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Gertrud

Romance. Drama Gertrud es una mujer madura e idealista que busca el amor absoluto, con mayúsculas, pero sus experiencias sentimentales se ven siempre abocadas al fracaso. Decide separarse de su marido, un eminente político, porque él antepone el trabajo al amor. Se enamora de un joven músico que empieza a cosechar sus primeros éxitos, pero para él, que sólo piensa en sí mismo, Gertrud no es más que una aventura pasajera. Por otra parte, un antiguo ... [+]
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Críticas 43
Críticas ordenadas por utilidad
24 de febrero de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La batalla más difícil la tengo todos días conmigo mismo" decía Napoleón; la película de Dreyer es una buena muestra de ello, un film duro y despiadado que muestra la realidad de algunos de los sentimientos humanos más profundos desde una perspectiva poco habitual en el cine, en este caso el amor y el ansia de libertad. De algún modo, el director danés nos pone frente a nuestras propias miserias, literalmente nos arrastra a esa batalla de la que hablaba el general corso, la cual, a menudo, tratamos de pasar por alto mediante todo tipo de artimañas sin que por ello deje de alcanzarnos una y otra vez. Al fin y al cabo, es en el curso de esa guerra con uno mismo en la cual se dirime el absurdo que es la vida, y el resultado depende del éxito o fracaso a la hora de reconciliarnos con nosotros mismos en cada una de las batallas diarias de este agudo conflicto interno. En cualquier caso, el destino de todos y cada uno de nosotros -pequeños pero inmensos microcosmos encerrados en la infinitud del tiempo y el espacio- es la muerte, aquello de lo cual huimos toda una vida. Sin embargo, la evidencia de nuestro destino individual no hace menos dramático nuestro paso por la vida, más bien todo lo contrario, pues son la no aceptación de nuestra finitud y coyunturalidad, así como el afán por trascender más allá del implacable juicio del tiempo lo que genera en nosotros el desasosiego y, en última instancia, la constante necesidad de huir hacia delante que caracterizan la existencia. Como bien demuestra el film del danés, cada cual trata de abordar el miedo a la muerte (que en sí mismo no deja de ser miedo a la vida) de la forma que le parece más conveniente: algunos, como Gertrud, sitúan la búsqueda del Amor en el centro de su existencia; otros, como su marido o Gabriel, se entregan de forma apasionada al trabajo; mientras que los hay que, como el joven Lidman, prefieren entregarse a una vida de desenfreno. Son formas de vivir radicalmente diferentes, pero el quid de la cuestión que reside detrás de todas ellas es ese miedo a la muerte-vida que abruma al ser humano y que se manifiesta bajo múltiples formas: la soledad, concebida como muerte en vida; el compromiso, como negación de la libertad y consunción de la vida misma; el miedo al rechazo o el amor no correspondido como la evidencia del aislamiento del individuo y lo insondable de los más profundos sentimientos.

Sea como fuere, más allá del evidente pesimismo de "Gertrud", Dreyer hace una firme apuesta por la libertad del hombre en la forja de su propio camino, lo cual es un reflejo de la educación en el protestantismo que recibió de sus padres adoptivos. En definitiva, más allá de los condicionantes con los que el ser humano se puede encontrar a lo largo de su vida éste es libre a la hora de tomar decisiones, siendo toda justificación en sentido contrario un mero subterfugio para eludir el principio de responsabilidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
davilochi
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19 de marzo de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Analizada como las demás películas, Gertrud nos sumerge en perplejidades: historia de la búsqueda del amor, en ella las palabras que lo expresan se dicen con voz monocorde y cansada, las miradas nunca se encuentran, y los gestos del deseo se evocan lejanamente, insinuados o en sombras; sólo en un instante aflora la fuerza subterránea de las pasiones, cuando Gertrud se desmaya, incapaz de terminar la canción de Schumann y Heine Ich grolle nicht (no te guardo rencor).

Pero las escenas se suceden con una frialdad, y al mismo tiempo una inevitabilidad, que está más allá de todo naturalismo, de toda convención propia de su tiempo. Para encontrar algo parecido a la tristeza de la mirada de Gertrud habría que retroceder a los bajorrelieves asirios, los rostros de Piero della Francesca.

En la película hay dos flashbacks, que muestran escenas pasadas en las que el amor está presente: ambas tienen la misma sobreexposición que la escena del milagro de Ordet. En el epílogo, misteriosamente, volvemos a encontrar la misma iluminación.

Decía Serge Daney que “hay películas llave en mano. Otras no. Entonces uno mismo ha de ser el cerrajero”: extrañamente gris y plana, Gertrud es como un vaso transparente, que cada espectador debe llenar confrontándose a la idea radical, absoluta y sin concesiones, que tiene la protagonista del amor.
el pastor de la polvorosa
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30 de octubre de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película del inimitable y único Dreyer, unanimemente reconocido como uno de los maestros del cine universal. "Gertrud" es, como todas las películas de Dreyer, una obra personalísima que hasta que no pudo hacer en total libertad no rodó, aún a costa de estar sin hacer largometrajes desde "Ordet" (y murió sin rodar una película sobre Jesús de Nazareth).
"Gertrud" cuenta la historia de una ex-cantante de ópera (Nina Pens Rode) quien acabará sus días en soledad tras fracasar/rechazar el amor de tres hombres: un poeta prestigioso que la sigue amando pero por el que ella ya no siente lo mismo; su marido, un destacado político, quien es capaz de aguantar el sacrificio de que ésta tenga un amante siempre y cuando se mantenga a su lado; y su actual amante, un joven pianista del que sí está enamorada pero por el que no es correspondida. Dreyer expone así un patético, sutil y profundo análisis acerca del sentimiento amoroso y personificándolo en la figura de Gertrud plantea también la intolerancia, la intransigencia, el egoísmo, rasgos consustanciales a Gertrud. Dreyer analiza el amor como la gran pasión humana, como la gran ceguera que obstruye lo demás, como la eterna "verdad" que mueve o puede mover al individuo y lo encara en un personaje ubicado a principios del siglo XX y en una película de los 60, pero de una rabiosa modernidad.
Con un estilo de austero clasicismo, tan ceremoniosa y suave en la puesta en escena que acaba por devenir en un vanguardista ejemplo de cine soñado, de aura irreal dónde las luces, las sombras, la forma de andar de los personajes parecen sacados de un estado de honda vigilia (parece "Gertrud" un film narcotizado, anestesiado en el que subyace cine muy vivo por debajo de esa epidermis mortecina), busca Dreyer con una cadencia muy particular llegar a la psicología, al alma, a los sentimientos, a la razón de ser de los personajes, con la imagen y la palabra. Esto es, la máxima emoción con la mínima acción. Creo que en como toda su mítica y mística obra.
kafka
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24 de octubre de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hasta esta película me atrajeron las críticas favorables y que cierto bloguero la incluyera en una lista de las películas más raras de la historia del cine. Pero después de verla me he sentido decepcionado en las dos expectativas: ni es una obra maestra, ni una rareza curiosa.

Se sale de la norma porque lleva un ritmo muy tranquilo, los diálogos se arrastran inexpresivamente y la actuación es tan contenida que llega a aburrir. A parte de eso, no es nada excepcional.

Se disfrutan varios planos muy bien compuestos y un uso magistral de los espejos.

La trama es demasiado costumbrista y anodina como para conmover realmente a nadie.
cacomanrique
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25 de octubre de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dreyer mantiene la delicadeza en planos secuencia y encuadres perfectos bien iluminados, para reflexionar haciendo un estudio sobre el amor. Una mujer de alta escala social está insatisfecha amorosamente con su marido y busca el amor pleno en un hombre más joven a la vez que su ex-esposo la pretende nuevamente.

Con esa premisa el director danés ofrece una película de enorme teatralidad en las formas y reiterativa en un guión con el que desarrolla diálogos y reflexiones de pretenciosa profundidad. El reparto actúa con cierta apatía, no se cruzan las miradas en ningún momento a pesar de las vitales situaciones que tienen lugar.

El buen hacer en la dirección consigue una buena película, pero creo que el tono le funciona mejor a Dreyer cuando toca el tema religioso, no así en este caso en el que analiza las variantes del amor y el desamor. Tecnicamente impecable, pero no logra emocionar en ningún momento a pesar del placer se sus imágenes. Buena aunque alejada de sus grandes obras.
Wellesford
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