Excelente documental del fotógrafo y director Mario Carbone, uno de los más interesantes y agudos observadores e intérpretes de la realidad lucana de los años 60, que hace tiempo donó al Ayuntamiento y al Centro de Tricarico (lugar natio del poeta Rocco Scotellaro) una preciosa selección de sus fotografías que encontramos en estas imagines tomadas en Basílicata en 1960 siguiendo a Carlo Levi.

El documental, que también incluye en parte la ciudad de Matera, fue filmado en 1962. El núcleo central de imágenes lo constituye una serie de fotografías históricas de Mario Carbone, quien con Carlo Levi visitó la tumba de Scotellaro en 1960. En el documental también aparece el poeta Antonio Albanese de Tricarico, la madre de Scotellaro, Francesca Armento: nacida en Tricarico en 1884 y fallecida en Viterbo en 1968. Rocco Scotellaro fue el cuarto de sus cinco hijos nacidos de su matrimonio con Rocco Vincenzo Scotellaro. Francesca Armento fue una figura importante en la vida y obra del poeta e intelectual lucano, de quien - escribe Carlo Levi - vino "el sentido poético del mundo" a aquel joven "que nos es querido".

Figura central en la vida de su hijo, Francesca Armento también desempeña un papel importante en el lienzo "Lucania '61" de Carlo Levi, gran obra pictórica que representó la Basílica en la Mostra delle Regioni, instalada en Turín con motivo del centenario de la Unificación de Italia, donde es retratada por Carlo Levi. Esta documentación fotográfica y audiovisual constituye un precioso archivo de considerable valor histórico y se convierte así en patrimonio cultural de Lucania.

Rocco Scotellaro fue poeta, intelectual y socialista (Tricarico el 19 de abril de 1923 - Portici el 15 de diciembre de 1953). Miembro del Comitato di Liberazione cittadino, trabajó por la renovación de la vida política y democrática en la Basilicata de la posguerra. Con tan sólo 23 años fue el primer alcalde de Tricarico en la Italia republicana. Su acción administrativa se caracteriza por la implicación del pueblo en la solución de los problemas, como lo demuestra su compromiso con la fundación del Hospital Civil de Tricarico (1947).
Es un protagonista apasionado del momento épico de la ocupación de tierras y la reforma agraria. Después de la injusta experiencia de prisión (1950), se trasladó a Portici al Observatorio de Economía Agrícola, donde colaboró ​​con Manlio Rossi-Doria en los estudios para el Plan de Desarrollo Regional de Basílicata.

Su vínculo con Carlo Levi, Rocco Mazzarone y el Movimento di Comunità de Adriano Olivetti es profundo. Participa en las investigaciones sobre la civilización campesina en Lucania realizadas por George Peck, Friederick G. Friedmann, Ernesto De Martino. Abierto al debate cultural italiano, dejó "un centenar de poemas que, en opinión de Eugenio Montale, siguen siendo los más significativos de nuestro tiempo". A la poesía (É fatto giorno, Mondadori, Milán 1954 - Premio Viareggio) se acompaña la prosa (Contadini del Sud, Laterza, Bari 1954 y L'uva puttanella, Laterza, Bari 1955). La profundidad de la producción poética de este «temprano y desgraciado maestro de nuestro neorrealismo», traducida a varios idiomas, emerge de los fermentos de su tierra y de su tiempo, para alcanzar tonos líricos de alcance universal.

Nunca mencionado en las filmografías, no sólo de Maurizio Ponzi (que la dirigió antes de debutar en sus largometrajes), sino también de Godard, Pasolini, Bertolucci, Ferreri, Bellocchio, los hermanos Taviani y Cottafavi, el documental estaba escondido dentro del Fondo Corona, sacado a la luz por la Cineteca di Bolonia. Es una pieza esclarecedora sobre cómo los cineastas (especialmente los más jóvenes) percibían el "fenómeno Fellini" en el clima anterior a 1968. Así, en planos frontales y severos, con la mirada fija en la cámara, como ante un pelotón de fusilamiento, se suceden algunos de los excelentes amigos y enemigos de Fellini que, en su ausencia, se expresan sin titubeos sobre su cine.
Cottafavi, con elegancia, habla del "realismo mágico" de Fellini, de la finura de su poesía y expresa su admiración por 8 ½. Bertolucci, severo como un niño que juega a ser juez, habla de "elefantiasis", de una visión "provincial" aunque no menos profunda, pero admite que Fellini ("irresistible") siempre lo burla. Pasolini, sombrío y atormentado por una inquietud indescifrable, afirma que el caso Fellini es la expresión de las contradicciones de la pequeña, indiferente y provinciana Italia católica, que intenta rebelarse contra sí misma con el irracionalismo de la poesía. Pero luego concluye que es precisamente la expansión del estilo lo que lo convierte en un hecho artístico de gran importancia.
La intervención más anticuada (e involuntariamente divertida) es la de Bellocchio quien, con el tono conciso y canturreo de un abad, dice que siente que Fellini no es agradable porque carece de visión política y tiene una ambigüedad típicamente católica. Los hermanos Taviani también le muestran poca simpatía, mientras que el más afectuoso es Ferreri, que dice quererlo mucho y estar cerca de él en un momento de crisis (refiriéndose evidentemente a la enfermedad que afectó a Fellini en 1967, y a la crisis que destrozó el proyecto del Viaje de G. Mastorna).
Godard afirma que ama La Dolce Vita y considera a Fellini el único que hace películas como un niño. Pero es un cumplido de doble filo. Finalmente, el propio Ponzi le rinde homenaje, retomando el vacío y mágico pinar de Fregene, haciéndose eco de una escena de Julieta de los espíritus y subrayando cómo la poesía de Fellini nace también de la sustracción.
...y como guinda en el pastel, el juicio más concreto y duradero es del grande Orson Welles en La ricotta, apropiadamente evocado: "¿Fellini? Él baila... él baila"

Una "estrella" cae al mar y de la piedra nace un niño. En algún lugar de Sicilia, en un ruinoso pueblo costero, las mujeres son madres de día y putas de noche.
Quien los gobierna a todos es un miserable tuerto, que mató a golpes a la madre de su hijo, Arturo, un alma sencilla y de otros lugares, criado con vueltas de tejido y amor por Betta y Nuccia.
Un día, entre la pobreza y el mar, llega Anna, una joven prostituta a la que sólo le gusta el chocolate. Ingenua y hermosa, une fuerzas con Betta y Nuccia contra el depredador que exige la piel de Arturo.
Pero para ese niño anciano, derviche que gira sobre la columna vertebral de (su) mundo, las madres putativas han preparado un futuro mejor.
Misericordia es un cuento de hadas contemporáneo. Habla de la fragilidad de la mujer, de su desesperada e ilimitada soledad y Emma Dante nos lo cuenta magníficamente!

Riccardo Mei narra este documental italiano del grande cineasta genovés Giuliano Montaldo que repasa la época fascista con imágenes de archivo.

En 1924, Benito Mussolini, consciente de la importancia de utilizar el medio cinematográfico para su propia imagen, promovió la fundación de L'Unione Cinematografica Educativa, es decir, LUCE. Tres años más tarde, en 1927, nació el Giornale LUCE, que llegaba a los cines todos los días, proyectado junto con la película.

El nombre tiene un doble significado: aunque Luce se traduce como "luz", también es un acrónimo de L'Unione Cinematografica Educativa. Las primeras películas Luce de los años 20 viajaban a lugares entonces exóticos como el Tíbet y África.

Los noticiarios de Luce siguieron el ascenso de Benito Mussolini, la reunión de Hitler y Mussolini en 1934 y el último mitin de Mussolini en 1944. En los años 30, un equipo de cámaras de Luce en Estados Unidos documentó la explosión del Hindenburg.

Luce filmó a famosos que visitaron Italia, como Gandhi, Charlie Chaplin, Mary Pickford, Douglas Fairbanks y William Powell. Las escenas de Shanghai rodadas durante la guerra chino-japonesa incluyen imágenes de combate y de refugiados que huyen.

El documental señala que el movimiento neorrealista italiano posterior a la Segunda Guerra Mundial estuvo muy influido por Luce, todavía activo hoy como productor y distribuidor. Le stagioni dell'aquila fue proyectado en el Festival de Venecia de 1997 en la sección "Immagini fra cronaca e storia".

Al día siguiente del trágico terremoto de enero de 2010 en Haití, el director Raoul Peck se lanzó en la ardua tarea de documentar durante dos años el proceso de reconstrucción sin precedentes en su país, examinando los escalofriantes fracasos, tanto globales como locales, que han dejado desamparada la isla después del devastador terremoto que mató a más de 250.000 civiles. A través de este testimonio el director haitiano plantea una dura crítica hacia la ayuda de emergencia internacional que, según él, es la mayor responsable de un balance humanitario catastrófico.

El ex presidente Rene Preval y el ex primer ministro, Jean Max Bellerive, son cabezas de cartel del documental, explican que los donantes también querían jugar el papel de los líderes, independientemente de los proyectos del gobierno haitiano. El Presidente Préval que se sentía como un títere de un corrupto internacional solía despreciar algunos discursos de los diplomáticos. Préval y Bellerive vuelcan sus frustraciones con la comunidad internacional. Al mismo tiempo, el director deja a algunos actores de la comunidad internacional la oportunidad de explicarse, disculparse y hasta autocriticarse.

La ayuda humanitaria en ausencia de libertades políticas, oportunidades económicas y garantías de transparencia, se convierte en un nudo gordiano difícil de desenredar. La situación de estancamiento se emblematiza en unos líderes icónicos.

Peck sobresale al exponer la locura del sistema de ayuda de emergencia que desconfía de los ayudados y mezcla política exterior y decencia humana, así como las ineficiencias del sistema de ONG, a veces acusado de ser utilizado como herramienta de desempoderamiento de los actores locales.