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Críticas de BruceDKWayne
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Críticas 9
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
11 de octubre de 2014
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué es el matrimonio? Decía el personaje de Matthew McConaughey en “Los Fantasmas de mis Ex-Novias”, Dutch, influenciado por la extraordinaria experiencia en el campo de las mujeres de su Tío Wayne (Michael Douglas), que “el matrimonio es una institución opresiva y arcáica, que debió haber sido abolida hace muchos siglos”. A esto, añadía que “el amor te deja débil, dependiente y gordo”. Francamente son verdades como órganos de iglesia de grandes, mucho más la segunda que la primera. No sabían Jon Lucas y Scoot Moore, guionistas de aquella comedia con una idea muy interesante y muy bien conseguida por Mark Waters, que 5 años después, David Fincher, el genio de David Fincher, iba a consagrar y beatificar dichas palabras con una película titulada “Perdida”. Alerta: Fincher lo quiere volver a hacer.

En una creación sin precedentes, Fincher dirige una obra maestra del cine, un retrato antológico del thriller cinematográfico. Con una estética de luz muy ténue constantemente iluminando la historia, el director de Denver, Colorado, proyecta una absorbente, magnética y esquizofrénica imagen sobre la vertiente más oscura y demente del amor, sobre como el matrimonio tiene una capacidad acaparadora que empuja a la luz la planificación más paranoica así como la benevolencia más inesperada del ser humano. Con una narración de los hechos prodigiosa, abarcando voces en off, flashbacks, fundidos a negro y planos largos y cuidados, "Perdida" es una metáfora desgarradora y enloquecedora del compromiso matrimonial. Nada es lo que parece. Nada es tan perfecto. Nada es superficial en la relación de Amy y Nick. Nada es profundo en la relación de Amy y Nick. Ojo: Fincher lo está volviendo a hacer.

La brillantez de Perdida es culpa de muchos factores, pero principalmente hay que señalar, luego de a Fincher claro está, al montaje de la cinta. Es el que desbloquea la brillantez de otros como el guión, la fotografía o las actuaciones. No quiere decir esto que estas por su cuenta sean mediocres, ni siquiera sólo buenas. El guión, adaptado en base a una novela de Gillian Flynn por el propio Gillian Flynn, es pura fantasía mental, absoluto gozo imaginativo y seguro una total delicia de llevar a la gran pantalla, como así se demuestra con este film. La fotografía, obra de un habitual del staff técnico de Fincher, Jeff Cronenweth, usando esos idílicos parajes de soledad y relax de Misuri, son fantásticos para representar la tragedia y el volumen sentimental de la tramas. Las actuaciones, en especial Rosamund Pike, merecen párrafo separado. Atención: Fincher lo va a hacer de nuevo.

Rosamund Pike, nunca antes en las bocas de sólo aquellos fanáticos que realmente la veneraban de sus incursiones en series y en películas de etiqueta olvidadiza como "Johnny English Reborn" o "Ira de Titanes", firma una de las mejores actuaciones del año. Un papel diabólico, enfermo, brillantemente disimulado y con una teatralidad absolutamente descorazonadora. Es capaz de generar odio hacia el personaje de Amy, consigue sacarle al espectador ese germen de ira con su actitud, y eso es algo muy difícil en el Hollywood de hoy día. Es un escándalo de papel el de esta rubia británica de 35 años que quién sabe si por Febrero será aún más aclamada de lo que ya lo es. En el otro lado de la balanza, tristemente, está Ben Affleck. Y que lástima que él sea el punto flaco de la cinta. Ingrávido, con 0 sentimiento e intensidad, a veces parece un extra incluso. Ahora bien, el porte lo tiene. Va a ser un buen Batman, sí. Mala pinta tiene por otro lado lo de ser Bruce Wayne. Cuidado: Fincher, aún así, está a punto de volverlo a hacer.

Aún con esta desgracia de que Ben Affleck chirríe la cinta (tiene una última oportunidad para convencernos, y qué oportunidad!), la película es tan sumamente excelente que consigue ignorar a Affleck y pasar por esas 2h y 40 min. como un torrente de vibraciones emocionales incontenible. "Perdida" es una joya, una de esas maravillas que muy de vez en cuando un genio procrea. Es un pentagrama donde Rosamund Pike inventa su mejor sinfonía, un ring donde David Fincher sacude y golpea los votos matrimoniales sin ninguna compasión y un escenario donde el matrimonio queda retratado como la más tentadoras de las perdiciones a la vez que como el más duro de los infiernos. "Perdida" es una película que no se presume de sentirse poderosa, de ser una de las gordas del 2014, una cinta extraordinaria que se une al extenso curriculum de obras maestras de David Fincher, como "El Club de la Lucha", "La Red Social" o "Se7en"). "Perdida" es una divinidad fincheriana. Sí señores, Fincher lo ha vuelto a hacer.
BruceDKWayne
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7
9 de enero de 2014
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias, la mayor parte de las veces, a un nombre relacionado con el proyecto, nos decidimos en aras de ver una película u otra. En este caso, la competencia que le disputaba mi interés a Joel y Ethan Coen con su aparentemente, y repito, aparentemente, brillante nuevo trabajo que responde al nombre de “Inside Llewyn Davis” (suena mucho mejor en inglés), es la gran emboscada que sufren Mark Wahlberg, Taylor Kitsch, Emile Hirsch y Ben Foster en la imparable película de Peter Berg que toma por título “El Único Superviviente”. Por motivos del Destino, que no vienen al caso, Berg le ganó la partida a los talentosos hermanos, y esto fue una prueba perfecta de que, obviando el nombre de Mark Wahlberg, a veces en este arte se desestima un producto sólo por el hecho de que no vemos nada conocido en sus labores de producción/realización/interpretación, pues la cinta del director neoyorkino resultó ser una enorme y grata sorpresa. Pero el turno de réplica ahora es para el bobo pero bueno de Llewyn Davis.


Quizá lo más destacable del párrafo introductorio sea lo de “aparentemente” brillante. Es lógico que aquí haya cavado usted en demasía con su interés para comprender el uso de ese “aparentemente”. “Inside Llewyn Davis” es brillante en el tráiler, en las críticas que genera, en las valoraciones en prensa, radio o televisión, en comentarios del público, momentos antes de entrar al cine, justo en el momento de sentarse en la sala y lo es más aún al finalizar su primera escena, donde el protagonista, un Oscar Isaac que merece un párrafo para él sólo, nos destripa todos nuestros problemas, miedos o cualquier sentimiento negativo con el que hayamos entrado en la sala y nos serena con el mundo y con nosotros mismos. Pero a partir de ahí, justo a raíz de ese momento, “Inside Llewyn Davis” empieza a perder ese brillo que tanto nos ha elevado el hype y que hasta parecía no haber soltado vista su escandalosa escena inicial.


Aunque los Coen endulzen la crudeza de la vida de Llewyn con hilarantes gags, la película sabe a monótona en muchas fases y es, siguiendo el patrón de la Odisea de Ulises e incluso mencionándola y representándola a pequeña escala en una forma un tanto, digamos, minina (y esto es una absoluta genialidad), un bucle del que Oscar Isaac intenta escapar cantando guitarra en mano. Es un viaje circular en el que la carretera es el dramatismo, los árboles aislados son la comicidad y donde el sol es la música, que francamente es donde el film cimenta su éxito. El folk, con Carey Mulligan, que aunque se empeñe en decir tacos jamás dejará de parecernos dulce, Oscar Isaac, un monstruo en el que ahora se profundizará, y Justin Timberlake, no hace falta decir nada de su innegable talento para esto de la música, mágicos cada vez que abren la boca con un micro delante , taladra nuestro cerebro pero sin hacernos daño, como si el propio espectador estuviese en ese mismo club sentado en la segunda fila con una copa en la mesa de madera circular.


La brillante banda sonora, en la que uno se podría quedar a vivir sin problema ninguno, es lo más destacado de la película indudablemente. Canciones como la inicial, una proeza artística que logra la conexión homogénea del artista con el instrumento y que Isaac tan perfectamente ejecuta, llamada “Hang Me, Oh Hang Me”, o ese “Fare Thee Well” tan rítmico y vivo, esa maravilla tan profunda y directa al alma llamada “The Death Of Queen Jane”, la extraordinaria y picaresca colaboración de Timberlake e Isaac en “Please Mr. Kennedy” con una voz en coro de lo más peculiar, la pegadiza y también sentimental “Five Hundred Miles” en la que Mulligan nos abre las puertas del cielo con su voz, y así hasta completar una lista que sin duda debe ser tenida en cuenta por la Academia. Esto, junto con esa especie de empañamiento de la cámara (que los Coen tan acertadamente supieron usar en “Fargo”) para reflejar la fría América de los años 60, es lo más notable de esta cinta que no es que busque impresionar o pretender ser una obra maestra. Tan sólo quiere dejarse ver y sobretodo oír. Lo primero lo consigue con irregularidades, pero lo segundo lo borda de una manera alucinante.


“Inside Llewyn Davis” no deja de ser un relato dramático muy interesante amparado en la figura de sus creadores, en una gran actuación de Oscar Isaac, que aunque parezca imposible canta aquí mejor que actúa, y en una enorme joya para la música folk y por supuesto para la historia de las bandas sonoras cinéfilas, pero nada más allá de esto. Sus gags, suficientemente graciosos aunque algo inocentes, están colocados como evidentes salidas de emergencia ante la apresurada llegada en ciernes del aburrimiento en tramos concretos del film, aunque esto no es un fallo hecho a propósito. Es más bien una solución hecha con mucho gusto, conscientes de que no trascenderá pues con los elementos positivos la película compensa cualquier desembolso económico invertido en ella o simplemente el tiempo que se ha gastado durante su visionado. Y además, si John Goodman tiene 15 minutos haciendo del John Goodman que tanto gusta y si podemos presenciar 8 segundos de un concierto de Bob Dylan., ¿de qué nos podemos quejar?
BruceDKWayne
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8
10 de noviembre de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escalofriante y terrible drama de supervivencia el de "The Deep" donde Kormákur está excelso detrás de la cámara. Muchos paralelismos con "127 Horas", tanto en el plano del argumento como en algunos aspectos de la dirección de la cinta. El protagonista está inmenso, transmitiendo un sufrimiento muy real al estilo de Tom Hanks en el epílogo de "Capitán Phillips". El único pero, la falta de una buena banda sonora que embriague del todo al espectador como sí hiciese a la perfección Danny Boyle con la misma "127 Horas".

Gulli forma parte de ese club de extraordinarias personas que superaron una situación adversa con el único deseo de vivir y la fuerza imparable de la misma, como Aron Ralston o como en menor medida Chris McCandless. Película muy recomendable y digna de conocer sus pormenores, ya que sucedió de verdad y francamente cuesta creer que así fuese.
BruceDKWayne
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3
23 de octubre de 2013
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué hacer cuando el protagonista real de la recreación cinéfila de una historia que vas a presenciar le pidió antes del rodaje al actor que dará vida a dicha protagonista real que dejase el proyecto? ¿Qué pensar de un guión que está sacado del libro que escribió el enémigo más acérrimo y antes amigo más cercano y necesario del protagonista real de la película? ¿Cómo ponerse ante la insinuación más que palpable de un director que ha ganado un Óscar al mejor guión adaptado de que ésta película puede que sea en un futuro una cinta de culto? Todas y estas preguntas no tienen respuesta, y si la tienen, es necesario (que no recomendable) que vean la película para poner un enriquecer de conocimiento de causa vuestra opinión. Una vez vista, y como dice aquel y nunca mejor dicho esta vez, “ya hablaremos del gobierno”.


Tedioso: Que produce tedio, que aburre. Así es como se puede calificar la películaprimera parte de “El Quinto Poder”. La introducción al film es muy poco original, se presuponía de lejos que sería una evolución de los medios de comunicación a lo largo de la historia, desde las pintadas rupestres en cuevas, los papiros y la imprenta hasta la radio, la televisión y, cómo no, Internet. Una vez superada esta presentación espectador-producto, quizá haya, hasta el cambio que marque la primera y la segunda parte de la cinta, 2 escenas interesantes en todo este fragmento del metraje. Una, cuando Daniel Berg descubre y entiende el potencial desconocido que puede tener WikiLeaks gracias a las explicaciones de Assange y otra cuando…..en el momento de……Mentira. No tiene una segunda escena interesante siquiera. Las defensas antimorriñas se vienen abajo y ante tanta avalancha informática encriptada, archivos y webs de enlace es imposible no cerrar los ojos un par de veces, o 12 pares. Solo el buen feeling que produce el dúo Cumberbatch-Brühl nos hace querer abrir los ojos y no sumergirnos en el profundo sueño que nos rodea en el asiento durante casi 30 minutos.



La segunda parte es efectiva, quiere resultar convincente y si bien es cierto que lo consigue en algunas fases de la parte final, y gracias a que siempre divierte meterte con los yankees, su irregularidad y su calidad como documento histórico la hacen casi quemarse con el fuego de los avernos de este 2013. Solamente la batalla de ideales y principios que cabalgan de principio a fin Assange y Berg genialmente caracterizados (el primero mejor que el segundo, no hay duda) por Cumberbatch y Brühl, es la causante de que la película consiga un poco de nuestra condescendencia y al menos queramos tener el favor para con ella de terminarla sentados y con cara un poco de resignación. Ni siquiera los planos juguetones de Condon en rotación enfocando al mismo sujeto o el plano movido de un lado a otro, como si intentase captar nuestra atención de otra manera siendo consciente de que con la propia película no lo consigue, son capaces de dignificar el productor que el espectador está consumiendo.


Quizá sea por que el realizador es el mismo que ha dirigido las dos últimas películas de la saga juvenil crespuscular, quizá sea porque la propia WikiLeaks se desmarca de la película y desacredita la misma aludiendo a que “nada de lo que en ella aparece se asemeja a la realidad”, quizá sea porque el misticismo que rodea a Julian Assange entre lo contado en la película y lo defendido por él tengan la increíble capacidad de matar el interés que se siente por algo, en este caso la película (como decía Carmine Falcone en “Batman Begins”; “Siempre se teme aquello que no se comprende”. Exacto, pero cuando ya está comprendido, dejar de ser temido para ser primero deseoso de conocer y por último aburrido de escuchar o, mejor dicho, ver.), pero por x o por y, “El Quinto Poder” es una cinta floja, tediosa, muy poco resultadista y que pasa sin pena ni gloria por la retina del espectador. Al menos, tiene una elegante forma de acabar, con un monólogo de minuto y poco de Benedict Cumberbatch, de lo mejorcito de la obra, que apuesten a que es parte de su audición. Lógico que fuese el elegido.
BruceDKWayne
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9
21 de octubre de 2013
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo está lleno de ilusos y de atrevidos. Los hay que lo son con razón, por supuesto, pero es pan de cada día que la inmensa mayoría de este tipo de personas son de tal forma sin razón o sin conocimiento de causa. Quizá una buena parte de esta inmensa mayoría sean así por mera ignorancia, por falta de información para construir un argumento que los aleje de su atrevida e ilusa convicción, pero la inmensa mayoría de la anterior inmensa mayoría son del tal forma por, como se dice por el sur, “dársela de entendido” o más vulgarmente, “pegarse el moco”.

Quién escribe estas líneas era de aquellos atrevidos, de los de la inmensa mayoría de la inmensa mayoría anterior, que pensaban que Tom Hanks no era tan buen actor, que sus papeles, extraordinarios, sin duda, en “Forrest Gump” o en “Náufrago” eran flor de un día, y que “Salvar al Soldado Ryan” era como un símil polémico del estado de forma actual de la F1, con Vettel y su Red Bull. No es tan bueno el piloto, pero sí la máquina que lo dirige, tomando como sujetos de cambio a Vettel por Tom Hanks y al Red Bull por Steven Spielberg.

Obviando este jardín enrevesado que no favorece ni al que escribe ni al que se quiere leer, ese atrevimiento se ha visto golpeado muy fuerte en el mentón con “Capitán Phillips”. La nueva película del director que hizo la brillantemente intensa “El Ultimatum de Bourne”, Paul Greengrass, ha silenciado y mandado a paseo el atrevimiento de ese tipo de personas entre los que se incluye un servidor, y ha dado de bruces con la realidad de que Tom Hanks no era tan buen actor. Y son varios los factores que han hecho posible este ansiado y necesario cambio de opinión.

Primero, sin duda, el hombre cargado de llevar la historia a la pantalla, Paul Greengrass. Su manejo de la cámara desde la silla es impresionante. La destreza con la que rueda cada plano, como juega con el movimiento de la escena para activar o no el botón de suspense de nuestros ojos y por consiguiente de nuestro cerebro, y su absoluto poder para reflejar en cada momento del metraje la intensidad con la que a buen seguro vive su vida el director británico. Qué le pregunten al mismísimo Jason Bourne (vale, a Matt Damon para que no nos pongamos tiquismiquis) si es bueno o no.





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Segundo, y quizá la gran culpable de que el espectador se siente en la silla del cine a ver la película, la historia. La historia vende, compra ella sola nuestra entrada. Nos embauca y nos atrapa cada vez que sale anunciada en televisión o cuando leemos algún tweet promocional. Pero es su desarrollo, sin obviar el inmenso grado de importancia histórica que tuvo el abordaje del Maersk Alabama en el 2009, lo que nos trastoca el corazón, lo que nos revuelve en el asiento, lo que nos agarra de nuestras partes por decirlo de manera demasiado vulgar. Desde Buried (Enterrado) no se recordaba algo que dejase tan tensionado. Francamente Increíble el suspense conseguido en el clímax del film. Sencillamente brutal la escena previa al epílogo, de esas que te dejan de vez en cuando algunas películas para revisionar en Youtube cuando se tercie el momento y las ganas





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Y tercero, y por supuesto, el culpable de que la historia y el trabajo del director de recrear la misma tenga el impacto tan extraordinario que tiene en las pupilas del que visiona el film, el Señor Tom Hanks. Se puede valorar su trabajo solamente observando su escena final sin que hiciese falta verle en toda la película. Es una oda a la interpretación, es puro amor a su arte. La definición de shock post-traumático sin necesidad de palabras o traducciones simultáneas. Es injusto decir esto, pero Tom Hanks hace mejor a la película de lo que ya lo es, y decimos injusto porque la historia es maravillosa y el trabajo de Greengrass impecable, pero lo que es, es, y Tom Hanks, si es algo en Capitán Phillips, es un animal de la actuación. Y eso que el reparto, no tan conocido y admirable como en otras producciones, se comporta a un nivel genial, como el villano de la función, Muse, que luce no a la inaccesible altura de Hanks pero sí a un nivel excelente para la magnitud de la película. Increíble dedicación del reparto pero en especial de Hanks para una película premiable sin lugar a dudas a estas tempranas alturas de la carrera.
BruceDKWayne
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