Justo no es bueno ni malo, simplemente es, sobrevive, fluye…
Con él ocurre como en la vida real cuando conoces a alguien de oídas. Justo es Justo eso, un personaje lleno de matices que se los dan las personas que pasan por su vida y nos cuentan cómo era. No llegamos a conocerlo pero nos hacemos una buena idea con las aportaciones de otros. Y yo creo que, entre otras cosas, es aquí lo interesante de esta historia.
De pisón y Mariano Barroso han conseguido que sepamos todo sobre Justo pero sin llegar a conocerlo profundamente. Esto es muy complicado de llevar a la pantalla porque si no consigues la empatía el espectador pierde interés. Pero en este caso no se pierde y en mi opinión es sobre todo por el entorno en que se desarrolla la trama. La España franquista es un personaje más que aporta casi tanto o más que cualquier personaje de la serie. Además la serie está tan bien en la producción, a nivel técnico y de interpretaciones que te transporta a esa época desde el minuto uno.
Si tuviera que poner un defecto a esta serie sería que a pesar de la profundidad del personaje no terminamos de empatizar al 100% con Justo hasta que aparecen los personajes que para mí terminan de redondear la figura de Justo a nivel emocional. Esos personajes son Carme, el chaval y el hombre de la tortuga. Solo cuando interactúa con ellos se abre la parte emocional de Justo. Pero prácticamente esa es la esencia de la serie. No conocer a Justo sino conocer esa España y a los personajes que le rodean desde la aparición de este joven en el centro de Barcelona.
Ni siquiera él mismo sabe quién es. Justo sigue unos patrones muy marcados de cumplir como buen hijo, como buen amante, como buen enamorado, como buen amigo, como buen chivato, como buen estafador, pero sobretodo como buen superviviente del franquismo.
En Barcelona, a pesar de suponer el hipotético “final” de la dictadura, el tardofranquismo (declive del franquismo) también fue una época muy complicada no solo políticamente sino a nivel individual en las relaciones personales y sociales de los españoles. Durante años hubo mucha represión por rojo, comunista, simpatizante de la república, por ser mujer, ser homosexual, hablar el catalán, vamos, básicamente por respirar...
Se mezclaban muchas ideologías y el rumbo del país era incierto. El miedo al cambio o a otra guerra civil, que el país no hubiese soportado, llevaba a gran parte de la población al “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Así las relaciones se veían directamente afectadas por el miedo que tantos años inculcó el dictador. Vivir con miedo a la cárcel, a la tortura, a la muerte… somete a un pueblo. Por eso Justo tiene una parte digna de admirar. Él consiguió no caer en ese miedo porque con su intento de sobrevivir se impuso al régimen, eso sí, hundiendo a los que le rodeaban. Había crecido mamando del “sálvese quien pueda” y tras perder a su madre, que era lo que más le importaba, no dudó en llevar al límite esa supervivencia.

La verdad es que tenía mucha curiosidad de ver esta serie. Me comencé el libro y aunque no lo dejé a la mitad, me parecía interesante la trama.
Oriol Pla está brillante. Este actor catalán de 25 años se merecía un protagonista así de elaborado. Ya destacó en la serie Merlí pero sobre todo en cine como en la película Animals.
Aura Garrido también borda la evolución de su personaje que se va haciendo a golpes de desamor y a golpes del franquismo.
Jesús carroza ganador del Goya por 7 vírgenes, Karra Elejalde con 2 Goyas, Pere Ponce… todos están fabulosos. Esta dirección de actores catapulta la serie. Hago una comparación con una serie que se ha estrenado hace poco. La Catedral del Mar con también una gran historia detrás se queda en un intento de serie por un guion mal adaptado y los poco creíbles diálogos de los fallidos actores. De ahí la importancia de la dirección de actores y de la adaptación del guion.

Desde que esta película empieza con el hermoso plano de dos enormes árboles, metáfora de lo que son estos dos personajes, ya quedas atrapado en una historia que te rondará la cabeza durante días o semanas.

La historia va de una relación muy estrecha y muy ancha al mismo tiempo. Una relación de necesidad y al mismo tiempo de hartura, de indiferencia.
Por un lado una hija que en teoría busca a una madre que añora y por otro lado una madre que eligió su individualidad para buscar y encontrar su lugar en el mundo. Sin embargo. ¿Cuál es nuestro lugar en el mundo? ¿Es el que la sociedad nos obliga a mantener?, ¿Debería una mujer sentirse obligada a ser madre a pesar de no querer?, ¿Tiene una hija que querer a una madre aunque la haya abandonado?, ¿Debe ser ese el amor universal aplicando el tópico "porque me parió"?
Esas y otras preguntas Ramón Salazar las plantea a la perfección en su película. Sus largos planos pero llenos de matices y contenido, nos evocan a las emociones más profundas de estas dos mujeres muy parecidas entre ellas. AL fin y al cabo ambas buscan sus intereses personales.

Esta serie tiene un reparto más que acertado. Sus pilares son Por un lado Melanie Olivares que está estupenda en su personaje. No sé si es el primero, pero ese papel de joven madre luchadora lo interpreta genial. Además domina la comedia y sabe pasar al drama en cuestión de segundos como pocos actrices.

Por otro lado tenemos a Yolanda Ramos. Salir ella en escena es no parar de reír. Maneja muy bien los tempos para soltar los gags. Guionizada o no es una crack en la comedia. Su personaje es muy rico y muy definido y conseguido además con muy poca información lo que lo hace más atractivo. Su personaje se merece una serie propia.
El guionista se lo ha currado mucho no solo en hacer creíble las situaciones de esta comedia tan surrealista sino por tallar a los personajes tan magistralmente sin necesidad de recurrir a escenas cansinas de flashback del pasado para que entiendas a cada personaje. Ese punto de no insultar al espectador dándoselo todo masticado es de agradecer muchísimo.

Yo comencé a ver la serie por Yolanda Ramos aunque al minuto uno me atrapó un buen guión que aunque pueda parecer muy típico es un guiño a comedias de finales de los 80´s como "Este muerto está muy vivo" o a incluso la maravillosa "La Soga" de Alfred Hitchcock. Ese punto de suspense que te mantiene en vilo y que además podría tratarse de una novela del mismísimo Eduardo Navarro.

Yo considero que es una historia muy bien hilada y que intenta no caer en la comedia facilona. Resuelve todo con mucha credibilidad y sobretodo envía un mensaje muy optimista a lo que viene a significar la familia.

Algo importante de esta serie es como está grabada. No sé de que presupuesto contaban para hacerla pero parece muy bien gestionada la producción. Para empezar hablamos de exteriores durante casi toda la serie. La utilización de planos cortos y contraplanos es genial porque parece que estás viendo una película o lo que viene a ser una buena comedia de las que no estamos tan acostumbrados a ver y menos en España en las que suelen rodarse en escenarios cutres como los de "7 vidas" o "La que se avecina". Además sabe hasta donde llegar y los momentos en los que se iría el presupuesto en efectos especiales como una explosión lo resuelven genial con planos reacción.
No creo que sea una obra maestra ni mucho menos, pero esta serie a mi me llenó el hueco tan hondo que me dejó la serie Merlí. Ahora es un no parar porque he descubierto la cantidad de series Catalanas de buena calidad que hay y pudiendo verlas en VO, ahora que entiendo más el idioma, estoy encantado.

No cabe duda que Carlos Vermut sabe llevarnos por los senderos de nuestros sentimientos en el interior de nuestras entrañas, esquivando la variedad de emociones que tenemos dentro. Con su obra nos demuestra que el ser humano es un abanico de sentimientos y que una circunstancia no produce un blanco o un negro sino una gran variedad de tonalidades de sensaciones. En este corto se ve claramente como podemos viajar del más absurdo humor a la mayor de las tristezas incluso coincidiendo ambas en un punto. Que alguien te descubra el "mix emocional" en esta época es una proeza tan brutal que solo encuentro halagos y agradecimientos a un cineasta que no pienso perderle la pista.

Me gustan los musicales, pero solo aquellos en los que me cautiva la música.
También me encantan los planos con movimientos de grua y esos planos aéreos que surcaban el cielo de Suiza para enseñarnos a María y a la familia Trapp.
Creo que se han hecho muchos musicales y más últimamente. Parece que quién comenzó a ponerlos de moda fue Dancer in the Dark con una Bjork espléndida en un musical muy diferente en el que se ajustaba sueño a realidad y drama a protesta social. Sin embargo no tuvo sino una maravillosa grua al final de la historia que no voy a destripar.
Los bailes coreografiados de la multitud o los planos secuencia creo que son técnicas que nos hipnotizan a los que amamos el cine.
La La Land es uno de esos musicales que desde el minuto uno en que comienza la secuencia en la autopista, te sobrecoge una sensación de exitación tan brutal... Estás ante un clásico del cine y lo sabes con solo el primer plano. Un plano secuencia imposible que no te deja pestañear pero sin caer en el exceso de detalle. Lo justo para admidar la secuencia como un avance de un musical honesto y realista en el que lo importante será la musica y una historia sencilla de amor por los sueños.
Creo que es una mezcla de buena dirección, unas actuaciones fabulosas (Emma Stone está espectácular y Ryan Gosling tocando el piano con esa destreza es inimitable) una música insuperable y una fotografia muy de los musicales. Hasta el decorado es de musical clásico. Ese cartón piedra que te colaban en el cinemascope y te hacía viajar está muy logrado.
La película se te hace tan corta que quieres volver a verla mil veces reviviendo la secuencias en primera persona. Quieres bailar con Ryan y que te rose la mano en el cine mientras ves Rebelde sin causa.
Tengo que confesar que salí del cine tarareando el tema principal y queriendo bailar todo el tiempo a su ritmo. A la mañana siguiente no podía parar de escuchar su Sound Track una y otra vez. Quería vivir en La La Land y abrazar a Mia y decirle que no se preocupara y que no dejara de querer a Seb.
Quería gritarle al mundo que no debemos dejar morir el jazz, ni ninguna música. Y quería gritar que vivan los musicales.