¿Cómo es posible que una película que comienza tan bien se resuelva tan mal? La primera parte de la cinta nos lleva al clásico tema de las casas encantadas. Y lo hace bien. Wan tiene una especial habilidad para crear suspense con objetos cotidianos y la hace patente en esta primera mitad del metraje. La película interesa.... hasta que llegan los cazafantasmas.
La segunda mitad de Insidious opta por repetir el esquema de Poltergeist, con su anciana perceptiva y sus dos ayudantes un tanto cómicos (uno de ellos es el guionista Leigh Wannell). Aquí la acción se embrolla y la historia se vuelve ciertamente ambiciosa. Pero el suspense desaparece. Se intenta crear un nuevo villano como Jigsaw de Saw; en este caso un demonio interpretado por Joseph Bishara (autor de la banda sonora).
Demasiadas pretensiones que acaban malogrando una película que había comenzado muy bien y no sabe cómo salir del laberinto que ha acabado construyendo.

De nuevo el realizador Mariano Ozores realiza un producto con el fin de que un cantante dé el salto a la fama cinematográfica, en este caso Peret. Ese mismo año lo hacía con el gallego Andrés do Barro en la olvidable En la red de mi canción. Pero si en aquel caso la historia (que necesitó de cinco guionistas) no podía ser más trillada y de poco le sirvió al cantante, en esta ocasión es el propio Ozores el que se hace cargo del guión y opta por una alocada comedia de enredo.
Curiosamente, esta película me ha gustado más de lo que esperaba, pero es, sobre todo, debido a la magnífica actuación de los actores que secundan a Peret, y que, en buena parte, le roban la función: Antonio Ozores y José Luis López Vázquez están que se salen; Conchita Bautista -en el que sería su último papel para el cine- se revela como una excelente comedianta; Patty Shepard, ay, cualquier película con Patty Shepard me gusta más, enamora la cámara de Vicente Minaya. También intervienen Gracita Morales, Saza y Mariano Ozores padre.
Sí, tenemos que soportar algunas canciones de Peret, pero el grueso de la función lo llevan los demás actores.
Por supuesto, no se trata de una gran película. Todos conocemos las limitaciones de este tipo de cine y de su realizador, pero tiene sus momentos divertidos. Solo por ver a José Luis López Vázquez de psicoanalista durmiéndose ante las confesiones de sus pacientes, ya vale la pena.