El oficio de aprender

Extremadamente aburrida; desde sus interpretaciones, hasta el guion que se gestiona de manera chapucera, proyectado con escaso interés.

Plantea historias que no se resuelven de manera eficaz. Me gusta mucho la artesanía de las vidrieras, y hubiera estado bien, profundizar sobre su ejecución, potenciando la parte creativa, que se toca de soslayo. Tal vez no era la pretensión de esta película, dirigida por François Favrat, con escasos recursos tanto artísticos, como intelectuales.

Poco de lo que se cuenta despierta interés. La vi en dos tiempos, e incluso llegué a plantearme abandonarla. Esperaba una mínima evolución que no llegó.

Últimamente hay un sinfín de películas francesas con una temática similar, la del chaval/a del extrarradio musulmán que, por la ayuda de una persona culta, blanca y poderosa, llega a perfeccionar sus innatas cualidades.

Así ocurría en "Tenor", donde una profesora descubre el talento oculto de un rapero de origen magrebí y en seis meses lo hace debutar en la Ópera de París, o en "Alta costura", en la que la jefa del taller de la casa Dior ingresa a una ladronzuela también magrebí en tan prestigioso lugar por el solo hecho de tener unas manos bonitas, aunque no haya cogido en su vida una aguja.

Pues bien, no hay dos sin tres, así que volvemos a partir de una familia conflictiva, un barrio pobre donde no hay nadie absolutamente blanco, una chica con buen ojo para el dibujo ¡Et voila! aparece una benefactora que la recomienda para entrar en un selecto círculo de artesanos donde podrá desarrollar sus talentos más ocultos.

Ya es previsible todo el desarrollo del guion y aunque los actores cumplen, no hay nada que reseñar como especialmente interesante como para recomendar su visionado, excepción hecha de la existencia misma de la Compañía, llamada en francés "Les compagnons du Devoir" (Los compañeros del Deber) una especie de gremio de artesanos descendientes de los que existían en la Edad Media, donde se cumplen reglas, se cantan himnos inspiradores, se mantienen las jerarquías gremiales y que, para mí fue una sorpresa, siguen teniendo un gran predicamento en nuestro país vecino, donde cuentan con más de sesenta casas donde los aprendices viven en régimen de internado mientras aprenden los más diversos oficios, desde la albañilería hasta la cocina.

Está organización ha sido reconocida como "Patrimonio Inmaterial de la Humanidad" y tienen cursos tanto para menores de 25 años, como alumnos/as mayores para fomentar la formación continua y desde hace años admite en igualdad chicos y chicas en sus centros.

El oficio de aprender no reinventa la rueda. Se acoge al subgénero de “historias de superación de personas excluidas” que tan explotado ha estado desde que el cine es cine. No obstante, y aunque parezca redundante, la película se supera en este campo. La protagonista, Naëlle, tiene un gran interés por el arte y esto le lleva a hacer grafitis en azoteas, donde tiene su museo personal. A causa de ello, de su situación económica y su entorno, acumula algunas amonestaciones que le han obligado a formar parte de un taller de integración que prepara de cara al futuro.

En el taller, la mayoría son hijos de migrantes y el largometraje puede caer en el tópico de “Salvador Blanco” de forma inconsciente, pero la joven se encarga de dejar claro que su mundo y el de Hélène, la instructora, son distintos. Esta primera parte se desarrolla de manera bastante ligera, profundizando lo mínimo en los secundarios, y da paso de forma apresurada a la segunda etapa de Naëlle. Los problemas en los que se ve envuelta a causa de un encontronazo con unos traficantes de drogas le llevan a unirse a la Compañía, una escuela de artesanos. Aunque el problema con la banda está presente, queda muy en segundo plano y existe para justificar las acciones de determinados personajes.

A partir de la primera media hora, empieza el acto que abarcará el resto de la cinta. El inicio de Naëlle en la escuela será complicado, su manera de actuar chocará con aquellos valores que predican los Compañeros. A todo esto hay que sumarle que, en el taller de vidrieras donde se inscribe, escuchará todo tipo de comentarios machistas. Algunos de ellos, desaparecerán de un momento a otro y sin motivo aparente. Aquí podemos intuir que se pretendía hacer una crítica de los comportamientos de este tipo de entidades contra la mujer, pero queda como algo muy superfluo, por no decir inexistente.

Algo en lo que brilla de verdad el film es en el desarrollo de los personajes, cómo van aceptando poco a poco y depositando su confianza en Naëlle a la vez que ella crece como persona y aprende a explotar su talento como artista. Otro aspecto que también destaca de la protagonista es que, después de su paso por la Compañía, aún recuerde a sus amigos del taller de integración previo.

A grandes rasgos, El oficio de aprender, propone temas muy interesantes, pero que, lamentablemente, no llegan a nada. El director ha intentado mantener la balanza entre lo cinematográfico y lo educacional y ha acabado saliendo un producto demasiado neutro, pero entretenido.

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