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Gertrud

Romance. Drama Gertrud es una mujer madura e idealista que busca el amor absoluto, con mayúsculas, pero sus experiencias sentimentales se ven siempre abocadas al fracaso. Decide separarse de su marido, un eminente político, porque él antepone el trabajo al amor. Se enamora de un joven músico que empieza a cosechar sus primeros éxitos, pero para él, que sólo piensa en sí mismo, Gertrud no es más que una aventura pasajera. Por otra parte, un antiguo ... [+]
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Críticas 43
Críticas ordenadas por utilidad
5 de mayo de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gertrud es, ante todo, la última obra de un maestro capaz de darnos "Ordet" y "La pasión de Juana de Arco", y de cineasta capaz del ritmo de "Vampyr". No he visto "El amo de la casa" o "Michael" de su etapa muda, pero la espectacularmente deslumbrante "Páginas del libro de Satán" es un triunfo especialmente en contraste con el cine de su época.
Y aquí quería entroncar yo con "Gertrud". Porque esta película es de 1964, y paradójicamente parece de la época de "Páginas del libro de Satán", aunque con diálogo.
Estupendos diálogos para leer, pero no para ver recitados de manera fría y desapasionada en una película que habla de pasión y amor. Dice la protagonista en un momento del film que ella sólo quiere vivir su amor apasionadamente. Pero la forma y la cara con que lo dicen obligan al espectador a no creérselo. En los 60 un canto al amor como "Tu y yo" de McCarey ya se había visto, incluso se había hecho en Scope su remake. Y ahí había pasión contenida, deseo y amor con mayúsculas.

Lo que hay en Gertrud es reflexión, pero por parte de un personaje con el que es dificil empatizar. Nos importa muy poco si esta señora es arrogante en si misma o en su alma. Nos da la sensación de que es una mujer mimada, muy mimada, que ha base de tenerlo todo ya no sabe qué mas pedir ni qué mas tener. El amor, el amor de cuento inalcanzable, ese es el que pide. El que no existe, no ninguno de los reales, de los que le ofrecen sus tres amantes durante la película.

En el aspecto plástico hay más de una posibilidad de discusión. Planos como el famoso del espejo, que ilustra el cartel, son geniales, junto a los saturados iluminados brillantes de los flashbacks y la decoración totalmente simbólica (la venus del jardín, la ninfa desnuda del cuadro, la ausencia de todo en la habitación final...). Pero Dreyer se empeña en que sus actores reciten sus textos y no los interpreten. No hay sentimiento. Hay frialdad y distanciamiento. De hecho, el director se empeña en exagerar ese distanciamiento haciendo que, cuando recitan, los actores ni siquiera se miren. ¿Quién discute una ruptura sentimental sin mirarse a los ojos? ¿Quién se entrega a su joven amante sin mirarse a los ojos? ¿Quién habla y se comporta así? Por muy simbólica que pueda ser, esta decisión aleja al personaje de la realidad, y o lo convierte en poco o nada, en algo y no alguien, llegando al desapego.

Visto lo visto, si todos fuesen como Gertrud, como se reproducirían los daneses.
Fendetestas
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21 de octubre de 2020
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
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¿Habéis entendido el chiste para ingenieros? Pues yo tampoco. Lo mismo ocurre con esta película.
El arte debe de estar al servicio de todos y no al alcance de unos pocos. Porque funciona de una manera directa e intuitiva.
Es por eso por lo que se dice que la música amansa las fieras o por lo que nos podemos emocionar al escuchar una canción en una lengua diferente a la nuestra. Si una pieza musical es una Obra Maestra conmoverá independientemente de nuestro entendimiento sobre música.
Lo mismo ocurre con la literatura o el cine. Si tengo que saber de planos y de iluminación para que me guste entonces algo falla. Porque los cinéfilos de a pie no tenemos por qué saber de esas cosas. Pero hay algo de lo que todos sabemos, doctos e indoctos. De emociones. Y aquí Gertrud suspende.

Comprendo que a los instruidos les guste, porque es un producto hecho para ellos. Lo entiendo porque he sido bailarina y lo que apreciaba fue cambiando a medida que iba adquiriendo más conocimiento. La primera vez que fui a ver una función me maravillaron todas las bailarinas, la música y los vestuarios. Con él tiempo, cuando ya era experimentada solo veía fallos técnicos, manos que se movían a deshora, bailarinas fuera de foco, mezcla de estilos sin ningún tipo de lógica y vestuarios baratos de AliExpress. Apreciaba la técnica por encima de todo. A medida que mi saber iba en aumento me gustaban más los movimientos muy complejos y asombrosos. La emoción por el contrario pasó a un segundo plano porque estaba viendo ese arte desde la azotea de mi mente y no desde las vísceras.
Lo mismo les ocurre a los profesionales del cine.

Gertrud va a la opera a ver Fidelio. Los intelectuales dirán ”Oh, que idea tan genial tuvo Dreyer, sugerirnos el tema de la película a través de una opera”, porque claro, todo el mundo sabe que Fidelio es una obra que va del sacrificio, de la fidelidad, de la lealtad y del amor. Pues no señores, no todo el mundo lo sabe. Pocos lo saben, y para los que lo desconocen se perdió el simbolismo, porque no pueden acceder a él.

Dreyer era un genio de la perfección. La iluminación es excepcional y única (cuidado los fotosensibles). Los encuadres son realmente bellos. Tiene un par de planos, en especial el del espejo, por el que merece la pena ver todo el film. Pero la parte emocional está contenida.
Para que haya comunicación y una autentica expresión es fundamental que haya miradas entre los personajes. La mirada perdida en el horizonte puede ser un recurso valido para algunas ocasiones pero no durante todo el metraje. Que Gertrud no mire al principio a su marido es normal, porque nos muestra la relación distante entre ellos, pero que no mire a su amante ni una sola vez es absurdo...ya que la evasión es contraria a la pasión.

Dicen que los diálogos son profundos. La realidad es que parecen decir algo sin decir nada.
“Creo en la carnalidad y en la soledad del alma humana”dice ella. Muy bien, pues vale…y yo creo en la inocencia y en la alegría del alma humana.
Podría seguir diciendo cosas que aparentemente tienen un fondo, sin que en realidad lo tengan.

¡Y hay que ver como le gustan a Dreyer los banquitos! En todas las casas hay un montón. Y se sientan y se sientan y se vuelven a sentar, de banco en banco y tiro porque me toca. Es como su discurso, parece que pretende ir a alguna parte sin moverse del sitio.

Por otro lado está el ritmo. Que una cosa es que sea lento y otra cosa es ésto. En la primera hora sólo acontecieron dos hechos.

Dejo claro que no soy antidreyerista, vi Dies Irae y me gustó mucho. La impecabilidad de Dreyer queda patente, y emociona mucho más, porque la historia está contada con fuerza, con mirada y con pasión.
MariaXe
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10 de junio de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dreyer es de los mejores y más únicos cineastas de la historia del cine. Su influencia sigue perenne en este arte. Creador de un estilo, que, a pesar de ser sobrio y sencillo, es inimitable. Dreyer unió lo terrenal con lo metafísico, llevando así las pasiones humanas a otros lugares. La búsqueda de la trascendencia era el hilo conductor de sus historias.
Gertrud es el último filme de este gran director. Obra de gran belleza donde el tema central es el amor. El amor que va más allá de ser un concepto; el amor como entrega total del ser. Obra impregnada por el carácter etéreo propio del cine de Dreyer.
El amor es tema explotado hasta la saciedad en la literatura, música y el cine, pero Dreyer lo separa de cualquier banalidad y lo exalta. Gertrud es una mujer idealista, en búsqueda constante del amor que ella aspira, sin lograr alcanzarla nunca.
La importancia radica en los diálogos, y en los gestos, miradas y movimientos de los personajes. El ritmo es pausado, (una de las características del cine de Dreyer) esto hace que el espectador se adentre en su universo fílmico y absorba todo lo que él nos quiere mostrar con su obra. No hay artificios. Arte puro.
Señor Cara de Papa
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28 de abril de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arde de dolor y deseo.
Estáticas figuras, casi inanimadas, que perecen en una representación teatral hace tiempo olvidada.
Seres espectrales venidos de no se sabe bien dónde que viven en un cielo perdido, prestado, abandonado.
Limbo que transcurre en la difusa frontera que separa la vida de la muerte.
Estos seres de luz exangüe, agónica, comparten con nosotros ese breve lapso de tiempo que se escurre entre dos enormidades vacías.
No se sabe si vivos o muertos, si luz u oscuridad, si tiempo derritiéndose.
El caso es que son seres grandiosos, más grandes que la vida (y la muerte), ya que solo saben de pasiones y verdades; son cultos, elegantes, civilizados, educados, respetuosos, autocríticos, tienen un enorme control sobre sus emociones y viven entre silencios y bellezas, preñados de filosofía, poesía y buena música.
Marcianos que no conocen el mal olor humano, el sabor asqueroso del dinero y el cutre espinazo que se parte ante el desagradable trabajo.
Aquí cada segundo es oro, cada plano es un universo, todo supura, significa, tiene intención, verdad, todo es hermoso, saturadamente bello, como un poema de Emily Dickinson sobre la nada, como el cine japonés más estoico y esencial, como toda la novela rusa encarnada en Ana Karenina, Bresson y sus personajes autómatas, Cocteau, la música lírica y agónica del Schubert más moribundo o del Chopin más delicado, cuadros viejos de religiosidad extática; son santos laicos, carnales, sexuados, repletos, hambrientos de pasiones gélidamente analizadas, como si toda esa carne palpitante y deseante hace siglos que hubiera cesado y ahora le estuvieran haciendo la autopsia unos forenses desangelados, espartanos, feroces, tristes y acabados.
¿Qué decir de esta película?
Puro arrobo extasiado. El anticristo de la chabacanería actual que nos asola.
Excede tanto la vida que acaba siendo más muerte, celestial.
Que la amo a pesar de no ser llanto, de su rígida quietud de pasiones derrotadas por el tiempo.
Viva Dreyer nunca muerto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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4 de mayo de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Que no te gusta Gertrud? Me parece correcto, que yo sepa ningún manual de cine (ni de ninguna otra disciplina) dice que deba gustarte, estaría bueno. Ahora bien, ¿te importaría, si no es demasiada molestia, y si no vulnera tu principios vitales (y si los vulnera también, para que te voy a mentir) dejarme a mí con mis gustos? Hemos llegado a un punto en el que la confusión de algunas personas es tan grande, que necesitan justificar sus opiniones, todo sea dicho descalificando las contrarias, para no sentir que no encajan con el modelo que critican, es decir que critican un modelo por el que se sienten amenazados, y el que en cierto modo desean encajar, sin saber que éste es una patraña inventada otro individuo en sus mismas circunstancias.
Haz una encuesta popular: pide a toda la población de España (o del país, ciudad o región que gustes) que vea esta película (o cualquier otra que consideres que amenaza tu inteligencia o tu sensibilidad) después haz que voten; probablemente la inmensa mayoría coincida contigo. Ea, ya puedes estar tranquilo porque tu integridad está a salvo. Yo seguiré viendo bodrios como éste y preguntándome por qué el Señor no me obsequió con una mente preclara como la tuya.
ruanorosa
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