Ciento volandoDocumental
6.8
48
Documental
Amanecer de verano. Una joven donostiarra dirige sus pasos al Peine del Viento. Recuerda al viejo escultor Eduardo Chillida, que desde niño frecuentaba este lugar. Hoy sus tres esculturas enraizadas en las rocas, en diálogo permanente con el mar y el viento, han llegado a ser una seña de identidad de su ciudad y de toda la costa vasca. Al alba, la joven Jone se pregunta por el escultor y se promete a sí misma ir en su busca.
10 de enero de 2025
10 de enero de 2025
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A partir de la estrecha relación que tenía Eduardo Chillida con el mar, este documental de tono apacible estudia el camino del gran artista vasco hacia la abstracción a través de los testimonios más importantes en su vida.
Durante su carrera, Chillida trabajó en profundidad el espacio y cómo interactúa con el tiempo, puesto que tenía una visión muy personal de este. La velocidad del presente nos obliga a pensar que lo más conveniente es hacer más en menos tiempo. Sin embargo, el escultor creía firmemente en todo lo contrario: hacer menos en más tiempo. Esto se debe a que el paso del tiempo influye en la materia gratamente y el error también puede considerarse una mejora.
Acompañado de una elegante fotografía, durante la película el espectador atiende a cómo este artesano consiguió utilizar su arte como punto de encuentro para la gente. Asimismo, empujado por su manera de romantizar la naturaleza, lo integró en ella para convertirlo en un elemento vivo. Esta particular manera de ver el mundo revela precisamente la grandeza de Eduardo Chillida, y Arantxa Aguirre logra trasmitirlo perfectamente en un documental cómodo y agradable.
www.contraste.info
Durante su carrera, Chillida trabajó en profundidad el espacio y cómo interactúa con el tiempo, puesto que tenía una visión muy personal de este. La velocidad del presente nos obliga a pensar que lo más conveniente es hacer más en menos tiempo. Sin embargo, el escultor creía firmemente en todo lo contrario: hacer menos en más tiempo. Esto se debe a que el paso del tiempo influye en la materia gratamente y el error también puede considerarse una mejora.
Acompañado de una elegante fotografía, durante la película el espectador atiende a cómo este artesano consiguió utilizar su arte como punto de encuentro para la gente. Asimismo, empujado por su manera de romantizar la naturaleza, lo integró en ella para convertirlo en un elemento vivo. Esta particular manera de ver el mundo revela precisamente la grandeza de Eduardo Chillida, y Arantxa Aguirre logra trasmitirlo perfectamente en un documental cómodo y agradable.
www.contraste.info
23 de diciembre de 2024
23 de diciembre de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin darte cuenta poco a poco te vas adentrando dentro de la vida de Chillida hasta sentir que formas parte de ella. Un trabajo excepcional realizado con mucho cariño y respeto a la memoria del gran artista. El tiempo y la naturaleza, dos de los grandes imprescindibles para él, se entrelazan en este documental a través de una fotografía preciosa y el testimonio de familia, amigos y compañeros de carrera. Un homenaje no solo a su persona sino a los valores de perseverancia, vocación, honestidad con uno mismo y al amor, muy presente durante toda su vida.
15 de enero de 2025
15 de enero de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La escultura de Eduardo Chillida “el peine de los vientos” en un extremo de la concha donostiarra se ha integrado en el espacio natural y convertido en icono de la ciudad. A pocos kilómetros se encuentra el Chillida Leku, gran proyecto museístico del singular escultor. El documental CIENTO VOLANDO (Arantxa Aguirre, 2024) es una buena introducción al trabajo del artista y, sobre todo, una espléndida inmersión en ese museo donde la naturaleza y sus sonidos —la lluvia, los árboles, los pájaros, el viento…— arropan, dialogan o sirven de sostén para las piezas sólidas de acero que el tiempo oxida y dota de historia. Una pieza tan elegante como disfrutable.
16 de enero de 2025
16 de enero de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi flechazo por esta documentalista madrileña, proviene de la Seminci. Aquella tarde de 2020, en el infame Teatro Cervantes, hacia las 16:30, "hora de echar más bien la siesta, que de ver un documental" como dejó caer a modo de protesta solapada por ese horario ante el público que iba a ver Zurbarán y sus doce hijos, tuve la constatación de que Aguirre era una mujer dotada de talento visual y sensibilidad artística.
Ciento volando lo ha ratificado.
En 2010 conocí Chillida Leku, un museo al aire libre donde reposa tanto la obra escultórica como el cuerpo del su creador donostiarra. El lugar, ubicado en Hernani, es una cita obligada.
En el lugar, sobre una pequeña colina se alza un caserío de hace 500 años, que el escultor adquirió para restaurarlo. Sobre él gravita la obra de Arantxa Aguirre. Y la del propio Eduardo Chillida.
Cuando entré en el caserío Zabalaga, me llevé una decepcionante sorpresa: estaba vacío por dentro. No lo entendí, pues no comprendía su arte. Ahora me pregunto: ¿no hay mejor metáfora de la obra de Chillida que el vaciado de un edificio por dentro y dejarlo en su esencia? Llego a escuchar: "Pretendía vaciarlo de materia para llenarlo de espacio".
La directora arranca su obra con un plano cenital del mar. Los títulos se van desplegando y a medida que el oleaje del Cantábrico en encabrita y la espuma los cubre, los títulos van desapareciendo. Es como si expusiera así, visualmente, el inconformismo de Chillida ante su obra: nunca ve el camino de la creación claro, hay que persistir hasta que con paciencia y dejando que la inspiración asome su naricilla, como si fuera una ceremonia de preparación del té. Sin prisa. Allí una mujer contempla el Cantábrico por el lugar señero del extremo de la playa de Ondarreta: el Peine de los vientos. Más tarde esa mujer leerá una carta de amor que el escultor manda a su mujer, Pilar, en la que desvela el significado del título: Chillida prefería los ciento volando, antes que conformarse con el pájaro en mano. Inconformista en la creación.
Chillida tuvo una revelación: su vida y su trabajo no pertenecían a París, de moda en esos años de formación, sino a su casa: el País Vasco y a su grisácea y húmeda luz. Por eso, Arantxa Aguirre y sus tres directores de fotografía captan la variedad de luces de las cuatro estaciones vascas. Y la lluvia, el sirimiri, rebotando sobre el acero corten de muchas de sus obras, cuya oxidación me recuerda a las vías de los trenes de mi infancia. El tiempo que necesita Chillida para sus obras se ve trasladado a un plano fijo del documental en el que se ve un árbol (zuhaitza) a lo largo de las estaciones del año. Tampoco Arantxa escatima el tiempo para cincelar su visión artística sobre el escultor.
Más detalles: https://lanocheamericanacine.blogspot.com/2025/01/ciento-volando.html?m=1
Ciento volando lo ha ratificado.
En 2010 conocí Chillida Leku, un museo al aire libre donde reposa tanto la obra escultórica como el cuerpo del su creador donostiarra. El lugar, ubicado en Hernani, es una cita obligada.
En el lugar, sobre una pequeña colina se alza un caserío de hace 500 años, que el escultor adquirió para restaurarlo. Sobre él gravita la obra de Arantxa Aguirre. Y la del propio Eduardo Chillida.
Cuando entré en el caserío Zabalaga, me llevé una decepcionante sorpresa: estaba vacío por dentro. No lo entendí, pues no comprendía su arte. Ahora me pregunto: ¿no hay mejor metáfora de la obra de Chillida que el vaciado de un edificio por dentro y dejarlo en su esencia? Llego a escuchar: "Pretendía vaciarlo de materia para llenarlo de espacio".
La directora arranca su obra con un plano cenital del mar. Los títulos se van desplegando y a medida que el oleaje del Cantábrico en encabrita y la espuma los cubre, los títulos van desapareciendo. Es como si expusiera así, visualmente, el inconformismo de Chillida ante su obra: nunca ve el camino de la creación claro, hay que persistir hasta que con paciencia y dejando que la inspiración asome su naricilla, como si fuera una ceremonia de preparación del té. Sin prisa. Allí una mujer contempla el Cantábrico por el lugar señero del extremo de la playa de Ondarreta: el Peine de los vientos. Más tarde esa mujer leerá una carta de amor que el escultor manda a su mujer, Pilar, en la que desvela el significado del título: Chillida prefería los ciento volando, antes que conformarse con el pájaro en mano. Inconformista en la creación.
Chillida tuvo una revelación: su vida y su trabajo no pertenecían a París, de moda en esos años de formación, sino a su casa: el País Vasco y a su grisácea y húmeda luz. Por eso, Arantxa Aguirre y sus tres directores de fotografía captan la variedad de luces de las cuatro estaciones vascas. Y la lluvia, el sirimiri, rebotando sobre el acero corten de muchas de sus obras, cuya oxidación me recuerda a las vías de los trenes de mi infancia. El tiempo que necesita Chillida para sus obras se ve trasladado a un plano fijo del documental en el que se ve un árbol (zuhaitza) a lo largo de las estaciones del año. Tampoco Arantxa escatima el tiempo para cincelar su visión artística sobre el escultor.
Más detalles: https://lanocheamericanacine.blogspot.com/2025/01/ciento-volando.html?m=1
4 de octubre de 2024
4 de octubre de 2024
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que reconocer un mérito a este reportaje. Es tan vacío, tan superficial y tan aburrido como la obra del autor sobre el que versa.
Si no sabes nada sobre Chillida antes del reportaje ("documental" es una palabra que le queda grande) no sabrás nada después. Porque no hay nada que saber. La nada vacía de un autor del que nunca habrías oído hablar si no fuese vasco. El reportaje muestra una ristra de aduladores que repiten letanías como "se plantea preguntas, trata de encontrar respuestas" y más vagancias propias del arte engañabobos, intrascendente y subvencionado que no tiene nada detrás.
Bonitos paisajes que estarían mejor sin tantos trastos y cacharros por medio.
Si no sabes nada sobre Chillida antes del reportaje ("documental" es una palabra que le queda grande) no sabrás nada después. Porque no hay nada que saber. La nada vacía de un autor del que nunca habrías oído hablar si no fuese vasco. El reportaje muestra una ristra de aduladores que repiten letanías como "se plantea preguntas, trata de encontrar respuestas" y más vagancias propias del arte engañabobos, intrascendente y subvencionado que no tiene nada detrás.
Bonitos paisajes que estarían mejor sin tantos trastos y cacharros por medio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Goya a la mejor actriz revelación para la ardilla, la más brillante de todos los que balbucean por el documental.
Visto en el Festival Internacional de "Cine" de San Sebastián.
Visto en el Festival Internacional de "Cine" de San Sebastián.
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