Blondi

En 'Blondi', el espíritu indie dice presente hasta en una escena en la que participan, musicalizando el asunto, 'Las Ligas Menores'.

Ópera prima de Dolores Fonzi (guionada junto a Laura Paredes), en la que lo cotidiano y lo natural de los diálogos permiten que uno se sienta a gusto. Es que cada intérprete aporta lo suyo para que todo funcione y se perciba genuino (se destaca Toto Rovito, con mucha soltura en su papel).

La película transcurre en clave de comedia, para descomprimir y dejar que todo fluya, dando la sensación de que nada sucede (algo que no molesta, sino más bien todo lo contrario), cuando el trasfondo de lo que se narra nos lleva al rol de la maternidad, según cada personaje, y sus formas de llevarlo.

Hay momentos absurdos, con buen timing para el humor, que resultan efectivos y sacan algunas risas, mientras que algunos pocos se quedan a mitad de camino.

En 'Blondi' hay porro por doquier, pasajes de road movie y un estilo identificable que nos transporta de inmediato, en cada fotograma, al cine independiente que a muchos nos gusta.

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*Una película de personajes

Blondi encuentra su definición entre aquellas películas indie norteamericanas de la factoría Greta Gerwig como Frances ha (2012) o Lady bird (2017). Al igual que en estos títulos, el foco está puesto en los personajes y cómo se relacionan entre sí para llegar a un desarrollo final. Aunque en Blondi hay una narrativa lineal clara, esta pasa en su mayoría por cómo accionan y sienten los personajes, más allá de un conflicto exterior.

El trabajo en la dirección de actores resulta fundamental para que el público entre en el verosímil de la película. Se destacan los trabajos de Rita Cortese -y su tono justo para el one-liner- y de Carla Peterson, que interpreta a una Martina alienada y la cual en un primer momento pareciera estar fuera de registro, pero gracias al rumbo que toma su personaje, termina justificando su tono extrañado.

*Dejar ir

El desarrollo final antes mencionado se ve reflejado principalmente en Blondi; una mujer que vive rodeada de jóvenes veinteañeros (desde sus compañeros de trabajo hasta su hijo) y que debe, a través del camino que el film propone, progresar y salir de ese círculo etario al que pertenece.

No es casual, entonces, que Blondi haya sido madre a los quince años; su personaje se mantiene con las responsabilidades y hábitos propios de un adolescente, mientras que su hijo proyecta un futuro cercano viviendo en otro continente. Los roles invertidos en esta relación dan pie a una serie de escenas hilarantes, como la del mercado, en donde Blondi roba bebidas mientras su hijo la encubre. Pero, por otro lado, se da lugar al conflicto medular: Un hijo que debe dejar la casa materna para salir al mundo.

Es interesante pensar la relación entre Mirko y Blondi desde esta perspectiva. Por ejemplo, en la secuencia del viaje a la provincia de Córdoba, los diálogos (y por consecuencia, los silencios) funcionan como herramientas para entender las dinámicas afectivas que subyacen por debajo de lo dicho. Cuando Mirko, en un gesto de cariño genuino, le dice a Blondi que es la mejor madre del mundo, lo que está haciendo en realidad es despedirse de forma silenciosa; el espectador sabe que Mirko planea irse a vivir a Barcelona, mientras que su madre no, y allí se crea un espacio de suspense entre lo que el personaje de Fonzi entiende y lo que el espectador puede captar.

*Madres

Como hemos mencionado antes, Blondi fue madre a los quince años. En la película no se habla del padre, más allá de algún insulto filtrado, por lo que podemos deducir que nunca hubo un contacto de su parte con Mirko. Esta falta de contacto paterna hacia los hijos funciona como una especie de leitmotiv durante todo el film. Mirko no tiene padre ni abuelo, y el único personaje que ejerce la paternidad durante el film es el interpretado por Leonardo Sbaraglia, pero incluso él termina por ser una figura ridiculizada por los demás, debido a su incapacidad por llevar adelante tareas paternas cotidianas.

Lo que hay en Blondi son madres, con vidas y decisiones diferentes. Mientras que Blondi encuentra un compañero en su hijo, su hermana Martina se arrepiente de haber dado a luz y de llevar la vida monótona que tiene. Nunca se juzgan las diferentes posiciones que asumen las hermanas, simplemente son mostradas como opciones igual de válidas ante la vivencia de la maternidad; allí reside la belleza cándida del film, en aceptar a sus personajes tal como son, con sus errores, aciertos y contradicciones.

*Conclusión

Sin dejar nunca de ser graciosa, Blondi filtra mediante gags un mensaje profundo sobre la maternidad. Centrándose en los personajes más que en las acciones, el film co-escrito con Laura Paredes termina por componer un cálido relato sobre las relaciones familiares, principalmente entre sujetos femeninos. Gustavo Cerati cantaba “Poder decir adiós es crecer”, y es una buena forma de referirse a la moraleja que propone la ópera prima de una directora con mucho futuro detrás de las cámaras.

Escrito por Joaquín Catalano

Virtuoso largometraje dirigido por Dolores Fonzi.

La historia se centra en una familia porteña clasemediera típica del siglo XXI, compuesta por "Blondi" (Dolores Fonzi), madre de Mirko (Santiago Rovito), hija de "Pepa" (Rita Cortese), hermana de Martina (Carla Peterson) y cuñada de Eduardo (Leonardo Sbaraglia).

En su debut como directora, Fonzi buscó una historia sencilla y emotiva para contar. Para ello, armó un guion con Laura Paredes que funciona correctamente, cumple con las expectativas. El toque humorístico, bien integrado al conjunto de film, lo encara principalmente "Pepa", sin desentonar. Gran papel a cargo de Rita Cortese, quien se asemeja mucho al personaje de Elvira que interpreta China Zorrilla en la destacada "Esperando a la carroza" (1985). Por otra parte, Santiago Rovito, quien el año pasado participó del reparto de la película "Argentina, 1985", está particularmente bien en su primer papel protagónico.

Finalmente, cabe destacar la dirección de la fotografía, gran acierto; y la música que acompaña la cinta.

A ver, Blondi me pareció una película excepcional.
Empecemos por lo obvio: las excelentes actuaciones de Dolores Fonzi, Rita Cortese y Carla Peterson. La química entre las tres, las derivas existenciales que se expresan en cuestiones meramente gestuales. Es hermoso verlas hacer lo que hacen tan naturalmente.

El guión es fantástico. No apura nada. No busca contar una gran historia. No quiere explicar ni dejar moralejas. Los diálogos que no dicen nada y expresan todo. Hermoso trabajo de escritura que no suele encontrarse.

Fonzi hace una historia pequeña de mujeres en dónde la clave de todo se basa en el afecto. Son tres madres, muy diferentes entre sí y nada estereotípicas (quizá la de Carla es la mas estereotipada, pero nos va a terminar sorprendiendo). Me gusta eso, también. Tres madres distintas entre sí que no se juzgan ni buscan competir ni imponerle a las otras su forma de maternal: solo se acompañan.

Además, sorprende. Pasa de ser una película costumbrista, típica de cine argentino, pocos personajes, situacional principalmente en un único espacio-escena (el barrio, la casa) y termina siendo una road movie sumamente lograda, que tiene en el hotel medio pelo elegido para pasar la noche en el ida y vuelta de la travesía un lugar excepcional donde ocurre TODO (como si en ese único espacio situacional de barrio-casa las cosas excepcionales no pudieran sucederse).

Me gusta la construcción de la protagonista. Una madre que quedó trabada en la adolescencia en la que se quedó embarazada, que trabaja poco, fuma mucho porro y tiene la suerte de haber heredado una casa que le permite no preocuparse. Su negación a crecer expresa, en parte, lo traumático que fue para ella ese embarazo que irrumpió en su infancia y que no quiso y que, ahora, parece ser lo único que tiene.

Si bien lo que más me interesó fue el vinculo entre las tres mujeres, la relación con su hijo también es hermosa y nada estereotipada. Emociona en su ternura. Que su hijo finalmente crezca y sea adulto es quizá lo mas doloroso y hermoso que la protagonista permite.

Las actuaciones masculinas de Rovito y Sbaraglia son buenas y correctas. Tal vez hubiese elegido otro actor de hijo, que pueda profundizar un poco más en lo actoral, pero quizá que solo sean correctos y que en contraposición las mujeres brillen era lo buscado en el film. O solo es algo que sucedió y que ayuda a cerrar de manera hermosa esta película.

Dolores Fonzi debuta en la dirección con una comedia ligera y cotidiana, centrada en sus personajes. Aunque parece que no sucede nada a lo largo de todo el metraje, la película aborda temas serios, principalmente alrededor de la maternidad, pero de modo desenfadado, sin llegar a ser tediosa ni empalagosa.

La virtud de esta propuesta está en el desarrollo de sus protagonistas y en el reparto que encarna los diferentes papeles. Su naturalidad atrapa al espectador y le despierta simpatía por la relación maternofilial que presenta, a pesar de que a veces la madre es más adolescente que el hijo.

En su bandera feminista, la historia desprestigia la figura paterna en general, algo que, si bien provoca momentos cómicos, puede no ser del agrado de todos los públicos. De todas maneras, no se puede negar que la ópera prima de Dolores Fonzi es un título lleno de humor que deja flotando una sensación de alegría.

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