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España España · burgos
Críticas de Gepeto
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Críticas 67
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
16 de agosto de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que yo recuerde "filmaffinity", al igual que Facebook nació sin publicidad.

Que yo vea, no se reparten dividendos de esa publicidad entre los usuarios, que la hacen rentable, igual que Facebook.

Una reflexión deprimente: Ningún usuario de Facebook parece ser consciente de que está haciendo de oro a Zuckerberg y sus compadres y no está recibiendo a cambio ni una pela. Este paisano no se molesta ni en pagarles la conexión a Internet para que sigan haciéndole de oro. Esta todo ganado, es perfecto. Los usuarios pagan para, a la vez, hacerle de oro.

Y los que no somos usuarios será hasta que él quiera. Cualquier día será necesaria una cuenta en Facebook para acceder a Google. De hecho, ya están tardando.

Aquí me bajo de esta página. Ha sido estupendo mientras era libre.

Es un fastidio. Antes o después todo aquello que funciona es tentado por el lenguaje del capitalismo. Y suele ganar siempre. Todo Todo Todo es propenso a un análisis de rentabilidad.

Pero cuidado, el capitalismo no es una verdad, es solo su propia verdad. Su propia maquinaria constructora de su verdad."Porque la verdad no existe, solo existen los mecanismos productores de verdades, como el Capitalismo, el Marxismo, el Nazismo, o lo que sea. Debemos pensar que tipo de mecanismo constructor de verdades nos interesa realmente y a cual vamos a otorgar ese poder" (Beatriz Preciado)

Una de las últimas verdades construidas es que las redes sociales dignifican y definitivamente hacen evolucionar exponencialmente al ser humano en general. (Y enriquecerse a unos pocos en particular, pero eso no es una verdad, eso simplemente sucede, y a día de hoy resulta que no es lo mismo)

Y a lo que yo veo, a cambio de absolutamente nada de nada, porque que yo sepa, aunque si estoy equivocado rectificaría, en las redes sociales ni se es, ni se tiene, solo se parece. Y ese debe ser el hallazgo padre para unos pocos súpermillonarios, que SER algo es complicado, TENER algo no tanto, y PARECER algo lo puede hacer cualquiera, o sea TODOS. De esto hablaba ya Guy Debord en los sesenta.

Y a lo peor todo esto no son más que chorradas mías. Porque al fin y al cabo el mundo es así y puede que no esté tan mal ¿no?

En cualquier caso, otra historia más de la que me largo.
Gepeto
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7
4 de diciembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me resulta para nada fácil saber muy bien de qué va esta película, ni en realidad ninguna de las de Bergman. Quizás se deba a que no dirijo bien mi atención, o a que sencillamente doy para lo que doy. Lo que si que entiendo, o mejor dicho termino por entender poco a poco, es que quizás el cine se podría dividir en una clasificación muy simple: Películas donde algo les sucede a las personas (Fanny y Alexander); películas donde algo les sucede a las cosas (La jungla de cristal); películas donde algo les sucede a las personas y a las cosas (Gravity); y películas donde nada les sucede a las personas ni a las cosas (La gran belleza).

A los cíticos les encantan las primeras, a los que les gusta entretenerse sin implicaciones éticas las segundas, a los que saben de cine las terceras, y a los que les gusta rebuscar y hallar las cuartas (digo tambén hallar porque hay una enfermedad cinéfila que deriva solo en rebuscar, donde el hallazgo se rechaza por vulgar.)

A mí me gustan las cuatro, creo que con los cuatro modelos se puede hacer obras maestras, y éstas resultarán más difíciles en el segundo tipo. Porque hacer una buena película donde algo les sucede solo a las cosas entiendo que es muy complicado.

En cualquier caso, y con un poco de relajación y paciencia, las que más contribuyen a que podamos aprender algo y a ser por tanto mejores personas son las primeras. Suena cursi chorrón pero es así. Porque es en estas donde de verdad podemos ahondar en el sentir humano. Las que nos dan puntos de vista sobre cierto aspectos vitales en los que no habíamos caído. Porque nos pueden mostrar y hacernos comprender que no tenemos por qué avergonzarnos de ciertas cosas. Y también de por qué debemos arrepentirnos de otras ante las cuales no tenemos ese pensamiento. Esto último me parece muy importante. Una vida sin arrepentimiento, no digo cristiano digo racional, es la vida de los cobardes. Y más más más ......

Y lo que yo he aprendido de "Fanny y Alexander" es que es imposible vivir sin intoxicación. Y me parece un aprendizaje terrible. Puedes intentar mantenerte limpio, relacionarte solo de los seres que te importan y te hacen sentir bien, alejarte de los tontos, de los tóxicos y los dañinos. Da igual, como decía el escritor Martin Amis, los imbéciles son olímpicos e invencibles. Es verdad, porque aún muertos prevalecen sus fantasmas. Así que no nos queda otra que aprender a vivir con un cupo de intoxicación y saber lidiar con ella sin que se nos lleve nada que no le pertenezca. Al que aprenda esto último paso a declararme fan suyo de por vida.

Y unos besos.
Gepeto
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7
16 de agosto de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conforme voy viendo más películas de este director, debo admitir con gusto que cada vez me gusta más. Hay algo en su cine que me hace sentir bien.

Definición de "bien" en esto del cine: Eso que me confirma mi alteridad con respecto al director. Eso que hace que como espectador ocupe un lugar. Un lugar en el que depositar una parte (pequeña) de la intimidad del director. Quiero decir que sienta la película como un acto de generosidad por su parte. La condición de esto es que el acto de generosidad se manifieste en una conversación, no en un mensaje unidireccional. Y por último que sienta que una vez estrenada, la propiedad de la misma ya no sea del director, eso anularía la conversación en favor del monólogo. A partir de aquí, los que cumplan esto me pueden contar con su cine lo que venga en gana. De hecho, es justo lo que deseo.

En esta película encuentro eso. De espectador me transformo en invitado.

Y lo que creo, en el grado de mi capacidad de atención, es que en este trabajo se me habla de círculos concéntricos con ventanas al exterior, unas más transparentes que otras. Cuanto más grande es el radio más transparente es la ventana. Las circunferencias que delimitan los círculos con los pasadizos de las ventanas conforman fronteras aparentemente dolorosas, por lo tanto requieren un riesgo ser traspasadas. Pero quizás haya recompensa. El protagonista se muestra reacio a traspasarlas, hace bueno un dictamen estoico: " Reduce tu tamaño para que las flechas no te acierten". Se pone a cobijo con su armadura de literatura y viajes. Cuanto más viaja más reduce su tamaño. El hecho es que equivoca el espacio y sus distancias, a veces lo más lejano está justito al lado. Los demás protagonistas viajan muy lejos sin necesidad de moverse.

Séneca, el estoico que dijo eso de reduce tu tamaño también dijo más cosas. Una me viene aquí al pelo: " Acercaros a las obras de los clásicos, es un lugar en el que siempre vais a ser bien recibidos". Como las obras del clásico Ingmar Bergman.
Gepeto
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3
3 de marzo de 2014
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me ha gustado nada. Si hace un mes me dicen que me iba a salir del cine antes del final de una película de Scorsese me hubiera dado la risa.

Me ha parecido este artefacto una sucesión de escenas de pasotadas más propicias para gilipolleces al estilo "Los albóndigas en remojo" o "Desmadre a la americana" que para una película de Scorssese. Scorssese en el papel de escandalizador, aquí falla algo. Y lo que falla es cine.

El lenguaje está equivocado. Eso puede valer para sus historias de la mafia, en plan tarugo gana pasta, asciende y le deja su mujer por julai y luego se despeña o nó, qué más da. Lo que nos ha contado este director estupendamente. Pero trasladar eso a Wall Street es un error de bulto. En ese contexto de pasta ficticia, la basura es un engranaje mucho más sutil que lo que cuenta y profundiza Scorssese, que es nada de nada. Porque el guión es nada.

En sus buenos tiempos, que espero recupere, todo ese desmadre de drogas y tetas, nos lo contaba en un par de escenas magistrales de un cuarto de hora, y después se seguía desarrollando un guión elaborado y ocurrente. Aquí se tira casi tres horas.

La actuación de Leonardo DiCaprio no tiene ningún mérito. Actuar en plan histriónico y fingiendo colocones es fácil. Y encima los finge mal. Lo hace mucho mejor el protagonista de la "La máscara" cuyo nombre no recuerdo. Profundidad de su personaje: un milímetro y medio.

Decepción.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gepeto
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8
12 de febrero de 2014
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer fui feliz viendo esta película, la vi entera con una mueca de sonrisa en la boca. No siempre estamos en la mejor disposición para ver una película, o casi para hacer cualquier cosa, pero ayer lo conseguí y fue estupendo. Tenía la sensación de estar invirtiendo bien ese rato.

Hay que dejarse llevar en la medida de lo posible, del todo es imposible ya, pero en la medida de lo posible hay hacer solo lo que dicen los meditadores transcendentales, solo respira.

Y de verdad que la película se despliega como una orgía de estética. De lo barroco de los interiores a lo naif de los exteriores. Esos paisajes con la casa, el jardín y los árboles parecen pintados por Rousseau. Y los interiores son una explosión de colorido, de danza, de vestuario, de maquillaje. Todo se va desplegando en un juego pícaro de duendes y damiselas. Pero sin afinidades militantes ni transcendencias. Las pasiones son inevitables y se pueden llevar sin ningún dramatismo. El oasis del arte, que cada uno beba como le venga en gana. Sin pistas mundanas y por lo tanto viciadas.

A este mundo se asoma Giulietta inocentemente. "Pareces una muñeca", le dice en un momento uno de los personajes. El mundo de la fantasía onírica feliniana va al rescate del alma incómoda de la muñeca. Y ella se irá moviendo entre los dos mundos, sin brusquedad, dejándose llevar a ver que la cuentan para ayudarla. Lo mejor de todo es que esto sucede sin ninguna dramatización. Las cosas son como son, y tampoco está mal. Solo hay que querer soñar un poco y ver la cara buena como sea.

Una gozada. La película que más he disfrutado de Fellini. Algo tendrá que ver ponerme a verla sin pedir nada.
Gepeto
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