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Críticas de msuarezpamplona
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Críticas 32
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
15 de noviembre de 2015
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El cadáver de Ana Fritz", de Hèctor Hernández Vicens, supone un excelente análisis, sin maniqueísmo ni tópicos, acerca de cómo los instintos más primarios reviven en la sociedad actual. Lejos de la justificación psicológica que tranquiliza al espectador, la película sigue paso a paso la degradación de unos jóvenes que manifiestan una voluntad atrofiada por los artificiales vicios contemporáneos.

El cineasta acierta al mostrar las diversas decisiones de los protagonistas, cuyos planteamientos iniciales como personas definen en un momento de crisis la actitud que toman. La perversión de Pau e Iván, con sus matices, no está relacionada con el clásico enfermo mental afectado por un trauma que guía sus actos. Son jóvenes de nuestro tiempo, atomizados por el entretenimiento basura, que ven, en lo que realmente supone un acto de necrofilia, el alcance del supuesto sueño de acostarse con una actriz de renombre, Ana Fritz.

Una historia sin efectismos, ni trucos fáciles, que ofrece un notable trabajo minimalista y un estudio acerca de la naturaleza humana, corrupta por el espectáculo en nuestros días. Cercana en el fondo a los parámetros intelectuales del giallo más freudiano, "El cadáver de Ana Fritz" se ha convertido en un referente del género tal y como nació: una mirada crítica al comportamiento humano.
msuarezpamplona
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10
26 de abril de 2015
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ned Merrill (Burt Lancaster en El nadador, de Frank Perry, 1968) decide cruzar un valle nadando por las piscinas de las ostentosas casas de sus vecinos, antiguos amigos y amantes. Merrill es un ser real, pero no es consciente de la realidad. No concibe que aquellos que un día eran sus compinches en busca del fraudulento sueño americano, hoy le echen de sus casas. Ya no es uno de ellos, pero el deseo sigue siendo el mismo.

Consciente de sus sombras e inexactitudes, sigo pensando que Arthur Schopenhauer es el filósofo que mejor y con más acierto ha profundizado en el ser humano. Desde Merrill al personaje de Massimo Girotti en Teorema (Pier Paolo Pasolini, 1968), desde cada uno de los cuatro estamentos de poder descritos en Saló o los 120 días de Sodoma (Pasolini, 1976) a la mayoría que vota por su paga extra en Dos días, una noche (Jean-Pierre y Luc Dardenne) encontramos al hombre dibujado por Schopenhauer. Es decir, desde el clásico patrón esclavista al esclavo que se adhiere al consumismo para seguir siéndolo.

Recientemente hemos asistido una vez más al bochornoso espectáculo de los medios de comunicación analizando tragedias. Morbo, historias truculentas y relatos macabros que se atreven a calificarlos de información. En definitiva, basura con altísimos índices de audiencia que compite con el cotilleo más cutre. Todo es entretenimiento generado para que olvides durante tus horas de ocio y no pienses en quién eres. Así, el resto del día podrán seguir explotándote como a un animal de granja.

Con todo esto llegamos a Ferrara y a Pasolini. En su última película hasta la fecha, el director de The addiction profundiza en el escritor, cineasta y poeta italiano, y lo hace desde la esencia de la creación, desde cada uno de los ámbitos en los que Pasolini fue libre, en los que dejó impresa su visión del mundo, un aviso imprescindible para reaccionar ante lo que sucede a nuestro alrededor y obras para seguir dudando de todo aquello que provoca la mercantilización del ser. Un discurso que por desgracia parece que ha sido ignorado en la actualidad.

Mientras Merrill nada por el río Lucinda descubre la muerte de esa promesa zafia y banal llamada sueño americano, que hoy ya se aplica, con las modificaciones oportunas, a todos aquellos países que pueden permitirse adorar emociones artificiales.
msuarezpamplona
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10
19 de marzo de 2015
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La conexión entre el autor y todos aquellos que forman parte de una película y que aportan su mirada personal sobre cada punto de la obra es lo que hace que las dudas y los dilemas que se presentan consigan fascinar al espectador. Paul Thomas Anderson, acompañado siempre de un equipo excepcional, vuelve a alcanzar esa dimesión en su nueva y recomendable Inherent Vice, adaptación de la novela de Thomas Pynchon.

Inherent Vice es un paranoico y honesto reflejo del fin de los esperanzadores movimientos de finales de los 60. Una especie de continuación en el discurso planteado por Pier Paolo Pasolini en Teorema, que a pesar de ser estrenada en el 68 concluye consciente de que no sólo el cambio social no se producirá sino que el virus del consumismo se extenderá todavía más. En definitiva, una mirada imprescindible para nuestra época.
msuarezpamplona
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10
11 de marzo de 2015
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La entrada de las reglas del consumismo en la cultura ha acabado por marginar a los creadores valientes y esclavizar al público a unos contenidos banales. En ese grupo de cineastas independientes a los adictos al mercado se encuentra David Cronenberg, Su cine siempre se ha caracterizado por su libertad, por defender el arte y el pensamiento, ajeno de los tópicos a los que habitualmente recurren las películas comerciales desde hace años.

Maps to the stars no es una excepción en la filmografía del canadiense. Su nueva obra, merecido premio de interpretación femenina en Cannes (Julianne Moore), parte de una crítica mirada al Hollywood actual para continuar por caminos cada vez más dolorosos, en los que encontramos un sistema que degrada tanto a las estrellas como a sus seguidores.

El capitalismo y sus artificiales valores han inundado nuestro presente. En este panorama, nada lastima tanto como la mercantilización de la cultura. Sin ella, sin aquello que permite que sigamos planteándonos las preguntas más importantes del ser humano, caminamos hacia una sociedad con individuos aislados que conciben las calles como un espacio de lucha y de continua competitividad. Un mundo muy real en el que se alaba lo perecedero y se rechaza lo eterno.
msuarezpamplona
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10
3 de febrero de 2015
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lou Bloom es un joven solitario, sin trabajo, que roba de forma habitual y es despreciado incluso por aquellos que le compran la mercancía robada. Al ser testigo de cómo una pareja de reporteros graba un accidente de coche cambia su vida. Se da cuenta de que el morbo, vender la dignidad de las personas a una audiencia sedienta de sangre, es un material que se paga muy bien. Jake Gyllenhaal aprovecha un excelente guion de Dan Gilroy y juntos crean una obra crítica y necesaria.

La televisión no ha sido nunca un medio que ofrezca grandes conocimientos a sus espectadores. Sin embargo, es en nuestros días cuando ha alcanzado los niveles más altos de bazofia. Como sucede en Nightcrawler, los informativos son sólo una escusa para alimentar los instintos más bajos de su audiencia. En ese mundo, Bloom es un traficante aplicado que entrega a diario la droga que pide el público.

Bloom aprende rápido, especialmente lo malo. De esta forma, pasa de desempleado a empresario explotador, instruido gracias a la información de internet, donde existen muchos datos pero falta humanidad para comprenderlos. No hay límite, sabe cómo funciona el medio: Las mentiras violentas convierten a los mentirosos en reyes de la actualidad.

Los programas de la caja tonta, en pleno éxtasis sensacionalista, han conseguido colarse en las instituciones más relevantes de nuestro país. Una parte importante de los nuevos líderes políticos ya no son pensadores sosegados, son tertulianos cotillas y gritones; las entrevistas no buscan explicar, dialogar e intentar entender el presente, sino ridiculizar al entrevistado y cebar el ego del entrevistador; se ha permitido que el deporte mueva unas cifras astronómicas de sueldos que elevan a jugadores de fútbol a la categoría de genios, a la vez que los clubs juguetean a no pagar impuestos y se ríen en la cara de todos los que aplauden a sus equipos de millonarios. En definitiva, el discurso de Ron Perlman durante el desenlace de La última cena, de Stacy Title, ya es una realidad.
msuarezpamplona
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