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Holy Motors

Drama Un día en la vida de Monsieur Oscar: un hombre que se traslada, en una lujosa limusina blanca conducida por Céline, de trabajo en trabajo. Para cada uno de ellos adopta una nueva personalidad: mendigo, monstruo, asesino, padre de familia... (FILMAFFINITY)
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Críticas 144
Críticas ordenadas por utilidad
9 de noviembre de 2012
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Holy Motors' representa la ambigüedad de un director atrevido. El disparate roza el drama de todo lo que ocurre en el interior de la limusina donde el Señor Oscar (Denis Lavant) se cambia de disfraz desde el amanecer hasta la noche. Su camaleónica personalidad le transforma de un aparente hombre de negocios a una anciana, a un vagabundo zampaflores, a un killer, a un padre de familia... Son situaciones abstractas con una intención desconocida, cada cual más bizarra y absurda y vacías de un significado concreto. Por la contra muy bien narradas y con una extraña tensión poética que atrapa si vas con la batería bien cargada de paciencia... y dispuesto a quemar muchas neuronas.

Da la impresión de que Carax juega con el público para que este eche la imaginación a volar y saque sus propias conclusiones sobre quién es ese extraño hombrecillo, cuál es su cometido, por qué tiene que pasar por todas esas grotescos estados y con qué sentido. No es ciencia ficción. No es fantasía. Es puro cine experimental que cojea precisamente por ser pretenciosamente lírico y bizarro.

Tanta paradoja sobre la identidad en tiempos de crisis alarga innecesariamente una cinta ya de por sí densa, y cuando llega el desenlace poco se tarda en pensar que lo que pudo haber sido una interesante distopía acaba por ser un mero bacile transgresor.

Sin embargo, puede que bajo el velo de monstruosidad que abriga al protagonista se esconda una hermosura sutil, culpable de una sensación agridulce de lástima por su búsqueda de humanidad en vano. Quizás sea en ese elemento de resuélvelo-tu-mismo donde puede refugiarse la genialidad de Carax. Sea cual sea su intención y el esfuerzo que le haya dado el espectador para intentar comprenderle, su experimento provoca tantos estados de ánimo que al final uno no sabe si odiarle, aplaudirle o reírse de él. El jeroglífico está servido.
MaxPower
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20 de noviembre de 2012
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como ya he reflejado en el título no puedo decidir por mí mismo si es una obra maestra o una mera tomadura de pelo, la cual ha sido tan poco discreta, que incluso los mismos críticos la encasillan en la primera opción.

Película incatalogable que se va descubriendo poco a poco cada vez más real. Con diversos personajes, no muy alejados de este mundo en el que vivimos. Y con un final de lo mejor que se podía hacer.

No había visto anteriormente nada de este director, pero ésta película me ha dado las ganas suficientes como para ver toda su filmografía.
Lusalat
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13 de mayo de 2013
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Holy Motors" puede ser vista como un homenaje al cine de género. Dentro de ella hay un musical, un melodrama, una película de terror, un policial... etc. Pero es, más que eso, la expresión de la libertad creativa de un gran cineasta, el juego, la poesía y el misterio que sólo puede darse en una pantalla de cine, no en ningún otro arte. Sólo se entiende viendo, la razón está en cada una de las imágenes -imborrables, por lo demás- de este film extraordinario.
walser
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6 de diciembre de 2012
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obra del director Leos Carax es una chalada sucesión de varapalos –o cortes de manga- a la tendencia contemporánea la industria del cine, embutidora de remakes, precuelas, secuelas, reboots, y adaptaciones literarias para teenagers y semi-adultos incentivadas por el insaciable deseo de agregarle ceros a la derecha a los números de taquilla –así interpreto el principio de la película-

La película es un sistemático desvarío subversivo que traspasa el incorpóreo umbral entre la ciencia ficción y el drama sin que resulte fastidioso o lleve a la languidez, sino más bien incite a apreciar con expectación lo que se viene entre secuencias y entre cada “evento”. Es tan mutante como Oscar (EL EXTRAORDINARIO Y SUPERLATIVO Denis Lavant) el hombre multi performance que se transforma en músico, comediante, actor, degenerado, antropófago, padre de familia, ejecutivo, troll, sicario, bailarín y mafioso, dejando en cada rol parte de su humanidad y su inhumanidad -si es que la tiene- mientras es conducido por la bella Paris en esa evocadora limosina blanca y apenas cruza mensajes con la flemática conductora del maximalista automotor -Céline (La muy bella Edith Scob)-.

El filme desde iniciado y antes de los créditos finales es un guiño al cine primitivo, al valor de la actuación, al arte visual de gesticular, de exagerar, de gruñir y con todo eso transmitir sensaciones. El guión es deshilado y desvertebrado, pero no por eso indigesto, pues tiene la sublime propiedad de dejar en el espectador interesado el sentimiento de adolecer placenteramente de la explicación de semejante carnaval de locuras, de odas a la fealdad, de episodios circenses, de tan vasta plétora de aparentes incongruencias, y hasta actos musicales. Creo esa es la gran virtud de Carax y compañía, crear genuina abstracción mental, dejar rumiando al espectador ante un cosa tan bizarra, y mostrar que en el cine hay espacio para la osadía y la innovación sobre ruedas.

PD: Me encanto Kylie Minogue
Javenco
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23 de febrero de 2013
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Holy Motors (2012) es un gran ejercicio metanarrativo, para despiertos cinéfilos que suplantan la identidad de unos adormecidos espectadores, en un pequeño y viejo cine de etérea ubicación. Léos Carax propone un discurso clásico, basado en tres actos, difuminados a lo largo de un metraje que propone inciertas preguntas al veedor.

Holy Motors son muchas películas y ninguna. El ser y el no ser. Es un canto al cine, a la pasión de hacer películas y es un llanto por los cambios producidos y venideros. Es la búsqueda de la belleza, de la belleza de actuar, pero también es la búsqueda de la fealdad (el cine es reflejo de la vida y del momento) y es la huida del ser, el escape de la miseria de ser uno mismo.

Holy Motors es una mezcolanza de géneros, convencionalismos, vanguardias, teorías del arte y literatura. El drama, la ciencia ficción, el cine negro y el musical, convergen y se complementan a lo largo de la cinta, junto a seres literarios como le flâneur, el doppelgänger o en la esencia del mito de Frankenstein (a través de la creación, la soledad y el amor trágico).

Holy Motors es una de las más vanguardistas y trasgresoras películas de los últimos tiempos. Hasta el momento ha logrado crear controversia y dividir a la crítica: los que idolatran la cinta y los que creen que es una tomadura de pelo de niño burgués (C. Boyero). Cierto es, que en el pasado Festival de Cine de Sigtes 2012, fue la gran ganadora. Ha sido nominada a seis premios César de Francia y ha recibido el premio a mejor película en "lengua extranjera" de los Premios de la Asociación de Críticos de los Ángeles, premio que rechazó previo videocomunicado de lo más inteligente y sarcástico. Lo transcribo a continuación:


"Hola, soy Léos Carax, director de películas en lengua extranjera. He estado haciendo películas en lengua extranjera toda mi vida. Las películas en lengua extranjera se hacen en todo el mundo, excepto en Estados Unidos, por supuesto. Sólo en Estados Unidos se hacen películas en lengua no extranjera. Las películas en lengua extranjera son muy difíciles de hacer, obviamente, porque hay que inventar un idioma extranjero en lugar de utilizar el lenguaje usual. Pero la verdad es que el cine es un lenguaje extranjero, un lenguaje creado para aquellos que necesitan viajar al otro lado de la vida. Buenas noches". (Léos Carax)

A ver si Carax se atreve y le manda una de estas ingeniosas cartas al siempre "lúcido" ministro Wert, que pretende, con la nueva ley del cine, penalizar las películas españolas rodadas en otros idiomas (no oficiales en el Reino). Aunque la verdad, no creo que Wert se sorprenda con ninguna carta surrealista, porque ¿hay algo más surrealista que un ministro de educación y cultura tenga tanto desapego por los idiomas?.

Juan Torres (www.cinemaparadiso.com.es)


P.D: Quien quiera ver algo más sobre Carax, recomiendo Les amants du Pont-Neuf (1991).
P.D 2: Como curiosidad, el personaje bizarro "comeflores" de Holy Motors, aparece en Tokyo! (2008), en uno de los cuatro segmentos (cortometrajes) que componen el film.
Cinema Paradiso
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