Excelente remake de la película de Murnau; solo un autor iluminado como Herzog podía afrontar una revisión de la considerada mejor película de terror de la historia. El director nos propone una visión menos plana del Drácula de Stoker, alejándose del monstruo depredador para centrarse en la versión rebelde y romántica del mito vampírico. Aparte de los homenajes a la película original, destacan secuencias como la travesía en barco del Conde y las escenas en exteriores con los habitantes de Virna resignados ante el contagio de la peste, todo ello acompañado por una espléndida y embriagadora banda sonora.

Pese al nada pudoroso mensaje moralista, es muy interesante experimentar los diferentes registros de Asta Nielsen en la evolución de su personaje de una vida frívola al abrazo de fe cristiana; también el bello e inteligente uso de luz en toda la película, que contribuye a potenciar los momentos de exaltación espiritual de los personajes.

Divertida comedia fantástica inspirada en los relatos de autómatas de Hoffmann. La pícara Ossi Oswalda vuelve a protagonizar un filme de Lubitsch, atención a su entrada en el monasterio, pues da lugar a uno de los momentos más cómicos de la película; eso sí, la imagen de los religiosos de clausura no queda muy buen lugar, y diría que es algo intencionado por parte del director.

Hábil adaptación del best seller de Jonh Ajvide Lindqvist. Let the Right One In no es una miscelánea de géneros buscando llegar al mayor público posible, sino que se inspira en los orígenes del género de terror para crear una historia de ricos matices que apuntan a distintos
blancos. Así, en el marco de la Suecia de los años ochenta, encontramos elementos de la literatura romántica goticista: Sentimientos de angustia y soledad en Oskar, un niño acosado por una realidad hostil de la que no puede escapar; amores enfermizos que llevan a la ruina, como el del pederasta Håkan; los ambientes sombríos, en este caso trasladados a un moderno y desangelado suburbio reflejo de sus habitantes...

Y como producto de todo ello aparece la figura del vampiro, que extendiendo la muerte a su paso va a actuar como agente redentor de una sociedad decadente. El modelo de vampiro que nos presentan incluye aportes poco vistos en el cine, no solo sobrenaturales, -como la vieja creencia popular de que los vampiros tienen que ser invitados para poder entrar en un hogar ajeno-, también psicológicos: Si bien "Eli" tiene asumida la necesidad de matar para subsistir, no deja de ser por ello algo difícil y desagradable, de ahí el hecho de asociarse con un ser humano; pero la necesidad de amar es común a todos, lo que hará que los protagonistas estrechen lazos entre sí, aceptando las circunstancias del otro y superando prejuicios morales.

La fotografía de la película luce de forma embriagadóra y poética, con su fría claridad y sus paisajes nevados; el estilo es crudamente realista y el ritmo es pausado -propio del cine nórdico-, lo que provoca un original efecto turbador en una cinta de esta temática. Los efectos especiales están bien dosificados en momentos clave que se graban en la memoria como exige toda buena película de género. Las interpretaciones de los niños, Kåre Hedebrant y Lina Leandersson son memorables y nos transmiten momentos de una entrañable y a la vez contenida emoción. En definitiva, pese a su factura austera, muy europea, no cabe duda de que estamos ante una de las mejores películas de horror contemporáneas.