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La sombra del poder (State of Play)Miniserie

Serie de TV. Drama Miniserie en la que unos reporteros investigan, junto a la policía, la misteriosa muerte de la amante de un político. En el 2009 se estrenó un remake para el cine con Russell Crowe, Ben Affleck y Rachel McAdams. (FILIMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
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9
31 de mayo de 2009
28 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos años, Buenas noches y buena suerte nos narraba las vicisitudes de un tótem de la libertad de expresión, los riesgos que corrió por la verdad y la presión política que tuvo para que cerrarse la boca. Era una oda al periodismo de calidad, al de investigación, el de aferrarse a una idea que se cree justa, aunque no por ello dejaba de ser crítica con ciertos aspectos informativos, o normas de la cadena o grupo empresarial tras el periodista. Clooney evidenció un profundo respeto hacia la profesión, pero eso no le impidió lanzar alguna puyita que dolió a más de uno, siendo coherente y retratando un mundo que no es feliz, y que hace del claroscuro su forma de ser y existir. El periodismo como tal es el tema central de State of play, en la se radiografía la tarea del reportero, del redactor, del editor, y, por qué no decirlo, la mentira como forma de relacionarnos. La miniserie de Yates busca ofrecernos el retrato más fiel posible del idealismo periodístico, la deuda recíproca entre estos hombres y la sociedad, pero no es un idealismo dulzón, feliz, si no que tiene dos caras. No hay triunfadores, sólo profesionales que saben perfectamente a lo que se acogen. El trabajo tiene riesgos, y aquí se exponen de forma cruda y evidente. Como los policíacos, el periodista puede descender a los infiernos en pos de publicar la verdad, pues junto a su buena intención van añadidas una gran cantidad de responsabilidades y problemas morales inapelables. Es el poso final de la miniserie, el verdadero valor de la verdad, el precio de desenmascarar la mentira, las dudas que suponen hacer lo correcto, y parece decirnos que no hay triunfo sin derrota.

Yates asume, de manera indiscutible, un referente claro: el thriller político y periodístico de los años 70, ese que tan de moda se ha puesto ahora. Los Lumet, Pakula o Frankenheimer, tan irregulares como brillantes, son grandes referentes del género actualmente, e incluso la televisión lo de muestra. El uso de la imagen granulada, los teleobjetivos abundantes, el perfecto desmenuzamiento de la historia en el guión, State of play es en sí misma un sincero homenaje al thriller político, mezclada con algunas de las taras televisivas que nunca se lograron quitar algunos realizadores de dicho medio, como el excesivo uso de primeros planos. ¿Por qué supone eso un problema para un producto televisivo? Porque es lo más cercano a cine que se ha realizado en la pequeña pantalla. Antes del boom de las series actual, antes de la llegada del maná televisivo, Paul Abbot tomó los ingredientes del séptimo arte y construyó un férreo castillo de naipes para la televisión al que casi no se le notan las costuras para crear un producto adulto y bien realizado en el que pesase más la historia que cualquier otro elemento, sabiendo que no había prisa alguna, puesto que se contaban con seis capítulos para ello, lo que permite que casi ninguna subtrama quede descolgada y se cierre todo de una forma excepcional, por no decir perfecta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Todo ello permite llegar a un episodio final preparados para asistir a un broche de oro. Por contra podemos decir que hay en algunos momentos cierto toque de sabelotodismo naif por parte del guión, y algún momento en el que cae la tensión, fruto quizás de la mano del director que por verdadera culpa del libreto, aunque Yates raya a un nivel brillante con su puesta en escena casi documental, amén de contar con unas actuaciones brillantes por parte de un reparto en estado de gracia. Sí se le puede achacar alguna secuencia poco conseguida y algunos personajes desaprovechados.

Densa y arriesgada. Son quizás las dos palabras que mejor definen esta obra magna de la televisión. Es densa porque es compleja hasta el extremo, porque cada hecho se ha pensado y escrito a conciencia, y porque no resulta complicado perderse. Desde que todo arranca con dos muertes aparentemente inconexas la trama comienza a agrandarse a modo de bola de nieve hasta terminar siendo casi inabarcable. Pasito a pasito, presentando personajes y situaciones, hasta que llegamos a un clímax en el que necesitamos tomar aire, hemos visto una historia de un profundo trasfondo pesimista donde la victoria supone la derrota, y donde algunos personajes lamentables no pueden ser tocados, todo ello unido con un único pegamento: la mentira como forma de llegar a la verdad. Abbot parece diseccionar las relaciones entre las personas a raíz de la falsedad. La premisa básica parece ser Nada es lo que parece. Todos los personajes tienen algo que ocultar: desde el editor que quiere que su hijo no escriba con su apellido al político joven y entusiasta que, ante la muerte de su joven amante, debe asumir la realidad ante su mujer y la sociedad; pasando también por el testigo que va agrandando más y más su información ante el miedo que le produce el acoso de su empresa, aunque realmente sea un conductor a sueldo de los periodistas, que nuevamente utilizan la mentira para conseguir su fin. Y es arriesgada por plantearnos una estructura tan sesuda y milimétrica, que juega con el espectador, y que finalmente termina en un ejercicio funambulista con un giro de guión peligroso del que sale más que airosa, y que lleva la serie de lo notable a lo excelente. Todo ello viene por colocar como protagonista a un personaje impotente que realmente va viendo la historia sin poder hacer nada hasta dicho giro de guión final. El congresista Collins es el gran antihéroe por encima incluso de Cal McCafrey, el periodista estrella brillantemente interpretado por John Simm. El joven político brillante y triunfador enfrentado al buscador de la verdad. State of play es, a modo de resumen, el duelo entre política y periodismo que casi siempre juegan papeles antagónicos y cuya relación, absolutamente necesaria, está basada nuevamente en la mentira.
8
31 de julio de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un sábado por la noche vi de pasada un rato de la película La sombra del poder, y me pareció muy interesante, sobre todo porque no la conocía. Después me enteré de que es un remake de la serie que nos ocupa, así que decidí ver el "original" antes que la "copia".
Si te gustan los thrillers con cierto toque de denuncia social, esta miniserie te engancha desde el principio. Todo resulta muy creíble (los personajes, las situaciones, los dilemas morales) porque la historia podría perfectamente estar basada en hechos reales. Pero en su aparente sencillez, radica su complejidad. Una vez presentados los personajes principales junto con el mensaje que cada uno transmite, no dejamos de sorprendernos de hasta dónde puede llegar cada uno para defender su posición.
La habilidad con la que se disecciona la corrupción, instalada en la política, y alimentada por los medios de comunicación (y viceversa), nos da a entender que en el mundo de hoy en día, son dos enormes máquinas que no pueden dejar de engullir, y que no pueden vivir el uno sin el otro.
Con el transcurso de los capítulos, el guión nos tienes reservados giros inesperados, despejando cualquier duda de maniqueísmo. Pero la profundidad de la trama es tal que hubiera dado para cuatro o cinco capítulos más, sin exagerar. En mi opinión habría quedado más redonda.
4
25 de agosto de 2015
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los 2 primeros episodios crean unas grandes expectativas. Excelente trama, buenos actores, trabajado realismo, tensión, y una muy interesante investigación. No obstante todo cae en picado a la mitad de la serie. Tras el encuentro clave en el hospital aparecen serias dudas y algo terrible...el tedio. Los siguientes capítulos no sólo no elevan el nivel sino que sumergen la trama en el despropósito. La resolución final es hilarante. NI el/la propio/a culpable se cree lo que está diciendo. Pero claro sin giros finales esto no sería una serie. La relación de los periodistas con la policía no tiene ninguna credibilidad. Tampoco la tiene la manera en que continuamente engañan al maltratado tipo que envió los famosos emails. A continuación en spoiler la rajada final :
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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El asunto de la maleta apunta a una organización de gran estructura con todos los medios a su alcance. Pues resulta que el asesino es un electricista ex-militar que trabaja solo y que incluso pierde el contacto con quien le encarga el asesinato. Entonces ¿Cómo se lo monta para crear un incendio en el hospital, cortar la electricidad de todo el edificio, y subirse a otra edificación para disparar justo cuando están frente a la ventana? Si incluso tiene tiempo de cruzarse con la periodista!. Lo de la infiltración en el hotel no tiene desperdicio. La parienta del político se refugia allí y de paso se da el lote con el prota. ¿Cómo sabe el asesino donde están? Lo siguiente es de traca. El asesino atrapa al policia por sorpresa y justo entonces es abatido. Los propios policías no entienden como se ha disparado a matar, vendiendo la idea al espectador que un enorme poder manipula los hilos. Al final queda claro que el asesino trabajaba solo por lo tanto todo lo anterior era humo, del barato. La resolución final es lamentable. Resulta que el culpable es el político. Su actuación hasta este punto se desvela como melodramática. Simplemente no se entiende porqué se delata cuando apenas hay nada contra él. ni se entienden sus motivos, ni el plan con el electricista, ni lo que esperaba conseguir con la muerte de la chica que para colmo estaba embarazada.
En definitiva es triste estropear lo que parecía una excelente mini-serie. Sniff!
10
15 de febrero de 2017 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otro glorioso ejemplo de ficción televisiva británica, con una historia trepidante, buen ritmo, un maravilloso guión y un reparto de actores que le da sopas con hondas a los repartos de casi todas las series españolas juntas, por mucho que nos duela reconocerlo (James McAvoy, Anne-Marie Duff, David Morrissey, Bill Nigghy, Kelly Macdonald... uf).
Una de las mejores ficciones televisivas desde el 2000 y hasta ahora.

Lo mejor: Todo
Lo peor: Nada
4
12 de febrero de 2019 0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Miniserie con ínfulas, que a priori tenía muy buena pinta, pero que a medida que han ido trascurriendo los capítulos se ha ido deshinchando como un mal globo.
Si te vas a poner a verla, lo primero que te recomiendo es que lo hagas en español si eres hispanoparlante, es una trama MUY compleja y las traducciones de los subtítulos que yo encontré, dejaban que desear y hacían algunos diálogos absurdos e incomprensibles. Por otro lado están los errores de guión, típicos de esta categoría de films y que aquí se hacen patentes de una manera insultante para el espectador. Otro defecto que he encontrado, quizás el más perjudicial para el resultado final, ha sido que la serie es ABURRIDA, tiene más minutaje del necesario y algunos capítulos aburren a las ovejas. En fin... una pérdida de tiempo.
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