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Plan 75

Drama En Japón, en un futuro cercano, el envejecimiento de la población se acelera. El gobierno estima que, a partir de cierta edad, los mayores se convierten en una carga inútil para la sociedad e implementa el “Plan 75”. Dicho programa propone a los ancianos un acompañamiento logístico y financiero para poner fin a su vida. Una candidata al Plan 75, Michi, un reclutador del gobierno, Hiromu, y una joven auxiliar de enfermería filipina, ... [+]
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
24 de enero de 2023
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Japón es uno de los países con la población más envejecida del mundo, y también es una de las principales potencias económicas. Ambos conceptos no se ligan con facilidad y la creciente tercera edad comienza a ser una preocupación y un problema para la sociedad japonesa. Los propios japoneses de tercera edad, conscientes de ellos, intentan siempre seguir aportando su grano de arena, ya sea trabajando en lo que les sea posible después de su jubilación o por la vía que les permita vivir sin convertirse en una carga.

Partiendo de esta realidad, 'Plan 75' cobra una relevancia espiritual muy importante. No creo que sus tres líneas narrativas estén muy bien llevadas, solo la principal tiene una escritura sólida, y no convergen con éxito. Sin embargo, hay una sensible aproximación al tema que es profundamente emocional y sí que funciona. Por esta razón, la opera prima de Chie Hayakawa se me antoja interesante y emotiva, convirtiéndose en una buena carta de presentación aunque no sea una gran película.

Mención especial para Chieko Baisho, la fantástica musa de Yoji Yamada en películas como 'A Distant Cry from Spring', 'Where Spring Comes Late' y 'Home from the Sea', entre otras tantas. Muchas veces el cine nos permite seguir a actores y actrices desde su juventud hasta su vejez, desde su nacimiento profesional hasta el ocaso de su vida. Cuando esto ocurre con intérpretes que conectan con uno como espectador hay ciertos trabajos que adquieren un halo especial, y este es uno de ellos. Aquí la veterana musa que otrora brillaba por su juventud, belleza y energía, revela el pasar de los años con un estado de vejez más próximo al ocaso que al de los días más brillantes. Encarna al personaje con su propia piel y por eso el resultado es tan arrebatador. Quizás no sea su último trabajo pero es, desde luego, uno de los más importantes dentro de una carrera inolvidable en el cine japonés.

Muchas cosas que extraer de una propuesta que no me encandila tanto como conjunto que por algunos de sus elementos. Recomendable, por supuesto, aunque se recibirá mejor con una expectativa moderada. Veremos si después del éxito en Cannes, mención especial en Cámara de Oro, y su recorrido posterior, Hayakawa mantiene una participación activa en el circuito festivalero. Talento para ello parece haber.
Selasor
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7 de abril de 2023
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
PLAN 75
Una “solución final” gubernamental cuando ya no eres productivo sino un estorbo para la sociedad.

“El envejecimiento de la población en Japón está frenando su economía y son los jóvenes los que sufren las consecuencias.
No creo que los ancianos quieran ser una carga para nuestra sociedad. Los japoneses recordamos con orgullo un pasado lleno de sacrificios por el bien de nuestro país”

Así comienza una película que, con un planteamiento distópico en el que el Gobierno decide aprobar una Ley del Plan 75 para ayudar a morir a aquellos ancianos que así lo deseen, para frenar los asesinatos y crímenes de odio contra ellos.
El Plan 75 ofrece un suicidio asistido por el Gobierno, gratuito, donde los ancianos solicitantes, pasan sus últimos días gastando como quieran 100.000 yenes (1000 euros) que les regala el Gobierno, con un tutor asignado que les asiste telefónicamente varias veces a la semana durante 15 minutos para ofrecerles información, acompañarles en su decisión y atenderles.

La historia que, en principio sería distópica, no nos resulta así cuando se presenta en una sociedad como la de de nuestros días, donde al no mostrar la reacción del resto de la sociedad hacia estas medidas o para con los ancianos, se percibe que no las hay, que a la sociedad no le interesa lo más mínimo. Igualmente plantea el aprovechamiento de cualquier oportunidad para hacer negocio, como que surgen empresas de tratamiento de residuos como las cenizas de crematorio, o las que ofrecen el suicidio en un resort de lujo para gastar el abono del Gobierno y el resto de los ahorros de los ancianos, o la solución del propio Gobierno, al que le sale más a cuenta encargarse de asistir la muerte de sus ancianos, gratis y regalándoles un bono, que ocuparse de ellos y pagarles pensiones, o las prácticas de los tutores del Gobierno que acompañan a los ancianos telefónicamente que, lo que anuncian es que dado que los ancianos se sienten muy solos y que les encanta tener a alguien con quien hablar, sus verdadera intención es asegurar que no se arrepientan y reconducirles si tienen miedo o dudan.

La película presenta tres historias entrecruzadas:
Una anciana de 78 años que, junto a sus amigas de la misma edad, se ven despedidas por el hotel donde trabajan porque la empresa no quiere arriesgarse a seguir teniendo trabajadoras ancianas, dadas las medidas actuales. Coincide que van a derruir el edificio de pisos donde ella vive, que sus amigas van muriendo, que no encuentra un nuevo trabajo para subsistir y que al sentirse inútil y sin otra opción en una sociedad donde si no trabajas eres un estorbo, acaba solicitando el Plan 75, porque se rinde, sin ilusión ni esperanza.
Un joven funcionario comercial del Plan 75 que, tras la entrevista casual con su tío, adquiere conciencia de lo que está pasando, de la soledad en que vive toda la sociedad y la distancia que toma con sus ciudadanos y en el que nace en él el interés por conocer el pasado y comprender el presente. Es un personaje que pasa desde el plano comercial y distante con los ancianos a la búsqueda de orígenes y el acercamiento personal con ellos.
Una joven filipina, con hijos, que trabaja en el centro donde se practica el Plan 75, limpiando y recogiendo los objetos de los ancianos fallecidos. Es la historia más floja, desarrollada sin apenas interés, por lo que apenas se justifica más allá de mostrar los entresijos de la ejecución del Plan 75, en un edificio cuya estructura recuerda los hospitales con masivas celdillas para instalar a los pacientes que en lugar de paredes tienen cortinas, similares a lo que conocimos en los peores tiempos de Covid.

Lo desconcertante y casi desilusionante con esta perspectiva de historia, de personajes y de una gran actriz como la abuela protagonista, es que la película se pierda en el ritmo y en el entrecruce de sus tres narraciones, sin llevarte a un punto culmen en alguna de ellas y discurriendo sin alcanzar la expectativa de lo buena que podía haber resultado.
En este sentido, esta película recuerda bastante a Drive my car.
AngelsRup
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3 de mayo de 2023
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El envejecimiento de la población, la falta de recursos para atender a nuestros mayores, la necesidad de trabajar más allá de razonable. Todos estos temas son tratados en esta película japonesa, país en el que el debate sobre esta cuestión ha alcanzado límites hasta hace poco inimaginables.

No cae la película en sentimentalismos dulzones hasta prácticamente el final de la misma, lo cual se agradece, aunque algunos personajes desaparecen de la historia sin concluir para nada su participación en la película y esto desconcierta un poco al espectador que, por otra parte, sabe o intuye perfectamente cómo van a transcurrir los hechos y qué final espera a esta historia que en ningún caso se ve como una distopía, lo cual ya da mucho que pensar, porque esto significa que asumimos que las personas mayores son un "problema" para la sociedad.

El problema de la película es que sin ser larga se hace larga, problema grave. Una historia que se hace bola sobre todo en el último tercio, y en la que las motivaciones de los personajes son en exceso explicadas.

Sobre este tema hay mejores películas, sin duda.
melchorin
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28 de abril de 2023
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Plan 75 es una escalofriante crónica sobre algo que, desgraciadamente, ya no pertenece al terreno de ciencia-ficción y está más cerca de lo que parece. La (ficticia… por ahora) iniciativa gubernamental para facilitar que los mayores de 75 años pidan la muerte voluntariamente y en masa, con el único fin de aliviar una economía lastrada por el envejecimiento de la población, adquiere, en manos de la directora japonesa Chie Hayakawa, rasgos de espeluznante y temible verosimilitud a la vez teñidos con un esperanzador lirismo.

Hayakawa describe la situación a través de una serie de personajes a los que coloca, como punto de partida, en uno de los lados del drama. Por un lado, la anciana Michi y sus amigas, o el anciano Yukio, enfrentados a la pobreza y, sobre todo, a la soledad. Por el otro, Hiromu o María, jóvenes que trabajan con dedicación y honestidad para que el diabólico plan salga adelante, por convicción o como una manera rentable y segura de ganarse la vida. Pronto la fricción de ambos mundos, de las vidas concretas y personales de cada uno de ellos, provocará un cortocircuito emocional capaz de empujarles a tomar diferentes decisiones.

Este proceloso relato está planteado por Hayakawa con un calmado realismo que recuerda al de Nunca me abandones, el film dirigido por Mark Romanek en 2010 sobre una novela de Kazuo Ishiguro, presentando también un posible futuro deshumanizado. Los protagonistas de Plan 75 se mueven tranquilamente, con el costumbrismo propio del cine de Ozu y la cotidianeidad familiar de Kore-eda. Y a través de esa amable cercanía, Hayakawa nos asesta un poderoso hachazo advirtiéndonos de las consecuencias de una vida sin amor, sin respeto a la dignidad humana y desligada de lo que verdaderamente son, y llena a cualquier persona de cualquier lugar, época o edad.

Puede sorprender la frialdad con la que los realizadores parecen explicarnos la historia, incluso podemos quedarnos con la duda de que el plan les parezca mal. Sin embargo, es indudable que, en cuanto las personas se miran a la cara, se tratan con cariño, respeto o, simplemente educación, y levantan la vista de los bienes materiales, todo cambia. Para bien.

www.contraste.info
Revista Contraste
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30 de abril de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El contraste entre el piano suave y la violencia parece augurarnos algo clave en PLAN 75 y también en nuestro entorno hoy. Esa esquizofrenia con la que queremos vivirlo todo al máximo y, a su vez, que nada nos perturbe demasiado. Ese sino al que dirigimos nuestras políticas que nos adormece mientras ejecuta las más violentas acciones. Diplomacia y protocolo acallando la vida.

Así nace el segundo largometraje de Chie Hayakama, presentada en Cannes 2022 y con toda la crítica a favor. Es una distopía no muy lejana en la que se organiza un plan que elimine a las personas mayores de 75 años a fin de que no sean lastre ni acarreen gastos. Ya de por sí, el planteamiento, es duro. Nada nuevo, lo que no le resta dolor.

Los jóvenes serán los encargados de acompañar del mejor modo posible en el fin de las vidas de sus mayores. No se habla de muerte, sino de un fin feliz. En alguna ocasión, se rompe la cuarta pared, como para increparnos. Eso acelera el debate y aviva al espectador. Su estética es algo anodina y se repiten planos de salas de espera y procesos burocráticos. Consigue el objetivo, pero ralentiza el ritmo.

La crueldad no aparece de manera violenta, sino desde el cinismo y cierto humor negro. El mensaje, poco a poco, va calando. La simbología no puede faltar y pincha Hayakama la misma herida varias veces. Es a los 50 minutos cuando sucede el acontecimiento. Aparecen los inconvenientes, se vuelve a romper la cuarta pared, ayudándonos a reflexionar. Y se vuelve a frenar en los diálogos, la película se vuelve mística, nos estamos acercando a eso de "el fin de la vida" y aunque el desenlace es lento, nos deja una puerta abierta a la discusión. Todos los personajes, curiosamente, son buenos. Y es que individualmente es difícil sacar pegas, cuando el tema fundamental es la comunidad y los cuidados que se tejen en ella. Y sin esa comunidad, aparece la precariedad laboral y otros problemas que se hacen visibles con este PLAN 75.

No creo que acabe bien ya que no saca partido a todo lo que cabría esperar, da la sensación de haber dejado flecos ondeando al poco viento que provoca una película que plantea algo tan interesante. Con buenas sensaciones, uno se queda pensando si recordará algún pasaje. Sin embargo, da la sensación de que veremos a esta directora en otras ocasiones, tiene un gran talento.

Merece la pena.
Javier Moreno
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