Imagino que, como toda película, sus responsables han tenido que enfrentarse a muchísimo trabajo y vicisitudes. Y es de valorar, pero, sinceramente, además de haber tirado el dinero (de haber ido solo y no con cuatro niños y niñas, me habría ido al minuto dos) hacía tiempo que no pasaba tanta vergüenza ajena viendo una película. Por lo malísima que es. No tiene nada a qué aferrarse. Lo siento por todo el equipo que la ha creado. Y a sus responsables y, sobre todo, distribuidoras -y más tratándose de cine infantil-: ¿no existe un mínimo código de calidad para el arte y la cultura que se quiere exhibir e incluso hojas o documentos de reclamación en el caso de films tan malos?