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No es bueno que el hombre esté solo

Drama. Cine negro Martín es un hombre solitario e introvertido. Vive en una ciudad industrial y brumosa, aislado en un chalet donde ha creado un mundo propio que comparte con Elena, una muñeca a la que trata como si fuera su esposa en todos los sentidos. En unos apartamentos vecinos, vive Lina, una mujer demasiado libre, y su hija Cati, una niña demasiado curiosa. Cati descubre la verdad que se encierra dentro de los muros de Martín. Poco a poco, su vida ... [+]
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
11 de abril de 2010
38 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impagable trozo de entraña cinematográfica, sentida y enferma, turbia y emotiva, flagrante e injustamente condenada al olvido.

Aunque parezca inaudito, la comunidad astemia y miope que ha conspirado contra esta película en la licorería, y que la ha agujereado de suspensos, aún anda en libertad. Y lo que es más sorprendente, el guionista de Ulrich Y Una Chica De Verdad, película entrañable por lo demás, puede conciliar el sueño todas las noches después de fusilar sin contemplaciones la idea que propulsa esta película, que si mal no recuerdo también manejó Bukowski en alguno de sus sus vitriólicos relatos, aunque podría recordar mal.

En fin, obviando estas deudas de sangre, sudor y alcohol, lo cierto es que Pedro Olea, a mi entender, ajustó mejor aquí el disparo que en El Bosque Del Lobo, aunque la mayoría opina al revés, visto lo visto. En ambas, López Vázquez, el indiscutible Jack Lemmon español, encarna a dos personajes perturbados y se agiganta hasta límites insospechados, componiendo dos de las mejores actuaciones que le he visto nunca. Sus gestos, sus congojas, sus complejos supuran tanta veracidad que la experiencia de verle sufrir llega a doler, a sentirse propia; eso es cine, eso era José Luis López Vázquez.

En No Es Bueno Que Paul Muni Esté Solo, concretamente, despliega estas dotes atormentadas a la vez que luce una fachada de tipo gris, normal. En cierto modo, esta bizarra función es prima hermana de aquella otra maravilla donde Vázquez deleita al respetable, Mi Querida Señorita, aunque algo inferior.

Incluso, Carmen Cerdilla, con un look letalmente caduco y mereciendo un puño en el esternón, parece contagiarse del carismático antihéroe y, sin alcancar la brillantez, cumple medianamente en su papel, odioso e irritante hasta la náusea.

Vázquez, pese a las hostilidades, pese a la incomprensión generalizada, y pese a ciertos altibajos y baches en la historia, toca arrebato y brinda un desenlace glorioso, iracundo, con un plano final excelso, un aleluya por los desubicados, que imagino que desconcertó a la parroquia setentera, y que no descarto que cuatro décadas después se haya saldado con lapidaciones en foros y comunas, con conspiraciones de silencio, con incendios masivos de petacas.

Maldito ser humano.
Barfly
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28 de mayo de 2015
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
José Luis López Vázquez interpreta con un talento notable a un hombre tímido y reservado que convive con una muñeca llamada Elena. Está especialmente inolvidable en la escena del divertido número musical que monta para dar la bienvenida a Paula, la hermana de la muñeca. Los diálogos son brillantes y en un momento dado la muñeca sentirá celos de su hermana en un comentario que le hace a López Vázquez, cuyo dominio expresivo no deja de sorprender a lo largo del relato. Lo suyo no es locura exactamente porque aunque su conducta sea delirante han sido unos conflictos internos complejos los que le han llevado a convivir con una muñeca y analizando bien los actos del personaje se ve claramente que todo lo que hace tiene una cierta lógica. Carmen Sevilla estaba viviendo un momento de renovación estética en el terreno cinematográfico y demuestra como en otras muchas ocasiones que era una actriz eficiente y versátil. La obra está ambientada con acierto y está filmada con elegancia. El ritmo es el ideal. Se aprovecharon debidamente las virtudes del guión. Definitivamente Pedro Olea es uno de los realizadores más capacitados que podemos encontrar en la historia del cine español ya que casi todos los proyectos que caian en sus manos dieron lugar a películas que dejaron huella en el espectador.
Cromatico
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21 de abril de 2017
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este fue uno de los temas recurrentes en el hombre moderno que profundizo el cineasta Antonioni de forma muy personal, aunque no ha sido el único, lo han hecho otros desde otros estilos menos abstractos y tediosos que el italiano, por ejemplo, Berlanga con su “Tamaño natural”, en cierto modo el “Taxi driver” de Scorsese y tantos otros que están en la memoria de todos. En el que hay que incluir este interesante film de Pedro Olea, teniendo que amoldarse el guión a la férrea censura, por lo que había que hilar muy fino para sacar adelante una historia que se prestaba fácilmente al morbo. Este lacerante drama es una parábola sobre la soledad y la incomunicación, el comportamiento patético de un alto ejecutivo industrial, atormentado por su pasado que guarda un misterioso trauma. Olea traza un retrato muy romántico y tierno del personaje de Martin que disipa cualquier relación de sexo y perversión que alguien pudiera intuir.

Un hombre maduro e introvertido que mantiene una doble vida: una en su medio laboral y vida social de puertas hacia fuera y otra muy distinta en su casa, pues vive con la única compañía de una muñeca de tamaño natural y que,ve su intimidad invadida por sus nuevos vecinos. Una mujer de “vida alegre” y su amante. Martín (un asombroso José Luis López Vázquez), es un hombre, reservado, solitario y taciturno. Vive en una ciudad industrial y brumosa, aislado en su chalet, donde ha creado un mundo interior, el cual comparte con Elena, una bella muñeca. Todo ese mundo de Martín se verá truncado por una familia que vive en unos apartamentos vecinos, compuesta por Lina (Carmen Sevilla), una mujer demasiado atrevida, y su hija, Cati (Lolita Merino), una niña demasiado entrometida, cuya curiosidad la lleva a inmiscuirse en el mundo de Martín inconscientemente. Lina, conocedora por medio de su hija del secreto en el que vive Martín, le acosa sin piedad, hasta llevarle al borde de la desesperación. Mauro (Máximo Valverde), el amante de Lina, comprende que es el momento idóneo para aprovecharse del chantaje que su amante le está haciendo a Martín.

Carmen Sevilla nos ofrece un registro de interpretación muy interesante y atrevido, de mujer ladina y calculadora, muy diferente del que habitualmente solía interpretar, mas cercano a la comedia musical y folclórica. En el fondo lo que subyace es una interesante reflexión sobre nuestras costumbres sociales y privadas sobre lo que los individuos deben mostrar y esconder, el propio protagonista se lamenta, precisamente por no poder vivir como le apetezca si no molesta a nadie con su comportamiento privado, debiendo esconderse para no ser señalado como un tipo anormal. Es el entorno social el que le presiona y atormenta constantemente, obligándole a aparentar lo que no le apetece. Una aguda diatriba sobre comportamientos más o menos convencionales que nos obliga a preguntarnos: ¿Quienes tienen un comportamiento más perverso y mezquino?
Antonio Morales
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22 de abril de 2017
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablar de profundos mensajes filosóficos al ver esta película parece que es lo lógico siendo un tema psicológico el nudo central. Induce a pensar que la trama tiene un trasfondo más que interesante. Si el comportamiento del directivo que interpreta López Vázquez quiere representar soledad, complejos, etc, el desarrollo no descubre nada más que a un hombre encaprichado con su juguete y no profundiza en revelaciones especiales de una mente desquiciada. Es un hombre bien colocado socialmente, bien considerado, en un ambiente opresivo, perseguidor e inquisidor, que quiere estar solo, pero sufre la intromisión del entorno y padece las consecuencias de unos vecinos pelmas, abusones e impertinentes. Nada del otro mundo.

La película sí se hace interesante por llegar a saber si Carmen Sevilla será también otra muñeca para el caballero, porque Carmen Sevilla está imponente.

También puedes verla por calibrar el morbo al ver a un señor tan serio comportarse en la intimidad con claras intenciones sexuales ocultas de sometimiento hacia la pareja tras un trato exquisito, de dominio mental y físico (para él es una mujer que accederá a todos sus juegos), y pica la curiosidad. De cara al exterior, el comportamiento es de esos que hace que los demás piensen que ha perdido un tornillo. Algo corriente.
floïd blue
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12 de abril de 2020
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un film que en su día causó un gran impacto. Un hombre (José Luis López Vázquez) que convive con una muñeca de plástico a la que hace pasar por su mujer. Una vecina (gran papel el de Carmen Sevilla, por cierto) que se mete donde no la llaman. Y una gran historia dirigida por un maestro, el gran Pedro Olea. La película no flojea en ningún momento y las interpretaciones son sobresalientes. Un reflejo de la soledad, de la locura que genera esta, de la maldita sociedad que interfiere y margina a las personas diferentes.
Mario Ferrer
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