Unos jóvenes quedan encerrados en un cine en el que se está proyectando una película de terror de los setenta, muy al estilo de La matanza de Texas (quizá esta película dentro de la peliculilla sea lo más salvable)...pero el asesino, muy malvado él, entra y sale de la pantalla haciendo estragos...
El problema es que las potenciales víctimas son actores penosos interpretando clichés (el típico niño patada no podría faltar), bromas de ventosidades...Vamos, que su posible tormento no interesa un pepino. Las situaciones paranormales quizá si...Es una lástima, porque la caracterización del asesino podría haber ayudado a crear algo de desasosiego...pero sus apariciones son más dignas de un videoclip que de una película de terror.
Que la película no dure mucho ayuda a creer que la pérdida de tiempo no ha sido total.

La segunda en discordia de un año plagado de aliens que acosan submarinos merece en mi opinión una (pequeña revisión). De ella me gusta que logra mantener el interés aún cuando no ha hecho aparición el monstruo en sí. También me parece un acierto mostrarlo lo justo y necesario...y me gusta la interpretación de un joven Miguel Ferrer, en un papel bastante desgradecido. ¿Qué falla? Crea situaciones de tensión, pero las reacciones de la mayoría de los personajes son absurdas...y la mayoría de muertes parecen bastante evitables y, por tanto, desaprovechadas. Aún así, entretiene, que no es poco.

En un mismo año se estrenaron tres películas de aliens ambientadas en submarinos. Esta es claramente la peor. Y no es que empiece mal, ojo, la presentación de personajes , de su día a día, es aceptable. Peter Weller se revela como lo que va a ser lo mejor de la función...pero la cosa se desastra con la aparición de la supuesta amenaza; allí se suceden todos los tópicos (y plagios, de clásicos como La Cosa) imaginables...y la aparición del Leviathan y sus tentáculos de los chinos no ayudan en nada...pobre Weller, tanto esfuerzo para nada.

Hay algo que me llamaba de entrada en esta película y algo que me echaba hacia atrás. Me llamaba, como no podía ser menos, la presencia de Sean Penn y Naomi Watts. No me llamaba la etiqueta ''basada en hechos reales''...dicha etiqueta ha dado lugar a grandes películas...y a medianos telefilmes.
Se hace cargo del proyecto Doug Liman, director que maneja la acción con destreza, pero de cuyas habilidades con el drama aún no se han tenido noticia. Hay que reconocerle que en esta película, a falta de acción, maneja la intriga con cierta pericia. Pero cuando la trama llega a cierto punto de, digamos, no retorno, ya no existe intriga (y más, recordemos, si se trata de un caso real) y de ese punto al desenlace se suceden las situaciones ''dramáticas'', que en algún caso rozan el absurdo (la vuelta a casa de la protagonista) pese al intento de los protagonistas en darle algo de enjundia.
El final, que combina imágenes reales, logra, al menos, recordar lo importante de la película: que todo eso existió. Y logra que prevalezca la interesante primera hora, frente al ahorrable tramo final.

Pretende muchas cosas que no consigue esta película. Empezaré por las noticias buenas: consigue entretener (medianamente). También se saca unos protagonistas bastante peculiares, pero que no conforman una mala pareja protagonista...el problema es que la amenaza, cuando no se muestra, resulta devastadora. Cuando lo hace...risible. La historia, una vez desvelada, parece escrita por un niño pequeño con los plastidecor y el folio que le ha dejado la maestra. Y francamente se los podía haber comido.