Matrimonio de estado

Inglaterra. Años 40. Factoría Ealing. Alexander Mackendrick al guión. Recordemos sus excelentes Chantaje en Broadway, Whisky Galore o El quinteto de la muerte. Nominación al Oscar para la mejor dirección artística en color (1950). Buena fotografía de Douglas Slocombe (Oro en barras, Ocho sentencias de muerte). A la batuta Basil Dearden (Kartum). Y sin embargo... Fracaso en las box-office, que es el único lugar donde no conviene fracasar, al menos para el bolsillo de las productoras.

Et pourquoi? Es difícil de decir y probablemente desde nuestras latitudes mucho más. Por una parte se trata de una historia sumamente sencilla y comprensible: Matrimonio de conveniencias. Un marido de los que no te hacen ni caso. Y una esposa que, tras dar a luz a hijos que le serán arrebatados por razones de Estado ( y pongo Estado con mayúsculas no por respeto sino por evitar confusiones con otros estados, por ejemplo de buena esperanza) se dedica a ese cóctel de lectura y descanso que se llama aburrimiento. Ya tenemos la yesca preparada. ¿El diablo soplante? Pues, pongamos un conde sueco de apellido impronunciable y con la cara de Steward Granger (pura línea Scaramouche). Todo claro, sencillo, diáfano.

Pero claro, con la política hemos topado Sancho, pues todo lo que vieres no es obra de mentes enfermizas. No. Todo ello sucedió. " Érase...Una Vez..." Rota la estirpe de los Tudor y con permiso de los Estuardo (Stuart) por obra y gracia de una primita lejana casada con el Elector del Palatinado, la casa alemana de Hanover sentó sus reales (nunca mejor dicho) en el trono de Inglaterra.

Seguro que si en lugar de ver la película de Dearden visionaron el canal Historia, habrán llegado a idéntica conclusión.

Sigamos: Intrigas. Tejemanejes. Amantes oficiales y extraoficiales. Las amistades peligrosas versión germana. Cambien la Marquesa de Merteuil (Glenn Close) por la Condesa Platen (Flora Robson) y verán quién y como mueven los hilos en la corte. ¿La princesa Sofía Dorotea? Tirar después de usar. Y los ingleses con un elemento como el príncipe George Luis (Peter Bull) reinando como Jorge I, después de darle billete "not return" al presuntamente amante platónico de su señora. Y eso, aunque resulte extraño vistas las cosas que hemos visto en Inglaterra, ¡eh sir John! al respecto de la realeza, puede que no gustase a finales de los 40.

Si se hubiesen acostado pero con discreción quizás el curso de la historia hubiese sido otro y hasta el film hubiese dejado beneficios.

Quisicosas.

Compleja y suntuosa película que relata la trágica historia de amor entre Dorothea, esposa del príncipe de Hanover y futuro rey Jorge de Inglaterra, y Philippe de Konigsmark, aventurero y militar sueco, en el contexto de las delicadas relaciones de poder en el reino de Hannover a finales del siglo XVII. Con guión de Alexander Mackendrick –uno de los pocos que hizo para una película que no dirigiese- una magnífica ambientación, la gran fotografía en Technicolor de Douglas Slocombe y una sugerente música de Allan Rawsthorne, que sin duda inspiró a Kubrick, como toda la película, para su “Barry Lyndon” (1975), resulta sin embargo un poco ajena a los estilemas de la revalorizable y siempre interesante filmografía de Basil Dearden. Paradójicamente el director británico se disfraza, bajo los auspicios del estudio Ealing, con los oropeles de una producción de época de los estudios Gainsborough. A la película le falta un poco de ritmo y si bien las interpretaciones –en especial la de Flora Robson como la condesa Platten- son muy buenas resulta bastante menos expresiva la de la pareja protagonista, un marmóreo e incoloro Stewart Granger como Konigsmark y una bellísima pero ciertamente sosa Joan Greenwood como Sophie Dorothea. A destacar la magnífica escena del carnaval de Hannover, rodada como si de una película de terror se tratase, llena de imaginación visual, sorpresa y simbolismo. Buena, pero a menor altura que otras producciones del maestro Dearden.

Argumento sobre los problemas que surgen y se alimentan, por razones de estado, al aparcar los sentimientos y la libertad en la mujer casamentera de la nobleza.

Los diálogos son de alto nivel psicológico, y se prestan a analizarlos y comentarlos. Satisfactorios también los retratos y comportamientos de las personas liantes incluyendo los vicios de los varones "nobles".Se capta que los personajes duros y rígidos (la suegra y la asesora) tiene una parte sensible y cuerda que tienen que reprimir y negar por intereses bastardos.

Para la década de los 40 creo que era una película muy interesante. Actualmente el tema sería tratado y adaptado a los gustos actuales ( sexo explícito,más acción bélica y quizás más superficialidad en los diálogos).

Entre bostezo y bostezo, me adentro en las intrigas palaciegas, romances corteses y sacrificadas obligaciones de los aspirantes al trono de Inglaterra, los tatarabuelos de la actual reina. ! Un escándalo mayúsculo !. ! Ohhh, Voto a bríos !. Matrimonio de conveniencia, príncipe casquivano, princesa triste y humillada, guapo soldado y pérfida condesa despechada. También está la suegra, curtida ya en mil cornamentas, que asesora a su joven nuera en el arduo camino de la templanza.
Un caso de cuernos en la realeza. A él se le disculpa el puterío, a ella no y los jóvenes amantes lo pagarán muy caro. Mucho más que en estos tiempos en que, como mucho, ese pecado se paga simplemente ocupando las portadas de las revistas sensacionalistas. Si es que...! hay qué ver cómo estamos degenerando!.

En realidad la película no merece tal sarcasmo, perdonadme, pero es que estos temas me aburren mortalmente cuando están revestidos, como aquí, de una melaza que no se la cree nadie y no sabía de qué iba la peli cuando me he puesto a verla.
Al parecer, tiene mucha base real pues se trata de la vida del que sería el primer rey de la casa Hannover, Jorge I y su esposa la princesa Sophía pero, la verdad, a mí me trae sin cuidado y no soy ningún aficionado a la Historia o, por lo menos, no a esta clase de Historia que, ! qué queréis que os diga!, creo que cada generación de todas las casas reales tienen la suya.

En los demás aspectos es verdaderamente irreprochable. Una cuidadísima ambientación y puesta en escena extraordinarias, sólo por eso, ya debería tragarme mis palabras pero no voy a hacerlo. Con permiso de todos a los que les haya gustado esta película, el romance entre Stewart Granger y Joan Greenwood es ! insufrible!.

Esta película nos trae uno de los romances más trágicos de nuestra historia, la protagonizan los príncipes y futuros monarcas del reino de Gran Bretaña del siglo XVII, un matrimonio arreglado y por intereses los distanciarán, cada quien con su amante de turno, el monarca con su amante Melusina de Schulenburgo y la princesa con el general Philip Christoph von Königsmarck, el escándalo fue mayúsculo y la condena igualmente proporcional..

Se perdona el pecado pero no el escándalo, menos este de talla Real, ya sea por despecho o por su amor odio, Sophia Dorothea de Celle fue acusada injustamente, no por adulterio debido a las faltas de pruebas incriminatorias si no bajo el "gran cargo" de abandono marital real, su pretendiente Philip Christoph von Königsmarck no tuvo mayor suerte desapareció de un día para otro, todo un misterio aunque no tanto,

Fue desterrada al castillo prisión Ahlden, que era una cárcel dorada con servidumbre, despojada de sus grandes títulos, tierras, propiedades, bienes, incomunicada de sus hijos, padres, familiares, amistades por el resto de su vida, fue prohibida y penalizada ser nombrada, una "Mascara de Hierro Femenina", fue borrada o casi con este único homenaje de su perturbadora vida.

Su verdugo, su cónyuge y primo George Louis I, Rey Jorge, que linda familia! en una película de política, realeza, traición, adulterio, venganza, honor, decoro, herencia en Hannover, Alemania.

Primer technicolor de los Ealing Studios, última adaptación de la escritora australiana Helen Simpson antes de fallecer, un idilio de grandes enemigos representados por la dupla Joan Greenwood y Stewart Granger, Srewart quería a una Marlene Dietrich en vez de Flora Robson, tanto Mai Zetterling y Lilli Palmer no pudieron concretar su fichaje, filmada en una praga bohemia en el palacio de Blenheim,