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Holy Motors

Drama Un día en la vida de Monsieur Oscar: un hombre que se traslada, en una lujosa limusina blanca conducida por Céline, de trabajo en trabajo. Para cada uno de ellos adopta una nueva personalidad: mendigo, monstruo, asesino, padre de familia... (FILMAFFINITY)
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Críticas 144
Críticas ordenadas por utilidad
13 de noviembre de 2012
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver Holy Motors debería ser toda una experiencia, y quizá lo sea, sin embargo, el transcurrir del metraje hace que uno se vaya dando cuenta que no es una experiencia del todo amena, al menos a lo largo de su duración y en todos los ámbitos, sin dejar de ser eso sí, un producto atrayente.

Es una obra por demás interesante, observar a un individuo transformarse para participar en un “teatro” o “cine” que tiene como escenario el mundo “real”. Es decir, hay una mezcla entre lo ficticio y lo real que se va observando durante los distintos papeles que hace el personaje principal.

Es así como se va viendo a ese hombre tomar distintas formas, mientras recorre la ciudad en una lujosa limusina manejada por una mujer, que hace de confidente y chofer, ella le va dando los distintos papeles que le corresponden a él interpretar.

Holy Motors es quizá una sátira de un mundo actual indiferente y donde todos parecen utilizar una máscara, un papel que no les pertenece, porque siempre buscan ser alguien más. Y donde siempre hay algo, un haz de luz que busca que se intente reaccionar ante esa vida de “papeles interpretativos” en que vivimos.
10P24H
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16 de noviembre de 2012
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los filmes que más tenía ganas de ver desde su estreno a principios de año en Cannes. Pensaba que me iba a encontrar la primera obra maestra del año, pero lamentablemente no la encontré.

“Holy Motors” es un filme raro y extraño, o al menos lo aparenta, pero en realidad es un filme con un argumento nada fuera de lo común, aunque esté adornado estéticamente. Cargado de gran simbología, con diversas críticas generales a la sociedad y al ser humano y sobre todo un retrato particular sobre la falta de identidad en la sociedad contemporánea.

Dirigida y escrita por Leos Carax, autor de filmes como Los amantes del Pont-Neuf y Pola X, en esta ocasión Carax cuenta la historia de Oscar, un hombre con muchas identidades, desde banquero y padre, hasta mendigo y asesino. Durante todo el filme lo vemos viajar en una limusina, en donde va cumpliendo cada uno de sus trabajos, en donde interpreta a un personaje diferente en cada uno.

En cada una de las identidades asumidas por Oscar, que varían a diario, podemos observar desde distinta óptica distintos problemas de la sociedad, pero sobre todo, somos testigo de la inconformidad del ser humano con su propia existencia e identidad, y ese anhelo en ser alguien más, en hacer cosas diferentes que normalmente, con una vida normal no tendríamos la oportunidad de hacer por las distintas limitaciones del sistema.

Durante el filme podemos ver a otras personas que también se dedican al mismo trabajo de Oscar, y viajan en su limusina asumiendo distintos roles e identidades, vivir distintas vidas para así no pensar en sí mismo. Al final no sabemos cuál es la verdadera identidad de Oscar.

Aunque no he visto el filme “Alps” de Lanthimos, creo que se asemeja un poco en el argumento. La historia me gustó y su sentido simbólico y metafórico, pero el filme por alguna razón no me sorprendió, ni me emocionó, con esa emoción que siento cada vez que veo una obra maestra. En esta ocasión quedé esperando la sensación.

El filme cuenta como mayor virtud, su estética, ese universo y ese lenguaje que utiliza Carax para trasmitirnos con su historia, reforzando y acompañando la simbología del argumento, además de su excelente dirección y fotografía. Sin olvidar las excelentes actuaciones, resaltando sobre todas la del gran Denis Lavant, que se mete en los distintos personajes y los interpreta con fuerza y de forma convincente. Hace una gran labor. Además de Edith Scob y los pequeños personajes de Eva Mendes, Michel Piccoli y la cantante Kylie Minogue.

En síntesis, un filme muy interesante con una gran simbología y despliegue artístico, pero que sin embargo (para mí) no alcanza el estatus de obra maestra. A pesar de sus innegables virtudes.

http://asbvirtualinfo.blogspot.com/2012/11/holy-motors-leos-carax.html
Alejandro
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18 de noviembre de 2012
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No tienen cabida las medias tintas al acabar de ver Holy Motors; de lo bello a lo infame, de la genialidad al fútil capricho, tan sólo duda quien cree no haberla entendido o quiere buscarle demasiadas lecturas. La de Carax es, no obstante, una película directa, es lo que muestra, nada más; el experimento de un lingüista del cine que prueba nuevas formas y las unifica en una sola película heterogenia, casi gratuita, en la que los bastidores son una limusina y el escenario el París más estrambótico, lejano a la ciudad-personaje que tantas películas han aprovechado y que aquí es casi un accidente.

Léos Carax filma, así, una peculiar road movie parisina de nueve paradas distintísimas que son nueve relatos, los unos terrenales, otros totalmente marcianos, y que responden a antojos estéticos y argumentales de su director. Denis Lavant, enorme, le sigue la corriente enfrentándose a todos los roles con profesional seriedad, sin rechistar, porque de eso se trata. Holy Motors quiere ser, si no un homenaje, sí una aproximación al mundo de la actuación, de la identidad ficticia y pretendida. No faltan en el transcurrir del film episodios melodramáticos –con la aparición estelar de Kylie Minogue–, costumbristas, de cine negro, de ciencia ficción y hasta del más retorcido humor –con la colaboración, también estelar, de Eva Mendes–, ruleta que pone a prueba la capacidad de metamorfosis del protagonista de todos ellos, un Lavant que lo maneja con maestría. Uno se pregunta, sin embargo, hasta qué punto el de Carax es puro onanismo cinematográfico, demostración de rarismo y control del lenguaje que sí, llama la atención, sorprende y funciona, pero le cuesta muchísimo transmitir algo inteligible, no ya un mensaje literal sino emociones o sensaciones más allá de la extrañeza. Y es que Holy Motors se acerca más a un pulido boceto que a un punto final, a una conclusión artística. No en vano, uno de los más potentes personajes que encara Lavant, el comeflores de las cloacas (sí sí, come flores y vive en las cloacas), ya había aparecido antes por las calles de Tokio en otro experimento cinematográfico con el nombre de la ciudad y un notable trío de realizadores (Tokyo!, Michel Gondry, Léos Carax y Bong Joon-ho, 2008). Así, Holy Motors es la continuación de un inacabado proceso artístico que tiene interés pero la necesidad, aún, de encontrar atajos emocionales que transmitan algo más que admiración por lo extravagante.

No puede reprochársele al realizador francés, en todo caso, su franqueza; el suyo es cine puro, quizás pedante, quizás pretencioso, quizás minoritario, pero siempre curioso, fiel a su inconformismo e inquieto en la búsqueda de nuevas expresiones cinematográficas. Su titubeo es así justificable y hasta ameno: no cansa, no aborrece, quizás sólo desconcierta, y eso también es de agradecer.

[Tupeli.es]
TPA
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18 de marzo de 2013
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Holy Motors no deja indiferente a nadie. Para bien o para mal, este diluvio de imágenes impactantes con un, en un primer momento, carente sentido argumental, hará que pienses que has perdido 2 preciadas horas de tu vida o que, por el contrario, te haya hecho pensar sobre cómo te han contado una historia que realmente no existe. La reflexión que he podido sonsacar de esta "no historia" está enfocada a la realidad.

En la película se nos presenta una persona que va cambiando constantemente de aspecto, personalidad y de entorno. Al principio podría parecernos que simplemente se trata de un loco con dinero que se dedica a divertirse poniéndose una máscara, pero pronto nos daremos cuenta de que va más allá: las personas con las que interactua son cómplices de su farsa.

En un momento de la trama, nuestro camaleónico protagonista entablará una nada banal conversación con otro personaje acerca de este pensamiento:

"—¿Nunca te has planteado dejarlo? ¿Por qué sigues en esto?
—Por lo mismo que empecé: por la belleza del gesto.
—Pero dicen que la belleza, en realidad, está en el ojo del que mira.
—Y entonces, ¿si ya nadie mira?"

Nuestro protagonista es el gato de Schrödinger encerrado por unas oscuras máscaras. Todos nos lo estábamos creyendo, incluso los espectadores de la película desde nuestro descansado salón. La realidad es una construcción social. Esas personas a las que va a visitar se convierten automáticamente en actores en sí mismos en la medida en que asumen que aquel cliente al que han pagado está actuando, volviéndose cómplices de su obra. En ese preciso momento la realidad subjetiva que nos hemos creado pasa a formar parte de nuestra propia realidad.

El principio recuerda mucho a un joven Jean-Luc Godard obsesionado con el lenguaje. Los espectadores de una sala de cine están aparentemente dormidos, mientras en la película se suceden acontecimientos la mar de ruidosos. Se está contando algo y el ojo que mira no lo está interpretando. Así podríamos resumir Holy Motors. Habrá momentos en el que nuestro ojo no sepa interpretar las imágenes que pondremos frente a él debido a que estamos acostumbrados a tenerlo todo dado, acostumbrados a películas enlatadas que no requieran de ningún esfuerzo intelectual por parte del espectador y claro, asusta.

Antes de quitar esta película a los 15 primeros minutos porque no la entendemos deberíamos asumir que no está en un lenguaje narrativo convencional, que el contexto al que nos enfrentamos es en realidad diferente al que conocemos.

Deberíamos sentarnos frente al televisor y asumir que cualquier cosa que salga por esa pantalla será mentira. Pero será real.
Maroon
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18 de diciembre de 2012
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena cinta experimental donde lo extremadamente atípico de su concepto contrasta con la gran producción, considerando que los productos tan artísticos suelen recibir poco presupuesto y de un estilo más independiente. Pero lo que resalta de la película, es que más allá de lo surrealista, emotivo o demencial de cada escena en la que el protagonista se involucra, hay cierto mensaje que sutilmente se transmite, con respecto a la vida falsa y atormentada de los actores de cine y del presente y el futuro del cine actual. Quizá la mayor parte del lenguaje visual que el director utiliza no es entendible pero es al menos interesante buscar una interpretación, siendo esto una gran virtud ya que mantiene el interés a base de una trama misteriosa y fascinante tanto visual como conceptualmente. Una película que vale mucho la pena y que incluso los detractores del cine experimental encontrarán interesante.
mikealeks
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