme. La pelicula esta hecha al servicio de la sensualidad y belleza de Marlene Dietrich, que ya había rodado por aquellos años sus mejores películas con Von Sternberg, y cuenta con la baza de Brian Aherne, un actor poco apreciado -recordemos su inolvidable caracterización de Maximiliano en la fantástica "Juarez" (1939) de William Dieterle- pero de gran calidad y que protagoniza uno de los momentos más perturbadoramente eróticos -estamos hablando de una película de 1933- del cine americano de los años 30 cuando acaricia con encendido deseo los hombros de la escultura mientras su modelo se desnuda en el vestidor.
8
19 de abril de 2017 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por sus toques de humor ocurrente y desenfadado, por sus insinuantes desnudeces y por su inicial trama romántica da la impresión de que la película posee tendencia cómica.
Pero enseguida se advierte que el rumbo cambia de forma inesperada, que la trama se enreda en complicaciones diversas y se dirige sin disimulo hacia una historia con vocación melodramática.
Como la vida misma.

Película diáfana, sin dobleces, expuesta con claridad formal y argumental que ofrece una magnífica oportunidad para valorar la labor de M. Dietrich en uno de sus momentos de plenitud interpretativa.
8
21 de mayo de 2020 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mi tampoco me ha gustado especialmente, pero hay que reconocer que está bien hecha.
La Dietrich y Mamoulian demuestran que eran grandes profesionales, pese a que ciertos componentes del film no están bien escogidos, lo que significa que al día de hoy no tiene gancho, salvo como rareza y en su tiempo tampoco tuvo el impacto que se esperaba.

Se hizo para el publico de 1931; transita entre lo melodramático y lo cursi, busca fuertes emociones, pero es difícil conseguir buenas dosis de interés o intriga.
Sin embargo la imagen de Marlene se reforzó bastante, como diva que llegaría ser. (Aquí también canta y viste ropas masculinas, que serían dos de sus características que le identificaban)

El cine mudo quedaba atrás, con sus técnicas para trasmitir por medio de escenificaciones lo que no podía ser explicado con palabras. Algunas de esas técnicas alcanzaron logros artísticos, como el expresionismo alemán, que continuaban muy vigentes e influenciarian formas narrativas mas modernas.

Al parecer Mamoulian no estaba nada ilusionado con filmar esta obra, como todavía no era un peso pesado en Hollywood (tres películas, pero se confiaba en él y al poco rodaría la primera en colores de la historia “la feria de las vanidades”) tuvo que obedecer a los productores. Supo aprovechar la presencia de Marlene, que como decíamos, dio otro paso adelante en el “star system” al mismo tiempo que lo consolidaba.

Para ser del año 33, está filmada y montada de manera muy ágil, con grandes detalles de calidad, introduce algunas canciones de M.D., pero son breves, lo cual resulta otro acierto. Para nada es un musical, pues se trata de un melodrama, con mezclas de otros géneros, introduciendo grandes sufrimientos, amores no correspondidos (si es que se les puede llamar Amor) ironía burlona, especialmente en lo referente al personaje de la tía, critica a la hipocresía de un grupo social muy poderoso en la Alemania de su época, etc. o sea, un folletín que va de empalagoso a lo trágico.

Por las mismas razones, los personajes en general son esquemáticos, para que el público los entienda o identifique, algo que se hace en pro de la claridad. Si una pareja se enfada y acaba, no hay termino medio, se separan en el tiempo y en el espacio. Si alguien se va a vengar, nosotros los espectadores conocemos sus motivos, vemos sus acciones y entendemos las consecuencias.

Comienza presentado a la protagonista con una muestra de buen hacer: un hombre está hablando frente a una tumba, se dirige a una persona de la que no vemos sino su gran sombrero negro, por detrás; al poco, la cabeza se da la vuelta, y allí aparece el rostro super-fotogenico de Marlene. Luego la vemos dirigiéndose a la estación, caminando alegre entre arboles en flor, pues es joven, inocente y va a comenzar una nueva vida. Y así en casi todas las secuencias, eficientemente filmadas.

El papel del protagonista masculino no está bien dibujado, y me refiero el rol en el guion; sus ilusiones, transformación personal, relaciones sociales o familiares etc. Se supone que el “cantar de los cantares” biblico atribuido a Salomon, tiene una gran influencia, en su subconsciente y psicologia, pero cuando aparecen resultan bastante confusas.

Vista hoy en día, podemos encontrar una narracion forzada, pero la apuesta tenia que ser así, resultaba complicado hacerlo mas creíble. Para el tipo de historia que cuenta era necesario exagerar, al mismo tiempo que simplificar.
4
28 de mayo de 2014
7 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gustaría ver a alguien que le dedicara un poema a su novia, el cual incluyera frases como las siguientes:
Tú eres para mí, amor mío, / cual fina yegua del carro del faraón. / Tus ojos son dos palomas. / Tus dientes, todos perfectos / son cual rebaño de ovejas / recién salidas del baño y listas para la trasquila. / Tu cuello es semejante / a la bella torre de cantera que se construyó para David. / Tu nariz es como la torre del Líbano. / Nuestra hermanita no tiene pechos… / si fuera una puerta la recubriríamos con tablas de cedro…

¿Cómo creen que se sentiría? ¿Qué sentirías tú, chica, si alguien te dedicara palabras como esas?

Esas frases, han sido literalmente extraídas del temerariamente llamado, ¡Cantar de los cantares!, que figura en La Biblia (antiguo testamento, Cantares) y se le atribuye, a Salomón. Pero, si este rey, como se ha dicho, era sabio, por la ambigüedad del “poema” y su ñoñísimo texto, es más fácil creer que fue ‘dedicado a Salomón’ por alguna jovencita que le amaba y andaba un tanto desvirolada. Al final, parece que su hermanito también metió mano a la carta con ganas de dejar a la chica mal parada con el celebrado rey.

Semejante texto, es el que “inspira” a, Hermann Sudermann, para escribir la novela del mismo título que, luego, Edward Sheldon convertiría en una obra de teatro… hasta que, Leo Birinski y Samuel Hoffenstein, la transformaron en el guion cinematográfico que, la Paramount, se propuso filmar entregándolo al director, Rouben Mamoulian, en el preciso momento en que decidieron que ya, Josef von Sternberg, no debía proseguir su ciclo de películas con la diva alemana, Marlene Dietrich.

Al leer el guion que le pasaran, Mamoulian exclamó de inmediato: “¡Yo no quiero hacer eso!”. Sternberg, que escuchó sus palabras, se vio obligado a decirle: “Si no la haces, oí decir que ya no te darán ninguna otra película”. Para la Dietrich, que sabía lo que, Mamoulian, había hecho con Greta Garbo, éste era la mejor opción después de Sternberg… así que, aceptaba o tendría que irse del Estudio; y cuando uno ha visto ya la película, necesario es concederle al director ruso-americano toda, pero toda la razón.

El asidero primo es bastante naïve, aunque aquí se acude a las frases menos empalagosas que pudieron encontrarse en el eternizado "poema". El romance entre el escultor y la modelo es, por su parte, totalmente desencantado, y queda decir que mejor suena el prometedor duque, aunque la situación con él se resuelve dejando bien definido un sabor a nada.

Lo único rescatable es, Marlene Dietrich, quien, aprovechando de nuevo los tiempos del pre-code, luce sensual y ligera de ropas como, quizás, nunca en sus películas. De resto, <<EL CANTAR DE LOS CANTARES>>, se resume como el punto más bajo en la filmografía de Rouben Mamoulian. Sin ganas y sin inspiración, es imposible que el resultado sea una buena película.
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