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Críticas de Eduardo García
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Críticas 46
Críticas ordenadas por utilidad
6
31 de mayo de 2023
52 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay ocasiones en las que toca ser iconoclasta. Hasta con la HBO. Terminas una serie de la plataforma más prestigiosa, una ficción que medios especializados y redes sociales te vendían como la panacea y que al final resulta -en tu opinión- ser un meh en toda regla. Te das de bruces contra la corriente mayoritaria y llegado a ese punto no sabes si de verdad no has sabido apreciar la calidad del producto o si realmente esa súper serie que te vendían es tan insulsa y artificial como lo que tú piensas. No te desanimes con la primera opción. Decántate por la segunda. No era tan buena como decían. Para mí ese chasco ha sido Succession (J. Armstrong; 2018-2023). Una serie de televisión que acabo de terminar y que hoy vengo a criticar negativamente mientras aún la tengo fresca.

Succession es a día de hoy el producto estrella de la HBO. Debutó en la plataforma de streaming en junio del 2018 y a lo largo de estos cinco años ha abarcado un total de cuatro temporadas y 39 episodios. La última entrega llegó a nuestros televisores, ordenadores, móviles -o lo que sea que uséis- el pasado lunes. Todo el mundo pensaba que iba a ser renovada, al menos, por una quinta temporada. Pero finalmente el creador de la serie, Jesse Armstrong, decidió finiquitarla en esta cuarta entrega. Algo que no sabían ni los propios actores hasta que terminaron el rodaje. Un primer palo: la mayoría de sus episodios están escritos por su creador y dirigidos por Mark Mylod. Decisión que no me gusta. Echo en falta mayor riqueza y matices en la puesta en escena. Comprendo que el showrunner no quisiera perder el control sobre su producción, pero creo que una mayor rotación le hubiese favorecido.

Al grano. Succession es una serie ambientada en el mundo corporativo. Nos cuenta fundamental y casi exclusivamente -apenas tiene tramas secundarias- las luchas de poder entre los miembros de una familia por hacerse con el mando de la empresa familiar. Una empresa llamada Waystar RoyCo que resulta ser uno de los conglomerados mediáticos más importantes a nivel mundial. Waystar posee canales de TV, periódicos, parques temáticos, cruceros, etc. Está claro que Armstrong busca por esa parte parodiar a grandes corporaciones norteamericanas como Fox o Disney. Esta empresa ficticia está dominada por el patriarca del clan familiar, un viejo tiburón de los negocios llamado Logan Roy que está ferozmente interpretado por el siempre malvado Brian Cox.

El patriarca tiene cuatro hijos: Connor -Alan Ruck-, Kendall -Jeremy Strong-, Siobhan -Sarah Snook- y Roman -Kieran Culkin, sí, el hermano de Macaulay-. Connor, que es el primogénito, no está muy interesado en el negocio familiar. Pero los otros tres quieren heredar el trono de su padre cueste lo que cueste, traicionando a quien sea para conseguirlo. Durante los 39 capítulos se suceden las puñaladas por la espalda, las acusaciones, los cambios de bando y un sinfín de artimañas con tal de ser el nuevo CEO de Waystar. A mi en todo momento las dinámicas entre hermanos y padre se me hacen poco creíbles y tremendamente artificiales. Creo que a la serie, como comentaba unos párrafos atrás, le falta envite y gancho en su puesta en escena. Como no tiene esas cualidades, las dinámicas de los personajes -el contenido- terminan lastradas por una escenografía -el continente- plana y poco imaginativa.

Succession son sus personajes. Y la mayoría son bastante repelentes. Además del jefe y sus hijos me gustaría mencionar a Tom -Matthew Macfadyen-, el marido de Siobhan, que es un trepa de cuidado que juega un papel destacado de principio a fin. Por detrás tenemos un desfile de secundarios con muchas tragaderas. A mí no me gusta casi ninguno. Y en una serie que fía todo a las actuaciones y la personalidad de sus personajes, si estos no te atraen, es fácil que desfallezca todo el conjunto. Con sus protagonistas uno funciona más por rechazo que por querencia. Y en todo este tinglado solo hay un chaval que me despierte esta última. El que me ánima a seguir dándole al play en mis ratos libres. Se trata del espigado Greg -Nicholas Braun-, un pariente de segundo grado del patriarca que entra en la empresa de rebote y lentamente gana influencia. Él va perdiendo su condición de buena persona a medida que crece su ambición, pero su naturalidad es un plus que me engancha. Pongan un Greg en cada serie.

Además del bueno de Gregory, aparto también de la quema la maravillosa partitura de los títulos de crédito y, en general, magnífica banda sonora dramática de Nicholas Britell. Salvables son también algunas porciones. Escenas geniales que se me han quedado grabadas en la mente *en el spoiler*

Conclusión

A pesar de estos últimos halagos, Succession no ha cumplido mis expectativas. Me ha parecido sobrevalorada desde su punto de partida hasta su -¿grotesco?- desenlace. Del episodio uno al treintainueve. La he visto en dos meses y la he terminado porque creía que en algún momento iba a pegar un salto en emoción y calidad, pero no ha sido así. Sus lances dramáticos son tendenciosos e irrelevantes. Es difícil empatizar con ellos. Con esta ficción metí la mano en la cesta de las series pensando que sacaba la mejor manzana golden y al final resultó tener un gusano dentro.

Un último apunte. Me parece ridículo que Succession le haya arrebatado durante este lustro los premios a series mucho mucho mejores, coetáneas suyas, como Better Call Saul. No sé si es porque el lobby de HBO presiona más a los electores que la ATN pero desde luego que en la próxima gala de los Emmy las aventuras del fanfarrón Jimmy McGill deberían tener mayor consideración que las de los melodramáticos Roy.

https://noesmasquecine.blogspot.com/2023/05/succession-una-serie-sobrevalorada-y.html?sc=1685564194308#c6210676001634537161
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Eduardo García
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9
10 de noviembre de 2023
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Saben aquell que diu que son dos amigos que se encuentran en un bar... Saben aquell que diu de un tío que va al oculista... Saben aquell que diu de una mujer que le dice a su compañera… Ese saben aquell era la forma tan característica con la que el humorista Eugenio Jofra comenzaba todos sus chistes. Dos palabras que se grabaron a fuego en la memoria de los españoles de los años 80 y 90, cuando este hombre se convirtió en un auténtico fenómeno de masas. Un comediante a la altura de los más grandes que mostró siempre un cariz reconocible al público: gafas ahumadas, crucifijo, cigarro, vodka naranja y ropa negra. Ahora, más de veinte años después de su prematura muerte, ha llegado a los cines la película que traslada su vida a la pantalla. Un biopic titulado Saben aquell (David Trueba, 2023) que condensa el ascenso a la fama de este ex joyero barcelonés que hizo llorar de risa al público mientras algo más oscuro le consumía en sus adentros.

La sincera y modélica narración de estos acontecimientos hubiese naufragado con actores que no estuvieran a la altura del desafío. Pero ese no es el caso. El director David Trueba dio con la tecla adecuada en el cásting. Para el papel de Eugenio seleccionó a otro David, David Verdaguer, que logra una mímesis perfecta, tanto en lo físico como en lo hablado. Y en el papel de Conchita está Carolina Yuste, que realiza una caracterización igual de satisfactoria, con un registro menos encorsetado. Más allá del dúo protagonista, Els Dos, el resto del reparto realiza un buen trabajo, tampoco muy exigente, porque el peso de la trama lo lleva el matrimonio.

En esta película lo que vemos en pantalla es lo que realmente sucedió. Apenas hay licencias poéticas. Esto se debe a que el guión de la misma está basado en la biografía escrita por el hijo mayor de Eugenio y Conchita, que vivió aquellos momentos agridulces y cuyo personaje en la película adquiere un notable peso dramático en el último tramo de la narración. Más allá del libreto y las actuaciones, todo funciona en Saben aquell. La recreación de la época es magnífica, una atmósfera muy lograda. Y el director moldea una narración fluida con escenas especialmente inspiradas, como la aparición de Nino Bravo o el llanto final de Eugenio en su coche, cuando se dirige a una actuación la misma noche del funeral de su mujer. Un final que veréis, además, es circular.

Finalmente, esta película tiene una cualidad muy apreciada: la sutileza. Se hace fácil comprender los sentimientos y las motivaciones de los personajes sin necesidad de forzar esa empatía. Todo viene implícito y se entiende, un gran logro de su director David Trueba, que tiene buena mano para este tipo de relatos. A veces un gesto, un suspiro, una mirada... dice más que cualquier palabra. El terreno queda bien sembrado y la película termina antes de la terrible caída a los infiernos del humorista, ya desnortado y alicaído, algo que se contaba de manera muy explícita en el documental Eugenio (2018).

Conclusión

Saben aquell me ha parecido una gran película. Muy acertada en todos sus aspectos. La historia que cuenta -aún triste- es bastante bonita. Además, está aderezada por una montonera de chistes, porque al fin y al cabo es la biografía de un humorista. En ella destacan las magníficas actuaciones de su dúo protagonista y la gran combinación de relato y puesta en escena. Lo que ya eran fans disfrutarán y los que no lo conocían descubrirán la figura de un humorista clave y figura pública de la España de hace varias décadas.

Muy recomendable para todos los públicos, creo que esta producción logrará varias nominaciones en los Premios Goya en aspectos técnicos -porque la recreación es muy buena- y tendrá además bastantes posibilidades de un Goya a mejor actor principal para David Verdaguer. Más allá de los galardones, se agradece ver una película así: sencilla, de buen gusto, equilibrada... De lo mejor de este año.

https://noesmasquecine.blogspot.com/2023/11/saben-aquell-biopic-sincero-y-modelico.html
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Eduardo García
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7
15 de abril de 2023
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy vengo a hablar de una película que vi ayer en el cine y me pareció grata y entretenida. Se trata de AIR (Ben Affleck, 2023), un relato sobre la creación de la marca Air Jordan, esa lucrativa colaboración entre el mejor baloncestista de todos los tiempos y la empresa de ropa deportiva Nike. La cinta llegó a las salas españolas el 5 de abril, miércoles santo. Entre vacaciones y tal, era difícil sacar un momento para verla, pero este fin de semana ha sido ideal para acercarse al cine y presenciar esta entretenida crónica pop, apadrinada por el conocido tándem de estrellas Matt Damon - Ben Affleck; el primero como protagonista; el segundo en la dirección.

Como apuntaba en las primeras líneas, AIR es una película sobre una marca de ropa. Sin embargo, la aproximación que se hace al género es muy distinta a la practicada en otros films como La casa Gucci (R. S., 2021) o El hilo invisible (P. T. A., 2017). Si bien en aquellos se utilizaba el mundo de la moda como una excusa para contar historias más profundas, en AIR la ropa lo es todo; es el principio, el final y la razón de ser de la película. De hecho, a lo largo de las casi dos horas de metraje, no llegamos a saber casi ningún aspecto personal de la vida de los protagonistas, y la mayor parte de la trama se desarrolla en las oficinas de Nike en Oregón. Todo va sobre moda, baloncesto y negocios, con la idea del sueño americano presente en cada rincón de la trama.

Más allá de vendernos la cultura del esfuerzo y la meritocracia, AIR no busca hacer pensar, remover conciencias o hallar recovecos oscuros en la historia. Desde la primera escena, al ritmo del Money for Nothing de los Dire Straits sabemos que al cine hemos venido a disfrutar y no a comernos la cabeza.

En cuanto al reparto, como decía antes, al protagonista lo interpreta Matt Damon. Su personaje se llama Sonny Vaccaro y es el ojeador de Nike baloncesto. En el resto de papeles destacados tenemos a Viola Davis como la madre de Michael Jordan, a Jason Bateman como el jefe del departamento de Vaccaro, al delirante Chris Tucker como relaciones públicas de la marca y a Ben Affleck, que además de dirigir se reserva un papel en la historia como el presidente de Nike. Un cásting bastante acertado, aunque se echan en falta personajes que aporten contrapuntos al relato, porque si bien es divertido y ameno, también se puede calificar de lineal y predecible.

Al verla, que nadie espere una película sobre Michael Jordan repleta de alucinantes escenas de baloncesto. AIR es más bien el relato de un puñado de perdedores que con valor y perseverancia sacan su sueño adelante. Es una obra hecha para disfrutar; con diálogos ágiles, música de la buena y un diseño de producción que nos recuerda lo mucho que molaban los años 80. Tras los títulos de crédito, no saldrás del cine conmovido o dándole vueltas a la cabeza, solamente satisfecho por haber presenciado una historia amena. Algo que se echa en falta en estos tiempos en los que las obras estúpidas y/o pretenciosas colonizan la cartelera.

Conclusión

Esta película me parece de lo más atractivo de la cartelera actual y creo que es muy recomendable, sobre todo para la gente que le molan las marcas de ropa deportiva. Se puede atragantar si no conoces bien el contexto del guión; es decir, hay que tener algo de cultura general de los 80 y, sobre todo, de baloncesto. Dejando eso a un lado, es una muy buena opción para ver en el cine con amigos en un ambiente distendido.

La producción, que en un primer momento se iba a estrenar exclusivamente en Prime Video, está teniendo un rendimiento en salas por debajo de lo esperado, aunque aceptable. Su mayor hándicap es que quizás está destinada a un público muy específico. No obstante, la película es buena y desde aquí le apuntamos un tanto a la sociedad Damon - Affleck, que desde que sorprendieron al mundo con la conmovedora El indomable Will Hunting (G.V. S., 1997) no han dejado de aportar cosas buenas a la industria.

https://noesmasquecine.blogspot.com/2023/04/air-entretenida-y-pintoresca-historia.html
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Eduardo García
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10
5 de septiembre de 2022
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo empezó en el año 2008, cuando un desconocido Vince Gilligan creó una impactante serie que terminó convertida en la favorita de mucha gente, Breaking Bad. Siete años después de su inicio y dos después de su final, en 2015, nacía su spin-off: Better Call Saul. Gilligan hacía doblete, esta vez como co-creador, junto a Peter Gould. En un principio Better Call Saul se planteó como una serie de comedia centrada en la peculiar carrera del picapleitos Jimmy McGill a.k.a. Saul Goodman. Una vez comprobado su enorme potencial, Better Call Saul se reinventó y consiguió tocar techo como uno de los mejores dramas televisivos de este siglo y sin duda alguna la mejor nueva serie de la última década. El pasado 15 de agosto llegó a su fin con un conmovedor final.

Ambientada en Albuquerque entre principios y finales de la década de los 2000, Better Call Saul cuenta la historia de Jimmy McGill-Saul Goodman, un abogado de poca monta que empieza a hacer sus pinitos en los tribunales y acaba mezclado en todo tipo de delitos y problemas: con su condescendiente hermano, con cárteles de la droga, con antiguos compañeros, etc. Por el camino vive un romance con una de sus compañeras, en el que es el leitmotiv de la serie: la relación entre Jimmy-Saul y Kim Wexler. Así puede sonar poco llamativa, pero el crescendo dramático que posee la serie -el desarrollo de los personajes a lo largo de las temporadas- la ha convertido en todo un referente y, sin duda, en una de las mejores apuestas que actualmente habitan el empobrecido catálogo de Netflix.

El nivel interpretativo de Better Call Saul está muy alto, con todos los actores a un gran nivel, entre los que destacan Bob Odenkirk en el papel protagonista y Jonathan Banks como Mike, uno por su gracia y el otro por su hieratismo. Rompo una lanza en favor del reparto coral porque ninguno de sus profesionales era realmente conocido antes de entrar en este universo y ahora a todos ellos se les augura un buen futuro. Especialmente a Rhea Seehorn, a la que deberían lloverle los papeles tras su emocionante interpretación de Kim, que en exclusiva le otorga a la serie momentos lacrimógenos.

Ella y Odenkirk -Kim y Jimmy-, por su noviazgo, son los que chupan más cámara. Sin embargo, son más las líneas argumentales que existen en la serie. Fundamentalmente otras dos, aunque todas terminen entrelazadas. Una de esas historias es la de Mike Ehrmantraut, un expolicía corrupto, pragmático y de buen corazón, que se convierte en la mano derecha de un importante capo de la droga. La segunda es la panorámica del clan de los Salamanca, unos sanguinarios sicarios mejicanos que todo lo revientan y así proporcionan a Better Call Saul los momentos de mayor acción y adrenalina. De esta subtrama salen algunos de los personajes más carismáticos de la serie: Ignacio "Nacho" Varga, Tuco Salamanca, Lalo Salamanca y, por supuesto, don Héctor Salamanca, el viejo de la silla y el timbre de Breaking Bad. De todos ellos es antagonista el temido Gustavo Fring, un villano con la sangre de hielo.

Como toda buena serie, Better Call Saul mejora enormemente con el paso de las temporadas. Una vez desaparecido el hermano del protagonista -uno de los buques insignia de la historia-, se llega al ecuador de la trama donde comienza la transformación de Jimmy McGill en Saul Goodman. De ahí en adelante, la historia obtiene otro cariz, de destrucción moral. La rama criminal coge un mayor peso y convierte las dos últimas temporadas en más adictivas que la droga con la que trafican. No recomiendo ver esta serie sin haber visto su hermana Breaking Bad, básicamente porque al final se juntan las dos historias y no se puede comprender correctamente esta sin haber presenciado aquella.

Better Call Saul no solo fascina por su historia, también por su bella factura técnica. Su puesta en escena y, en especial, su fotografía son de lo mejor que se ha hecho nunca en la pequeña pantalla. Esos encuadres, con una enorme imaginación para construir planos, fascinan al espectador. Van de lo general a lo particular. Es común que los capítulos empiecen con una sucesión de imágenes abstractas que adquieren todo el sentido a medida que avanza la historia. Por ejemplo, un episodio que comienza con unos zapatos arrastrados por el oleaje marino, termina con la desaparición de un personaje en el mar. Este recurso se llama foreshadowing y verdaderamente aquí se aplica con mano de maestro.

CONCLUSIÓN

Para mí, Better Call Saul es una de las cinco mejores series de televisión que he visto en mi vida. Toda una delicia, absolutamente recomendable. Su historia, repleta de guiños y simetrías, es perfecta y construye unos personajes absolutamente memorables. En el conjunto general, la pongo al mismo nivel que Breaking Bad, aunque en sus dos últimas temporadas Better Call Saul es francamente superior.

No descubro nada nuevo, pues Better Call Saul ha contado con una legión de seguidores durante estos últimos años. La guinda perfecta sería su triunfo en los premios Emmy, que hasta ahora se le resisten. Este año parte con cuatro nominaciones en las categorías principales; a mejor serie de drama, mejor guión, mejor actor principal -Odenkirk- y mejor actriz de reparto -Seehorn-. Crucemos los dedos.

https://noesmasquecine.blogspot.com/2022/08/better-call-saul-un-homenaje.html
Eduardo García
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10
30 de septiembre de 2023
25 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras varios meses en los que la cartelera ha sido un sofocante páramo de calidad, repleta de películas mediocres, viene el otoño y con ello la mejor época para ir al cine. En este último tercio del año aterrizan de golpe todos los estrenos buenos y acudir a las salas vuelve a ser un plan pleno y satisfactorio. Una de las primeras cintas que se ha estrenado en esta vorágine otoñal es de la que vengo a hablar hoy. Se trata de la española Cerrar los ojos (Víctor Erice, 2023), que llegó el pasado 29 de septiembre a nuestros cines después de su polémico paso por el Festival de Cannes. Esta nueva película es fantástica de principio a fin y desde ya puede considerarse una obra maestra del cine español.

Para hablar de Cerrar los ojos es fundamental comentar, de entrada, la figura de su director, porque este es un trabajo de autor planificado y ejecutado al milímetro. Él es Víctor Erice, un cineasta vasco que comenzó su carrera en los años setenta con la poética y alabada El espíritu de la colmena (1973), la continuó en la siguiente década con la extraña El sur (1983), para luego pasarse al documental con El sol del membrillo (1992) y retirarse del mundo de los largometrajes hasta ahora, realizando su magistral vuelta con 83 años a sus espaldas. Una vuelta por todo lo alto en la que trae bajo el brazo, a modo de testamento, la mejor obra de su peculiar carrera.

Cerrar los ojos cuenta la historia de un actor de cine -llamado Julio Arenas- que desaparece inexplicablemente en los años 90 mientras está grabando una película de aventuras. Transcurridas dos décadas se sigue sin saber absolutamente nada de su paradero, ni siquiera de si está vivo o muerto. Es entonces cuando la acción se desplaza al año 2012. En ese momento un programa de televisión sobre personas desaparecidas decide hacer un reportaje acerca del caso. Se trata de descifrar qué pasó con Arenas. Con ese fin la periodista recurre a Miguel Garay, el mejor amigo de Julio y director de la película mencionada al inicio. De ahí en adelante, Garay se obsesiona con el tema y se erige como el protagonista de la trama. A lo largo de Cerrar los ojos este hombre intenta descifrar qué es lo que le pasó a su amigo. Con este planteamiento claramente metafílmico y dramático, la historia ahonda en su nudo en cuestiones como la memoria, la nostalgia, el amor y la amistad.

En el reparto principal del film se encuentran los actores Manolo Solo en el papel de Miguel Garay y José Coronado en el de Julio Arenas. Ambos intérpretes alcanzan un nivel espléndido y bordan los mejores trabajos de su carrera. Por otra parte, en el elenco secundario destaca Ana Torrent como la hija de Julio. Una elección cargada de simbolismo ya que Torrent debutó en el cine con siete años en la primera película de Erice, y aparece cinco décadas después en el canto de cisne de este.

El único defecto de Cerrar los ojos es su exceso de metraje, pero a cambio nos ofrece un océano de virtudes: una historia brillante con mucho sentimiento, iluminación y encuadres exquisitos, actuaciones prodigiosas, escenas para el recuerdo y, sobre todo, un final redondo, circular y perfecto. Me ha resultado fascinante el paralelismo establecido entre la desaparición de un actor de corte clásico y la pérdida del formato analógico y la costumbre de ver el cine en salas. Una equivalencia que se mantiene constante en la trama hasta su catártico epílogo. En todos los sentidos Cerrar los ojos es una absoluta delicia, y hasta el momento la considero la mejor película estrenada este año en el cine, junto a Las ocho montañas (Felix Van Groeningen y Charlotte Vandermeersch, 2022).

Conclusión

Cerrar los ojos -un título que no es casual- es una película de género dramático y de cierta intriga que será considerada en el futuro una obra imprescindible del cine español de este siglo. Todo un canto al séptimo arte que de manera enigmática sumerge al espectador en una trama que mantiene su interés de principio a fin. En ella destacan las actuaciones y la puesta en escena, repleta de elementos costumbristas.

Aún siendo una obra maestra, no es una película para todo el mundo, ya que exige paciencia y mucha atención. Sin embargo, es muy recomendable y estoy seguro que en las próximas galas de premios obtendrá un merecido reconocimiento y el aplauso unánime de todo el que la vea con los mismos ojos fascinados con los que yo lo he hecho.

https://noesmasquecine.blogspot.com/2023/09/cerrar-los-ojos-obra-maestra-del-cine.html
Eduardo García
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