Yo soy una de esas personas que pensaba que, cuando alguien tiene tantos millones de seguidores en redes sociales, algún tipo de carisma y de interés debe de tener. Para su público objetivo, claro está. Lo cierto es que cuando por pura curiosidad he visitado el canal del Rubius, su contenido jamás me ha resultado entretenido ni gracioso, y mira que me gustan los videojuegos y el anime, y aprecio una tontería bien hecha y echarme una risas con un meme como el que más. Pero bueno, aún así yo seguía pensando que el chaval, tan multi-millonario él, algo genial debía de tener, porque según me enseñaron mis mayores, el dinero no cae del cielo.

Vista esta serie, confirmo que detrás del Rubius simplemente no hay nada. Es un tío que no tiene ni pizca de gracia, cero carisma, es soso hasta decir basta, inculto y tosco en sus interacciones sociales, y en definitiva el tío más inane que he visto en una serie desde hace décadas. No es mal actor, es simplemente patético. Definitivamente jamás me podré explicar qué es lo que ven sus seguidores en esta señor. Porque encima eso, es que ya es un señor de 33 años, aunque siga vistiéndose como si tuviera 15.

La serie da vergüenza ajena, empezando por la voz en off del actor mercenario que se ha prestado a semejante espanto cinematográfico. Conste que he visto los 4 episodios, pasando por ciertos momentos a cámara rápida (si, es así de mala e insoportable), simplemente por ver si aprendía algo más de Japón, país que he visitado y siempre resulta interesante. Más que otra cosa, he sentido, en varios momentos, vergüenza ajena por las torpes interacciones del protagonista con los distintos maestros japoneses. Imagino que les contaron que era un youtuber español famosísimo y les pasaron un buen cheque para que le aguantasen un rato.

En suma, el valor cinematográfico de esta serie es prácticamente nulo. Le pongo un 2 porque algunas tomas bonitas de Japón si tiene, aunque sea poniendo el mute para no escuchar las tontunas con voz de falsete del narrador.

Documental en tono intimista con pinceladas artísticas que gira en torno al típico emigrado a la gran ciudad de un país llamado X (NY, USA en este caso) que añora sus raíces familiares en un lugar de otro país llamado Z (Menorca, España) al que romantiza profundamente llevado por su añoranza de emigrante y nostalgias de la infancia perdida.

El problema es que he visto ya un sinfín de documentales parecidos, y vistos de desde fuera, desde ojos ajenos a esa familia y a ese localismo, no me transmite absolutamente nada. Me parece pretencioso y encima me aburre soberanamente. Y mira que Menorca es bonito, pero es apenas la enseña, tampoco.

Uno de tantos documentales personalistas y nostálgicos sobre historias familiares, reconocibles en casi todas las casas de España. Sinceramente lo he visto con curiosidad pero no me ha despertado mayor interés.

Es una retahíla, no demasiado bien hilvanada, de historias, recuerdos y anécdotas que no me parecen demasiado originales ni interesantes para los espectadores ajenos a la familia.

Auténtica vergüenza ajena me da este panfleto propagandístico del pensamiento woke anti-hereropatriarcal y anti-binario, que nos pretenden meter ahora con calzador de forma grosera y basta desde esa meca del progresismo, y antaño del abuso sexual y pedófilo llamada Hollywood.

No basta con cargarse a James Bond, inventarse a Ane Bolene o Ceniciento, o con destrozar la obra cumbre de Asimov haciendo una adapación de Fundación que da pena verla. Ahora tienen que cargarse también una obra como Matrix, en su día icónica en su planteamiento y ejecución, para adaptarla al lavado de cerebro constante al que tienen sometidas a las nuevas generaciones con estos reboots progres y deformados de los clásicos.

No voy ni a perder el tiempo enumerando las docenas y docenas de ejemplos que hay a lo largo de la película de este indoctrinamiento woke. Pero me da mucha pena ver a mi querido Keanu Reeves al servicio de semejante aberración. Los auténticos aficionados al cine estamos hasta las narices ya, yo no dejo un duro de mi bolsillo para financiar esta basura.

He visto muchos documentales de alpinismo, me fascina esta afición cuasi-suicida de los que necesitan ponerse a prueba en la montaña y las historias de superación. Recomiendo encarecidamente "Free Solo", "The Alpinist", "The Summit" o "Touching the Void". Todos ellos magníficos.

Este documental tiene una ejecución muy floja, no apasiona, no absorbe, no ilustra...y hasta aburre. Es un problema de realización, este reto en manos de un buen documentalista pudiera haber resultado mucho más interesante.

El tema, por cierto, me ha recordado al "Proyecto 2 X 14 X 8.000" del siempre controvertido Juanito Oiarzábal. Si buscáis en YT os garantizo que cualquiera de sus conferencias relatando sus experencias son más entretenidas que este docu.