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No es bueno que el hombre esté solo

Drama. Cine negro Martín es un hombre solitario e introvertido. Vive en una ciudad industrial y brumosa, aislado en un chalet donde ha creado un mundo propio que comparte con Elena, una muñeca a la que trata como si fuera su esposa en todos los sentidos. En unos apartamentos vecinos, vive Lina, una mujer demasiado libre, y su hija Cati, una niña demasiado curiosa. Cati descubre la verdad que se encierra dentro de los muros de Martín. Poco a poco, su vida ... [+]
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
9 de mayo de 2024
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Es entretenida e interesante y cuenta con buenas interpretaciones en general y del gran López Vázquez, en particular.

Bien dirigida, de forma elegante, con medida puesta en escena, resulta atractiva aunque es verdad que el ritmo es algo lento y que el mensaje o filosofía de la cinta no queda claro del todo.

Y como curiosidad, comprobar, que cuando la vi no vivía por aquí, los exteriores están rodados mayormente en los alrededores de Aixerro, La Galea, Bizkaia.

https://filmsencajatonta.blogspot.com/
Baraka1958
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21 de abril de 2017
8 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una idea (buena, interesante) y un ambiente (opresivo, sórdido, asfixiante). El resto, todo lo que es la película, el andamiaje, la artesanía, la pura narración, la (lamentable y repetitiva) música, fotografía y demás, salvo, si nos ponemos más generosos, el gran López Vázquez, la casquivana Carmen, la niña mala y tan pelirroja que todo lo hurga, y esa mirada sutil, esquinada, sobre la industria pesada, actualmente desmantelada, del norte de España que tanto contaminaba y puestos de trabajo aportaba, todo lo demás, que es mucho, resulta plano, tedioso, inane, mal hecho, feo, pobre y triste.
El mundo es horrible, entre los ricos, hormigas empresarias codiciosas, ruines y muy mediocres, reina la hipocresía, la maledicencia y la estupidez, entre los pobres, el lumpen proletariado, se enseñorea con desparpajo la desvergüenza más rampante, la miseria ética y la violencia arrabalera, por lo que no queda otra, si eres más delicado, desclasado o estás un poco tocado, que buscar salida, refugio, un escondrijo donde nadie te pille o juzgue, donde nadie me ve, que diría, cantaría más bien, nuestro gran vate, tal vez rapsoda, Alejandro, que tuvo, en su lejano día y tan apropiadamente, de apellido Magno.
Cuento oscuro, de denso horror, reconcentrado y angustioso, donde la identidad del hombre débil es sometida, vejada y violentada por las fuerzas del mal, es decir, por todos los demás que no son yo/él.
No ha lugar, o no debería haberlo, a una chusca, ridícula explicación psicológica* (ay la censura que todo lo come y siempre se mete por medio con garras de astracán y botas de carnicero), se trata de un cuadro de abominación y espanto, sin motivo, sin sentido, un retrato robot del mundo y el miedo.
La única escapada posible es la fuerza: o la autodestrucción ascética, casi japonesa, romántica, samurái; o la cruzada necesaria, batalla santa contra los dragones que nos rodean con saña, a calzón quitado, con una espada flamígera llena de ira que rebana cabezas y mutila extremidades sin freno, a toda sangre.
Sopor a plomo como amenaza que solo es aliviada por los matices expresivos de José Luis y ciertos apuntes negros que se adentran en un tremendismo agónico según avanzan los exangües minutos como paladas pesadas sobre tumba abyecta.
Vale como curiosidad. Mucho menos como obra sin más, mirada objetivamente, sin afinidades electivas que enturbien el buen juicio y nos lleven otra vez camino a la perdición.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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