• Festival de Montréal 2000 : Premio unánime del jurado
• Festival d'Amiens 2000 : Premio del público
• Festival de Stockholm 2000 : Caballo de bronce

Tuve la suerte de poder disfrutar de este film en un festival de cine y que sinceramente fui a ver de casualidad. Todavía sigo preguntándome como películas como éstas pueden pasar tan desapercibidas por nuestra cartelera o simplemente no pasar.

Este relato de los niños de la calle en Marruecos es capaz de emocionar el alma más insensible, pero no está tratada en cambio como un drama a morir llorando sino todo lo contrario. La película empieza con un tono documental para después convertirse en un cuento, un cuento sobre la búsqueda de la isla de los dos soles. Cruda, realista, encantadora y divertida al mismo tiempo, ¿qué más se puede pedir?

Por cierto los protagonistas no son actores sino reales niños de la calle.

Es una película para erasmus y sólo podrán entenderla los erasmus, para el resto de los mortales no tiene mucho sentido. Igual que no tiene mucho sentido ver esta película en versión doblada, es más "si no sabes francés, no la veas" porque gran parte de las gracias, y digo gran parte por no decir todas, no se pueden traducir.

Soy consciente de que yo no soy objetiva con "L'auberge espagnol" porque los temas y el ambiente que se recrean me tocan muy de cerca (se estrenó el año de mi erasmus en Francia y he vivido en Barcelona y Escocia con estudiantes de diversos países). Igualmente soy consciente de que no es una gran película, la historia es muy pobre, casi inexistente, de hecho es un cúmulo de anecdotas. El director descartó casi 15 secuencias de las rodadas sin que el hilo de la película se perdiese, y eso es porque la historia es lo de menos. La película no tiene ningún sentido si no se capta la mezcla de culturas que ahora reina en europa y posiblemente quien no ha vivido en eso no pueda entender este film.

Es la única película que existe y que ha sabido representar ese gran "bordel" de culturas que existe hoy día en Europa y que es tan enriquecedor como apasionante. Por ello quien haya vivido una experiencia erasmus o similar, que no se la pierda porque, además de morir de risa, se sentirá muy identificado.