La credibilidad de demasiadas escenas que necesita el guión para que avance la trama es ridícula: el secretario judicial, la llamada al director de un periódico, la trama de los hoteles... Todo carece de lógica y es una mera excusa para involucrar a más gente y dar la sensación de que se trata de un gran entramado cuando es un humazo que si lo piensas durante 5 segundos es bochornoso y coquetea con el retraso mental.

Las escenas de acción están bien resueltas, el elenco va desde el careto más inexpresivo que he visto en una protagonista hasta el exceso más agobiante pasando por algunos grises conseguidos.

Me da que tanta nota tiene que ver más con las filias y fobias de cada uno.

Puta basura, propaganda vergonzante incluso para el imbécil del "guionista" que decidió parir semejante intento de trola. Durante la película los otomanos nos explican que el Imperio otomano no ataca a otros por su religión, que Vlad Tepes masacraba pueblos rumanos que los otomanos defendían y mil paridas absurdas más con un nivel de maniqueísmo que roza el retraso mental. Aquí los otomanos van salvando mujeres rumanas atacadas por los propios rumanos, aceptan a los gitanos como hermanos y todas las trolas que les dan por inventarse. Creo que es la mierda más deshonesta que he visto en mi vida.

La película es malísima, las actuaciones patéticas y las escenas de acción son tediosas y previsibles. Es que no se salva ni la fotografía, paisajes planos y un dron grabando.

Para que Rumanía y medio mundo les declare la guerra mañana

Droga, putas y deportivos. Una y otra vez durante 3 horas, no hay otra cosa. Lo notas en los caretos de los yes-man que acompañan a Di Caprio; que cuando están bailando o presenciando alguna escena absurda su propio personaje está fingiendo divertirse.

La primera hora de la película es de los metrajes más insufribles que he tenido la mala suerte de ver, es un vacío argumental tremendo. Es todo el rato drogas, putas y deportivos. Qué coñazo, por favor.

Mi tío Julio en las bodas sabía parar a tiempo. Hombre barrigudo y entrado en años, pero con más vida que un malo final y una sonrisa embaucadora, solía otear las otras mesas durante el banquete.Ya achispado, se acercaba a dos o tres mujeres de su elección (o sea, guapas) y el muy caradura terminaba prometiéndoles un baile.

El hombre lo daba todo en esos escasos bailes y en verdad os digo que era un espectáculo, hasta el punto de que se retiraba a su mesa con la satisfacción del trabajo cumplido y normalmente se le acercaban las afortunadas y otras a intentar sacarle a bailar, pero declinaba la oferta y nos guiñaba un ojo para que nos acercásemos los primos que estábamos en una esquina siendo vilmente ignorados por las mujeres. Obviamente le preguntábamos porque no seguía bailando cuando se había hecho el amo de la boda. Apuraba el cubata y con esa sonrisa, esta vez humilde, nos decía esa frase tan viejuna. Sabía lo que daba de así.

Tres anuncios en las afueras no sabe parar. Excesiva incluso en los momentos de reflexión. Los personajes no se desarrollan, mutan en criaturas ante el devenir de las circunstancias. Se quita la chaqueta, se afloja la corbata y suda el alcohol. Y ahí se entrevé la grotesca realidad.

Ni siquiera funciona cuando entran en escena los malos y capitalistas, único momento en el que el onanismo de Chomsky levanta un rebuzno entre los suyos. Ya ni es necesario, el mensaje está tan calado y se discute tan poco que hasta los desfiles aburren, aunque sea de los tópicos más cansinos y repetitivos y por ello los más aclamados.

Que si Papá Noel, que si McDonald's..en fin, perfecta para disfrutarla en tu home cinema de 3k euros rodeado de tus hijos con uniforme ya que, al fin y al cabo, es a lo que aspira. Consigue, eso sí, rozar la parodia con su exageración.