¿Y Sobre ciegos firmadas por un ciego? Pero no es lo importante. Lo importante es que está firmada por un corazón (un centro) y alguien valiente.
El director se enfrentó al problema de cómo poner imágenes a la vida de una persona que, ciega, se imagina la vida que le ocurre. Lo consigue y es, en realidad, algo no muy distinto de lo que se podría conseguir si él mismo nos lo contase.
Hay una transparencia distante, no sin arrogancia, pero ello lo hace mucho más humana . Me ha dejado con ganas de ver más cine y dejar a un lado las películas.

Sin ser completamente experimental, se ciñe a los tiempos, se parece mucho más a un capítulo de serie que a una película convencional, quizá por eso lo produce HBO.

Una hermana menor (de otro padre, quizá, pero de una fecundidad más asentada) de "El evangelio de las maravillas". Un Burdel como excusa de microcosmos, como excusa de carnaval con acceso a la sacristía. Un mundo interno, caliente, sofocante, donde, en lo más alto, reina el reflejo y el misterio desconocido, el verdadero placer.
Cómo el cine siempre ha andado con poca cosa para comprarse unos trajes y cómo un espectador vuelve a repasar sensaciones del sentido del humor y la humanidad. Es una película recomendable, quizá no tanto por la trama que se diluye en la memoria, sino por las sensaciones de haber recorrido un espacio que se abre para nosotros como una puta nueva intentando buscar la pequeña gloria.

Si andas buscando entretenimiento, una línea continua en la trama y un par de actores guapos que se coman la cámara... quizá no es la película. Quizá sea la película si te gusta la sugerencia, si sabes que la vida de una persona se reconoce por muy poco, por tan poco que lo es como la nuestra. Quizá volver a casa, conectarse con las sugerencias de las emociones de quien ha compartido las nuestras y los símbolos, siempre comunes, aquí tratados con cierta convencionalidad, son algo necesario para que podamos transitar por los recuerdos.
La película puede ir del recuerdo de una mujer que no se dejaba recordar. También puede tratar la historia de un hombre que necesita reorganizar su pasado (y el pasado que no conoce de su pareja) antes de recomenzar la suya. Quizá vaya, en el fondo, de que todos estamos conectados y, a la vez, lejos, a un paso.
Con una directora que viene de la supervivencia de los spots publicitarios nos encontramos con una obra que hay que verla con algo más que la vista y cree que el corazón (el espacio, al final, la casa que es uno mismo) sólo es "compatible" con la puesta de la voluntad en la misma tarea... eso que lo comparta quien quiera.

La frontera entre la genialidad, el excentricismo, la esquizofrenia del Elegido, la verdad revelada, el interior más humano es algo vago y desconcertante. Tanto como esta película, donde Subiela dibuja, a través de una trama inicial muy simple (un hombre sin pasado ingresa en un manicomio y pone contra las cuerdas la credibilidad de su médico) un camino hacia la duda, la fe en su profesión y el sacrificio por el prójimo. En esta película he disfrutado de unos valores profundos, más relatados que demostrados ya que la verosimilitud no es el punto fuerte de la película aunque "lo creíble" siempre es un adjetivo cuando duerme a la sombra de la ambigüedad del ser humano. Este película es para verla en momentos tranquilos y destilar la humanidad y el contenido de esperanza fraternal que derrocha en la serenidad y en la tensión.

Si los clásicos son las películas que nos hacen vibrar por dentro este film es uno de ellos. El argumento tan de serie B como de cualquier otra película (unos tomates empiezan a rodar de las huertas y buscan sangre en la norteamérica profunda y un grupo extraloco de agentes, estilo Mortadelo y Filemón, van a solucionarlo de parte del gobierno), pero no hay escena sin gag, ni broma ridícula sin segunda inteligencia. Las ganas de hacer algo barato y el entusiasmo de los participantes desborda esta película. Sería absurdo verla como una radiografía del alma humana o una sinfonía en imágenes, más bien es una construcción barroca que exprime todos los chistes (chistes buenos, mala uva) y las posibilidades de una producción pobre, pero digna. Para que luego vengan a vendernos sentimiento antiamericano, cuando ya existía este pedestal a las risas.