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Críticas de kubrick_is_alive
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Críticas 131
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
28 de octubre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Mr. French de “Infiltrados” lo dejaba bien claro: él era quien decidía a quién se podía golpear y a quién no. En una de las escenas más memorables de “Black Mass”, el mafioso James Whitey Bulger explica a su hijo que debe golpear cuando nadie esté mirando. Si nadie lo ha visto, no ha pasado. Son dos enseñanzas de la calle, dos lecciones de la vida que separan a un criminal de una persona honrada, a un delincuente de un agente de la ley. Aunque como decía Frank Costello en la cinta de Martin Scorsese: “Cuando tienes un arma en las manos, ¿cuál es la diferencia?”.

La comparación con la oscarizada película del maestro italoamericano no es gratuita. La nueva propuesta de Scott Cooper, a pesar de mantener el tono sobrio de “Out of the Furnace”, tiene claras reminiscencias scorsesianas. Ya en principio, ambas transitan por ambos lados de la ley y cómo se desdibuja la línea que separa sendos bandos, erigiendo un enorme nido de ratas en el que es más importante tener a tus enemigos cerca antes que a tus amigos.

Sí, le falta el sentido del ritmo de Scorsese–o más bien, la buena mano de la editora Thelma Schoonmaker-, pero tiene algunos momentos que bien podrían haberse sacado de “Uno de los nuestros” o del ascenso al poder del Tony Montana de “Scarface”. El gran problema de “Black Mass” es, precisamente, que no está a la altura de ninguno de sus referentes. Cooper bucea entre grandes, y a pesar de que la realización es correcta, no logra nunca ese chispazo de genio que la haga desmarcarse de ningún otro producto que se mueva por lo estrictamente criminal.

El reclamo aquí, lo que realmente brilla, no es ni siquiera su reparto. Algunos sobran, como Dakota Johnson o Juno Temple. Otros están de paso, como Corey Stoll y Jesse Plemons. Otros están por hacer bulto y rellenar el elenco de estrellas de peso, como Kevin Bacon o Benedict Cumberbatch. Los demás, como Joel Edgerton, aportan su buen hacer habitual al cast. Todos correctos, sin destacar. Porque todos se mueven alrededor del gran atractivo de la función, un Johnny Depp que por fin no sólo se maquillaje físicamente, sino interiormente, componiendo una interpretación contenida pero contundente, la figura amenazante de un auténtico psicópata al que temer con sólo una sonrisa o una palmada en el hombro.

Él es “Black Mass”. Todo gira en torno a él. El envoltorio, arropado por la acertada partitura de Tom Holkenborg, es sencillamente solvente. Incluso llega a perderse entre tanto flashback, y el conjunto se vuelve ligeramente plomizo conforme avanza el metraje. Un buen film, en definitiva, pero a años luz de los grandes títulos sobre gánsteres que ya todos conocemos. Correcta, pero no remarcable.

A favor: Johnny Depp y la música de Tom Holkenborg
En contra: es sencillamente correcta, sin brillar, y puede hacerse algo pesada
kubrick_is_alive
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7
23 de octubre de 2015
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
España es un chiste. Uno sin gracia, con el que te ríes por no llorar. Álex de la Iglesia lo sabe. Es una constante en su filmografía, ya sea a través de la rivalidad de dos estrellas de la comedia cuya sonrisa ha quedado desfigurada por culpa de la memoria histórica, o de ese patio de vecinos sumido en la codicia más absoluta que se sacan los ojos entre sí por unos pocos trozos de papel que les hagan salir de la miseria.

“Mi gran noche” obedece a ese discurso entre líneas. La nueva comedia negra del bilbaíno retrata la España de las Mamachicho, las chonis, la cultura de la telebasura –las referencias a cierto canal privado serán gratuitas y facilonas, pero obvias y necesarias-, el ego de los famosos y los divos, el incomprensible éxito de la música machacona a ritmo de electro latino, los hijos repudiados por la patria y los ciudadanos indignados mientras otros más bribones amasan dinero a su costa. Es, en resumen, la desdibujada pero realista radiografía del país de la sonrisa forzada, la que tienen que fingir una y otra vez los figurantes de ese especial de Nochevieja que lleva una semana grabándose sin posibilidad de salir al exterior, mientras fuera, en el país de los ERE, los recortes y la desigualdad social, reina el caos.

Rodada con el pulso de un autor que cada vez demuestra tener mayor y mejor oficio tras la cámara –aquí se luce en los números musicales-, esta especie de “El ángel exterminador” pasado por la costumbrista comedia berlanganiana salida de madre es, quizá, una de las propuestas recientes más equilibradas del director. De la Iglesia apuesta por la comedia coral de un reparto en estado de gracia, comandado por un Raphael que aparece menos de lo esperado pero que está igualmente omnipresente durante todo el metraje. Todo y todos giran en torno a él, a su imponente figura y presencia. Desde Mario Casas hasta Carlos Areces, pasando por Pepón Nieto y Blanca Suárez, y haciendo mención a un Jaime Ordóñez convertido en improvisado imitador del cantante. Los actores están en su salsa, al menos los principales, pero todos bailan al son del maestro y le rinden pleitesía como el dios que es.

Y pese a este equilibrio durante su desarrollo, a de la Iglesia se le vuelve a ir la cinta de las manos. Su carácter coral y el frenesí que la acompañan no la abandonan en ningún momento. Hay que saber entrar en su desmadre a la española desde el principio. Esto juega en su contra, y tanto el guión como el ritmo acaban atropellándose a sí mismos. Menos que otras veces, pero ocurre. Puede incluso dejar la sensación de que hay tramos y personajes no del todo desaprovechados, y no es difícil perderse con ella. Un defecto, el de la pérdida de rumbo, ya marca indiscutible de la casa, que aún así no acaba por enterrar una comedia de lo más divertida, con tantas risas cómplices –el momento cicatrices, o ese “tienes algo en el ojo”- como incómodas. El desenfreno es absoluto. Es una noche especial. El escándalo en el plató está garantizado. El entretenimiento, mucho más.

A favor: el reparto, sobresaliendo Raphael, el retrato de España que dibuja, y que no pierde tanto el rumbo como otras propuestas del director
En contra: pierde el rumbo conforme avanza el metraje
kubrick_is_alive
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5
21 de octubre de 2015
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo malo de llamarse Eli Roth es que tus fans más acérrimos esperan de ti siempre lo mismo. Miembros cortados, sangre a raudales, mala leche y un concepto muy propio de lo que es el entretenimiento. “Toc Toc” no tiene nada de lo primero, pero sí que la lectura de su mensaje entre líneas es de lo más perversa y entretenida.
El director se pone en la piel de dos sexys jovencitas que trastocarán la idílica existencia –demasiado idílica, tanto que empalaga- de un feliz padre de familia que debe quedarse solo en casa para acabar un importante trabajo. Y a través de ellas habla de la infidelidad y de las debilidades de la carne en una batalla de sexos en la que las mujeres tienen las de ganar. Pero a su manera. Porque su última película, aunque le pese a todos esos fans que cargarán contra ella, es puro Eli Roth, aunque tenga un claro olorcillo a film de encargo.

El responsable de la incomprensiblemente controvertida “The Green Inferno” mantiene esa mala uva tan característica de su filmografía y se desenvuelve la mar de bien dentro del terreno del thriller de suspense. Roth hace suyo el material, sin un estilo personal a la hora de filmar las escenas –aunque nunca lo ha tenido-, pero manejando con solvencia todos los resortes de un film de estas características, y volviendo a dejar el sexo como detonante de toda esa pesadilla que vivirá un Keanu Reeves no tan creíble y atractivo como sus compañeras Lorenza Izzo y Ana de Armas, dos portentos que mezclan lo sensual y lo peligrosamente divertido.

Un agradecido cambio de registro que demuestra que el cineasta es capaz de afrontar otro tipo de géneros, si bien esperemos que vuelva pronto a ese terror tan visceral y malsano que le ha dado la fama. Aquí al menos mantiene ese espíritu travieso que se echaba de menos en su película anterior. Una especie de “Funny Games” pasada por el filtro de la exploitation setentera, que no deja a los hombres en muy buen lugar. Cuidado con el Día del Padre y los regalos caídos del cielo. Especialmente si llaman a la puerta en forma de maquiavélicas y juguetonas lolitas.

A favor: Lorenza Izzo y Ana de Armas, lo juguetona que es la propuesta, y ver a Roth desenvolviéndose bien en otro tipo de producto
En contra: la poca credibilidad de Keanu Reeves y que los fans de Roth no encajarán bien este cambio de registro
kubrick_is_alive
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4
21 de octubre de 2015
25 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alguien se aventuró, hace ya diez años, a etiquetar a Eli Roth como uno de los enfant terrible del cine de terror moderno, justo cuando otro niño malo apellidado Tarantino decidió apadrinarle y cobijarle en su regazo. Y lo cierto es que, en vista de la sangre y vísceras a borbotones que bañan los fotogramas de “Cabin Fever” o “Hostel”, tenía todo para serlo. Pero sobre todo, porque Roth es un cachondo mental, un cineasta que con una buena dosis de mala leche aprovecha para cargar contra temas tan espinosos como los prejuicios raciales con la misma comicidad y naturalidad con la que cercena un miembro viril o hace saltar un ojo.

En su postergada “The Green Inferno”, ese director cachondo al que muchos echábamos de menos está presente. Una niña corriendo con una pierna cortada en su mano, el divertido ataque inicial de los nativos, el momento diarrea o el momento masturbación… Y por supuesto, su crítica abierta hacia la hipocresía de los activismos sociales y una madre Naturaleza de lo más puñetera que emprende una especie de venganza poética contra aquellos que tratan de defenderla. Es decir, para bien o para mal, para acierto o vergüenza ajena, pero esos momentos están ahí.

Sin embargo, lejos de que pueda entretener durante su metraje, y de estos instantes de cachondeo marca de la casa, “The Green Inferno” no supone la vuelta que Roth merece después de sus prometedores trabajos previos. Malos actores –sólo destaca Lorenza Izzo, pero dentro de la mediocridad interpretativa general-, y una realización, una banda sonora, unos efectos digitales y una fotografía más propias de la calidad de un producto televisivo que de uno cinematográfico. Tarda en arrancar, sí, pero eso es lo de menos. Es su mala factura técnica lo que la hace una propuesta del montón.

Por si fuera poco, este homenaje nada disimulado al cine de Sergio Martino, Umberto Lenzi o Ruggero Deodato no está a la altura siquiera de sus referentes. Una vez entra en situación y empieza lo bueno, se queda bastante corta en gore y salvajismo con respecto a sus maestros italianos, y tira de planos cerrados y cortos y de mover la cámara de manera nerviosa para mostrar lo menos posible. Una versión de lo más light de un tipo de cine más visceral, más directo a la yugular, obra de un señor al que sus admiradores defenderán encadenándose a un árbol. Para los demás, es un enfant ya no tan terrible.

A favor: Lorenza Izzo, elevándose por encima de la mediocridad de sus compañeros, y sus momentos de cachondeo
En contra: la mala factura técnica, las interpretaciones generales, y que es demasiado suave
kubrick_is_alive
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7
18 de octubre de 2015
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"¿Qué es un fantasma?", preguntaba Federico Luppi a la audiencia en "El espinazo del diablo". Un fantasma es un evento terrible condenado a repetirse una y otra vez, algo muerto que por momentos parece vivo. Un sentimiento suspendido en el tiempo, como una fotografía borrosa, como un insecto atrapado en ámbar. Pero también quizá ese momento de dolor sea consecuencia directa del amor, de un sentimiento de atracción desmedido y enfermizo, incomprendido por los demás.

Con aquella reivindicable cinta guarda más de una relación directa "La Cumbre Escarlata". Aquí hay fantasmas, hay errores del pasado que se extienden hasta nuestros días. Pero sobre todo, se parecen entre sí porque esto no es una historia de fantasmas. Los hay, pero no son más que una metáfora del pasado, un mecanismo con el que tejer un cuento que en la que nos ocupa alcanza tintes victorianos.

No es un film estrictamente de terror, aunque use los resortes básicos del género. Es un relato de amor gótico teñido de sangre color arcilla roja, que destila el inconfundible aroma al cine de su creador, Guillermo del Toro. La historia es de lo más sencilla, ya nos la han contado en los trailers prácticamente, y puede acusar cierta previsibilidad, pero el “gordo” logra transmitir un lirismo y una atmósfera intrigante al desarrollo de su cuento que hace que el espectador se enganche. Lo demás es puro del Toro. Una ambientación excelente, una envolvente banda sonora de Fernando Velázquez, una fotografía envolvente, un gusto y cuidado por los planos, los detalles –las polillas, la casa que se hunde- y los decorados, y un fascinante diseño de criaturas, si bien se habría agradecido más artesanía y menos efectos digitales.

Y, cómo no, el buen hacer de un trío protagonista entregado a unos personajes cuyos diálogos de época son una delicia, destacando una Jessica Chastain que estremece por su carácter e impone por su belleza al mismo tiempo. Tom Hiddleston y Mia Wasikowska, por su parte, terminan por aportar el clasicismo que la propuesta requiere. Puro terror clásico, al estilo de la Hammer de los años 50, ha logrado del Toro con “La Cumbre Escarlata”. Pausado pero no lento. Una deliciosa historia con fantasmas de fondo, que agradará especialmente a sus fans.

A favor: su clasicismo y la capacidad de del Toro para hacer de una historia simple algo atractivo
En contra: el uso de CGI y que la sencillez de su trama despiste a más de uno
kubrick_is_alive
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