Una producción de alto nivel, tal y como acostumbran estas docuseries de Netflix. La historia tiene una parte humana, dramática y conmovedora, que a ratos y según que entrevistados hablen roza un poco el sensacionalismo. Pero mayormente se sostiene y emociona, por lo épico de las circunstancias y la relevancia y proximidad de los entrevistados. Da pie a reflexionar también sobre la dificultad y consecuencias de la toma de decisiones cuando se mezclan objetivos empresariales con la seguridad de las personas (tan en auge hoy en día con Covid, donde muchas empresas hacen equilibrios entre mantener resultados financieros y la seguridad de sus empleados).

Por otro lado, desde un punto de vista histórico es muy interesante ya que ahonda en los detalles de una catástrofe que cambió para siempre los vuelos espaciales, y educa al espectador en la evolución, dificultad e importancia de estos vuelos durante los años 80. Historia que se puede revivir en persona en los museos de la NASA en Cabo Canaveral o Houston, muy recomendados si se tiene la ocasión de ir.

Me puse a ver la película por una recomendación, sin tener ni la más remota idea de qué iba la trama, sus actores, ni el director. A ciegas. Y creo que es lo mejor que pude hacer, pues el efecto sorpresa ha sido mucho mayor, seguramente, que de haber leído alguna sinopsis, comparación, o "anticipación" de lo que me iba a encontrar. Yo, a diferencia de otros que acabo de leer, NO anticipé el final, ni conseguí destapar la trama al minuto 20 ... Debe ser que soy un poco cortito, pero también afortunado. Disfruté, además de un consistente thriller y una gran realización, de un gran golpe de timón que me hizo cuestionarme quién era el verdadero loco: si el prota, el psiquiatra, el guionista, ¡o yo mismo!

Por el camino me entorpecieron los excesivos sueños y flash-backs del personaje, que si bien ayudan a hacerse una idea más nítida de lo que pasa por su cabeza, a mí el rollo onírico me aburre bastante. Tampoco me ha gustado demasiado lo tramposas que resultan muchas situaciones, la mayoría -que no todas- amparadas en que "son sueños/pesadillas" del protagonista y, por tanto, todo vale. Aunque "Shutter Island" consigue un resultado relativamente racional en su conjunto, me fastidiaron la cantidad de recursos irracionales (para mí, trampas) que se utilizan durante su transcurso (supongo que con el objetivo de mantener la confusión todo lo posible, y fomentar el ambiente de ensoñación que hay desde el minuto 1).

De todas formas, ha conseguido sacudirme y entretenerme suficientemente como para considerarla una BUENA película (amén de su factura técnica y actuaciones, que están a ese nivel, o más).

Es un disparate sorprendentemente ejecutado, con originalidad e increíble eficacia tratándose de (bravo por ellos) un film de presupuesto relativamente reducido. He de reconocer que el comienzo de la película no me despertó excesivo interés, que por momentos me dió la impresión de que estaba ante una chatarra que no me iba a hacer disfrutar demasiado. Pero nada de eso, la trama gana enteros a medida que el disparate se hace aún mayor y la atmósfera comienza a oscurecerse.

No es ninguna obra maestra, pero desde luego que se merece una sincera Sci-Filicitación.

La historia de la película es algo realmente anormal. Todo lo contrario que la película en sí, que es de lo más normal. Normalísima. Tanto, que cuesta creer que su director es el que es.

Entretenida para pasar el rato, poco más que una típica peli de sobremesa.

Me ha gustado bastante, dinámica y preciosista. Está cargada de escenas memorables (ver spoiler), una extraña fusión entre cómic y realidad que resulta fascinante si se observa con la mente bien abierta. La música, como es habitual en Tarantino, toma un elevado protagonismo y se entremezcla con las deslumbrantes imágenes para formar un cóctel con mucha personalidad. Uma Thurman está sensacional, carismática y con una determinación aplastante en pantalla. Prácticamente lo mejor de la película.

Pero, con todo, me ha parecido excesivamente violenta. Desagradable a ratos. El nivel de hemogoblina salpicando la pantalla es constante, y para mi gusto, tremendamente excesivo. Ese es el peaje que hay que pagar al ver esta obra de autor, tan sangrienta y brutal como fina y fetichista.

Un 7 y va que chuta.