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Apuntes para una película de atracosDocumental

Documental Elías es un director de cine que soñaba con hacer una película de atracos. Durante el verano de 2013 lee una noticia sobre la detención de 'El Robin Hood de Vallecas', el líder de 'la banda de las alcantarillas'. Siente entonces que ha encontrado la oportunidad para cumplir su sueño. Le manda una carta a la cárcel donde cumple condena. Contra todo pronóstico, Elías recibe respuesta tres semanas después. 'El Robin Hood' acepta que vaya a ... [+]
Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
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4
8 de mayo de 2020
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
me gustan los documentales, cómo la realidad puede superar toda ficción imaginable. Y cómo el documentalista puede hacernos ver, si es hábil, la realidad como a él le interesa que la veamos y no necesariamente como es. Mostrar personas, hechos y sitios, eso es el documental, y no mostrarse a sí mismo, salvo que sea de mucho interés hacerlo.
Vi este documental con ilusión, al poco de su estreno en Netflix. A mí me pasa como al protagonista de La gran Belleza, que ya voy teniendo una edad (yo no tanta) en la que no me gusta perder mi tiempo, que hoy por hoy es lo más valioso que poseo. Y la sensación al terminar de ver el documental es precisamente la de que ha perdido un tiempo absurdo porque me han contado poco de lo que esperaba ver.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A ver, si haces un documental sobre un atracador tienes que mostrar con pelos y señales cómo robaba, cuál era el detallado proceso de preparación, el atraco y las consecuencias posteriores, incluyendo dramatizaciones si es necesario. En este proceso es crucial disponer de la estrechísima colaboración del atracador. Pero, vaya por Dios, el atracador objeto del documental no muestra su cara en ningún momento, colabora primero tímidamente porque esté pendiente de juicio, y además su familia y letrada no quieren que colabore. ¿Cómo se hace un documental en estas condiciones? Pues simplemente no se puede, o no se debería. El documentalista, en lugar de ello, se dedica a rellenar minutos con el proceso de creación del documental y las vicisitudes personales que le supone, incluso con asuntos irrelevantes, para nosotros, de su vida personal. Buf, vaya tela. Después de esto voy a perder el respeto a muchos críticos que calificaron favorablemente este film.
4
4 de mayo de 2020
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acaba de llegar a Netflix este documental español de 2018, el cual recibió estupendas críticas pero pasó bastante desapercibido, a pesar de estar nominado a mejor documental en los Goya de su año. Sinceramente, no conocía el proyecto hasta que ha llegado a la popular plataforma, llamándome especialmente su premisa, que es contarnos la vida de un ladrón de bancos y como organizaba los robos (o al menos es como se ha vendido).

El tema era muy prometedor y creo que podía haber quedado un documental entretenido, interesante y diferente, pero, lamentablemente, estamos ante una película insípida, a ratos aburrida y totalmente olvidable, por una serie de circunstancias que detallaré a continuación.

Para empezar, el director y responsable del documental tiene un afán de protagonismo desorbitado, ocupando su figura la mitad (sí, la mitad) de la película, con circunstancias que no vienen al caso y sólo pueden definirse como puro relleno. Su voz de narrador adormece y no transmite, siendo bastante obvio que tendría que haber dejado ese apartado a alguien más preparado, y tampoco son interesantes las escenas que protagoniza.

No hay nada que llame la atención o sea especialmente relevante en todo el agradecido metraje (por su breve duración), siendo solamente rescatables la escena de las alcantarillas o las noticias que van apareciendo durante el documental, pero el director no tiene mérito alguno en esto último.

Al final, una película que podría haber durado cincuenta minutos (siendo muy generosos) dura unos (casi) noventa minutos, que no se hacen tampoco pesados, aunque como ya digo, la historia tarda en arrancar,ya que el interés en la trama llega al espectador con la aparición del verdadero protagonista de la historia, el ladrón (o ex-ladrón, como se prefiera).

No obstante, el director no puede ocultar su decepción ante la persona, ya que cuando comienza el documental se nota su fascinación en el personaje (no confundir con la persona) antes de conocerle, pero cuando ambos comparten pantalla es patente que no hay mucho que rascar en un sujeto normal y corriente, con ínfulas de relevancia y que si da curiosidad es por su simpleza (ojo, simple, no tonto). Mucho me temo que el director esperaba otra cosa, y quizás los espectadores también.

El director falla estrepitosamente al retratar su figura en los escasos cuarenta minutos que le dedica (cuando se supone que es el pilar central), ya que no ahonda correctamente en su pasado, sus traumas y las motivos que le llevaron a realizar tales actor delictivos. Todo se retrata de forma demasiado superficial e insustancial.

Cuando finaliza la película te quedas con la sensación de que no aporta nada su visionado, quedándose en tierra de nadie y tocando muchos palos pero sin acertar en ninguno de ellos, cuando la historia daba para mucho más. Un documental fallido y prescindible, que no es una opción muy recomendable, ya que hay propuestas (es decir, otros documentales) mucho más logradas y entretenidas. Una pena.

Más críticas: ocioworld.net
3
24 de marzo de 2019
16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de tener a su disposición una historia fascinante de la que no mucha gente sabía los detalles, León Siminiani vuelve a usar su propia figura ―aunque no de un modo tan insistente como en su anterior película: "Mapa"― y se establece como el co-protagonista absoluto del documental, privando así al espectador de poder obtener más datos y detalles sobre el Flako, el famoso butronero.

El director apunta a Chris Marker como uno de sus máximos referentes; pero, al margen de la subjetividad que muestran en sus respectivos documentales, no parece haber muchas similitudes entre ambos. Aunque Siminiani afirma no tener ninguna pretensión exhibicionista en el filme, cuesta creerlo al ver el plano en el que su mujer, Ainhoa, chilla de dolor en el momento en que está dando a luz. La gratuidad de querer establecer un hilo conductor entre la propia vida del director ―y protagonista y guionista y co-productor― y la de el Flako al comparar la paternidad de uno y otro parece más un pretexto para volver a mostrar su propia vida.

Hasta aquí todo son marcas de estilo que a uno pueden gustar y a otro pueden molestar; no obstante, lo que es totalmente objetivo ―y así lo hizo ver el propio director en una charla con el público― es el proceso de mitificación de el Flako, a quien trata en la película prácticamente como a un héroe. Solo hay una escena, muy al principio del documental, donde León le reproduce a Ainhoa lo que el policía que llevó el caso de el Flako le ha dicho: que en estos robos se usaba mucha violencia contra los trabajadores de los bancos y que cuando una persona te apunta con una pistola y te amenaza de muerte, evidentemente, te puede crear un trauma de por vida. Esta será la única condena que se hará a los crímenes de el Flako en toda la película.

El montaje del documental, a cargo de Cristobal Fernández, tiene bastante ritmo y la combinación de fragmentos de películas detectivescas de época con la trama es efectista pero también efectiva. Efectistas también son los recursos repetidos de León Siminiani, como usar los silencios absolutos en la película antes de que su voz monocromática comente algo que le parece muy relevante, algo que ya hacía en "Mapa".

No hay ninguna duda de que la historia de el Flako es interesante, pero parece un desacierto que el poso de la película sea que este hombre que atracó con violencia es un héroe por el hecho de conocerse de memoria los subsuelos de Madrid. En un tiempo en el que la mayoría de la sociedad recela de los bancos, responsables parciales o totales de desahucios y demás miserias, parece un recurso facilón que León Siminiani se posicione contra ellos para ganarse el favor de los espectadores. Hay que recordar que, a pesar del espíritu indie que quiere demostrar la película y el propio director, esta estuvo producida por Avalon y es eso lo que permite que el rodaje se prolongase durante tantos años, así que tal vez León tenga que pasarse al cine comercial y dejar el cine independiente para los creadores que realmente no tienen recursos ni grandes productoras subvencionándoles.
6
17 de diciembre de 2018
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un documental puede conformarse a través de distintos métodos. Normalmente, mientras uno va recopilando material para su tesis final, surgen otras direcciones (circunstanciales o no, provocadas o no) que terminan por desviarse del sendero inicial. Algunos cineastas tratan de maquillar estos entresijos en sus filmes. Sin embargo, León Siminiani, decide hacer suyas las propias costuras que hilvanan las películas en su ‘Apuntes para una película de atracos‘.

Uno de los elementos principales de la habitual propuesta formal del cineasta reside en situarse en el centro de la historia, en convertirse él mismo en referencia y lo hace comentando las imágenes que filma (o lo que éstas le evocan) usando su propia voz en off. Algo que ya venía haciendo en sus cortometrajes ‘Zoom‘ y ‘Límites: 1ª persona‘ o en su primer largometraje ganador del Giraldillo de Oro al Mejor Documental en el Festival de Sevilla ‘Mapa’, se repite ahora en su segundo documental, ‘Apuntes para una película de atracos‘. En esta segunda propuesta, Siminiani no parece ser protagonista absoluto de su entorno íntimo y vivencial (como sí hiciera en ‘Mapa’) porque esta vez cuenta con la historia de uno de los personajes más carismáticos del cine reciente español. Se trata de Flako (como apoda el propio Siminiani), o El Robin Hood de Vallecas, un butronero que perpetró una serie de atracos en bancos madrileños (en respuesta a la crisis financiera), siguiendo la estela de su padre, hasta ser detenido en 2013.

Con la historia como pretexto, ‘Apuntes para una película de atracos’, se abre con unos títulos de crédito, en blanco y negro, que reproducen las cabeceras reconocibles del film noir. Este espíritu reivindicativo del cine clásico de atracos, que parte de una fascinación cinéfila de Siminiani, seguirá tomando forma – ayudado también por archivos audiovisuales rescatados o piezas animadas – durante los cinco años que toma la producción del filme, habiéndose desviado libremente (demasiado libremente) de su idea inicial, que parecía girar entorno a la figura de Flako.

Justamente la primera mitad de la película (que coincide con el encierro en prisión del personaje) supone un ejercicio un tanto repetitivo en sus formas y más conscientemente narcisista. Si en ‘Mapa’ Siminiani dejaba claro desde un principio que la película iba a plantear, no solo su búsqueda personal a través de un viaje a India, sino también una reflexión sobre el propio proceso creativo del filme o sobre la representación cinematográfica desde el privilegio de clase, en ‘Apuntes para una película de atracos’ su planteamiento inicial no corresponde con el resultado. Mientras parece pausar al que parecía el personaje principal de su película, hace presencia física de su persona (más que en ‘Mapa’, que se escondía tras la cámara) y se permite rodar el propio nacimiento de su hija o a su mujer entre gritos antes de entrar al paritorio, como si de un robo de identidades se tratase. Esto, que parece un intento de diálogo con la preocupación que sufre Flako en prisión ante la incertidumbre de no saber afrontar su también reciente paternidad, queda en hechos poco significativos y remite a una autocomplacencia que podría provocar rechazo.

Sin embargo, la película parece despegar cuando Siminiani pasa los mandos de la narración a su compañero de Vallecas, que ya goza del tercer grado penitenciario. La constante voz en off del autor desaparece y se pasa a escuchar las reflexiones de Flako, quien conduce a partir de ese momento el hilo narrativo. Una escena significativa parece resumir estas reflexiones sobre las difusas fronteras del documental y la ficción que tanto preocupan a su creador: en plena post-producción de la película que vemos en pantalla, sentados frente al programa de edición, Siminiani le pide expresamente a Flako que modifique el montaje a su gusto. Por fin se evidencia la rendición al personaje que tanto se ansiaba ver y escuchar.

El cineasta demuestra así no ocultar nunca los trucajes, las costuras de una producción que, aunque por su naturaleza, nunca puede reflejar al cien por cien la realidad, – los vacíos de información, el montaje, los puntos de vista, las recreaciones – se atreve al fin a conceder al retratado una voz directa en la representación de su historia.

Leer en: https://macguffin007.com/2018/12/15/critica-apuntes-para-una-pelicula-de-atracos/
1
8 de febrero de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría decir que está bien y es interesante, pero la verdad es que no está ni medio bien.
León Siminiani, presenta y desarrolla un documental arriesgado y bochornoso que puede tener algunos momentos de ingenio y lucidez, pero lo cierto es que sumerge al espectador en los oscuros y sucios alcantarillados de la delincuencia, logrando marear y agotar la paciencia en esta broma de mal gusto.
Lo que más me ha gustado son dos canciones y la desfachatez que tienen los responsables de la producción de contar con la presencia del protagonista de un atraco llevado a cabo en el año 2013. Con este documental, demuestran que sigue con ganas de disfrutar de la libertad, robando y promocionándose en televisión.
Los críticos especializados, la pueden poner por las nubes, pero yo voy a ir de especialista de nada y sólo diré que "Apuntes para una película de atracos", es otra nueva estafa de 'El Robin Hood de Vallecas'. Ni tiene, ni hace gracia.
Jon
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